Autora: Dra. Nixa Gnaegi de Ríos
Rectora de la Universidad Tecnológica Oteima
La
guerra mundial que se está librando tendrá consecuencias aún insospechadas en
todos los ámbitos de la existencia.También es el caso de la educación.¡ Esta ha
sido forzada a migrar hacia escenarios de enseñanza basada en tecnologías de
comunicación, para muchos no explorados.
En el caso de nuestro país han surgido 2 situaciones que desnudan los
gravísimos problemas estructurales de nuestro sistema educativo y del
menosprecio histórico nacional por la profesión docente.
Por un
lado, la cuarentena nos ha evidenciado la excesiva frondosidad curricular de
los programas vigentes en la educación en general. Los comentarios que
inundaron y siguen colmando los distintos medios de comunicación apuntan a las
toneladas de tareas, que ya eran excesivas en condiciones normales, y ahora se
multiplicaron como los casos del contagio viral.¿Es necesario aprender todo?
¿es posible aprender todo? Antes de la pandemia, una pareja de padres
profesionales ya se veía en la obligación de ayudar con las tareas diarias de
su hijo único, ¡hasta la media noche! ¿Es esto normal? ¿Y si tienen 3 hijos en
edad escolar? ¿Cómo se las arreglan las madres solteras o abandonadas? Viviendo
en la era del conocimiento y en presencia de la esta revolución industrial-tecnológica, sabemos
que las fronteras del conocimiento son ilimitadas y que seguirán creciendo. ¿Cuánto más contenido cabe en un libro,
programa o plan de estudios? ¿Seguiremos memorizando y recitando conceptos o
comenzaremos a formar a los chicos desde los niveles iniciales a desarrollar
habilidades para buscar y manejar información, para analizar y reflexionar
sobre el conocimiento existente y su aplicación a su vida cotidiana y para
sembrar en ellos la necesidad de buscar más y mejores ideas?
Todos
reconocemos que los actores principales del hecho educativo son los estudiantes
que aprenden y los docentes que enseñan. La emergencia nacional literalmente
obligó al pilar fundamental de la enseñanza, el docente, a lanzarse hacia la
educación virtual y esto lamentablemente nos ha mostrado la escasa preparación
pedagógica y tecnológica de nuestras comunidades educativas. La virtualidad
representa las grandes ligas de la educación,
asi como en el argot beisbolero
se entiende que no se llega a los Yankees ,sin pasar años en las granjas, las
ligas infantiles, juveniles, amateurs, doble A y triple A. Los fundamentos y la
preparación formal son indispensables para el éxito en cualquier desempeño
profesional. ¿cómo puede un maestro
enseñar virtualmente y con calidad si apenas sabía pararse ante los chicos a
exponer un tema, pedirles tareas y verlos exponer? Cada vez es más doloroso
entender que muy pocos de quienes hoy ejercen la docencia realmente son ‘docentes
de profesión’ y que la gran mayoría son graduados o estudiantes de otras
disciplinas, prestados a la docencia, que no fueron profundamente formados para
entender e internalizar la didáctica y la pedagogía como una legítima carrera
universitaria.
¡Por muchas capacitaciones en atención
primaria que reciba un bioanalista, un
asistente dental o un socorrista( oficios muy nobles ) no los convierten en
médicos especialistas.¡
La
pedagogía express que ahora se ofrece mediante webinars y otras herramientas aceleradas,
son solo paños tibios, la solución es
estructural. La educación panameña no soporta más capacitaciones reactivas y
mágicas, que apenas logran maquillar los problemas del sistema educativo sin
atacarlos de raíz y aunque el efecto sea a mediano y largo plazo, es
impostergable comenzar a formar un educador vanguardista, con verdadera
vocación y preparación pedagógica que nos ayude a salir del subdesarrollo.