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Cada vez se extiende más el
concepto de terrorismo machista cuando se habla de violencia de género. A la
vez, se está produciendo una furibunda reacción por parte de quienes creen que
el terrorismo es algo demasiado serio como para bajarlo a un terreno que aún se
considera privado; se manifiestan con incomprensión, disgusto o decidido
rechazo, tal vez porque su uso pone luz intensa y altavoces a un genocidio
ocultado -y no reconocido ni asumido- hasta hace bien poco tiempo.
El diccionario de la RAE nos da tres significados para este vocablo:
1. Dominación por el terror.
2. Sucesión de actos de violencia
ejecutados para infundir terror.
3. Actuación criminal de bandas
organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende
crear alarma social con fines políticos.
En mi opinión, incluso cuando esta réplica procede de personas o colectivos que combaten la violencia de género, asistimos a una rebelión del patriarcado y sus preceptos que tenemos inoculados en el inconsciente personal y colectivo. Esta forma de entender la sociedad y las relaciones entre personas de distinto sexo ha generado un orden establecido que es preciso modificar pero ya se sabe que los cambios de lo conocido y practicado desde siempre, generan miedo o rechazo. Pero el lenguaje no es un lago con aguas estancadas, si no que se renueva para identificar y poner nombre a las nuevas realidades, usos, costumbres…
Objetivamente, las definiciones oficiales se corresponden totalmente con el terrorismo machista, al menos en la primera y segunda acepción. Y de la tercera, podríamos ocuparnos con más calma pero entiendo que se puede discutir. Esta forma de terror tiene seguidores. En menos de tres meses pasan de 20 los asesinos que han seguido sus métodos en la más dura de sus expresiones: acabar violentamente con la vida de mujeres y familiares directos (hijas, hijos, suegra…). Resulta llamativo que se comporten como kamikazes ineficientes que dicen querer inmolarse pero aciertan poco.
Actúan siguiendo un mismo patrón que considero identificable con la ahora llamada ideología de género -concepto muy aplicable al machismo, no al feminismo que es un movimiento a favor de la paz y la justicia entre los seres humanos-. Como tal, ideología de dominación, se transmite por múltiples vías con la ayuda de la globalización de la comunicación. Se generan “militantes” que se sienten preteridos, ofendidos a título individual, y que ven en los feminicidios una inspiración que identificable con sus más íntimos deseos.
Creo que les mueve la intención de ser héroes de su causa y no dudo de que el eco de sus venganzas genera modelos de comportamiento mediante el innato aprendizaje vicario. Es una forma de guerra larvada disfrazada de asuntos personales, porque en realidad es una reacción enfermiza desde lo social para frenar un cambio cuyas dimensiones ya están a la vista. Identificar como terroristas a los asesinos de mujeres es, por tanto, lo correcto.
Estamos hablando de asesinos -organizados o no- con un mismo fin, métodos y estrategias semejantes. De criminales que tienen un gran apoyo, explícito o silencioso, de una sociedad que disculpaba este comportamiento con atenuantes como “crimen pasional” y “cuestión de honor” del mismo modo que en el terrorismo etarra se hizo con “patria” o en el yihadista con “dios”. Hay que parar este genocidio por goteo que acaba por formar un torrente de vidas robadas. Y si para ello hay que recurrir al tabú del terrorismo, ahí estamos. Porque SÍ es preciso escandalizar.
No es momento de paños calientes si no de exigir que los asesinos de mujeres depongan las armas, sean condenados adecuadamente, tengan la reprobación social que merecen y, cuando sea necesario y lo admitan, reciban ayuda psicológica y re educación para que dejen de comportarse según viejos y degenerados modelos podridos y contaminantes… ¿O será falso que pertenecemos a sociedades civilizadas?
Fuente:http://www.tribunafeminista.org/2017/03/el-terrorismo-machista-si-es-ideologia-de-genero/