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Nos lo temíamos (1).
Y tanto la literatura (1984, de George Orwell) como el cine de
anticipación (Minority Report, de Steven Spielberg) nos habían avisado:
con los progresos de las tecnologías de comunicación todos acabaríamos siendo
vigilados. Claro, intuíamos que esa violación de nuestra privacidad la
ejercería un Estado neototalitario. Ahí nos equivocamos. Porque las inauditas
revelaciones efectuadas por el valeroso Edward Snowden sobre la vigilancia
orwelliana de nuestras comunicaciones acusan directamente a Estados Unidos,
país antaño considerado como “la patria de la libertad”.
Al parecer, desde la
promulgación en 2001 de la ley “Patriot Act” (2), eso se acabó. El
propio presidente Barack Obama lo acaba de admitir: “No se puede tener un 100%
de seguridad y un 100% de privacidad”. Bienvenidos pues a la era del ‘Gran
Hermano’...
¿Qué revelaciones ha hecho Snowden? Este antiguo asistente técnico de la CIA, de 29 años, y que últimamente trabajaba para una empresa privada –la Booz Allen Hamilton (3)– subcontratada por la Agencia estadounidense de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), reveló mediante filtraciones a los diarios The Guardian y The Washington Post, la existencia de programas secretos que permiten la vigilancia de las comunicaciones de millones de ciudadanos por parte del Gobierno de Estados Unidos.
Un primer programa entró en vigor en 2006. Consiste en espiar todas las llamadas telefónicas que se efectúan, a través de la compañía Verizon, dentro de Estados Unidos, y las que se hacen desde allí hacia el extranjero. Otro programa, llamado PRISM, fue puesto en marcha en 2008. Supone la recolección de todos los datos enviados por Internet –correos electrónicos, fotos, vídeos, chats, redes sociales, tarjetas de crédito...– únicamente (en principio) por extranjeros que residen fuera del territorio norteamericano. Ambos programas han sido aprobados en secreto por el Congreso de Estados Unidos, al que se habría mantenido, según Barack Obama, “constantemente informado” sobre su desarrollo.
Sobre la dimensión de la increíble violación de nuestros derechos civiles y de nuestras comunicaciones, la prensa ha aportado detalles espeluznantes. El 5 de junio, por ejemplo, The Guardian publicó la orden emitida por el Tribunal de Supervisión de Inteligencia Extranjera, que exigía a la compañía telefónica Verizon la entrega a la NSA del registro de decenas de millones de llamadas de sus clientes. El mandato no autoriza, al parecer, a conocer el contenido de las comunicaciones ni los titulares de los números de teléfono, pero sí permite el control de la duración y el destino de esas llamadas.
El día siguiente The
Guardian y The Washington Post revelaron la realidad del programa
secreto de vigilancia PRISM, que autoriza a la NSA y al FBI a acceder a los
servidores de las nueve principales empresas de Internet (con la notable
excepción de Twitter): Microsoft, Yahoo, Google, Facebook (4), PalTalk, AOL,
Skype, YouTube y Apple.
Mediante esta violación de las comunicaciones, el Gobierno estadounidense puede acceder a archivos, audios, vídeos, correos electrónicos o fotografías de sus usuarios. PRISM se ha convertido de ese modo en la herramienta más útil de la NSA a la hora de elaborar los informes que diariamente entrega al presidente Obama.
El 7 de junio, los
mismos diarios publicaron una directiva de la Casa Blanca en la que el
presidente ordenaba a sus agencias de inteligencia (NSA, CIA, FBI) establecer
una lista de posibles países susceptibles de ser ‘ciberatacados’ por
Washington. Y el 8 de junio, The Guardian filtró la existencia de otro
programa que permite a la NSA clasificar los datos que recopila en función del
origen de la información. Esta práctica, orientada al ciberespionaje en el
exterior, permitió recopilar –sólo en marzo pasado– unos 3.000 millones de
datos de ordenadores en Estados Unidos...
Durante estas últimas semanas, ambos periódicos han ido revelando, gracias a filtraciones de Edward Snowden, nuevos programas de ciberespionaje y vigilancia de las comunicaciones en países del resto del mundo. “La NSA –explicó Edward Snowden– ha construido una infraestructura que le permite interceptar prácticamente cualquier tipo de comunicación. Con estas técnicas, la mayoría de las comunicaciones humanas se almacenan para servir en algún momento a un objetivo determinado”.
Durante estas últimas semanas, ambos periódicos han ido revelando, gracias a filtraciones de Edward Snowden, nuevos programas de ciberespionaje y vigilancia de las comunicaciones en países del resto del mundo. “La NSA –explicó Edward Snowden– ha construido una infraestructura que le permite interceptar prácticamente cualquier tipo de comunicación. Con estas técnicas, la mayoría de las comunicaciones humanas se almacenan para servir en algún momento a un objetivo determinado”.
