Por: Gloria Muñoz Ramírez
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Nº 273 / enero 2020
Quito, Ecuador. En octubre de 2019 Ecuador
vivió un levantamiento popular con el involucramiento de todos los sectores
sociales del país. La participación de los pueblos indígenas definió la
derogación del decreto 833 con el que el gobierno de Lenín Moreno pretendía
eliminar el subsidio a los combustibles, haciendo así imposible la vida.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (Conaie) fue clave durante los 13 días del Paro Nacional en el que
el Estado reprimió las movilizaciones, dejando un saldo de 11 muertos y cientos
de heridos y detenidos. Jaime Vargas Vargas, presidente de la Conaie desde
2017, fue uno de los dirigentes de la protesta emblemática. De origen
amazónico, Vargas hace una valoración del levantamiento indígena y popular, repasa
lo que significó para los pueblos la llegada de los presidentes Rafael Correa y
Lenín Moreno “de supuesta izquierda”, y habla de los planes electorales de la
Conaie, que no se descarta para la contienda presidencial.
–¿Cuál es la valoración que hace la Conaie del
proceso del paro nacional y levantamiento indígena de octubre?
–El levantamiento de octubre fue diez veces más
grande que el primer levantamiento de 1990. Hemos posicionado la fuerza
política, ideológica y de resistencia. En estos últimos 12 años, los pueblos y
nacionalidades hemos estado viviendo un momento muy crítico, de atropello a
nuestros derechos humanos, despojos de nuestros territorios, invasiones de las
transnacionales, pero hemos resistido desde nuestras bases. Durante estos 12 años
hemos estado llenos de persecución política. Muchos líderes fuimos declarados
terroristas, secuestradores, subversivos, guerrilleros, de todo nos han
calificado. Pero ésa es nuestra dinámica de seguir luchando.
–¿En qué momento político y organizativo se
encuentra la Conaie?
–En este momento, luego del paro nacional, la
Conaie se posicionó como una de las organizaciones más fuertes en el Ecuador y
en toda América Latina, porque hemos despertado a todos los pueblos en América.
La Conaie es una organización nacional que ha hecho escuchar su voz y se ha
hecho respetar. En anteriores movilizaciones la Conaie sacaba a su gente, hacía
una marcha y a veces teníamos que paralizar, pero la gente de la ciudad nunca
salía o nos decían que éramos indios y que nos regresáramos a la selva, que
éramos vagos, que solamente éramos ‘atrasapueblos’ que veníamos a ensuciar las
ciudades. Pero esta vez no. Tuvimos otra plataforma, otra forma de pensar, con
la interculturalidad del pueblo ecuatoriano. Era no pensar en mí, sino en que
mi lucha debía ser para la sociedad, para un pueblo organizado.
Se derogó el decreto 883 impuesto por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y eso quiere decir que se luchó para el pueblo
ecuatoriano, para los 16 millones de ecuatorianos. Sólo 1 por ciento, los
banqueros y los que se creen dueños de la patria, dijo que los indígenas no los
representamos. Nosotros dijimos que claro que nunca los vamos a representar,
así como ellos tampoco nunca nos van a representar a nosotros. La Conaie
representa a las 15 nacionalidades y 18 pueblos, a las organizaciones sociales.
Y eso es lo que hemos hecho. Cuando estaba Correa nos decían que la patria era
de todos, ¿pero qué patria es de todos? La que está llena de corrupción, de
odio, de discriminación, de racismo, de desigualdades, de injusticia social, de
asesinatos e inseguridad nacional.
–¿Cómo vivieron ustedes el proceso de su lucha
en el gobierno de Rafael Correa y el discurso progresista?
–En tiempos del expresidente Correa el
movimiento indígena vivió un momento muy crítico porque dividió a las
organizaciones, a los pueblos y nacionalidades. Había un grupo que defendía al
correísmo y había otros que defendían a su pueblo. En la Amazonía tenemos a la
organización histórica de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la
Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) y ahí había dos presidentes de la misma
organización. Uno avalado por el correísmo y otro por el gobierno tradicional.
Unos gritaban por el correísmo, otros por su libertad, por el territorio. Eso es
lo que vivimos.
–Y con los megaproyectos en los territorios
indígenas, ¿qué pasó?
