Jorge Luis Prosperi Ramírez
www.elblogdejorgeprosperi.com / 181119
Hambre y desnutrición son dos flagelos que
afectan severamente a un elevado porcentaje de nuestra población pobre, en
medio de un país que se precia de un desarrollo económico importante pero
desigual y sin equidad. En ese contexto el nuevo informe de Naciones Unidas,
titulado: Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019,
subraya que enfrentar el hambre y la desnutrición, pero también la obesidad, es
otro de los desafíos que enfrentan los países de América Latina, lo cual
evidencia la inequidad, pues mientras unos son pobres y no tienen que comer,
otros están gordos de tanto comer “cualquier
clase de comida”, que no es gratis y pueden pagar por ella.
El informe subraya que “las que padecen
hambre aumentaron 11% en los últimos cuatro años y las personas con obesidad se
triplicaron desde 1975. Esto significa que el día de hoy, uno de cada cuatro
adultos vive con obesidad, mientras el hambre ha vuelto a crecer y afecta a
42,5 millones de personas”. El informe pone de relieve además que, “la
inseguridad alimentaria —entendida como la interrupción parcial o total en el
acceso a los alimentos— afecta a 187 millones de personas en nuestra región y
se manifiesta de forma desigual en la edad adulta: casi 55 millones de hombres
sufren de inseguridad alimentaria, frente a 69 millones de mujeres.
Paralelamente, “por cada persona que sufre
hambre en América Latina y el Caribe, más de seis sufren sobrepeso u obesidad.
La prevalencia del sobrepeso está aumentando en todos los grupos etarios,
especialmente en adultos y en niños en edad escolar. En la actualidad, casi un
cuarto de la población adulta en la región sufre de obesidad, con prevalencias
más altas entre mujeres (28%) que en hombres (20%). En tanto, la prevalencia
del sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años ya alcanza 7,5%, por encima de
5,9% mundial”.
Por nuestra parte, los panameños, gobierno
y sociedad, enfrentamos también el gran desafío de acabar con el hambre y la
obesidad. El hambre y la pobreza afecta cerca del 10% de la población,
siendo este flagelo mucho más severo entre nuestras comarcas indígenas y
provincias más pobres.
Los invito a la lectura completa de la
publicación de las NNUU, enfatizando las experiencias exitosas en la lucha
contra el hambre y la desnutrición. Dejo para otra entrega el tema de la
obesidad, agrego un recordatorio de nuestra situación nacional y termino con un
vistazo al Proyecto Colmena “Panamá libre de pobreza y hambre, la Sexta
Frontera”, el cual fue puesto en marcha recientemente por el Ejecutivo.
Hambre
y desnutrición en Panamá
De acuerdo con el IPM-Panamá 2017, el 19.1% de los panameños (777,752 personas) se
encuentra en una condición de pobreza multidimensional. Es de esperar que los
ingresos monetarios de esas familias panameñas no llegan a cubrir la mitad del
costo calórico de la canasta básica familiar por mes. Por lo tanto, no
parecen estar en capacidad de protegerse contra el hambre y, muy probablemente,
la están padeciendo de forma ocasional o permanente, ocasionando desnutrición
infantil en forma aguda y crónica.
Como era de esperarse, en las comarcas
indígenas fue en donde se presentó las mayores proporciones de personas pobres
multidimensionales: en la Comarca Ngäbe Bugle (93.4%), Comarca Guna Yala
(91.4%) y Comarca Enbera (70.8%). El promedio de estos tres valores supera en
4.5 veces el valor del promedio nacional, lo que evidencia también con esta
medida una la disparidad existente y que ya era previamente conocida. En cuanto
a las provincias, las tres con mayor porcentaje de personas en condición de
pobreza multidimensional y por encima del promedio nacional, fueron: Bocas del
Toro (44.6%), Darién (40.0%). En estas dos, habitan una amplia población
indígena (62.6%).