La Agencia de
Seguridad Nacional (NSA), cuyo cuartel general se halla en Fort Meade
(Maryland), es la más importante y la más desconocida agencia de inteligencia
norteamericana. Es tan secreta que la mayoría de los estadounidenses ignora su
existencia. Controla la mayor parte del presupuesto destinado a los servicios
de inteligencia, y produce más de cincuenta toneladas de material clasificado
al día...
Ella –y no la CIA–
es quien posee y opera el grueso de los sistemas estadounidenses de recogida
secreta de material de inteligencia: desde una red mundial de satélites hasta
las decenas de puestos de escucha, miles de ordenadores y los masivos bosques
de antenas situados en las colinas de Virginia Occidental. Una de sus
especialidades es espiar a los espías, o sea a los servicios de inteligencia de
todas las potencias, amigas o enemigas. Durante la guerra de las Malvinas
(1982), por ejemplo, la NSA descifró el código secreto de los servicios de
inteligencia argentinos, haciendo así posible la transmisión de información
crucial a los británicos sobre las fuerzas argentinas...
Todo el sistema de interceptación de la NSA puede captar discretamente cualquier e-mail, cualquier consulta de Internet o conversación telefónica internacional. El conjunto total de comunicaciones interceptadas y descifradas por la NSA constituye la principal fuente de información clandestina del Gobierno estadounidense.
La NSA colabora estrechamente con el misterioso sistema Echelon. Creado en secreto, después de la Segunda Guerra Mundial, por cinco potencias (los “cinco ojos”) anglosajonas: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Echelon es un sistema orwelliano de vigilancia global que se extiende por todo el mundo y está orientado hacia los satélites que se utilizan para transmitir la mayor parte de las llamadas telefónicas, comunicaciones por Internet, correos electrónicos y redes sociales.
Echelon puede captar
hasta dos millones de conversaciones al minuto. Su misión clandestina es el
espionaje de Gobiernos, partidos políticos, organizaciones y empresas. Seis
bases a través del mundo recopilan las informaciones e interceptan de forma
indiscriminada enormes cantidades de comunicaciones que los superordenadores de
la NSA posteriormente criban mediante la introducción de palabras clave en
varios idiomas.
En el marco de
Echelon, los servicios de inteligencia estadounidense y británico han
establecido una larga colaboración secreta. Y ahora hemos sabido, gracias a
nuevas revelaciones de Edward Snowden, que el espionaje británico también
pincha clandestinamente cables de fibra óptica, lo que le permitió espiar las
comunicaciones de las delegaciones que acudieron a la Cumbre del G-20 de
Londres en abril de 2009. Sin distinguir entre amigos y enemigos (5).
Mediante el programa Tempora, los servicios británicos no dudan en almacenar colosales cantidades de información obtenida ilegalmente. Por ejemplo, en 2012, manejaron unos 600 millones de “conexiones telefónicas” al día y pincharon, en perfecta ilegalidad, más de 200 cables... Cada cable transporta 10 gigabytes (6) por segundo. En teoría, podrían procesar 21 petabytes (7) al día; lo que equivale a enviar toda la información que contiene la Biblioteca Británica 192 veces al día...
Los servicios de inteligencia constatan que ya hay más de 2.000 millones de usuarios de Internet en el mundo y que casi más de mil millones utilizan Facebook de forma habitual. Por eso se han fijado como objetivo, transgrediendo leyes y principios éticos, controlar todo lo que circula por Internet. Y lo están consiguiendo: “Estamos empezando a dominar Internet”, confesó un espía inglés, “y nuestra capacidad actual es bastante impresionante”.
Para mejorar aún más
ese conocimiento de Internet, la Government Communications Headquarters (GCHQ,
Agencia de inteligencia británica) lanzó recientemente dos nuevos programas: Mastering
The Internet (MTI) sobre cómo dominar Internet, e Interception
Modernisation Programme para una explotación orwelliana de las
telecomunicaciones globales. Según Edward Snowden, Londres y Washington
acumulan ya, diariamente, una cantidad astronómica de datos interceptados
clandestinamente a través de las redes mundiales de fibra óptica. Ambos países
destinan en total a unos 550 especialistas a analizar esa titánica información.
Con la ayuda de la NSA, la GCHQ se aprovecha de que gran parte de los cables de fibra óptica que conducen las telecomunicaciones planetarias pasan por el Reino Unido, y los ha interceptado con sofisticados programas informáticos. En síntesis, miles de millones de llamadas telefónicas, mensajes electrónicos y datos sobre visitas a Internet son acumulados sin que los ciudadanos lo sepan, bajo pretexto de reforzar la seguridad y combatir el terrorismo y el crimen organizado.