–Hubo gente que decía sí al correísmo e iba a
favor de las transnacionales. Entonces había una pelea entre nosotros, había
amenazas en nuestras comunidades. Había quienes defendían la minería, el
petróleo, la consulta, el convenio. Eso ha pasado en todo el mundo y por eso
han desaparecido pueblos indígenas, por los intereses económicos. Los gobiernos
neoliberales tienen que asesinar, tienen que matar al pueblo para acabar con él
y quedarse con sus territorios para sacar los recursos que necesitan.
¿En Bolivia a quién están matando? ¿A un banquero?
¿A un empresario? ¿A una derecha? Asesinan a los indígenas, y eso es lo que nos
indigna a nosotros. En Chile están matando al pueblo mapuche, en Colombia al
pueblo nasa, al pueblo indígena, al campesino, al que lucha por defender su
territorio y su derecho. En México han matado al campesino, en Brasil a los
pueblos indígenas. Los grandes empresarios quieren acabar con todo. En Perú
acabaron con el movimiento indígena, con los hermanos awajún, aquí han
asesinado a los shuar, achuar, kichwa.
–¿Qué es lo que pasa cuando presidentes como
Rafael Correa o Lenín Moreno se presentan como progresistas o de izquierda y
promueven proyectos extractivistas?
–Rafael Correa y Lenín Moreno decían que eran
de la izquierda progresista y ahora están con la derecha, en vez de entregarse
al pueblo. Por eso es importante la oposición. Mucha gente del gobierno piensa
que la oposición es un enemigo y tiene que pelear contra ella. Escuché un
discurso medio favorable del nuevo presidente de Argentina que decía que la
oposición que perdió no será su enemigo, sino una persona que le permita
avanzar. A ver si lo cumple.
La oposición te permite mejorar tu pensamiento
y tu estrategia de gobierno. Se trata de conversar y asegurar que no vas a
aceptar sus intereses personales, pero sí los colectivos que generen
desarrollos para el país. Aquí en el Ecuador se explota desde hace más de 40
años, pero nuestras comunidades siguen viviendo en la miseria. Por eso decimos
que no somos pobres, sino que nos hicieron pobres. Trajeron la pobreza a
nuestros territorios, que son ricos. La gente pobre-pobre vive en las ciudades
llenas de criminales, prostitución, alcoholismo, drogadicción, corrupción. No
tienen ni ríos dónde bañarse.
El sumak kawsay del que hablamos en la
Constitución es vivir en nuestro mundo, que si te enfermas encuentras la
farmacia en la selva, donde el mercado es libre porque un niño puede tomar un
anzuelo, coger un pescado y cocinar.
–¿Cuál es la situación en Ecuador respecto a
las consultas sobre proyectos en territorios indígenas?
–Aquí está el derecho a la consulta previa,
libre e informada, pero no hay una herramienta o mecanismo que garantice este
proceso, porque no es vinculante. He estado reunido con todos los pueblos de
América Latina y tenemos la misma situación y la misma problemática de
invasiones, de asesinatos, de criminalización, de despojo y consultas. Cuando
hablamos de consulta no sólo está enfocado al tema del extractivismo, sino
también a la construcción de vías y de grandes proyectos.
En el Ecuador el derecho a una consulta no
garantiza nada, porque preguntan y dices que sí o que no, pero ellos en el
gobierno toman las decisiones y aplican la ley. Ese es uno de los problemas. En
las consultas llegan y te dicen, “miren compañeros indígenas, ustedes no tienen
agua potable, sus hijos no tienen becas, pero habrá bonos solidarios, bonos de
vivienda, becas y cada dirigente ganará dos mil dólares”. ¿Eso es consulta o es
engaño? La gente acepta, pero no les dan ni proyecto ni los dos mil, solamente
trago, pan, coca cola. Eso pasó en Ecuador durante estos años, son las
estrategias para engañar a los pueblos indígenas desde el Estado y las
transnacionales.
–¿Cómo fue el diálogo de la Conaie con el
gobierno durante el paro y qué proceso siguió? ¿Qué pasó con el Parlamento de
los pueblos?
