Jorge L.
Prosperi
www.elblogdejorgeprosperi.com
/ 280418
En
este artículo planteo que el consumo de drogas en Panamá y en la región es un
problema de salud pública y necesitamos hacer mucho más. Comparto información
internacional y nacional que sustenta mi punto de vista, los invito a darle una
lectura crítica a esta entrega y sumarnos todos a la lucha contra este flagelo,
pues como nos señala UNODC “no reconocer o no comprender que la
drogodependencia es un problema de salud refuerza el ciclo de marginación que a
menudo afecta a las personas con trastornos relacionados con el consumo de
drogas, lo que dificulta su recuperación e integración social” y es un
obstáculo al desarrollo sostenible de nuestro país.
Breve vistazo a la
situación del consumo de drogas en el mundo
De
acuerdo al Informe Mundial sobre las Drogas 2016 de la Oficina de las Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito, se calcula que 1 de cada 20
adultos, es decir, alrededor de 250 millones de personas de entre 15 y 64 años,
consumieron por lo menos una droga en 2014. El uso de sustancias psicoactivas
ha sido reconocido como un problema importante de salud pública para las
Américas, el que lleva asociado una carga importante de muertes prematuras y
discapacidad. El informe citado también nos dice que el número de muertes
relacionadas con las drogas, que en 2014 se calculó en alrededor de 207.400, es
decir, 43,5 muertes por millón de personas de entre 15 y 64 años, ha
permanecido estable en todo el mundo, aunque sigue siendo inaceptable y
evitable. Las muertes por sobredosis representan aproximadamente entre un
tercio y la mitad de todas las muertes relacionadas con las drogas, que en la
mayoría de los casos se deben a los opioides. El período inmediatamente
posterior a la excarcelación se asocia con un aumento considerable del riesgo
de muerte por causas relacionadas con drogas (principalmente por sobredosis),
cuya tasa de mortalidad es mucho mayor que la mortalidad por todas las causas
en la población general.
Situación del consumo
de drogas en Panamá
La
Comisión Nacional para el Estudio y la Prevención de los Delitos
Relacionados con Drogas (CONAPRED) y el Observatorio Panameño de
Drogas brindó a finales del año pasado, los resultados del último informe
realizado la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas
(CICAD), que se realiza periódicamente con un estudio epidemiológico regional
para ayudar a los Estados miembros en la producción de información y
estadísticas oportunas, confiables y comparables sobre la demanda y la oferta
de sustancias psicoactivas (SPA), en las que participó Panamá.
Asumo
que la información que aportamos corresponde a la Segunda Encuesta Nacional de Hogares sobre Consumo de Drogas,
realizada por el Observatorio panameño de Drogas de la CONAPRED en 2015, por lo
que les comparto dos párrafos y los invito a la lectura completa del documento
porque ofrece la información más actualizada sobre la situación nacional.
Este
reporte indica la magnitud y características del consumo de drogas licitas e
ilícitas en Panamá, determina la prevalencia de consumo de sustancias
psicoactivas, en vida, en el último año y en el último mes, así como la prevalencia
de consumo de sustancias psicoactivas, según características por sexo, edad,
ocupación, escolaridad, nivel socioeconómico y lugar de residencia, además de
detectar patrones de consumo de las diversas sustancias, y la percepción de
riesgo para todas.
En
su sección de Resultados Generales, los investigadores nos informan que “el
perfil epidemiológico en relación con el consumo de sustancias psicoactivas en
Panamá se vincula a las sustancias de curso legal, alcohol, tabaco y
tranquilizantes, que presentan las mayores tasas de consumo. Y en el conjunto
de drogas ilícitas, cuya prevalencia global es relativamente baja, del 1.16%,
sobresale los cannabis, bajo forma tradicional de marihuana o en su versión
sintética, crispy. Panamá no muestra
un patrón de consumo asociado a las cocaínas, según indican las bajas
prevalencias de todas sus formas (clorhidrato o pasta base). La presencia de
los estimulantes de tipo anfetamínicos, evaluados en conjunto o en forma
separada sus componentes, también presentan bajas prevalencias”.
No
obstante, si aplicamos los cálculos del informe de NNUU señalado al inicio,
resultaría que alrededor de 150,000
panameños consumieron por lo menos una droga durante 2017. Es claro que
estamos frente a un problema de salud pública y debemos fortalecer nuestras
intervenciones.
¿Qué nos recomienda
la OPS y la OEA?
En
ese contexto la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización
de los Estados Americanos (OEA) renovaron un memorando de entendimiento para mejorar la respuesta al problema de las drogas desde una perspectiva de
salud pública. El acuerdo, renovado el 5 de febrero pasado, incluye
el desarrollo de políticas y programas para el abordaje integral de los
problemas de drogas, la promoción de sistemas de información articulados,
facilitar el acceso a servicios de atención integrados a la red de salud y
basados en la atención primaria, el fortalecimiento de los procesos de
formación de recursos humanos y el impulso de la investigación y la difusión
del conocimiento científico sobre el tema.
