Por: Rev. Padre Manning Maxie Suárez+
Muchas veces hemos escuchado, en los templos cristianos de todo el mundo, en nuestros hogares, en las escuelas sobre todo en las clases de religión que debemos ser instrumentos del Señor. Pero, alguna vez se han puesto a pensar ¿qué verdaderamente significa profundamente ser un Instrumento de Dios?
Estoy muy seguro, que un gran porcentaje de personas, creyentes y no creyentes no comprenden la magnitud de este llamado. Este criterio lo tengo después de los treinta y ocho años de servicios cristiano desde mi ordenación al santo ministerio en la Iglesia.
Vivimos en una época convulsionada y de cambios transcendentales en el desarrollo del pensamiento, de formas y estilos de vida en un siglo que está agobiado por tantos problemas tratando de subsistir en una sola casa común con más de 50 conflictos internacionales, con serios problemas ecológicos creados antropocéntricamente, y con posiciones encontradas en materia de valores y principios tradicionales versus los valores de una modernidad.
Para los hombres y mujeres que seguimos los valores cristianos que podemos llamar también tradicionales, la vida de los santos es de gran ejemplo a la hora de promover valores en una sociedad cuasi evangelizada. Ellos, hombres y mujeres como nosotros que recibieron un llamado de vida especial y entregaron todo por esa misión de vida que nace de la reflexión y la espiritualidad personal sustentada en el Espíritu y que reconocen ese amor de Dios entendido desde la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. El gran Maestro que nos enseñó lo más importante y qué da significación a toda nuestra existencia: Dios mismo en nosotros.
Los Santos de la Iglesia, entendieron que a Dios se le comprende desde la contemplación, desde el silencio, desde el escuchar, desde esa relación de amor profundo con el Señor. Muchas veces ni siquiera hay que hablar, cantar, gritar, solo basta con estar quietos, solos, y contemplarlo. Es esta acción de vida que se empodera en el Espíritu para asumir la Misión de Vida. Aquí es donde nos nutrimos y nos llenamos de su presencia y es esta relación va develando el sentido de nuestra existencia.
Alban Butler (1709 - 1773), quien fue un sacerdote católico y hagiógrafo. Ordenado al presbiterado en 1735 y quien ejerció las cátedras de filosofía y teología. Es el creador de una de las obras clásicas de la Iglesia donde nos pone en contacto con la Vida de los Santos. En esta obra uno queda maravillado de las vidas de miles de hombres y mujeres que al haber tenido una experiencia religiosa tomaron la decisión de dedicar sus vidas al servicio de Dios y los hombres convirtiéndose en Instrumentos de Dios.
Se nos habla de San Remigio, Obispo de Reims (c. 530 d.C.), de san Melorio, mártir. De santa Teresita del Niño Jesús, virgen (1897 d.C.). De san Gerardo De Brogne, abad (959 d.C.). Del beato Domingo Spadafora (1521 d.C.). De san Francisco de Asís, fundador de los frailes menores (1226 d.C.). De san Petronio, Obispo de bolonia (c. 445 d.C.). De santo Tomás, Apóstol. Entre muchos otros que estoy seguro que, no conocemos o nunca hemos oídos pero que son parte del gran santoral de la Iglesia y donde Alban Butler da a conocer esa biografía de estos hombres y mujeres de Dios al servicio del hombre y del mundo. Sumemos a estos nuestros santos latinoamericanos como San Héctor Valdivielso (Benito de Jesús) argentino, San Antonio de Santa Ana Galvao Brasileño, Santa Teresa de Los Andes Chilena, Santa Laura de Santa Catalina de Siena, Colombiana y nuestro querido y amado Beato Oscar Romero, Salvadoreño entre otros. Ejemplos no nos faltan,
Pero fue casualmente San Francisco de Asís, fundador de los frailes menores (1226 d.C.) quien nos ha hecho más concientes de esa frase ya famosa en su ya oración “Hazme un Instrumento de tu paz”, hoy día rezada por millones de personas alrededor del mundo y cantada en la liturgia cristiana como una plegaria, invocación y compromiso hacía Dios de brindarnos todos como “Embajadores de la Paz de Dios” en y para el mundo. Seria bueno una lectura diaria, como se hacía en tiempos antiguos, de la vida y obra de estos servidores de Dios.
Estoy seguro que encontraremos ejemplos de vida a seguir como el modelo para la juventud (San Juan Bosco) y para todos hoy, en ellos encontraremos valores y principios como la Fe en Jesucristo; el Amor y la praxis de la caridad; Entenderemos que somos Comunidad y nuestra unidad es porque Jesús y el Padre son Uno; A practicar la Humildad y el perdón; Comprometernos con la Evangelización del mundo; Aceptar el Martirio como consecuencia de la evangelización, los mártires cristianos eran vistos como ejemplos de fe inquebrantable y valentía en la defensa de su creencia. La Obediencia a la voluntad de Dios; Mantener esa fe en la Esperanza en la vida futura, La cristiandad primigenia enseñaba la esperanza en la vida después de la muerte y la resurrección final en la segunda venida de Cristo. Y finalmente reconocer el bautismo y la participación en la comunión eucarística, que eran prácticas fundamentales para los creyentes, simbolizando la unión con Cristo y con la comunidad de fe.
Todo ello, aceptado por fe y puesto en práctica por la fuerza del Espíritu nos ayudará a ser Instrumentos de Dios, hacedores de la paz, Embajadores de la paz en un mundo confundido por sus pecados y por estar apartados de los principios y mandamientos de Dios. Mi súplica para Panamá y el mundo hoy es: “Señor Haznos Instrumentos de tu Paz”.
Sacerdote y Académico.