Con la ayuda de la NSA, la GCHQ se aprovecha de que gran parte de los cables de fibra óptica que conducen las telecomunicaciones planetarias pasan por el Reino Unido, y los ha interceptado con sofisticados programas informáticos. En síntesis, miles de millones de llamadas telefónicas, mensajes electrónicos y datos sobre visitas a Internet son acumulados sin que los ciudadanos lo sepan, bajo pretexto de reforzar la seguridad y combatir el terrorismo y el crimen organizado.
Washington y Londres han puesto en marcha un orwelliano plan ‘Gran Hermano’ con capacidad de saber todo lo que hacemos y decimos en nuestras comunicaciones. Y cuando el presidente Obama apela a la ‘legitimidad’ de tales prácticas de violación de la privacidad, está defendiendo lo injustificable. Además, hay que recordar que por haber realizado labores de información sobre peligrosos grupos terroristas con base en Florida –o sea, una misión que el presidente Obama considera hoy como ‘perfectamente legítima’– cinco cubanos fueron detenidos en 1998 y condenados por la Justicia estadounidense a largas e inmerecidas penas de prisión (8). Un escándalo judicial que es hora de reparar liberando a esos cinco héroes (9).
El presidente Barack Obama está abusando de su poder y restando libertad a todos los ciudadanos del mundo. “Yo no quiero vivir en una sociedad que permite este tipo de actuaciones”, protestó Edward Snowden cuando decidió hacer sus impactantes revelaciones. Las divulgó, y no es casualidad, justo cuando empezaba el juicio contra el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar secretos a WikiLeaks, la organización internacional que publica informaciones secretas de fuentes anónimas. Y cuando el cibermilitante Julian Assange lleva un año refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres...
Snowden, Manning,
Assange, son paladines de la libertad de expresión, luchadores en beneficio de
la salud de la democracia y de los intereses de todos los ciudadanos del
planeta. Hoy acosados y perseguidos por el ‘Gran Hermano’ estadounidense (10).
¿Por qué estos tres héroes de nuestro tiempo aceptaron semejante riesgo que les puede hasta costar la vida? Edward Snowden, obligado a pedir asilo político en Ecuador, contesta: “Cuando te das cuenta de que el mundo que ayudaste a crear va a ser peor para la próxima generación y para las siguientes, y que se extienden las capacidades de esa arquitectura de opresión, comprendes que es necesario aceptar cualquier riesgo. Sin que te importen las consecuencias”.
Notas:
(1) Véase Ignacio Ramonet, “Vigilancia total”
y “Control social total”, en Le Monde diplomatique en español,
respectivamente agosto de 2003 y mayo de 2009.
(2) Propuesta por el presidente George W.
Bush y adoptada en el contexto emocional que sucedió a los atentados del 11 de
septiembre de 2001, la ley “Patriot Act” autoriza controles que
interfieren en la vida privada, suprimen el secreto de la correspondencia y la
libertad de información. Ya no se exige una autorización para las escuchas
telefónicas. Y los investigadores pueden acceder a las informaciones personales
de los ciudadanos sin orden de registro.
(3) En 2012, esta empresa le facturó a la
Administración estadounidense 1.300 millones de dólares por “asistencia en
misiones de inteligencia”.
(4) Hemos sabido recientemente que Max Kelly,
el responsable principal de seguridad de Facebook, encargado de proteger la
información personal de los usuarios de esta red social contra ataques
externos, dejó esta empresa en 2010 y fue reclutado... por la NSA.
(5) Espiar a diplomáticos extranjeros es
legal en el Reino Unido: lo ampara una ley aprobada por los conservadores
británicos en 1994 que pone el interés económico nacional por encima de la
cortesía diplomática.
(6) El byte es la unidad de información en
informática. Un gigabyte es una unidad de almacenamiento de información cuyo
símbolo es GB, y equivale a 10 9 bytes, o sea mil millones de bytes,
equivalente, en texto escrito, a una furgoneta llena de páginas con texto. (7)
Un petabyte (PT) equivale a 1015 bytes.
(8) La misión de los cinco –Antonio Guerrero,
Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González– consistía
en infiltrar y observar las actuaciones de grupos de exiliados cubanos para
prevenir actos de terrorismo contra Cuba. A propósito del juicio que condenó a
varios de ellos a penas de cadena perpetua, Amnistía Internacional declaró en
un comunicado que “durante el juicio no se presentó ninguna prueba que
demostrase que los acusados realmente hubieran manejado o transmitido
información clasificada”.
(9) Véase Fernando Morais, Los últimos
soldados de la guerra fría, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2013.
(10) Edward Snowden corre el riesgo de ser
condenado a 30 años de prisión después de haber sido acusado oficialmente por
la Administración de Estados Unidos de “espionaje”, “robo” y “utilización
ilegal de bienes gubernamentales”.