Emir Sader
www.publico.es/040316
La derecha brasileña siempre creyó que en algún momento el Partido de los Trabajadores iba a ganar, pero terminaría por fracasar y a partir de ese momento podría volver a dirigir el país con tranquilidad. Lula ganó y resultó ser el mejor gobierno que jamás tuvo el país. A partir de ese momento empezó la caza a Lula.
No pudieron impedir su reelección en 2006, ni que él se encargara de eligir a su sucesora, reelegida en 2010 y 2014. Ahora Lula aparece como favorito para ganar las elecciones de 2018 y volver a ser presidente de Brasil.
Sumida en la desesperación, la derecha busca la comunión de todo lo que tiene a su alcance: sectores de la judicatura, de la Policía Federal, los grandes medios de comunicación privada… Todos ellos unidos con el fin de acabar con Lula. Una campaña que se intensificó a partir del discurso de Lula en Rio de Janeiro con motivo del aniversario del PT, el pasado 27 de febrero, cuando declaró públicamente que si era necesario para garantizar la continuidad del proceso de cambios iniciado en 2003, él se presentaría de candidato nuevamente.
A partir de ese momento, la derecha declaró una guerra abierta en contra de Lula. Declaraciones falsas, desmentidas enseguida, pero mantenidas por los medios privados como si fueran reales.
La acción de la Policía Federal directamente en contra de Lula —en su casa, en la casa de su hijo, en el Instituto Lula—, llevándoselo a declarar, a pesar de que él ya había prestado declaraciones, fue anunciada por un periodista de Rede Globo varias horas antes por internet.
Este es el intento más grave de tratar de excluir a Lula de la vida política brasileña. No hay ninguna prueba de las acusaciones que hacen a Lula, pese a que intentan que ciertos presos declaren en su contra a cambio de una disminución de la condena —las mal llamadas acusaciones premiadas—. No han logrado nada. De ahí la acción mediática espectacular en contra de Lula, con el fin de desgastar la imagen del expresidente.
Actúan en un momento en que Lula se ha declarado candidato, en que el ministro de Justicia ha sido sustituido, aprovechando que todavía no han cambiado los mandos de la Policía Federal. Actúan cuando el Supremo Tribunal Federal todavía no ha tramitado la petición de Lula de que el juez más arbitrario de todos deje de estar al mando de los casos de los que se le acusa. Por todo ello, lo han hecho en este momento, acelerando los enfrentamientos y poniendo en jaque, al mismo tiempo, el gobierno de Dilma.
Pero ahora han creado un punto de no retorno. O tratan de mantener a Lula preso, desgastar su imagen con acusaciones sin pruebas o lo liberan y Lula hablará, con más fuerza si cabe, en contra de las persecuciones contra él.
El destino de Brasil se juega en este momento. O logran, por la vía judiciaria y policial, excluir a Lula de la vida política para hacer lo que les plazca en el país. O Lula logra superar también este momento y vuelve con más fuerza como el candidato favorito para volver a ser presidente de Brasil en 2018.