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16-03-18
“La situación en Yemen hoy, ahora mismo, parece el apocalipsis para la población de este país”, declaró a Al Jazeera el mes pasado el jefe humanitario de la ONU Mark Lowcock.
Se
cree que el año pasado murieron de hambre 150.000
personas en Yemen. Cada diez
minutos murió un niño de hambre o de enfermedades evitables y cada dos
minutos otro niño cayó en la desnutrición extrema. El país padece la
mayor epidemia de cólera desde que existen registros, más de un millón de personas
han contraído la enfermedad y ahora una epidemia de difteria “se va a propagar
como el fuego”, según Lowcock. “A menos que cambie la situación vamos a tener
el peor desastre humanitario del mundo en 50 años”, concluyó.
La
causa es bien conocida: los bombardeos y
el bloqueo del país por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí, con pleno apoyo de Estados Unidos y Reino Unido, han destruido más del 50 % de la
infraestructura sanitaria del país, han atacado plantas de desalinización,
diezmado las rutas de transporte e interrumpido las importaciones esenciales,
mientras que el gobierno que se supone va a reconstruir todo esto ha bloqueado los
salarios de los trabajadores del sector público en la mayoría del
país, lo que hace que no se recojan las basuras, se desmoronen las
instalaciones de alcantarillado y se provoque una crisis de salud pública.
Otros ocho millones de personas se quedaron sin agua potable cuando la
coalición liderada por Arabia Saudí bloqueó todas las
importaciones de carburante en noviembre, lo que obligó a cerrar las
estaciones de bombeo.
El
director de Oxfam en Yemen, Shane Stevenson, comentó entonces
que “el pueblo de Yemen ya está siendo sometido a la hambruna para que se
rinda; a menos que se levante el bloqueo también se le quitará el agua potable.
Quitar el agua potable a millones de personas en un país que sufre el mayor
brote de cólera del mundo y que está al borde de la hambruna sería un acto
extremadamente bárbaro”.
Desde
entonces las cosas han empeorado todavía más. A finales de enero las
importaciones de carburante a través del principal puerto del país, Hodeidah, todavía estaban
bloqueadas y a consecuencia de ello los casos de cólera seguían aumentando. Y el
23 de enero la ONU informó de
que en aquel momento había 22.2 millones de yemeníes que necesitaban asistencia
humanitaria (3.4 millones más que el año anterior), con ocho millones al borde
de la hambruna, lo que supone un millón más desde 2017.
Ya
no es sorprendente que los bombardeos y el bloqueo se hayan intensificado en
los últimos meses. A finales del año pasado la coalición bloqueó durante casi
un mes todas las importaciones a través del puerto de Hodeidah, por el que de
no estar bloqueado entraría el 70 % de las importaciones del país. Y desde la
muerte del expresidente Ali Abdullah Saleh el pasado 4 de diciembre se han
intensificado los ataques aéreos y se han producido masacres casi a diario. El
9 de febrero la ONU anunció que en diez semanas
85.000 personas habían sido desplazadas debido a la “creciente violencia”, particularmente
en la costa del mar Rojo, donde la coalición ha emprendido una nueva campaña
para apropiarse del puerto de Hodeidah, de gran importancia estratégica.
Con
la entrada en una nueva fase de la campaña de Hodeidah esta guerra contra la
población yemení se va a intensificar aún más. Desde que empezó la
campaña a principios de diciembre la coalición y sus aliados
yemeníes han tomado varias ciudades y pueblos de la provincia de Hodeidah y
ahora están preparados para llevar la batalla a la propia ciudad. El 20 de
febrero el periódico emiratí The National informaba de
que en los próximos días “se dedicarán más fuerzas a Hodeidah ya que en pocos
días el general de división Tariq Mohammed Abdullah (sobrino del difunto
expresidente Ali Abdullah Saleh) abrirá un nuevo frente”. Este ataque podría
inutilizar durante meses el puerto más importante de este país casi
completamente dependiente de las importaciones e impediría la supervivencia de
millones de personas.
“Si
este ataque sigue adelante será un acto deliberado que interrumpirá suministros
vitales; la coalición liderada por Arabia Saudí no solo violará el derecho
humanitario internacional sino que también será cómplice de una hambruna casi
segura”, declaró a la
prensa el director ejecutivo de Oxfam Mark Goldring cuando se
propuso un ataque similar a principios del año pasado. Su colega Suze Vanmeegan
añadió que
“cualquier ataque a Hodeidah puede convertir una crisis que ya es alarmante en
un espectáculo absolutamente horroroso y no estoy exagerando”.
