Alejandro Tena
www.publico.es
/ 201119
El metal blanquecino es imprescindible
para la elaboración de baterías y sistemas de almacenamiento de energía en el
sector de las renovables. Bolivia presenta una de las mayores reservas del
planeta, lo que ha llevado a algunos analistas a señalar a este elemento como
uno de los detonantes del golpe de Estado contra Evo Morales. Pero, ¿hasta qué
punto una materia vinculada al crecimiento verde puede desestabilizar
economías?
En los tiempos modernos, el petróleo
se ha erigido como uno de los principales motores de la economía mundial,
llegando, incluso, a generar crisis contundentes en el seno de los países
desarrollados durante algunos momentos del siglo XX. Sin embargo, ese líquido
negro que, entre otras cosas, llena los tanques de los vehículos, parece
acercarse a su ocaso. Quizá, porque las reservas mundiales van encaminadas a su
agotamiento. Quizá, también, porque la crisis climática ha abierto un espacio
de transición energética que transforma
los escenarios de inversión tradicionales. En ese sentido, el litio
se ha presentado como uno de los elementos más emergentes de los últimos
tiempos, ya que su uso es imprescindible para el desarrollo de baterías
eléctricas y para la creación de infraestructuras de almacenamiento energético
en el sector de las renovables.
No se puede afirmar que el litio sea o
vaya a ser un elemento que concentre las mismas disputas geopolíticas que
durante décadas han rodeado al petróleo y otros combustibles fósiles como el
gas. No obstante, este oro blanquecino sí que es un elemento de interés para
multitud de industrias que buscan mantener su estabilidad económica en un
escenario de descarbonización y crecimiento verde. El impacto social,
medioambiental y económico, en cualquiera de los casos, “depende del lugar
donde se extraiga”, expone Gonzalo Escribano, investigador principal y director
del programa de Cambio Climático y Energía del Real Instituto Elcano, que
enfatiza las diferencias que puede haber entre explotaciones situadas, “por
ejemplo, en Mongolia o Australia”. “No es lo mismo la extracción que la
construcción de la batería o el reciclaje de la misma. La cadena de valor del
litio es muy amplia y compleja”, apostilla el experto.
El impacto ambiental, asimismo, depende
del modo en el que se consigue el recurso. Hasta el momento existen dos formas:
la excavación en roca, algo más tradicional, y, por otro lado, el proceso de
evaporación del agua de las salmueras, que consiste en bombear el agua mineral
subterránea hasta la superficie, donde se evapora al sol dejando al
descubierto, tras un proceso químico, el carbonato de litio. Esta última
modalidad es la más extendida y apenas guarda impactos directos con el entorno,
más allá del uso del agua. “La mayoría del litio se encuentra en capas
superficiales de la corteza. Se piensa que puede provenir del impacto de
meteoritos en la Tierra, por lo que se encuentra en los primeros estratos,
aunque de una forma muy dispersa y diseminada”, detalla Antonio Turiel,
científico titular del CSIC y autor del blog sobre recursos y energía The Crash Oil.
Elena Solís, responsable de la campaña de
minas de Ecologistas en Acción, denuncia el problema que este último tipo de
explotaciones guarda en relación a los usos del agua, ya que la producción se
lleva buena parte de los recursos, en contra de los intereses de las economías
agropecuarias. Esto es algo que se puede ver en el proyecto
extractivista que se está planteando en Cáceres (España), que, según
la activista medioambientalista, desatará disputas relacionadas con el acceso
al agua entre los productores de vino y quesos de la zona. Esto es algo que ya
se puede observar en ciertas partes del mundo como Chile, explica Escribano:
“En el desierto de Atacama no se han detectado prácticas de explotación
infantil, ni vulneración de derechos, pero sí problemas relacionados con el
acceso al agua de las poblaciones de la zona y comunidades de pastoreo”,
manifiesta Escribano.
Por lo que se refiere a los ritmos
industriales, Turiel argumenta que “hay limitaciones en la cantidad de
producción de litio al año” debido a la lentitud de su extracción, que requiere
de al menos seis meses al sol para su evaporación. Además, el investigador
detalla que el tamaño de las reservas no da para fabricar las baterías de todos
los coches eléctricos que se desean desde el sector de la automoción. “Si
acaso, se podrían crear unos cientos de miles de baterías nuevas, una cifra muy
pequeña si se tiene en cuenta que en la actualidad hay cerca de 1.200 millones
de coches en el mundo”, advierte.
