www.publico.es / 230719
Mientras Megan Rapinoe, capitana de la
selección estadounidense de fútbol, se niega a pisar «la jodida Casa Blanca»
por estar ocupada por un misógino, racista y xenófobo, los asesores del
presidente, en un intento de lavarle la cara, le llevaron un grupo de personas
pertenecientes a minorías religiosas perseguidas. Pues bueno, el tiro les salió
por la culata y la prensa mundial tachó el encuentro de «bochornoso». El
ególatra presidente de EEUU rompió el protocolo y permaneció sentado ante la
Premio Nobel de la Paz (PNP) del 2018, la joven iraquí Nadia Murad, una
superviviente de la trata de mujeres de los «yihadistas», organización
internacional de mercenarios creada en
1978 por Brzezinski, el asesor de seguridad del también PNP el
presidente Jimmy Carter.
«¿Y usted recibió el Premio Nobel? Eso es
increíble», dijo un Trump alucinado que parecía pensar: «¿Cómo es que no me lo
dan a mí y sí a una mujer que encima es de piel oscura, ha nacido en Irak y no
es evangélica!»
La ignorancia de Trump, que es candidato
del PNP del 2019, no daba abasto: no sabía quiénes eran los izadíes (que no “yazidíes”), ni dónde habitan los
rohingas, comunidad perseguida hasta el exterminio por el gobierno birmano
presidido por la también
PNP Aung San Suu Kyi.
A pesar de Trump, la protagonista del
encuentro fue Nadia Murad, una mujer iraquí del grupo étnico kurdo y del credo
izadí. Había huido de Daesh y se había negado a «aceptar los códigos sociales
que obligan a las mujeres a permanecer mudas y avergonzadas por los abusos que
padecieron», afirmaba el jurado del Nobel.
¿Significa que las mujeres y también los
hombres que han sido violados por Daesh o por las tropas de la OTAN en las
actuales guerras de Oriente Próximo, han sido pasivos y cobardes? Decenas de
miles de afganas, iraquíes, sirias, libias o sudanesas, que tras ser violadas
por los mercenarios de EEUU o directamente por sus tropas (quienes han llegado
a militarizar
la prostitución en la región), lo denunciaron, pero su grito
fue silenciado por los presidentes de EEUU, quienes pedían al
Pentágono y a la prensa no publicar las fotos de las violaciones «para no poner
a las tropas en peligro».
Algunas, ni tuvieron la oportunidad para
contarlo: La película-documental Redacted
(Brian De Palma, 2007), narra la historia real de la violación en grupo de una
niña de 12-14 años en 2006 por Steven Dale Green y sus cuatro compañeros,
quienes luego les prendieron fuego a ella y a su familia. Que la tragedia de
las mujeres izadíes fuese televisada, como los
señalamos en 2014, se debió simplemente a que Obama necesitaba un
pretexto «humanitario» para intervenir militarmente en Siria una vez que el
Consejo de Seguridad de la ONU rechazó su petición de bombardear aquel país. Y
así fue: Mientras, los medios ocultan el
genocidio contra Yemen, dan protagonismo a un pueblo para humillar a
otros, en el marco de la estrategia de divide y gobierna.
El Comité del Nobel tampoco ha premiado a
ninguna de las miles de soldados de EEUU, violadas por sus compañeros, a pesar
de denunciarlos con “valentía” y sufrir graves represalias: El libro The
Private War of Women Serving in Iraq recoge el testimonio de 40 de ellas. La
militar Juliet Simmons cuyo comandante es Trump, fue violada y tras la denuncia
fue expulsada del ejército, perdiendo el derecho a nuevos empleos, a la Seguridad
Social y el acceso al crédito bancario.
La ignorancia es atrevida, pero la
manipulación de la verdad es un crimen, y el Comité del Nobel de la Paz de eso
sabe bastante. Veamos:
Es una broma de muy mal gusto y una
cortina de humo que un país de la OTAN, Noruega, premie a una mujer (más allá
de Nadia) por sufrir agresiones sexuales por un grupo llamado Daesh, que es
patrocinado por EEUU, Turquía, Israel,
Arabia Saudí, Qatar y Emiratos
Árabes Unidos.