No
existe la menor duda de que los supervisores británicos y estadounidenses de
esta guerra han dado el visto bueno a esta escalada. A finales de 2016 Estados
Unidos, Reino Unido, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos crearon el
“Cuarteto de Yemen” para coordinar la estrategia entre los cuatro principales
agresores de la guerra. A lo largo de 2017 se reunieron esporádicamente pero
desde finales de año sus reuniones se han hecho más frecuentes y a un nivel más
alto.
A
finales de noviembre, justo antes de emprender las operaciones en la provincia
de Hodeidah, [el Secretario de Estado de Exteriores británico] Boris Johnson
fue el anfitrión de una reunión del Cuarteto en Londres mientras que [la
primera ministra británica] Theresa May se reunía simultáneamente con el rey
Salman en Riyadh, es de suponer que para dar luz verde a esta nueva ronda de
devastación dirigida contra la asediada población de Yemen. Se volvieron a
reunir dos semanas después y más adelante otra vez el 23 de enero,
también a instancias de Johnson, y por primera vez asistió a la reunión [el
Secretario de Estado estadounidense] Rex Tillerson.
El
“cuarteto económico”, al que también asistieron altos cargos del FMI y del
Banco Mundial, se reunió el 2 de febrero en
Arabia Saudí, mientras Johnson y Tillerson se volvían a reunir en
Bonn el 15 de febrero con sus homólogos saudíes y emiratíes para tratar sobre
Yemen.
Por
supuesto, estas reuniones no abordan la esencia de la planificación estratégica
de la guerra, ya que es tarea de los altos cargos del ejército y de los
servicios de inteligencia. El propósito de estos encuentros de alto nivel es
más bien que cada parte demuestre a las demás que cualquier paso estratégico
conlleva la aprobación de cada gobierno respectivo al más alto nivel. Por lo
tanto, el hecho de que el “Cuarteto” se reuniera solo unos días antes de que se
anunciara que era inminente el ataque planeado hacía mucho tiempo contra
Hodeidah dice mucho de la complicidad entre Estados Unidos y Reino Unido en
este nuevo crimen de guerra premeditado.
Estos
“acontecimientos” (si es que se puede aplicar esta palabra a la destrucción
deliberada del nivel de vida de un país) militares y humanitarios forman el
telón de fondo de la revelación hecha
el 22 de enero por la coalición liderada por Arabia Saudí de su nuevo plan para
proporcionar “una ayuda sin precedentes al pueblo de Yemen”.
El
YCHO –“Yemen Comprehensive Humanitarian Operations” [Operaciones Humanitarias
Globales en Yemen]– es un nuevo programa de “ayuda” con el objetivo aparente de
“abordar los déficits inmediatos de ayuda al tiempo que se crea simultáneamente
la capacidad para mejorar a largo plazo la ayuda humanitaria y las importaciones
de productos comerciales a Yemen”, fundamentalmente mediante el aumento de la
“capacidad de los puertos yemeníes para recibir tanto ayuda humanitaria como
importaciones comerciales” y todo ello sellado con la enorme suma de 1.500
millones de dólares en contribuciones de ayuda. ¿Qué mal podría haber en ello?
El
problema no es solo que la ONU calcule que la financiación necesaria para
satisfacer las necesidades creadas por la coalición liderada por Arabia Saudí
es el doble de
esta cantidad. El verdadero problema es que, de hecho, este plan no aumentará
las importaciones de las que Yemen es totalmente dependiente, sino que las
reducirá aún más debido a que las muy cacareadas “mejoras de capacidad
portuaria” se aplicarán únicamente a los “puertos controlados por la coalición”
y se excluirán los puertos que están fuera de su control (Hodeidah y Saleef),
los cuales manejan aproximadamente el 80 % de
las importaciones de Yemen.
El
plan estipula explícitamente que desea para estos dos puertos, que son
absolutamente fundamentales, una reducción del flujo de la carga que manejan de
aproximadamente 200 toneladas métricas al mes respecto a los niveles de
mediados de 2017. Sí, han leído correctamente: se considera que ahora hay que
reducir aún más los niveles de carga de mediados de 2017, cuando morían 130
niños al día debido a la desnutrición y a otras enfermedades
evitables causadas en gran medida por las limitaciones a las importaciones ya
existentes.
