Juan José Tamayo Acosta
www.amerindiaenlared.org / feb 2018
Una Iglesia en conflicto con el latifundio
Cataluña es la patria de Pedro Casaldàliga
y Balsereny (Barcelona) el pueblo donde nació hace 90 años en el seno de una
familia campesina. En 1968 su vida dio un giro copernicano: partió como
misionero claretiano a Brasil y nunca más volvió a su tierra natal, ni siquiera
con motivo del fallecimiento de su madre. Así lo prometió cuando se
embarcó camino de América Latina y, fiel a su promesa, lo ha cumplido. Pero
lleva a Cataluña en el corazón y en la cabeza. Allí tiene sus raíces, su
familia, sus amigos y amigas, organizaciones solidarias con sus proyectos de promoción
y liberación.
Patria suya es también Brasil, donde llegó
como misionero claretiano en 1968. Tres años después era elegido obispo de São
Félix do Araguaia, en el Mato Grosso. Todo en aquella ordenación
episcopal fue distinto, nuevo, original, heterodoxo, revolucionario,
pero entonaba perfectamente con el paisaje y el paisanaje, con las personas que
acompañaban a Pedro y participaban en la celebración.
Sus insignias episcopales fueron un
sombrero de paja que le entregó un líder campesino, un remo-borduna hecho de
‘pau-brasil’ por un indio tapirapé, ofrecido por el jefe de la tribu, a guisa
de báculo, pero con un significado distinto, un anillo donado por amigos
españoles, que devolvió a España para su madre. “No tengo ningún
capisayo ni pienso llevar ninguna insignia”, confesó. Y lo ha cumplido.
El mismo día de su consagración episcopal
publicó una Carta Pastoral subversiva titulada Uma Igreja da Amazônia em
conflicto com o latifundio e a marginalizacâo, que puso en guardia a los
detentadores del poder: dictadura militar, terratenientes, políticos. Su
difusión fue prohibida por el director de la policía federal. De entonces para
acá no ha cesado de sufrir persecución por parte de los poderes que se han aliado
para atentar contra el “profeta de los pobres”. El Mato Grosso era una región
con un elevadísimo grado de analfabetismo y marginación social y donde reinaba
el más salvaje latifundio. “En esta zona –escribía– se mata y se muere más que
se vive. Matar o morir es más fácil aquí, más al alcance de todos, que vivir”.
El propósito de Casaldàliga era construir una Iglesia
comprometida con las aspiraciones reivindicaciones de las comunidades indias,
afrodescendientes, de los posseiros y peones, sin honras ni poder, en lucha contra el
latifundio y toda forma de esclavitud. Una Iglesia, por ello, perseguida por
los dueños del dinero, de la tierra y de la política, sin ‘tiburones’ ni
explotadores del pueblo, formada por pequeñas comunidades de base desparramadas
por las calles y sertâos, con una estructura participativa,
corresponsable y democrática.
Iglesia popular y teología de la liberación
Ese modelo de Iglesia no se quedó en el
papel de la carta pastoral, sino que pronto se hizo realidad en São Félix, como
estaba sucediendo en otras iglesias de América Latina, dando lugar al
nacimiento de la iglesia de los pobres, que durante los pontificados
de Juan Pablo II y Benedicto XVI fue siendo desmantelada poco a poco por el
Vaticano. Esta iglesia popular se encuentra en la base de la teología
de la liberación -guía ideológica de Casaldáliga-, que él mismo
cultiva creativamente a través de sus libros de gran hondura espiritual,
sentido místico, inspiración poética, denuncia profética, carácter social,
actitud revolucionaria y, sobre todo, con su ejemplo de vida.
Una teología que, a pesar de las permanentes sospechas
y condenas de Roma, sigue viva y activa en el nuevo y ahora poco esperanzador
escenario latinoamericano, y se reformula en los nuevos procesos históricos
con la incorporación de nuevos protagonistas: comunidades indígenas,
campesinas, afrodescendientes, movimientos feministas, ecologistas,
interreligiosos, LGTBI, y de nuevas categorías: interculturalidad, diálogo
interreligioso, feminismo, ecología, territorio, agua, vida, martirio,
etc.
