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La experiencia de Rancho Grande: “un ecologismo en rebeldía”

Mario Sánchez González
www.envio.org.ni / agosto 2017

La victoria del municipio de Rancho Grande frente a la minera B2Gold y el gobierno es histórica, ejemplar, iluminadora. Hace dos años miles de personas organizadas fueron capaces de detener la concesión en el Cerro Pavón. Pero hay siete concesiones mineras más en el municipio, que son de la misma empresa. Confiamos en que el movimiento de Rancho Grande, que alcanzó un alto grado de madurez y está decidido a defender su territorio, seguirá luchando y triunfando. En este texto se cuenta cómo lo lograron. Y cómo lo lograron alimenta la confianza en que seguirán lográndolo.

El 12 de octubre de 2015 el gobierno de Nicaragua declaró “inviable” la actividad minera que promovía la transnacional canadiense B2Gold en Rancho Grande. La decisión fue el resultado de una década de lucha no violenta y persistente de la población de este municipio del departamento de Matagalpa. El movimiento social campesino Guardianes de Yaoska, que se puso al frente de esta lucha, estableció un precedente histórico. Uno de los motores que los movilizó fue la religiosidad.

LO QUE NOS DEJA LA MINERÍA

Desde que llegó a Nicaragua hace más de dos siglos, la minería metálica se ha caracterizado por ser una economía de enclave orientada al mercado internacional y a la acumulación de riquezas de la empresa inversora. Tradicionalmente, la industria minera ha sido depredadora de los bienes naturales y de los medios de vida de las comunidades y generadora de conflictos y polarización en su seno.

En América Latina, Nicaragua es el cuarto país de destino para la inversión minera y el segundo en exenciones y ventajas fiscales para los inversores. En abril de 2017 la investigación realizada por el Centro Humboldt y el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp) determinó que estaban ya concesionados a empresas mineras 27 mil 709.75 kilómetros cuadrados del territorio nacional, un 23% del total nacional. El modelo extractivista ha sido promovido activamente por el gobierno de Nicaragua desde hace años y muy especialmente, desde la llegada al poder del consorcio Ortega-Murillo en 2007.

El desbalance es evidente: mientras la minería metálica provoca desastres ambientales en los territorios, apenas representa el 1.14 % del PIB, según datos del Banco Central de 2015. Y apenas da empleo al 0.15% del total de la población empleada, según datos del Ministerio de Energías y Minas del mismo año. Además de esta desequilibrada relación costo / beneficio en términos económicos, la condición de vulnerabilidad ambiental de Nicaragua, ubicada en el cuarto lugar del mundo según el índice de Riesgo Climático Global de 2017, debe ser otro criterio para discutir la viabilidad de un modelo de desarrollo extractivista, basado especialmente en la minería.

CON SENSIBILIZACIÓN Y ORGANIZACIÓN

A pesar de que una de las promesas de la campaña electoral del FSLN en el año 2012 había sido hacer resistencia a la minería, poco después, y por directrices políticas del gobierno central, presidido por Daniel Ortega, el concejo municipal de Rancho Grande tomó un giro radical a favor del desarrollo de la actividad minera en ese territorio.

El sacerdote Teodoro Custer, uno de los primeros en darse cuenta de los riesgos de la minería en Rancho Grande y uno de los principales motivadores del movimiento contra la minería, me comentó desconcertado ese cambio: Cuando yo empecé a hacer la lucha casi solamente los sandinistas locales me apoyaban… y ahora que estaban en el poder cambiaban de parecer… ¿Cómo podía ser que ahora estuvieran apoyando la mina?

El padre Custer, consciente de los efectos de la actividad minera por la experiencia vivida por las religiosas de la Orden Maryknoll en Guatemala, había desarrollado en Rancho Grande distintas acciones orientadas a promover la concientización y organización de las comunidades y de los agentes de pastoral católicos -ministros de la Eucaristía, delegados de la Palabra y catequistas- para que lucharan contra la minería.

Posteriormente, la Asociación para la Diversificación y el Desarrollo Agrícola Comunal (Addac) se interesó en el esfuerzo que impulsaba la parroquia y asumió un intenso trabajo de sensibilización y fortalecimiento organizativo frente a la minería. Uno de los líderes y fundadores de Guardianes de Yaoska me comenta: Algo que nos ayudó mucho fue la buena información que nos daba Addac, que tiene aquí organizadas a 38 comunidades. Nosotros no habíamos nacido todavía como comisión y ya Addac le estaba informando a la gente de lo malo que era la mina.