Este
plan no es sino la sistematización de la política de hambruna de la que los
saudíes fueron acusados por
el Panel de Expertos de la ONU sobre Yemen en relación al cierre que habían
impuesto de los puertos de Hodeidah y Saleef en noviembre. En aquel momento el
Informe Final del Panel señaló que se habían cerrado todos los puertos
de Yemen tras un ataque con misiles de los hutis al aeropuerto de Riyadh.
Pero mientras que los puertos controlados por la coalición se volvieron a abrir
rápidamente, Hodeidah y Saleef permanecieron cerrados durante semanas. “Esto
tuvo el efecto de utilizar la amenaza del hambre como instrumento de guerra”,
afirmaba el Panel.
Actualmente
el plan de “Operaciones Humanitarias Globales” planea simultanear de forma
permanente el hambre deliberada en el territorio controlado por los hutis
(donde vive la vasta mayoría de los yemeníes) con “generosas” entregas de ayuda
humanitaria en los territorios controlados por la coalición. Son los mismos ‘métodos de
barbarie’ que emplearon los británicos en la Guerra de los Boer,
cuando los territorios controlados por los boer fueron sometidos a la política
de tierra quemada de incendiar granjas y matar al ganado, y más adelante estos
métodos se recuperaron en las guerras coloniales británicas en Malaya, Kenia y,
de hecho, en Yemen en las décadas de 1950 y 1960. No es de extrañar que Gran
Bretaña esté tan involucrada hoy en día.
Pero
es indudable que esta estrategia será difícil de vender en estos tiempos.
Ciertamente los saudíes parecen creerlo y precisamente por eso es de suponer
que han contratado a una plétora de las más tristemente célebres agencias de
relaciones públicas del mundo para ayudarles a hacerlo.
Una
excepcional investigación de
la agencia de noticias IRIN informó de que “el comunicado de prensa que
recibieron los periodistas anunciando el plan [del YCHO] no provenía de la
propia coalición ni de funcionarios de la ayuda humanitaria saudíes. Provenía,
junto con una invitación para visitar Yemen, de una agencia británica de
relaciones públicas”. Esta agencia era Pagefield Global Counsel, uno de los
sucesores del gigante de las relaciones públicas caído en desgracia Bell
Pottinger (y que emplea a más de 20 antiguos trabajadores de Pottinger).
La
investigación también reveló que la presentación en powerpoint utilizada para
presentar el YCHO a altos cargos de la ONU era obra de Nicholas Nahas, de Booz
Allen Hamilton, una consultoría de gestión estadounidense que mantiene desde
hace tiempo estrechas relaciones con el Estado estadounidense (incluida su participación
en
los programas ilegales de vigilancia masiva SWIFT y PRISM) y que, según IRIN,
actualmente contiene “en su página web 35
ofertas de empleo en Riyadh, incluido el de “planificador militar”, un empleo
que exige que el solicitante “proporcione asesoramiento y experiencia militar y
de planificación para apoyar la coordinación de operaciones conjuntas
destinadas a contrarrestar amenazas ejecutadas por las naciones miembros de la
coalición y facilitar la provisión de recursos para permitir las operaciones”.
Otra
empresa de relaciones públicas involucrada en la “venta” del YCHO y que lleva
mucho tiempo en la nómina de Arabia Saudí es Qorvis MSLGROUP que, según afirma
IRIN, “obtuvo unos ingresos estadounidenses por valor de más de 6 millones de
dólares de la embajada de Arabia saudí [en Estados Unidos] durante un periodo
de doce meses hasta septiembre de 2017”.
Es
indudable que estos maestros de la invención han estado atareados: su trabajo
en el plan se ha entregado a las “oficinas de las principales ONG internacionales
de Reino Unidos, así como a los miembros del Parlamento británico”, y se han
establecido cuentas del YCHO en facebook, twitter, instagram, youtube y gmail.
La cuenta de twitter del YCHO tiene unos 10.000 seguidores, pero según la
investigación, “casi la mitad de los seguidores del YCHO tienen menos de 10
seguidores a su vez, mientras que unos 1.000 seguidores eran cuentas creadas el
mismo día de 2016, lo que significa que una cantidad significativa de bots o
farsantes están inflando la popularidad del YCHO”.