La lucha por el agua plantea dudas sobre
la minería de litio en Chile./ REUTERS
Quién
manda sobre el litio
Hoy día, las principales reservas se
encuentran en tres países del cono sur americano que conforman un triángulo
estratégico, Chile, Bolivia y Argentina, así como en Australia y China. Según
los datos del Observatory of Economic Complexity (OEC), Chile es el principal
exportador de este recurso, seguido de Argentina y Luxemburgo?. Los principales
importadores, por su parte, son China, Japón y Corea del Sur, países con
grandes inversiones en la industria tecnológica.
No obstante, las implicaciones
geopolíticas que puede tener el litio distan mucho a las que han podido
caracterizar al petróleo y el gas. “Aunque la mayor parte se produzca en esos
países latinoamericanos, las compañías que los extraen son occidentales. Es
decir, no hay un control nacional sobre los recursos que pueda generar grandes
conflictos económicos”, opina escribano. Además, “el litio representa un
pequeño porcentaje de la masa económica de los materiales en las baterías”, tal
y como destaca un trabajo científico de los profesores Luis de la Torre
Palacios y J. Antonio Espí.
Para Turiel, otorgar al litio un papel
determinante en el conflicto boliviano es “un poco estúpido” (insulto gratuito),
ya que el tipo de producción que se halla en el país latinoamericano requiere
de procesos químicos de separación de magnesio que no están muy desarrollados a
gran escala y que son muy costosos. “El nivel comercial del litio boliviano es
muy bajo”, señala el experto del CSIC, que subraya las difíciles condiciones
meteorológicas del entorno para su extracción respecto a las de Chile o
Argentina.
En cualquier caso, hay personalidades
internacionales, como el expresidente de Uruguay, José Mújica, que han señalado
de manera frontal al litio como uno de los
múltiples detonantes del golpe de Estado contra Evo Morales, que
había iniciado un proceso de industrialización de los salares bolivianos a
través de acuerdos con empresas alemanas y chinas, pero con una participación
mayoritaria del ente público. Si bien es cierto que no se observan injerencias
externas directas como las que a lo largo de la historia ha generado el
petróleo en Oriente Medio, este material ya ha comenzado a desencadenar fuertes
disputas. “Aquel que tenga el control sobre este tipo de materias será quien
termine moviendo la batuta”, argumenta Solís, señalando a otros elementos
importantes como las denominadas tierras raras.
Cobre
y cobalto, igual de esenciales
En esta revolución energética el litio no
se presenta como un ente aislado, ni mucho menos. Las producciones dependen de
otros elementos como el cobalto o el cobre. Este último, un metal esencial
desde la segunda mitad del siglo XX, debido a su poder en la generación,
transporte y distribución de electricidad. Apostar todo a estos elementos para
una transición plena esconde trabas importantes, debido a que se trata de minerales
de unas capacidades limitadas si se interpretan por sí solos.
“Ahora mismo, el problema más gordo es el
cobalto”, señala Turiel. Este material, también esencial para la creación de
baterías, no tiene concentraciones de gran envergadura, aunque existen pequeñas
alternativas a este elemento en la creación de baterías. Además la extracción
de este metal suele ir acompañado de vulneración de derechos humanos, ya que “más
del 50% de la oferta mundial de cobalto procede de la República Democrática del
Congo, un país políticamente inestable y con conflictos internos y donde la
minería se ha relacionado con el trabajo infantil”, expone un reciente estudio del Real Instituto Elcano.
El cobre, con sus mayores reservas en
Chile, podría ver cómo sus reservas menguan debido a sus diversos fines, en
tanto que se utiliza para cableado, pero también para la creación de bobinados,
imprescindibles en los alternadores de los sistemas de generación eléctrica.
“A corto y medio plazo, los problemas
están situados en las cantidades que se pueden extraer de cobalto y cobre. El
litio no va a manifestar problemas en sus reservas de una forma evidente hasta
dentro de unos quince años”, zanja Turiel.