Adicionalmente, el documento “Panorama de
la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018”, publicado al final del
año pasado, informó que el 19% de los niños panameños menores de cinco años
padecen de desnutrición (68,000 infantes), superando en esta penosa
estadística, a países con un crecimiento económico muy inferior al nuestro, lo
que demuestra, una vez más, que el modelo económico del que tanto nos
vanagloriamos, beneficia principalmente a una minoría de panameños.
Finalmente, el documento «Índice de Pobreza Multidimensional de Niños, Niñas y Adolescentes de
Panamá 2018«, nos informa que un total de 15.6% de NNA pobres
multidimensionales carece de una alimentación variada. Esta es una condición
que requiere importante atención debido a que la alimentación saludable y
equilibrada tiene un rol primordial en la salud y desarrollo de los NNA, como
pilar del adecuado funcionamiento del organismo, el crecimiento y la capacidad
de aprendizaje, pero sobre todo para la prevención de factores de riesgo de
enfermedades. Este problema también es mayor en las comarcas indígenas
del país: en el 62.6%, los NNA en pobreza multidimensional de la comarca Guna
Yala están privados en este indicador, seguido por la comarca Ngäbe Buglé
(59.3%) y Emberá (49.9%) y las provincias de Darién (27.7%) y Bocas del Toro
(23.9%).
La
respuesta nacional
Por nuestra parte, de acuerdo con el Ministerio de
Desarrollo Social, el Gabinete Social, presidido por el presidente
de la República, aprobó el Proyecto Colmena “Panamá libre de pobreza y hambre,
la Sexta Frontera”, que impactará y transformará la calidad de vida de 777 mil
panameños y panameñas que viven pobreza multidimensional y se han quedado
atrás, en 63 distritos del país. El Plan Colmena se enfocará en los
corregimientos con mayor pobreza, a la vez busca intervenir en áreas
vulnerables con el fin de atender a aquella población urbana que, por distintos
factores, se encuentra en riesgo de caer en la pobreza.
Este proyecto, es el resultado de un
trabajo articulado entre todos los ministerios e instituciones que han puesto
todos sus recursos en beneficio de los sectores más vulnerables que han sido
excluido del desarrollo social. Tiene como objetivo fortalecer las Juntas
Técnicas de las provincias junto a los gobiernos locales, la sociedad civil de
distintos sectores y la ciudadanía, para que se constituyan en actores de su
propio desarrollo. Se focaliza en dos vertientes importantes que son: mejorar
los servicios que el Estado ofrece (salud, agua limpia, saneamiento,
electrificación rural, infraestructura vial, educación, vivienda, deporte entre
otros) e identificar las actividades generadoras de ingreso que permitirán
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
No menos importante es el programa
“Estudiar sin hambre”, que busca brindar alimentos a estudiantes de los 300
corregimientos más pobres del país. La iniciativa contará con una fase piloto
de implementación en 2 escuelas de la comarca Ngäbe-Bugle y una el distrito de
San Miguelito. Se espera que el programa cubra el 100% de los niños de inicial,
primaria y premedia, focalizando las escuelas en las comunidades priorizadas
por nivel de pobreza e identificadas por el Proyecto Colmena. A partir de los
resultados de la fase piloto, el Ministerio de Educación realizará los cálculos
financieros para la compra de alimentos a productores locales, así como la
contratación de recurso humano calificado para su implementación que incluye
nutricionistas, trabajadores manuales, manipuladores de alimentos, entre otros.
Hagamos votos porque al término del
período de este gobierno podamos decir con orgullo que erradicamos el hambre y
la desnutrición de nuestro territorio.
(Existe desde hace dos años, el
proyecto NURA (=semilla, en ngäbere) que se está implementando en siete
escuelas de la Comarca Ngäbe-Bugle. Llevado por el Meduca y el Minsa. Ahora
viene el proyecto “Estudiar sin hambre”. ¿Por qué no aprovechar experiencias?).