La sensibilización incluyó un intenso intercambio de experiencias sobre los efectos de la explotación minera entre miembros de comunidades afectadas por la minería metálica de Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala. Organizaciones de desarrollo local tanto como líderes religiosos asumieron un rol activo y multiplicador. Así lo expresa una delegada de la Palabra en la comunidad San Antonio de Kuskawás: Somos testigos que donde ha entrado la minería hay mucha destrucción y muchos lamentos. En nuestra lucha nosotros en eso nos basamos.

“MIRAR TANTA GROSERÍA ME MOTIVÓ”

Un elemento clave para que surgiera la organización Guardianes de Yaoska fue el acceso a más y más información, sobre todo la que les llegaba de otras comunidades de Nicaragua afectadas por la industria minera.

La estrategia de conocer y ver el desastre socioambiental en otras comunidades funcionó como “terapia de choque”, desarrolló el análisis comparativo y el discernimiento de causas y efectos. Es lo que me explicó una de las fundadoras de Guardianes de Yaoska: A mí me motivó mucho mirar la mina El Limón y la mina Santa Pancha. Conocí también las minas de Chontales. Me hirió mucho y pensé que no sería justo que aquí en Rancho Grande, un municipio tan bello, con tantos paisajes, vinieran a hacer la misma grosería que han hecho en otros municipios. Desde entonces yo me he impulsado a la lucha, no me he parado, no me he detenido.

Los Guardianes de Yaoska hicieron alianza con el Grupo Estratégico de Matagalpa contra la Minería. Uno de sus miembros se expresa así: A la gente no le das atol con el dedo. La gente sabe y entiende lo que implica una actividad de esa envergadura en un territorio.

En un contexto político adverso, en el que la alianza entre la empresa minera y el gobierno de Nicaragua era estrecha y estaba decidida a imponerse, el liderazgo católico y comunitario, en alianza con las ONG de la zona, articuló esfuerzos de sensibilización, formación y divulgación sobre los riesgos que la industria minera tendría en Rancho Grande. Este dinamismo abonó a la cohesión de los Guardianes de Yaoska y al empoderamiento de las comunidades del municipio.



“REFLEXIONES BÍBLICAS NOS INSPIRARON”

Son diversas las expresiones más recientes de la tradición cristiana, en su versión católica, en favor del medioambiente. Algunas están basadas en la ecoteología, cuyo principal promotor ha sido el teólogo brasileño Leonardo Boff. Otras se inscriben en la tradición de la doctrina social de la Iglesia y aparecen recogidas en el documento de Aparecida, elaborado por la conferencia de Obispos de América Latina en 2007. Más recientemente, la encíclica del Papa Francisco “Laudato Si” ha consagrado un discurso que han hecho vida los Guardianes de Yaoska y sus aliados.

Estudios como el de Rose Spalding en el caso de El Salvador, y el de Javier Arellano-Yanguas en el de Perú, reconocen que la tradición de defensa y protección del medioambiente entre ciertos sectores del catolicismo han jugado un importante papel en los procesos de movilización social contra la minería, lo que ha contribuido a legitimarlos.

En Matagalpa, en donde se ubica Rancho Grande, su obispo, Rolando Álvarez, me dijo: Son reflexiones bíblicas las que nos motivaron y nos animaron a tener conciencia de ser custodios de la Creación… Después, la encíclica del Papa Francisco “Laudato Si” vino a ratificar nuestra lucha y nuestro esfuerzo por el bien común de la población de Rancho Grande. Vino a consolidar la mística que teníamos. Vino a ampliar aún más nuestros horizontes y, por supuesto, a darnos una mayor esperanza de la posibilidad de luchar y de lograr lo que nos proponíamos, lo que estamos convencidos que era, y que sigue siendo, lo correcto y lo justo.

“ERA UN CASO DE VIDA O MUERTE”

Además del sustento doctrinal, el liderazgo eclesiástico y la comunidad eclesial tenían claro que detener la minería en Rancho Grande era un asunto de supervivencia. Ése es el punto de vista del vicario general de la diócesis de Matagalpa, monseñor Edgard Sacasa, párroco en San Isidro-Sébaco y buen conocedor del legado de monseñor Óscar Romero: La iglesia -dice- es ecologista y además nuestras ovejas están ahí. Llegamos a comprender que el caso de Rancho Grande era un caso de vida o muerte. Además sentíamos que era un engaño institucional, un proyecto desarrollista que pretendía venderle a la gente un canto de sirena, un espejito. Fue el pueblo el que nos atrajo y no podíamos fallarle. Si no íbamos con el pueblo, ya no teníamos nada que hacer en Rancho Grande. No podíamos no ir. Yo diría que fue el pueblo el que nos comprometió.

