Por: Rev. Manning
Maxie Suárez +
En
muchas partes del mundo, existe la tradición de la Festividad o Fiesta de la
Epifanía, o como algunos le llaman también la fiesta del “día de Reyes”. Este día 6 de enero, a muchos niños y
adultos también, se le entregan sendos regalos, imitando con ello a las
acciones de esos personajes misteriosos que llamamos los “Reyes Magos” en el
argot popular, y que se encuentra en la narración del evangelio de Mateo
únicamente en su capítulo dos (Mt. 2,3-6).
“(3)
El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les pasó a todos
los habitantes de Jerusalén. (4) Mandó el rey llamar a todos los jefes de los
sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el
Mesías. (5) Ellos le dijeron: —En Belén de Judea; porque así lo escribió el
profeta: (6) “En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más
pequeña entre las principales ciudades de esa tierra; porque de ti saldrá un
gobernante que guiará a mi pueblo Israel.”
En
las Iglesias de tradición católica, alrededor del mundo, las fiestas
principales observadas son las siguientes: La Pascua; El Día de Todos los
Santos; La Ascensión; El Día de la Navidad; El día de Pentecostés; El día de la
Santísima Trinidad; y el día de La Epifanía, es decir el 6 de enero. No en este orden, pero estas son, digámosle
así las “Fiestas Principales” que pueden ser observadas con las lecturas, las colectas
(oraciones) y salmos debidamente autorizados por la Iglesia. Las Iglesias de tradición protestantes,
algunas conservan estas tradiciones como por ejemplo la Iglesia luterana y la Iglesia
Metodista, aunque las otras están concientes de la importancia de la fecha.
La
Festividad de la Epifanía, la debemos entender como “La manifestación de Cristo
a los gentiles”. La palabra “Gentiles”
(del hebreo Gôyîm), debemos entenderla como: aquellas naciones o aquellas
personas que no son judías. Donde se
hace referencia en dicho evangelio (Mateo) la narración de los magos procedentes
de Oriente. Ya a finales del siglo
segundo (II a.C.), después de Cristo en la región de Egipto, se da su observancia.
¿Qué
incluía esta festividad en aquellos tiempos?... Varios temas reflexivos como las
conmemoraciones de la visita de los magos conducidos por una estrella a Belén;
También las reflexiones y celebraciones entorno al bautismo de Jesús en las
aguas del río Jordán; El cambio del agua en vino en las bodas de Caná de
Galilea, el primer milagro de Jesús, todo esto claro está, visto como una
manifestación del Dios encarnado.
La
Epifanía “per se” es la fiesta principal del “Misterio de la Encarnación” del
Hijo de Dios, Jesús de Nazareth, en todas las iglesias de tradición católicas, y
este énfasis es todavía permanente en la liturgia de la palabra en dichas
Iglesias. Sin embargo, en nuestro entorno la historia de los magos, tiene mayor
importancia en la religiosidad popular que la misma celebración del misterio de
la Encarnación. Algunos señalan que por
los grados de inequidad en nuestro continente tiene más peso la esperanza del
regalito a la profundización del misterio.
¿Qué
es la Encarnación? Señala la oración o colecta de ese domingo lo siguiente: “Oh
Dios, que por la guía de una estrella manifestaste a tu único Hijo a los
pueblos de la tierra, conduce a tu presencia a los que te conocemos por la fe
donde podamos contemplar tu gloria cara a cara”. Se recomiendan las lecturas del profeta
Isaías 60:1-6,9; el Salmo 72:1-2,10-17; La carta del apóstol san Pablo a los Efesios
3:1-12; y finalmente la lectura del evangelio de Mateo 2:1-12. ¿Qué nos dicen estas lecturas antiquísimas
del tema de la Encarnación?
El
catecismo nos enseña que, desde el principio, Dios nos auxiliaba revelándose a sí
mismo y su voluntad, a través de la naturaleza y la historia, por medio de
muchos videntes y santos, y especialmente por los profetas de Israel como en
este caso el profeta Isaías. Dios envió
a sus profetas para invitarnos a volver a él, mostrarnos la necesidad de nuestra
redención y anunciarnos la venida del Mesías.
El Mesías, señala el catecismo, es el que fue enviado por Dios para liberarnos
del dominio del pecado, a fin de que, con el auxilio de Dios, vivamos en
armonía con él, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con toda la creación. El Mesías, o el Cristo, es “Jesús de
Nazaret”, el único Hijo de Dios.
Vivamos
estas fiestas con la alegría de saber que nos ha nacido un Salvador y que fue
manifestado al mundo como el niño del pesebre de Belén de Judá.
Sacerdote