Su objetivo ‘b’ es más que ocultar la
identidad y los objetivos de los “bomberos pirómanos”: Daesh al empujar a los
kurdos izadíes de la zona árabe de Irak a la región kurda estaba ejecutando el
proyecto de EEUU, que es crear mini
estados “puros” en la línea religioso-étnica, fracturando los
estados grandes de la zona, para hacerse con su control estratégico aunque sea
a costa del genocidio de algunas comunidades. La OTAN entró en Siria, solo
cuando Daesh (carne de cañón) allanó su camino desmantelando el estado sirio y
expulsando a 12 millones de personas de sus hogares: hoy cuenta con una
veintena de bases militares y sin haber perdido ni diez soldados.
Daesh ha violado y/o asesinado a personas
de todos los grupos étnicos y religiosos: suníes (por “ser corrompidos”), chiíes
(por herejes), alauíes
(por ser pro Asad), cristianos (por considerar Dios a Jesús), árabes, kurdos,
homosexuales, marxistas, intelectuales, etc. Pues, su función era y es desatar
el terror y destrozar la organización social.
La señora Murad, que pide a Donald Trump
«por favor, haga algo» para que los izadíes regresen a su tierra, quizás
desconozca que:
1+ EEUU sólo ayuda a aquellos grupos
étnico-religiosos que en un momento y lugar concreto le sirvan a sus intereses:
en Yugoslavia reclutó a las fuerzas seudofascistas cristianas y musulmanes
contra los serbios, y en Palestina ayuda a Israel en el
genocidio de los palestinos; en Turquía persigue a los kurdos de PKK
y entrega su líder Abdolá Öcalan a la dictadura turca, mientras en Irak permite
que Turquía e Irán ataquen a los kurdos, y en Siria les arma para
fragmentar el país: Sacrificará a Rojava en el altar de Turquía si Erdogan se
porta bien.
2+ El propio Trump está acusado por 19
mujeres de agresión sexual, y su discurso sobre el sexo y la mujer es casi
idéntico al de Daesh y Talibán. Su amigo billonario, Jeffrey Epstein, está en
prisión por tráfico de niñas de 12-13 años.
3+ EEUU que sigue con su proyecto de destruir a
Irán como potencia, puede recurrir a la «agresión humanitaria» para
«hacer algo» y salvar a las mujeres del yugo de los ayatolas, matándolas bajo
sus bombas, como lo ha hecho con las mujeres afganas, que viven el medievalismo
made in USA. Cada vez que EEUU «ha hecho algo», ha dejado tras de sí
tierra quemada. De hecho, la señora Angelina Jolie, cuya función es blanquear
las guerras de EEUU, cree que «la OTAN tiene la responsabilidad y la
oportunidad de ser una protectora líder de los derechos de las mujeres».
Las
funciones de un premio político
Trump se muere de ganas por tener un Nobel
en su mesa, ¿lo conseguirá?
El PNP fue establecido en 1901 por Alfred
Nobel, el fabricante de armas y el inventor de la dinamita “quien se enriqueció
por matar a más personas en menor tiempo como nunca se había hecho antes”.
Desde entonces, el Comité del Nobel del pequeño país, miembro de la OTAN, se
hace visible una vez al año con estos prestigiosos premios, e influye sobre los
acontecimientos mundiales, haciendo de “poder blando” para los objetivos que
persigue el club militar. Entre los premiados:
* Henry Kissinger en 1973, por «su papel
en la finalización de la guerra de Vietnam», mientras cometía crímenes de
guerra en Camboya. Luego lanzará la Operación Cóndor organizando la matanza de
miles de personas en Suramérica.
* El expresidente finlandés Martti Ahtisaari
en 2008, quien amenazó al presidente Milosevic que si no se rendía ante las
exigencias de la OTAN, “inmediatamente comenzaremos a bombardear Belgrado” con
sus habitantes. Entre sus logros: convertir a Kosovo, ubicado en el corazón de
Europa, en la segunda base militar más grande de EEUU en el mundo, con un
centro de detención ilegal incluida.