La opción por la ecología fue un proceso que no sólo implicó la incorporación de acciones ambientales en el plan pastoral o la creación de instancias operativas como la comisión diocesana de Ecología y Vida. Fue algo más, fue un compromiso político de la diócesis. Así lo explica monseñor Sacasa: De unos tres años para acá existe una nueva opción pastoral, que es la opción ecológica. Digamos que empieza por lo más suave, por la reforestación, la construcción de viveros, la fundación de clubes ecológicos. Digamos que empieza por ecología en positivo. Pero en el caso de la minería ya no fue ecologismo en positivo, sino ecologismo en rebeldía, ecologismo en protesta, ecologismo que choca, que denuncia, que enfrenta a los poderosos. Y gracias a Dios, el gobierno ha reaccionado con la debida prudencia.

La opción de la iglesia católica en Rancho Grande trascendió la diócesis y alcanzó escala nacional al ser asumida de forma solidaria por la conferencia episcopal al incluir el tema en la carta que los obispos entregaron al presidente Ortega en mayo de 2014. Llegó a los niveles más altos a los que pueda llegar una gestión y fue apoyada y acuerpada por todos los obispos, valora monseñor Sacasa.
“DARÍA MI VIDA POR EL MEDIOAMBIENTE”

A juicio del economista Joan Martínez-Alier, una mayoría de los movimientos sociales ecologistas surgen de luchas de los pobres por su sobrevivencia. Los pobres defienden sus recursos naturales y su lucha por la sobrevivencia los moviliza para proteger los ecosistemas en donde han vivido de cualquier amenaza, porque de ellos dependen su subsistencia, su seguridad alimentaria, su identidad cultural y, en el caso de los pueblos indígenas, sus derechos territoriales. Los pobres, campesinos o indígenas, están estrechamente vinculados al ecosistema, de donde obtienen su sustento y en el que han ido construyendo social y cotidianamente sus estrategias de vida. En ese hábitat han logrado estabilizar sus relaciones sociales y su relación con la Naturaleza.

Un riesgo que subyace a la propuesta teórica del ecologismo de los pobres es que no se expliciten en él algunos aspectos importantes, como el de la agricultura sostenible. En Rancho Grande, y en otras experiencias de lucha ambiental, sí se tuvieron en cuenta. Y por eso, se fue cultivando la idea de que la sostenibilidad de la agricultura y las estrategias de vida en el campo dependen sustantivamente de usar, conservar y recuperar los recursos que la nutren.

Estas ideas inyectaron energía a muchos campesinos en su movilización en defensa de su territorio. Lo refleja uno de ellos, del movimiento Guardianes de Yaoska en la comunidad Manceras: Yo tengo muchos años de cuidar el bosque en mi propiedad. He tenido capacitaciones y orientaciones de parte de un organismo que se llama Addac. Hace mucho tiempo nos han enseñado a cuidar el medioambiente, a cuidar el agua, los bosques y a cuidar la tierra, a no quemarla. Yo me puse a cuidar los bosques debido a un intercambio de experiencia en Guatemala. Yo daría mi vida por el medioambiente, la daría con todo gusto. Por eso me llamó la atención la enseñanza de cuidar, de conservar y cuidar este bosque. Mientras viva este bosque no se va a tumbar.

EL ECOLOGISMO CAMPESINO

El ecologismo campesino en Rancho Grande tiene un espesor fértil por la apropiación de buenas prácticas productivas que se han hecho allí, según el enfoque de la agricultura sostenible. Las raíces de ese modelo agroecológico en Matagalpa se remontan a una iniciativa de artistas y agrónomos que en 1989 decidieron impulsar un “movimiento de contrapeso al modelo químico de agricultura en búsqueda de alternativas culturales y productivas al modelo de modernización agrícola”.

Este proceso dio origen y se fue desarrollando en dos expresiones: el Movimiento de Animación Cultural Rural (Macru) y la Addac, que por más de una década ha realizado un trabajo continuo, profundo y sistemático en Rancho Grande, promoviendo la agricultura orgánica, la protección del medioambiente, la organización campesina, el enfoque de género, la comercialización alternativa y el crédito alternativo. Algunos de los beneficiarios han sido cooperativas productoras de granos básicos, cacao y café.

Según Roberto Rodríguez y Monika Hesse, el enfoque de agricultura sostenible “no se limita en forma aislada a tratar el tema ecológico y ambiental, descuidando las estructuras que originan la pobreza y la marginación, sino que integra estrategias de desarrollo que movilizan la capacidad de negociación de conflictos, la incidencia en las políticas agrarias y la creación de condiciones de vida más justas y dignificantes”.