–Nunca hubo diálogo ni negociación. Lo único
que hicimos fue decirle al gobierno que ese decreto no lo aceptaba el pueblo
ecuatoriano, porque se afectaba todo y se decretó sin consulta. De ahí el
levantamiento. Se instaló la mesa técnica no para dialogar, sino para debatir,
que es otra cosa. Dijimos que no discutiéramos sólo el subsidio, sino también
la política económica del país. Le dije al ministro de Economía, Richard
Martínez, que necesitábamos que trajera todos los contratos petroleros para
revisarlos y saber cómo estaban funcionando las empresas públicas, bajo qué
términos llegaron los acuerdos con el FMI, qué busca el Fondo, dijimos que
queremos discutir también el tema de la deuda externa con China. Nos dijo que
eso lo podíamos discutir después. En este contexto la Conaie convocó y abrió el
abanico para que llegaran todos los sectores sociales e instaló el Parlamento
de los pueblos, nacionalidades y organizaciones sociales, con casi 200
organizaciones del país con las que discutimos la parte económica, política y
social-ambiental. Debemos discutir qué vamos a hacer. Hablar sobre el
extractivismo, sobre las inversiones internacionales. Definimos una propuesta
del pueblo ecuatoriano y el gobierno debe cumplirla. No debe ser una propuesta
del indígena, no de un sector, sino del pueblo ecuatoriano. Y así estamos, eso
estamos construyendo en este momento. Eso es lo que habla el parlamento de
pueblos, nacionalidades y organizaciones. Están los estudiantes, los
académicos, nuestros científicos, todos.
–¿Cuál es la postura electoral de la Conaie?
–Estamos pensando en una posición electoral. No
puedo decir nada oficialmente, pero ese es el camino. Cuando te proyectas a ese
nivel tienes que empezar desde abajo, y para eso tenemos que construir una
plataforma de unidad, de acuerdos, de todo. No sería impensable un candidato de
la Conaie para la presidencia. Cuando salgo, la gente a veces me saluda
llamándome el próximo presidente de la República, lo mismo le sucede a Leonidas
Iza. Lo dice el pueblo.
–Un presidente indígena parece que no es
garantía de nada...
–El presidente puede llegar a ser indígena,
puede ser cholo, puede ser afro, puede ser hombre o mujer, un campesino, una
maestra, un abogado, pero que sea presidente del pueblo. Ser indígena no
garantiza exactamente ser bueno, es cierto.
–Hay ejemplo ya en otros países...
–Bueno, no puedo hablar de Bolivia, pero están
ahí las cosas. Puede ser un indígena que sea más derechista que cualquiera,
pero todo depende de cómo actúen.
–¿Y tampoco se garantiza el plurinacionalismo?
–Ser indígena tampoco garantizaría el
plurinacionalismo, eso se debe construir entendiéndonos, participando,
debatiendo. El gobierno no puede construir solito un Estado plurinacional. Sin
indígenas, no se puede construir, sin mestizos tampoco. Si el policía se pone
una whipala ya dicen que es
plurinacional, pero eso no es. El Estado plurinacional es garantizar derechos,
tomar decisiones, hablar de libertades, de autonomía, de verdadera justicia
social donde la gente viva feliz. Pero para llegar a eso hay que hacer un
trabajo duro y complicado.
–Pero a la derecha no le va a gustar…
–Nuestros militares y policías se han hecho robocops, pero esperemos que no se
transformen en Power Rangers.
Nosotros los pueblos y las nacionalidades estamos también organizados, estamos
viviendo en nuestros territorios. No estamos armados, estamos decididos a
defender el territorio, la patria, la soberanía nacional, a hablar de derechos
humanos, de libertades. El Estado invierte casi dos mil millones de dólares
anuales para sostener a la policía y las fuerzas armadas.
¿Qué beneficio sacamos? El Estado tiene miedo.
¿Por qué están armándose? ¿Es guerra con quién? Con el pueblo. Así no se
construye ni se hace un buen gobierno, eso no significa ser un gobierno de
todos. Habrá que dialogar y reclamar nuestros derechos, pero parados. Yo no
tengo miedo al gobierno, pero sí algo puedo temer a la derecha, porque son
terribles. Hemos recibido amenazas. Anteayer dejaron un mensaje en el
departamento en Puyo y sólo pensé, “está bien, si creen que matando o
amenazando a un dirigente indígena van a sacar algo es mejor, pero es encender,
es explotar”.
–¿Coincide con que es tiempo de los indígenas y
de las mujeres?
–Es tiempo de la juventud, de los pueblos
indígenas en América Latina y del mundo. Es el momento. Tenemos toda la
capacidad de decidir y de demostrar que hay una posibilidad. Es tiempo de las
mujeres también. Hay grandes lideresas.