“Todo
ello” concluye IRIN, “ha alimentado las sospechas de que en vez de ser un
intento genuino de ayudar al pueblo de Yemen lo que verdaderamente pretende el
plan es quitar importancia al problema de Hodeidah y mejorar la maltrecha
imagen de Arabia Saudí, o al menos un poco de ambas cosas”.
Se
podría pensar que resultaría difícil de vender una estrategia cuyo objetivo
fuera hacer pasar aún más hambre a la población más hambrienta del mundo. Pero
el dinero no solo habla, también hace callar. Y 1.500 millones de dólares es
mucho dinero.
El
‘Plan de
Respuesta Humanitaria’ para Yemen de
la propia ONU, hecho público solo dos días antes del YCHO, el 20 de enero,
había señalado que “el puerto de Al Hudaydah, que representa entre el 70 y el
80% de las importaciones comerciales en Yemen, sigue siendo un salvavidas fundamental
a pesar de operar a una capacidad reducida tras haber sido bombardeado en
agosto de 2015” y añadía que “el amplio bloqueo impuesto a los puertos de Al
Hudaydah y Salif el 6 de noviembre de 2017 amenazó significativamente este
salvavidas de los yemenís” y que “solo un flujo continuo de importaciones de
artículos básicos esenciales puede evitar nuevas catástrofes”.
Sin
embargo, el recorte de fondos ONU, que espera una drástica disminución de
presupuesto del gobierno Trump y que es de suponer que tema decir algo que
también pueda poner en peligro el dinero saudí-emiratí, dio la bienvenida oficialmente al anuncio, a pesar
de que este se compromete claramente a endurecer esencialmente el mismo bloqueo
de los puertos de Hodeidah y Saleef que la ONU había denunciado solo unos días
antes.
Afortunadamente,
parece que no se ha engañado a las agencias de ayuda. Una declaración
conjunta sobre el YCHO de varias ONG internacionales, incluidas
Oxfam y Save the Children, afirmaba:
“Seguimos
preocupados por el hecho de que el bloqueo de los puertos del mar Rojo todavía
no se ha levantado totalmente y por la insuficiente cantidad de carburante que
está llegando a estos puertos, lo que ha provocado el aumento de los precios de
los productos básicos en todo el país. A consecuencia de ello, vemos a familias
abocadas a contraer enfermedades evitables y al hambre debido a que no pueden
permitirse comprar comida y agua limpia. El puerto de Hodeidah gestiona la
mayoría de las importaciones del país y no se puede sustituir.
Es
vital que las partes enfrentadas se comprometan a mantener el puerto de
Hodeidah totalmente abierto y en funcionamiento, incluido el acceso sin
restricciones tanto para los artículos humanitarios como para los comerciales”.
Caroline Anning, de Save the Children, explicó que
el plan “es engañoso; en la publicidad de este nuevo plan afirman que se ha
levantado totalmente el bloqueo del puerto de Hodeidah, pero lo que vemos en
realidad es que se sigue impidiendo que llegue el carburante a este puerto, lo
que tiene unas repercusiones verdaderamente espantosas en todo el país”.
Añadió
que si “quieren intentar impulsar la entrega de suministros comerciales
fundamentales a través de otros puertos, como Aden, Jazan y Arabia Saudí, y
cortar el puerto de Hodeidah, de nuevo podría ser verdaderamente problemático y
de nuevo significa que una de las partes enfrentadas en el conflicto controla
las rutas de acceso de los artículos que llegan […] Es verdaderamente
importante mejorar el acceso humanitario y esto ha sido un reto generalizado,
pero esto no va a resolver el conflicto humanitario en Yemen. Hemos visto cada
vez más violencia, ataques aéreos por todo el país en los últimos meses,
civiles asesinados cada día, infraestructuras vitales como las clínicas
atacadas todo el tiempo. Mientras esto suceda, mientras se colapse la economía
y no se paguen los salarios del sector público la crisis humanitaria va a
continuar”.