Un ecologismo entendido así genera un proceso de toma de conciencia y de descolonización de la Naturaleza y permite una manera distinta de relacionarse con ella, asumiendo también una perspectiva intergeneracional. Todo este engranaje estuvo presente en la consolidación del movimiento social que venció a la minería en Rancho Grande.

Una de las líderes más jóvenes de Guardianes de Yaoska pone en entredicho el discurso de la “civilización” desde el ecologismo campesino: Muchas veces nos decían que éramos ignorantes y fueron muchas las veces que nos dijeron que a nosotros lo que nos hacía falta era civilización. Ese decir era el pan nuestro de todos los días. Pero nosotros dijimos muchas veces que para amar la tierra no se necesita de civilización. Y que el campesino no necesita tanto la civilización para saber que la tierra es la que nos provee de los alimentos, del agua y de todos los recursos.

“LA TIERRA ES COMO EL VIENTRE DE UNA MADRE”

En las expresiones de muchas mujeres de Rancho Grande se revela una relación afectiva y espiritual con la tierra, sentida como un ser viviente, como una madre y como un don sagrado. Ellas sienten la tierra como un ser femenino por su generosa fertilidad: Una delegada de la Palabra en la comunidad San Antonio de Kuskawás lo explica así: Estudiando la Biblia, saco el valor que se le debe dar a la Madre Tierra, de cuidarla y defenderla, porque dice que es como el vientre de una madre.

Fue, en gran medida, desde esa experiencia de fe y por razones de sobrevivencia que el movimiento social de Rancho Grande, expresión del ecologismo de los pobres, se posicionó ante el extractivismo: No me nace apoyar la minería porque no estoy a favor de la destrucción del medioambiente. Lo que me motiva es que debo amar la Madre Tierra porque es el tesoro que Dios nos dejó a nosotros, dice otra mujer.

Esta cosmovisión contrasta con la cosmovisión moderna y occidental, que divorcia la cultura de la naturaleza, que cosifica todo y se centra en el valor comercial de todo, característica esencial del extractivismo, especialmente del minero, que representa una de las formas más voraces de producción capitalista y de más alto poder de destrucción social y ambiental en los territorios de enclave en donde se instala.

EN TIEMPOS DEL CAPITALISMO AVANZADO

En los últimos diez años, en la segunda fase del neoliberalismo, Centroamérica se ha convertido en uno de los espacios de mayor interés para el modelo extractivista. Con independencia de su orientación política-ideológica, los gobiernos de Nicaragua, Honduras y Guatemala, y hasta hace unos meses el de El Salvador, han asumido el modelo extractivista como ruta inmediata para atraer inversión extranjera directa y para incrementar la captación de renta, sin discutir la lógica intrínseca a este modelo de desarrollo y obviando sus impactos socioambientales en las comunidades.

Tanto en Centroamérica como en el resto de América Latina, los movimientos sociales no han logrado encontrar canales de diálogo efectivos con los gobiernos para propiciar un debate serio sobre los modelos de desarrollo local, nacional, incluso regional, que mejor respondan a las necesidades y aspiraciones humanas.

Otra característica del modelo extractivista es que las conflictividades socioambientales que provoca a nivel local, nacional y global, son, según la socióloga Maristella Svampa, resultado “de la reproducción globalizada del capital, de la nueva división internacional del trabajo, de la desigualdad social y, sobre todo, del desplazamiento geográfico de las fuentes de los recursos y de los desechos”. Se trata de la relación del “capitalismo avanzado” con el tradicional, cuyo vínculo está marcado por la extracción y destrucción de recursos, bienes comunes y personas.

Según otra socióloga, Saskia Sassen, en este capitalismo los recursos naturales de buena parte de los países del Sur o de la periferia son más importantes que la gente que vive en esos territorios. El resultado es la imposición de esta nueva dinámica de acumulación y de despojo chocando con el surgimiento y el crecimiento de comunidades en resistencia, que han diversificado sus estrategias y frentes de lucha: Mesa Nacional contra la Minería en El Salvador, Las Crucitas en Costa Rica, Cerro Colorado en Panamá, Rancho Grande en Nicaragua….

UNA HERENCIA DE LA VIOLENCIA COLONIAL

En “El adversario: su genealogía de violencia colonial”, Horacio Machado señala: “La modernidad, el capitalismo y el colonialismo propiamente modernos, nacieron de ese peculiar encantamiento provocado por el oro en las miradas, en las almas y los corazones de los conquistadores, de la codicia como habitus dominante”.

