Cincuenta años de la Compañía de Jesús entre los
Guaraní
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La Compañía de Jesús restaurada, retornó al
Chaco boliviano en 1964. En tiempos de la colonia había tenido misiones con los
guaraní, de poca duración, en las comunidades de Pirití, Saipurú y alguna más.
En aquella época, nuestros compañeros no fueron recibidos, pues este pueblo se
caracterizaba por ser muy independiente y guerrero y por esta razón no fue
dominado por el Imperio Inca ni tampoco por los ejércitos de los colonizadores.
La actual Parroquia del Arcángel San Miguel de
Charagua es la más extensa de Bolivia, con unos 74.000 kms cuadrados de
extensión pero muy poco poblada. Según el censo del 2012, su población no
pasa de los 35.000 habitantes, de los cuales el 73% son de origen guaraní. El resto está compuesto por gente
criolla, por bolivianos de otras regiones del país y por unos dos mil
Menonitas.
Desde 1964 la Compañía desarrolla su apostolado
en el área pastoral atendiendo a la parroquia, y en la área social para la que
creó dos instituciones: El Centro de Investigación y promoción social (CIPCA),
dedicado a la formación, al mejoramiento de la producción agropecuaria y al
fortalecimiento de la organización de las comunidades guaraní.
El fruto más importante de este trabajo ha sido
la creación de la APG, Asamblea del Pueblo Guaraní que integra a las
comunidades del sur del país y que defiende los derechos de los guaraní ante
las autoridades nacionales. El otro centro es Arakuaarenda dedicado a la
formación de jóvenes en temas de liderazgo y de tecnologías.
Actualmente CIPCA y Arakuaarenda están desarrollando
una campaña para la aprobación y puesta en funcionamiento del estatuto que
constituye al municipio de Charagua en el Gobierno Autonómico Indígena Guaraní
Iyambae.
Cuando se obtenga la aprobación del estatuto en el referéndum del 20 de
septiembre, las comunidades guaraní podrán tomar decisiones y organizar el
gobierno de acuerdo a su cultura. En temas de salud y educación los programas
podrán basarse desde su modo de ser, con el apoyo de los conocimientos
occidentales. El proceso para el establecimiento de este gobierno autonómico
con el ejercicio de sus competencias, necesariamente tomará tiempo.
El P. Gabriel Siquier dedicó cuarenta años a la
evangelización del pueblo guaraní tratando de llegar a la elaboración de una teología guaraní. Para ello, además
de dominar el idioma y de adentrarse en su cultura, trató de sistematizar su
religiosidad y a partir de allí plantear la nueva evangelización con este
pueblo. Fue un desafío enorme para él y lo es también para
la actual comunidad de jesuitas que atendemos esta parroquia.
El primer
desafío es llegar al corazón de un pueblo que se reconoce como Iyambae:
libre, independiente, sin dueño. Identificado con su ñandereko, su modo de ser, que difícilmente acepta otro diferente
al suyo.
El P. Víctor Codina recoge de los escritos de
Gabriel Siquier, los elementos de la teología guaraní. “Ñenderu Tumpa, es el Padre de todos los seres humanos, principio de
todos los poderes buenos… es providente, nos quiere con todo su hígado (centro
de la afectividad guaraní), es el principio de la Palabra fundamental, Palabra
que para el guaraní es todo. Ñenderu
Tumpa es el que nos aconseja, nos cuida, nos defiende, nos corrige, nadie se
iguala a su poder. Es el principio del bien.”
No hay, en su percepción, ninguna diferencia
substancial con el Dios que los agentes pastorales cristianos presentamos.
Consideran que nada tienen que aprender de una nueva religión.
El modo tradicional de la pastoral parroquial
ha sido la celebración de los sacramentos y las catequesis preparatorias
correspondientes. El guaraní no valora los ritos.
El modo de ser guaraní (Ñandereko) es la cultura de la Palabra. Lo principal de la persona es el
peso de la Palabra, palabra pronunciada, que tiene más valor que lo acordado en
un papel escrito. La Palabra es dinámica, tiene fuerza. La evangelización supone muchas y muy largas horas de conversación a la
sombra de un cupesí o al calor de la fogata.
Las responsabilidades de nuestra comunidad de
jesuitas, con un buen equipo de laicos, se hace complicada por la relación
frecuentemente tensa entre la población guaraní y los “karai”, población
criolla, que hasta hace poco eran los que detentaban el poder político y que se
habían hecho con la propiedad de las tierras. Esta parte de la población es la
que se acerca más a las celebraciones de los sacramentos, en general y a la
Eucaristía en particular. Son también los que más manifiestan su disconformidad
con nuestra pastoral social.
Estos desafíos los tratamos de asumir en
coordinación con las otras parroquias atendidas por compañeros jesuitas,
especialmente las que están en el oriente del país. En el horizonte de
posibilidades vemos que sería muy bueno intercambiar y coordinar visiones y
planes con los compañeros jesuitas que trabajan con los guaraní en Paraguay y
en Argentina.