Jesús
no fundó templo alguno
www.religiondigital.org / 08.07.2019
El papa Francisco, sólo con su forma de
ser y de vivir, le ha dado una nueva orientación al papado.
Una orientación más humana y más evangélica. Esto es capital. Pero no
basta.
Empezando por la liturgia, que suele ser lo
que la gente ve, oye y palpa en cuanto entra en una iglesia. Es un hecho que las
ceremonias, a las que asistimos en los templos, tienen su origen no
precisamente en la forma de vida que llevó Jesús y que nos relatan los
evangelios.
Ni Jesús fundó templo alguno, ni quería templos. Y menos aún las
solemnidades, la pompa y el boato de la corte imperial, que es lo que la
Iglesia copió, en los siglos IV y V, para recordar la vida de Jesús, que nació
en un establo; y la muerte de Jesús que acabó colgado como un delincuente
subversivo.
Además –y por si era poco– abundan los
templos y catedrales en los que hay que pagar dinero para entrar a
verlos. Y se cobra dinero por los sacramentos que se administran, se
le saca dinero al Estado, se obtienen privilegios fiscales, etc., etc.
Por supuesto, los problemas que tiene que
afrontar la iglesia en la Amazonía son muy distintos de los problemas que tiene
que resolver en Europa. Pero, lo mismo en la Amazonía que en Europa, lo que
tiene que hacer la iglesia no es poner al día la religión del templo y de los
sacerdotes, que es la religión a la que se enfrentó Jesús, sino vivir y
explicar el Evangelio, que consiste esencialmente en actualizar la forma de
vida que practicó el mismo Jesús.
Desde este punto de vista, lo que más urge
en este momento es analizar a fondo si la vida de los sacerdotes y religiosos
ayuda a la gente a entender y vivir el Evangelio. Y si la liturgia y los
sacramentos son, en este momento, las prácticas adecuadas y comprensibles, para
que la gente encuentre respuesta a las muchas preguntas que hoy nos preocupan y
hasta nos asustan en tantas situaciones que ya no admiten espera.