Fue en el Mato Grosso donde se despertó en
él la conciencia global e internacionalista, hasta convertirse en el
obispo más “católico” en el sentido etimológico del término: “universal”.
Una conciencia global que ha desarrollado a través de la defensa de las causas
de los perdedores de la historia y del apoyo a los movimientos de liberación
del mundo entero.
En ese sentido, Pedro es, un
ejemplo de globalización desde abajo, desde las víctimas, en otras palabras, de
la alterglobalización de la esperanza frente al pesimismo instalado en
la sociedad. O mejor dicho, ejemplo del movimiento ‘glocalizador’, que
compagina las causas y las luchas de emancipación de los pueblos locales y las
globales
Por todo ello no tardaron en llegar las
persecuciones de los diferentes poderes confabulados: militares, terratenientes
y políticos protectores de los latifundistas, incluido el Vaticano, tras la
muerte de Pablo VI –que siempre le protegió-. “Quien toca a Pedro toca a Pablo”,
decía el Papa. Se sucedieron las amenazas de muerte y los atentados contra su
vida, en uno de los cuales fue asesinado el sacerdote João Bosco.
16 de febrero, efemérides para festejar y mirar al
futuro
El pasado 16 de febrero Pedro cumplió 90 años. Una efemérides para celebrar, conmemorar, festejar,
para hacer memoria
subversiva de una vida igualmente subversiva, como él mismo reconoce: “Me
llaman. /Me llamarán subversivo. / Y yo les diré: lo soy. / Por mi pueblo en
lucha vivo. / Con mi pueblo en marcha voy. / Tengo fe de guerrillero/ y amor de
revolución. / Y entre Evangelio y canción / sufro y digo lo que quiero”. Una
vida comprometida con las causas de liberación de los pueblos oprimidos que,
según su humilde decir, “son más importantes que mi vida”.
Pero es también una efemérides
para mirar al futuro con esperanza en medio de la
oscuridad del presente y de los nubarrones que se ciernen por doquier,
y muy especialmente en Brasil, donde una cuádruple alianza entre la oligarquía
–principal blanco de sus críticas-, el neoliberalismo –al que llama la gran
blasfemia del siglo XXI-, una parte de la judicatura y la “bancada
parlamentaria evangélica”, ha derrocado a Dilma Rousseff, presidenta elegida
democráticamente, ha colocado al frente de la república a un presidente que
está al servicio de la oligarquía y quiere impedir a Lula ser candidato a las
elecciones presidenciales de 2018.
Durante varias décadas he mantenido una
fluida comunicación epistolar con Pedro. He leído sus textos. He
seguido su itinerario vital e intelectual. He escuchado testimonios de amigos
comunes. Le he enviado mis libros, el último “Teologías del Sur.
El giro descolonizador” (Trotta, 2017), hace escasamente una semana. En
2012 le dediqué “Invitación a la utopía” con estas palabras: “A Pedro
Casaldáliga, profeta de la utopía-en-acción con la mirada puesta en Otro Mundo
Posible”. Su respuesta agradecida y con sentido del humor fue: “me has
canonizado en vida, cuando soy un pecador”
En sucesivos artículos de este blog desarrollaré,
en catorce imágenes, la originalidad de su pensamiento, la ejemplaridad de su
vida y las causas por las que ha luchado y han dado –y siguen dando- sentido a
su fecunda y larga existencia:
1. Poeta. 2. Revolucionario
internacionalista. 3. Intelectual crítico. 4. Ecologista. 5. Defensor de las
causas indígena y negra. 6. Defensor de la causa de las mujeres. 7.
Opción por el diálogo intercultural, interreligioso e interétnico. 8. Obispo en
rebelde fidelidad e insurrección evangélica. 9. Profeta. 10, Místico y
contemplativo en la liberación. 11. Teo-poeta de la liberación. 12. Misionero
al servicio de la liberación. 13. Obrero de la utopía en construcción. 14.
Espiritualidad contrahegemónica.