Juan Jované
www.panamaamerica.com.pa / 28/02/18
El ascenso de la República Popular de
China como potencia mundial es evidente. Productivamente no solo está cerca de
sobrepasar a la economía de Estados Unidos, convirtiéndose en la mayor potencia
económica del mundo, si no que ya es la primera nación exportadora del mundo,
convirtiéndose también en una de las tres mayores fuentes de inversión
extranjera directa. La fortaleza de la capacidad china de invertir en el
exterior ha llevado a Joseph Stiglitz a afirmar que la Iniciativa de la Franja
y la Ruta "es tan grandiosa en escala como la Gran Muralla China",
añadiendo que se trata de una especie de "plan Marshall con
esteroides".
Desde el punto de vista diplomático China
con el mandato de Xi Jinping se define a sí misma como moderna potencia,
sostenida en su poder económico y militar, visionándose como un factor que no
solo puede coadyuvar a encontrar respuestas a los problemas internacionales,
sino como uno que es capaz de liderar la consecución de soluciones.
En estas circunstancias emerge un mundo
multipolar, con tres centros. El polo norteamericano sigue siendo una realidad
tangible. Sin embargo, como afirma Stiglitz Estados Unidos ha venido perdiendo
fuerza económica, en condiciones en que su capacidad de resolver los problemas
militarmente también se muestra relativamente limitada desde la presidencia de
George W. Bush. Más aún, de acuerdo a Stiglitz, la presidencia de Trump estaría
minando su "softpower", es decir su capacidad de liderazgo
ideológico. No menos real es el polo europeo, el cual intenta recuperarse y
mantener su curso de expansión como bloque multinacional. El tercer polo es,
desde luego, el asiático centrado en China.
Se trata de una situación que efectivamente
crea tensiones internacionales, en la medida en que la potencia hegemónica
actual, los Estados Unidos, busca reaccionar para mantener y consolidar su
posición, recurriendo en gran medida a su potencial militar.
No es casual que la "National Defense
Strategy of The United States of America 2018", sostenga que la
preocupación más grande de la seguridad norteamericano ya no es el terrorismo,
si no la competencia estratégica con los llamados poderes revisionistas: China
y Rusia. En este contexto tampoco es casual que el Secretario de estado
estadounidense, Rex Tillerson, haya afirmado que "en ocasiones nos hemos
olvidado de la Doctrina Monroe y lo que significó para el hemisferio",
aseverando a continuación que esta "es tan relevante hoy como lo fue entonces".
Se trata de una visión que busca excluir la influencia de las potencias
emergentes sobre América Latina y el Caribe.
En estas condiciones es importante
destacar que la política internacional de Panamá debe dirigirse a defender los
intereses nacionales, los que objetivamente se alinean con la multipolaridad,
dada la neutralidad necesaria para la operación y defensa del Canal, a la vez
que ofrecen la mayor ventaja para nuestro desarrollo económico y social del
país. Se trata de un importante tema estratégico que amerita una amplia
discusión nacional.
Este, desgraciadamente ha sido omitido por
los partidos políticos, los candidatos de libre postulación y la llamada
sociedad civil. Así de pobre es el debate en Panamá.