* La Organización para la Prohibición de
las Armas Químicas en 2013, por «eliminar las armas químicas de Siria». ¿Fue
casualidad que su director fuese el turco Ahmet Üzümcü, ex embajador en Israel
y ex representante de Turquía ante la OTAN? La organización nunca ha hecho nada
contra el uso y el almacenamiento de 3.000 toneladas de estas armas destrucción
masiva por EEUU.
* La Agencia Internacional de Energía
Atómica en 2005, y eso a pesar de su fracaso en contener la proliferación
nuclear. ¿La premiaron para promover este tipo de energía debilitando el
movimiento ecologistas?
* El vicepresidente de EEUU Al Gore en
2007, por “sus esfuerzos por construir y divulgar sobre el cambio climático”,
mientras su gobierno bombardeaba Yugoslavia, Albania, Sudán, Afganistán, Irak,
Haití, Zaire, y Liberia, destruyendo la vida de miles de personas de forma
inmediata y su medio ambiente para los próximos siglos, utilizando toda clase
de municiones incluso el uranio empobrecido. Se trataba Greenwashing: el siguiente
Nobel puede ir a Greta Thunberg.
* El presidente Barak Obama en 2009, para
que lavara la cara de Occidente tras las guerras infames de Bush y Clinton. Se
arrepentirán. Obama, el gatopardo
mantuvo abierto el Guantánamo y bombardeó Pakistán, matando a miles de civiles
y obligando el desplazamiento de cerca de tres millones de personas “buscando a
Bin Laden”, a sabiendas que
el terrorista ya había muerto; hizo lo mismo en Afganistán, Yemen y
Libia: él es uno de los principales responsables de que el Mediterráneo se haya
convertido desde 2011 en un gran cementerio de gente que huye con sus hijos del
infierno libio.
* Shirin Ebadi en 2003, por «defender los
derechos de las niñas y mujeres en Irán», justo cuando Bush declaraba a este
país el siguiente objetivo de sus ataques militares tras incendiar Irak. Ebadi
era un rostro casi desconocido entre miles de activistas iraníes que se jugaban
la vida luchando contra el regreso del medievo (la legalización de pedofilia,
la lapidación o la Talión). Quizás el Comité del Nobel pensó que una mujer «feminista-musulmana»
del sistema podría ser una alternativa al régimen islámico, haciendo
innecesario un «cambio» desde fuera. Sin embargo, la señora Ebadi pronto se dio
cuenta de que podría ser utilizada, y denunció las guerras imperialistas que
han destrozado la región, aunque sigue sin reconocer el sacrificio innumerables
mujeres de izquierda iraní, entre ellas
Maryam Firuz, que perdieron su vida en la defensa de los derechos
humanos en Irán.
* Malala Yousafzai, 2014, por defender el
derecho de las niñas pakistaníes a estudiar. Su frase “un libro, una pluma, un
niño y un maestro pueden cambiar el mundo”, simplemente carece de sentido por:
1. El principal problema de la humanidad
no es el analfabetismo sino el secuestro del pan, el agua y la paz de millones
de personas por las compañías que venden armas y roban los recursos naturales
de otros. Cada día, 100.000 personas, doctas o analfabetas, mueren de hambre y
pobreza, mientras los ricos se hacen más ricos y destruyen los alimentos para
no bajar los precios.
2. Según Malala «un país se vuelve
poderoso cuando su gente se educa»: la gente de Yugoslavia, Irak o Libia
estaban bastante educadas, pero perdieron la batalla a la gente más armada y
con menos materia gris: Trump es un ejemplo de esta situación anormal.
3. En su encuentro con Obama, a Malala se
le olvidó comentarle la tragedia de millones de sus compatriotas que sufrían
los bombardeos de los drones de EEUU y convertían en cenizas los colegios y los
estudiantes que se encontraba en ellos. ¡Por favor, que no se convierta en una Benazir Bhutto!
¿Por qué no crear un premio alternativo
para reconocer acciones progresistas de colectivos, que no individuos, en favor
de la justicia social y la paz, para que a personajes como Trump ni se les
ocurra soñar con ello?
Por cierto, Irak será uno de los
escenarios de la guerra de EEUU contra Irán y los izadíes, de momento, no
podrán regresar a su milenaria tierra.