La minería moderna tiene su genealogía en la “violencia colonial”. En las últimas décadas, el incremento de la demanda de los minerales y su progresivo agotamiento en algunos territorios se convirtió en uno de los factores que han intensificado los niveles de violencia estructural. Además, han obligado a muchas empresas, con la complicidad de los gobiernos, a desarrollar mecanismos fraudulentos y tecnologías de penetración sociocultural cada vez más sofisticados a fin de garantizar la licencia social necesaria para operar en los territorios. Es lo que hacen las transnacionales mineras y sus socios, sabiendo, como saben, que cuando intervienen en un territorio siempre causan daños en las formas de vida, culturales y políticas que garantizan la reproducción social de las poblaciones que lo habitan.

En Rancho Grande el primer paso que dieron fue la creación de la alianza Estado-empresa minera. Según una lideresa integrante del Movimiento Comunal de Matagalpa, el gobierno fue cómplice de todo lo que la empresa minera allá hizo. Y cómplice porque permitió que la empresa manipulara los mismos proyectos del gobierno: si el gobierno iba a dar láminas de zinc el que lo entregaba no era el secretario político, sino un representante de la B2Gold. Hace como dos años llegó una brigada de médicos del Ejército allá a la zona y quien los presentó no fueron los militares, sino que los presentó la B2Gold como propaganda de lo que ellos hacían.

COMPRAR TIERRAS Y CONCIENCIAS

La empresa desarrolló políticas de imagen para hacer proselitismo. Los docentes de las escuelas públicas y el personal de salud pública repartió gorras con el logo de la B2Gold y camisetas con mensajes sobre la responsabilidad social empresarial. Los funcionarios de la empresa propagandizaban un vivero forestal que habían financiado. En las radios la empresa divulgó mensajes sobre las bondades de la “minería verde” y su contribución a la generación de empleos y al desarrollo económico del municipio y del país.

La empresa minera prometía bonanza y prosperidad a los propietarios de comedores y hostales del casco urbano del municipio de Rancho Grande, asegurándoles que la actividad minera atraería a trabajadores y técnicos de otras zonas. Incluso, ofrecían a los dueños apoyo económico para que mejoraran sus instalaciones y los servicios que ofrecerían. Algunos de estos propietarios, una minoría sin organización, fueron quienes se manifestaron a favor del proyecto minero. En el contexto de un municipio pobre y olvidado por el Estado, tal como era Rancho Grande, la oferta de nuevas oportunidades económicas se convirtió en un asunto crucial. La B2Gold recurrió a ofrecer empleos y regalías, incluso a comprar tierras a través de testaferros.

Sobre la promesa de generar empleos, uno de los líderes del movimiento Guardianes de Yaoska me comentó: Las estrategias de ellos no cuajaron porque le daban trabajo a una persona por un mes. Después salía ése y entraba otro. Pero el que salió quedaba en planilla como si estuviera trabajando. Ellos tenían sólo 80 personas trabajando, pero en planilla tenían como 200 o 300. Y había veces que decían que tenían 400 empleados.

En el caso de las regalías, una lideresa del Movimiento Comunal explicó que la minera acostumbró “comprar” conciencias de la población para obtener apoyo. Sobre la estrategia de comprar tierras, los pobladores de Rancho Grande confirmaron que fue una de las líneas de acción de la empresa minera. Nos dijo uno de los coordinadores de Guardianes de Yaoska: La estrategia sucia de la empresa fue ir a Yaoska, a una finquita y te dicen: Quedate ahí como que querés trabajar la tierra y después nosotros te la compramos. Así vinieron, con engaños le compraban al finquero y después les vendían a la empresa minera, ocupando a un testaferro.

VIOLENCIA CONTRA LA RESISTENCIA

La alianza Estado-empresa minera saturó los medios de comunicación locales intentando persuadir y crear una opinión pública favorable a la minería. A la vez, cerraron el espacio a las voces divergentes y no dieron cobertura a acciones y demandas del movimiento social del municipio.

Está demostrado también que las empresas extractivas recurren a acciones violentas. La criminalización de las protestas y el empleo del miedo son mecanismos de dominación para resolver el conflicto que las empresas provocan en las comunidades. Detrás de cada contienda socioambiental hay una cruenta batalla entre intereses corporativos o privados y “el bienestar de los ciudadanos convertidos en voceros, defensores y militantes de la naturaleza”, como han señalado varios autores. No es de extrañar que el informe de 2015 de Global Witness inicie así: “Activistas del mundo entero están muriendo en cantidades nunca antes vistas por intentar defender su tierra y proteger el medioambiente frente al aumento de la competencia por los recursos naturales”. El asesinato de Berta Cáceres en Honduras en marzo de 2016 es un ejemplo emblemático.