Y
vale la pena citar por extenso la respuesta mordaz del International Rescue
Committee (IRC, Comité Internacional de Rescate), que se hizo pública con el
título “Yemen: Saudi
‘aid’ plan is war tactic” [Yemen: El plan de “ayuda” saudí es una
táctica de guerra]: “El [plan] Yemen Comprehensive Humanitarian Operations
(YCHO), anunciado el 22 de enero de 2018 no es ni exhaustivo ni refleja unas
prioridades humanitarias claras y compartidas […] El YCHO politiza la ayuda al
tratar de consolidar el control sobre los puntos de acceso y de tránsito. En
vez de apoyar un plan paralelo, que se elaboró sin una amplia participación de
los actores humanitarios, la Coalición Liderada por Arabia Saudí (SLC) y
quienes la apoyan, sobre todo Estados Unidos y Reino Unido, deberían trabajar
para garantizar la plena implementación del ya existente plan de respuesta
humanitaria de la ONU”.
“El
propio nombre del plan induce a error: no es exhaustivo ni particularmente
humanitario”, afirmó Amanda Catanzano, directora de política y defensa del
International Rescue Committee. “La coalición liderada por Arabia Saudí ofrece
financiar una respuesta para abordar el impacto de una crisis que ella
contribuyó a crear. La grave crisis de Yemen requiere algo más que lo que
parece ser un plan de operaciones logísticas con gestos simbólicos de ayuda
humanitaria”.
El
IRC pasa a enumerar a continuación una serie de problemas del plan, el primero
y más importante, que no acaba con el bloqueo: “Si los saudíes quisieran
verdaderamente abordar la crisis humanitaria”, señala, “el paso más valioso que
podrían dar sería levantar el bloqueo permanentemente, lo que tanto ellos como
la comunidad internacional debería hacer sin demora alguna”. Además, añade, el
YCHO “amenaza gravemente el acceso humanitario y pone en peligro las vidas de
más millones de civiles.
El
plan debería trasladar el principal centro de respuesta desde el puerto de
Hodeidah al de Aden y debería incrementar la capacidad de los puertos
meridionales adicionales de Mokha y Mukalla como alternativas adicionales. El
desarrollo de puertos yemeníes adicionales es bienvenido y loable, pero no a
expensas del acceso a puertos del mar Rojo, como los de Hodeidah y Saleef. Los
puertos meridionales no están equipados para ello ni están bien situados para
servir a las poblaciones necesitadas: carecen de la infraestructura básica y de
la capacidad de los puertos del norte a través de los cuales llega a Yemen el
80% de todas las importaciones y las importaciones humanitarias tendrían que
pasar 70 controles entre Sanaa y Aden, lo que dificultaría la entrega y aumentaría
los costes”.
También
señala que es precisamente la coalición liderada por Arabia Saudí y sus títeres
yemeníes quienes han implementado la política de suprimir los salarios de los
trabajadores del sector público, lo que ha provocado el actual desastre de
salud pública. “Las graves privaciones de Yemen son fruto tanto del bloqueo
como de la ausencia de servicios públicos básicos. La coalición liderada por
Arabia Saudí está sobrefinanciando el esfuerzo bélico a expensas de la
gobernanza y de la prestación de servicios. La vaga cláusula de la
“estabilización económica” del YCHO no aborda la restauración de los servicios
públicos. Estos fondos se deberían utilizar para restablecer servicios
gubernamentales básicos y para pagar a los trabajadores del gobierno”.
El
International Rescue Committee concluye: “Una respuesta significativa a la
mayor crisis humanitaria del mundo exige más acceso, no menos. En el mejor de
los casos, este plan reduciría el acceso e introduciría nuevas carencias de
eficiencia que ralentizarían la respuesta e impediría que se recibiera la
ayuda”, afirmaba Catanzano. “En el peor de los casos, politizaría
peligrosamente la ayuda humanitaria al poner un excesivo control sobre la
respuesta en manos de una de las partes activas en el conflicto”.
En
esencia, este plan consiste en endurecer el bloqueo al tiempo que pone
exclusivamente el acceso a la ayuda en manos de los agresores, el plan se
presenta como una gran campaña humanitaria y se hace público justo cuando la
coalición inicia un ataque al “salvavidas vital” del país, lo que llevará “a un
espectáculo absolutamente horroroso” y a “la hambruna casi segura”. En las
retorcidas mentes de hombres como Mohammed bin Salman, Rex Tillerson y Boris
Johnson (para quienes incluso la liquidación de todo un pueblo aparentemente es
una noble causa en su lucha por contener a Irán) esto es lo que hoy en día pasa
por humanitarismo.