La Actitud Cristiana en la Semana Santa
Por: Rev. Manning Maxie Suárez +
En
esta Semana Mayor, será bueno reflexionar sobre ¿cómo mantenernos cerca de
nuestro Señor Jesús.
En esta Semana Mayor, será bueno reflexionar
sobre ¿cómo mantenernos cerca de nuestro Señor Jesucristo, en un mundo tan
secularizado y apartado de Dios? Esta pregunta no es nueva para la fe, lo
importante tal vez, es cómo mantenernos en la fe con fuerza, positivismo y
alegría.
La Iglesia cristiana en general, nos enseña
que, entre más nos descuidamos en nuestros “votos” hechos a Dios en el día que
fuimos bautizados, estamos más vulnerable a las situaciones de pecado. Es
decir, al no cumplir con amor y libertad el “pacto bautismal”, nos colocamos
automáticamente en una posición de fragilidad y nuestra salvación personal se puede
encontrar en peligro.
El pacto bautismal es la clave para
mantenernos en Jesús; recordemos sus palabras cuando nos dice “Yo soy la
vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas,
la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. Ustedes ya
están limpios por las palabras que les he dicho. Sigan unidos a mí, como yo
sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida
a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos
a mí. Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo
unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada”.
(Juan 15:1-5).
Permanecer en Jesús es la clave de las
respuestas a nuestras oraciones personales dirigidas a Dios Padre: ‘Si
ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan
lo que quieran y se les dará'. (Juan 15:7).
Así podemos señalar que existen varias
herramientas para lograr estar unidos a Jesús, señalemos cuatro herramientas.
Estas herramientas yo las identifico como los cuatro puntos cardinales del
mantenerse en el mensaje de Jesús, y estas son: la Oración, el cumplimiento del
Pacto Bautismal, la Vida Sacramental y la Conversión diaria.
No cabe duda, para ningún cristiano, que la
oración es la llave por excelencia de comunicación del hombre con Dios; es a
través de esta acción sencilla del hombre, que el mismo permite un canal
directo para unir ambas naturalezas en una sola y misteriosa realidad. Cuando
un hombre en lo profundo de su ser se dispone a orar con sinceridad y verdadera
humildad, las puertas del cielo se abren de par en par para ser escuchado por
lo sagrado.
“Orar es comunicarse”, hay un
emisor y existe un receptor, normalmente en nuestras oraciones personales
tomamos el papel de emisor, pero tenemos también que asumir el papel de
receptor, estar callados en esa oración para que nos convirtamos en recipientes
de lo que la otra voluntad desea decirnos. En nuestro caso específico, oramos a
Dios para gozar de su presencia en constante adoración espiritual. Nuestra
mente y espíritu se abren a la acción directa de Dios sobre nosotros; queremos “ser
de Dios”, queremos que “Dios nos posea”; queremos “ser todo suyo”. Pero también
queremos que Dios nos guíe, nos ilumine, derrame su espíritu sobre nosotros
para que lo imposible sea una verdad en nuestras vidas y esto es la santidad.
La oración reflejada en la vida de los
hombres y mujeres de la Biblia, por ejemplo, se puede describir de muchas
maneras, desde la adoración hasta la misma agonía son descriptibles en ella,
pero una cosa si es cierta, tienen un común denominador: contemplan a Dios, en
esa comunicación, con suma confianza y lo consideran como un amigo respetable,
donde su palabra se escucha y no se cuestiona, ni se pone en tela de juicio;
para ellos Dios no es solamente lo santo, sino que es el único Dios amigo y verdadero
a donde se puede acudir en todo momento de súplica. Súmase a esto el regocijo
de saberse salvados y acrecentada la esperanza de una redención total y final
gracias a esta amistad.
Nuestra oración en esta semana santa deberá
contener estos elementos fundamentales: fe, confianza, compromiso evangélico,
bendición, esperanza y salvación. La oración será siempre la clave en nuestra vida
de fe, ella finalmente nos fortalecerá enormemente: “No dejen ustedes de
orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta,
sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo” (Efesios 6.18ss.).
Que en esta Semana Santa 2020 podamos, como hombres
y mujeres de Dios, sumirnos en la contemplación de la vida, pasión y muerte de
nuestro Señor Jesucristo, a través de la oración profunda y contemplativa y la
praxis de la fe.
SACERDOTE