En Rancho Grande, Guardianes de Yaoska, miembros de las comunidades, el Grupo Estratégico de Matagalpa, también dirigentes de la Iglesia católica, fueron sometidos a distintas formas de violencia. María Auxiliadora, del Movimiento Comunal de Matagalpa, fue procesada judicialmente en un caso arbitrario por haber hecho una pinta de protesta en el muro de la oficina de B2Gold en Yaoska. Las audiencias programadas fueron reiteradamente suspendidas hasta que al final el juicio se cerró con una conciliación económica. La gente que la respaldó reunió el dinero para pagar la multa.

Otra lideresa conoció de otras acciones más violentas, que constituyen violaciones a los derechos humanos, sufridas por algunas familias campesinas del municipio: Hubo mucha intimidación. La gente me contaba. Llegaban a sus casas encapuchados y les preguntaban si tenían armas, si tenían drogas. A uno lo tuvieron detenido un mes por tener un arma que le encontraron, pero que había comprado legalmente y sin haber cometido ningún delito. A ese señor le robaron de su casa 10 mil córdobas y a su mujer la manosearon y la obligaron a desvestirse diciendo que ella escondía las armas y la droga… A otros no los llevaron a la policía sino al plantel de la B2Gold para interrogarlos. A muchos les mandaban personas para convencerlos de que debían estar a favor de la minería y no ponerse en contra, porque iban a tomar represalias contra ellos.

HABLA EL OBISPO: PRESIÓN Y COACCIÓN

La hostilidad y las amenazas no tuvieron el efecto esperado, tampoco entre los agentes de pastoral de la Iglesia. Me comentó el sacerdote Pablo Espinoza, párroco de Rancho Grande: Siempre salen rumores de lo que están planificando, pero a mí no me da miedo. Las amenazas de muerte para nosotros los sacerdotes le dan más valor a uno. A muchos delegados de la Palabra la policía los ha detenido en los cruces de camino cuando salen de sus comunidades para ver si andan sus documentos en orden y les dicen: ¡Ah, ustedes trabajan con el padre de ahí!

La instrumentalización de la violencia fue una estrategia fallida que no logró erosionar y desarticular el movimiento social contra la minería. Y aunque no lo logró, es importante reconocer procesos nocivos, como el que Horacio Machado llama “la mineralización social”. Este autor la entiende como “la domesticación y acostumbramiento, aceptación y adaptación a formas de violencia y de destructividad social y ambiental a fin de volver tolerable la vida en un entorno minero. La dinámica de las compensaciones funciona como las anestesias sociales que hacen soportable el dolor de la amputación territorial”.

Esta estrategia la ensayó infructuosamente la B2Gold con el obispo de la diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez. Me lo relató así: En un primer momento quisieron convencernos de la factibilidad y de la importancia de la minería. En un segundo momento se quisieron acercar a nosotros con intenciones -nada sublimes- de irrespeto a nuestros criterios y a nuestras posturas. Un tercer momento yo diría que fue coacción, pues querían presionarnos desde diversos ángulos, haciendo todo un lobby con altas personalidades del mundo eclesiástico, político y económico.

EL PARO ESCOLAR: UN HITO EN LA LUCHA

Ante la naturaleza de su adversario, el movimiento social desarrolló estrategias diversas que lograron calar en la dinámica de la contienda política. Las acciones más significativas se dieron a lo largo del año 2015, cuando las estrategias de penetración social de la alianza Estado-empresa minera se hicieron más notorias.

La empresa minera empezó a hacer proselitismo en los centros de salud, en las actividades de la alcaldía y hasta en las escuelas públicas del municipio. El movimiento social ranchograndeño vio en esto una oportunidad para actuar decididamente. Si en las escuelas la empresa minera daba charlas al alumnado sobre los beneficios de la minería, los padres y madres de familia decidieron una huelga escolar: ningún niño, niña o joven iría a las escuelas hasta que se dejaran de impartir esas charlas.

Así lo relata uno de los líderes del movimiento: Hay comunidades en las que pasaron tres meses cerradas las escuelas, un noventa por ciento del municipio cerró sus escuelas, porque no llegaban los niños. Los padres no los mandaban. Estamos claros de que la empresa tiene dinero y a un niño fácilmente te lo engañan. Ellos llegaban a una escuela a hacer la capacitación y a los niños les daban un refrigerio y ahí les comenzaban a preguntar “Hijito, ¿quién es tu papá? ¿Quién es tu mamá? ¿Cuántos viven en tu casa?” Y después llegaban a la casa. De ahí surgió el paro escolar y fue algo exitoso, porque hasta tuvo que venir a resolver el Ministro de Educación.