A
través de las acciones derivadas de la implementación del acuerdo, la OPS y la
OEA apoyarán a los Estados Miembros en el cumplimiento de las recomendaciones
contenidas en el documento final de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas
(UNGASS) sobre el problema mundial de las drogas (2016), que, entre otros
temas, resalta la necesidad de brindar programas de prevención y tratamiento,
fortalecer los recursos humanos, garantizar el respeto a los derechos y el
acceso a medicamentos controlados.
Estas
recomendaciones fueron ratificadas en la Decisión adoptada en la 70ª Asamblea Mundial de la Salud en 2017
y están alineadas con los contenidos de la estrategia y plan de acción regional
de salud pública de la OPS, en los cuales se resume el enfoque de salud para
responder a los problemas de consumo de sustancias psicoactivas, resaltándolos
como una prioridad de salud pública en los planes nacionales.
De
acuerdo a las NNUU “abordar el uso problemático de sustancias psicoactivas
requiere que los sistemas de salud pública en los países se apresten a
intervenir sobre sus determinantes sociales, promover estilos de vida
saludable, evitar o retrasar el inicio en el uso de drogas, mitigar los efectos
adversos del consumo, tratar, rehabilitar y reintegrar plenamente a los
usuarios problemáticos, el tratamiento y rehabilitación de la dependencia, así
como la plena reintegración de la persona afectada, mediante intervenciones
eficaces y en un marco de protección de sus derechos fundamentales”.
El
enfoque de salud pública en las políticas sobre drogas lleva implícito el
análisis del problema y de sus determinantes, pero también implica la
organización de las respuestas desde los sistemas y servicios de salud, con una
aproximación colectiva y un enfoque centrado en la persona y en su círculo
cercano, el que se puede ver afectado, de manera directa o indirecta, por
el uso de sustancias psicoactivas.
En
el ámbito de las políticas de drogas, la reducción de la demanda se entiende
como el conjunto de estrategias que se orientan a evitar o retrasar el inicio
en el consumo de estas sustancias y mitigar sus consecuencias negativas tanto
para la salud como para la sociedad, e incluye intervenciones de prevención,
detección temprana, reducción de daños, tratamiento, rehabilitación y
reinserción social.
¿Qué hacemos en
Panamá?
El
gobierno de Panamá tiene una política vigente reconocida como la Estrategia Nacional de Drogas 2012-2017. La estrategia, que
culmina este año, se formuló como el instrumento para que el país se comprometiera
a atender integralmente el tema de la oferta y demanda de drogas en dimensiones
preventivas y represivas. En lo personal no encontré información en la página del
Ministerio Público sobre el avance, logros y lecciones aprendidas de
la aplicación de la mencionada estrategia.
Por
su parte, expertos en el tema consideran que “aunque se cuenta con los
instrumentos legales y documentos de políticas que permitirían establecer
medidas de intervención más efectivas, equilibradas e integrales, pero poco
ejecutado y menos evaluado”. Afirman que “es necesario fortalecer a CONAPRED
para que se facilite la ejecución de esta estrategia con intervenciones que
sean producto de nuestra realidad y para la atención particular de la realidad.
Sin descuidar los acuerdos internacionales y apoyos con otros programas.”
Coincidiendo con esta percepción; la noticia más
reciente que nos ofrece el MINSA sobre la labor
interinstitucional del tratamiento del problema data del 2014. No obstante,
allí se reconoce que se trata de un problema de salud pública…
Recomendaciones del
Observatorio Panameño de Drogas
Por
su parte el documento “Segunda Encuesta Nacional de Hogares sobre Consumo de Drogas”
del Observatorio panameño de drogas hace las siguientes recomendaciones:
+Continuar
realizando este tipo de estudios, ya que sirven no solo como tamizaje sino
también para evaluar rápidamente el patrón de consumo en la población general.
+Fortalecer
la promoción de estilos de vida saludables que incluya la resiliencia como
elemento fundamental para la prevención del consumo de drogas.
+Establecer
una política pública del uso indebido de drogas y eventos conexos, que incluya
la prevención del consumo de drogas, la gestión de nuevo conocimiento y las
acciones dirigidas al control en los diferentes ámbitos y contextos.
En
atención a los resultados específicos de este estudio, es menester promover la
investigación sobre drogas, en los siguientes aspectos:
*Caracterización
de las drogas de baja prevalencia.
*Correlacionar
las variables percepción de gravedad y consumo.
*Caracterización
del consumo en las áreas rurales y apartadas de nuestro país.
*Etnografía
del uso indebido de drogas en los grupos originarios.
*Revisar
y actualizar las disposiciones legales vigentes sobre el uso indebido de
drogas.
*Desarrollar
un sistema de vigilancia sanitaria del uso indebido de drogas y su afectación
en los seres humanos.
*Incorporar
a los diferentes actores sociales en actividades relacionadas con la prevención
del consumo y el uso indebido.
*Desarrollar
estrategias innovadoras en materia de comunicación social dirigidas a la
prevención del uso indebido de drogas y promoción de la resiliencia como estilo
de vida saludable, dirigido a lograr no solo individuos resilientes sino
también comunidades resilientes.
Conclusión
Mi
conclusión es que podemos hacer más y mejor para abordar este grave problema de
salud pública. Contamos con los recursos humanos nacionales e internacionales
necesarios y suficientes, solo hace falta reforzar el efectivo, sistemático y
permanente apoyo político de los tres poderes de Estado.