A partir del paro escolar, el movimiento social empezó a hacerse notar más allá de las fronteras del municipio. A pesar del costo social y humano que representó para las familias campesinas, esta acción es considerada por el movimiento social como una de las estrategias de presión más eficaces y de mayor impacto en la contienda contra la alianza Estado-empresa minera.

Uno de los efectos que suscitó el paro escolar iniciado el 13 de julio de 2014 fue la visita de funcionarios de rango ministerial y autoridades del gobierno local a Rancho Grande. A esa reunión asistieron María Isabel González, alcaldesa de Rancho Grande, Lorena Lanzas, viceministra del Ministerio de Energía y Minas, Juanita Argeñal, titular del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Miriam Ráudez, Ministra de Educación, y Zadrach Zeledón, alcalde de Matagalpa.

Las autoridades públicas intentaron persuadir a los líderes de Guardianes de Yaoska para que suspendieran el paro escolar y apoyaran el desarrollo de la actividad minera en el municipio. El esfuerzo resultó infructuoso porque ni siquiera lograron un ejercicio de consulta pública que legitimara socialmente la concesión minera en el Cerro Pavón. Por el contario, las palabras de la viceministra Lanzas despertaron mayor preocupación, cuando informó que la disposición del gobierno de Nicaragua era garantizar que toda inversión extranjera en exploración minera tuviera garantías de recuperar su inversión y obtener ganancias en el país.

“PEREGRINACIÓN POR LA VIDA”: UN REFERENDUM POLÍTICO

En respuesta a la visita de los funcionarios públicos, la alianza de las Iglesia católica con las evangélicas y con una población descontenta y violentada, con el apoyo de las ONG del territorio, convocó para los primeros días de octubre de 2015 una multitudinaria marcha contra la minería, denominada de manera estratégica “Peregrinación por la Vida”. Aunque no se dispone de un registro preciso del número de participantes, según los organizadores asistieron más de diez mil personas, manifestando un rotundo rechazo a la minería metálica.

La peregrinación fue interpretada así por monseñor Edgard Sacasa: Si el gobierno se decidió a apoyar a la mina, el pueblo se decidió a rechazar la mina. Hicimos un referéndum político. Las imágenes de la peregrinación masiva y las voces del movimiento social se escucharon en Managua y en muchos medios de comunicación nacional. El gobierno las interpretó como una amenaza a otros intereses importantes. Y una semana después, el 12 de octubre, el gobierno declaró “inviable” la actividad minera en Rancho Grande.

El proceso de información, formación, sensibilización, fortalecimiento organizativo y movilización en torno a la amenaza minera abonó a la capacidad de resistencia y al empoderamiento del movimiento social. La población ranchograndeña se hizo consciente de que nadie más que ellos y ellas iban a defender y a garantizar sus derechos y los de la Madre Tierra.

Me lo relató así uno de los fundadores de Guardianes de Yaoska: Movimiento social somos nosotros. Nosotros somos un movimiento social que nacimos para proteger a Rancho Grande, para proteger nuestro medioambiente, para luchar, para que se nos escuche, porque aquí en Rancho Grande no tenemos una persona dentro del gobierno o la alcaldía que esté pendiente de lo que está pasando en las comunidades.

“SE PUEDE LUCHAR Y GANAR”: CÓMO LO HICIERON

El poner a un lado con madurez los intereses particulares y las diferencias, superando barreras religiosas e ideológicas, le imprimió cohesión, fuerza, legitimidad y representatividad al movimiento social frente a las comunidades y, en cierta manera, provocó respeto y reconocimiento en sus adversarios. Según palabras de uno de los coordinadores de Guardianes de Yaoska: Le demostramos al gobierno y al mundo que se puede luchar y ganar. ¿Cómo se logra? Unidos, despojándonos de partidos, unidos todos, liberales y sandinistas, evangélicos y católicos, por una sola causa y con la no-violencia.

La integración de simpatizantes de distintos partidos políticos no fue algo espontáneo. Respondió a un proceso de maduración política el tomar distancia de ciertas estructuras y el refutar cuestionamientos y descalificaciones de la alianza Estado-empresa. En algunos casos hubo procesos de ruptura con los partidos a los que pertenecían algunos campesinos. Es el caso de uno de los fundadores de Guardianes de Yaoska: Pertenezco al Frente Sandinista, he sido militante del Frente Sandinista desde que tengo uso de razón, igual toda mi familia. Pero desde el momento en que esto empezó aquí yo no volví a asistir a ninguna reunión ni del partido ni de la alcaldía. Aquí en mi casa se hacían reuniones y yo les dije: No quiero que vuelvan aquí hasta que esto se arregle.

Esto no supuso renunciar a la ideología política, sino reivindicar su sentido más radical. Es lo que me explicó una ex-secretaria política del FSLN de Rancho Grande: Uno es lo que es, pero tiene que ser sandinista con dignidad y no interesado al dinero. Porque uno trabaja por la comunidad, por los jóvenes, por los adultos, por todos los que habitan en la comunidad, y lucha para sacar a la comunidad adelante y no para tener una comunidad destruida.

La estrategia de comunicación del movimiento social se expresó de múltiples maneras. La difusión de ideas a través de medios de comunicación alternativos fue efectiva. Las organizaciones que apoyaron el movimiento social reconocen en Rancho Grande un liderazgo autónomo, con identidad y arraigo territorial.

Y el liderazgo de la Iglesia católica matagalpina aprecia el valor y el coraje que mostró el movimiento social ante las amenazas y adversidades, lo que contrastó con los partidos el apoyo abierto que dio a la minería el partido de gobierno FSLN, y la actitud de los otros partidos, el PLC y el PLI, que no asumieron posiciones frente al conflicto.

LA GENTE ES CAPAZ

Como consecuencia del desgaste de los partidos políticos, los ranchograndeños han ido más allá de las estructuras partidarias. Monseñor Edgard Sacasa afirma: Hoy creemos que el pueblo de Rancho Grande es capaz de hacer lo que los partidos políticos no son capaces de hacer y estamos equivocados cuando decimos que la gente tiene miedo. No sé si lo tiene o no, pero la gente es capaz de moverse y al movilizarse mueven a la nación.

Hasta las mismas amenazas se convirtieron en oportunidades para fortalecer la cohesión y la solidaridad del campesinado. Más allá de provocarles miedo, se fortaleció más la organización, se unieron más como grupo y crearon ideales más coherentes entre católicos y evangélicos, entre sandinistas y liberales. Me dijo María Auxiliadora: Yo creo que cuando los movimientos sociales ven realmente una causa, cuando ven las injusticias y cuando se ven amenazados con proyectos como ése, la reacción es muy acertada, muy unida, muy coherente.

El proceso de lucha del movimiento social demostró una enorme capacidad para recrearse, incluso para concebir otras formas de hacer política contrarias al verticalismo y al autoritarismo. Así lo explica un líder de los Guardianes de Yaoska: Ellos creían que la mina iba porque iba, costara lo que costara, porque era una orden de arriba: Lo dijo el comandante ¡y se acabó! Nosotros siempre decíamos que allá arriba podían decir cualquier cosa, pero en Rancho Grande decíamos otra cosa. Rancho Grande era quien iba a responder.

Según el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, esta lucha nace del reconocimiento de este pueblo, de su dignidad como personas. Hay una historia y una tradición de lucha común, que se ha venido clarificando y consolidando, cada vez más allá de los colores políticos, de las tendencias ideológicas y de las pertenencias religiosas.

UNA LUCHA INÉDITA: QUE ES “UNA LUZ PARA MUCHOS”

Desde que el gobierno dio marcha atrás a la concesión minera en el Cerro Pavón, el movimiento social se ha mantenido atento. El triunfo que alcanzaron consolidó una identidad y un proyecto en común: la defensa del medioambiente, una lucha inédita en Nicaragua.

Es lo que atestigua monseñor Edgard Sacasa, vicario de la diócesis de Matagalpa: Rancho Grande se ha convertido en una luz para mucha gente, así como a nosotros nos dio luz la lucha de El Tule contra el Canal. Rancho Grande y lo que hicimos ilumina ahora a muchas otras comunidades. Yo creo que la van a tener que pensar bien con otro proyecto así… Está ya en la conciencia popular que no se puede ir contra la Tierra, contra la Naturaleza, contra la Creación de Dios. Y esa conciencia es muy espesa.


DIRECTOR DEL CENTRO DE ANÁLISIS SOCIOCULTURAL DE LA UCA.
EDICIÓN DE ENVÍO DEL TEXTO PUBLICADO EN EL VOLUMEN 42 DE 2016 DEL ANUARIO DE ESTUDIOS CENTROAMERICANOS CON EL TÍTULO “LOS RECURSOS EN DISPUTA.
EL CASO DEL CONFLICTO MINERO EN RANCHO GRANDE, NICARAGUA”.