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/ 090419
El Congreso de EEUU, en una resolución sin
precedente, aprobada el 5 de abril por los diputados de ambos partidos, exigió
al presidente dejar de apoyar al Reino de Arabia Saudí (RAS) y Emiratos Árabes
Unidos (EAU) en su guerra
genocida y silenciada contra Yemen. Por primera vez la Cámara Baja
utiliza la Ley de Poderes de Guerra (1973) para recuperar la autoridad de la
institución sobre el despliegue militar de EEUU en extranjero, restringiendo
así el poder del presidente. Un mes antes, y por la iniciativa de Bernie
Sanders, el Senado aprobó una resolución similar. Aunque ninguna podrá anular
la decisión presidencial que necesita una mayoría de dos tercios en ambas cámaras,
de dichas acciones se percibe que:
+ El uso de la fuerza militar de EEUU en
Yemen ha sido ilegal: según la Constitución, debería haber sido autorizado por
el Congreso
+ El propio gobierno no había declarado la
guerra a Yemen.
+ Yemen no fue ninguna amenaza a la
seguridad de EEUU. Es más, será la participación de este país en la masacre de
la población lo que podrá provocar inseguridad en el territorio de EEUU.
+ Se trata de una importante reprimenda
pública al presidente.
+ El Senado, de mayoría republicana,
también pide el fin de la guerra.
+ Se está enviando un mensaje al Rey
Salman y al peligroso
heredero Mohammad Bin Salman (MBS): El golpe de estado de los
Oficiales Libres egipcios dirigidos por Gamal Abdel Nasser contra el rey Faruq
en 1952 tuvo lugar unos meses después de que los británicos hicieran público su
distanciamiento al monarca. Pretenden salvar sus intereses en Arabia Saudí,
evitando que el impulsivo MBS (que necesitará que el Consejo Real ratifique su
ascenso) se convierta en rey.
+ Temen que Arabia, que está gastando
(según el Instituto Washington) hasta mil millones de dólares al mes sólo en la
guerra contra Yemen, no pueda cumplir con su compromiso de grandes inversiones
en la economía de EEUU. El déficit presupuestario de Arabia en 2018 fue del
4,2%, o 35.000 millones de dólares. Por lo que, además de acabar con los
subsidios sobre los artículos básicos y ayudas que han comprado la “paz social”
tras las revueltas de la “primavera del 2011”, obligará al gobierno imponer
impuestos sobre los artículos.
Si
el enemigo se equivoca, no lo distraigas
Ahora bien, si EEUU hubiera querido que
RAS ganara esta guerra, hubiera convertido a Yemen en cenizas en menos de un
mes, como hizo con Irak y Libia. ¿Es posible que esté dejando que los jeques, a
veces rebeldes, se empantanen en Yemen? En enero del 2016, nada más tomar
posición de su cargo, Trump cedió el control sobre el puerto de Hodeidah a
Arabia, lugar por el que llegan alimentos y medicinas al país, para que pudiera
estrangular a la población.
El régimen de Trump -que en noviembre
pasado tuvo que suspender el reabastecimiento gratuito de combustible aéreo a
los aviones de RAS y EUA, que costaba decenas de millones de dólares a los
contribuyentes estadounidenses-, alega que no participa directamente en la
guerra y “sólo” está prestando “apoyo logístico” y vende armas a su aliado.
¡Falso! EEUU ha estado bombardeando el país durante años (y uno de los últimos
ataques, el 16 de noviembre del 2016, con misiles de crucero); además con este
argumento, los terroristas fabricantes de las bombas destinadas a cometer
atentados en las ciudades europeas, por ejemplo, no deberían ser juzgados por
no apretar el botón.
Obviamente, a ninguna de las facciones les preocupa
las víctimas civiles (si no miren a Gaza o Sudán); cada una pretende
a su manera mantener a la patria de Mahoma en la órbita de la potencia dirigida
hoy por los fanáticos evangélicos, mientras le exigen que “suelte la pasta”,
comprando armas o bonos del Tesoro de EEUU, sosteniendo el dólar. No van a
permitir que una tribu controlase el oro negro más barato del mundo y siga
chantajeando al imperio occidental.
Para terminar la guerra no hace falta
parar de vender armas a RAS, sino privarle de piezas de repuesto para los
artefactos bélicos que hoy posee.
Extraños
movimientos de MBS
La culpa toda
es del príncipe heredero que, cometiendo el espantoso crimen de
Khashoggi, puso al país que le protege en un grave aprieto. El 7 de febrero, el
senado presentó un proyecto de ley que impondría sanciones a los miembros de la
familia real saudí por el macabro complot, que no por el asesinato de cerca de
60.000 yemeníes por las bombas de la coalición y otros 85.000 niños que murieron
de hambre, según el grupo británico de “Datos sobre Localización y
Acontecimientos de Conflictos Armados”, cifras recortadas por los medios
oficiales. ¡Adivinen por qué en Yemen -que significa “prosperidad” frente a
Arabia desértica-, no aparecen los “cascos blancos” para salvar a los civiles, ni las
cámaras para denunciar lo que ocurre!
Por si fuera poco, el 24 de febrero, según
The Guardian, cuando el rey Salman estaba de visita oficial en Egipto y ¡sin su
hijo!, de repente, los leales al monarca en Riad enviaron a El Cairo a 30
hombres para reemplazar a su equipo de seguridad, fiel a MBS. En unos
movimientos que parecían un intento del golpe de estado, el príncipe, sin el
permiso del soberano, nombró a Reema Bint Bandar como embajadora de RAS en
EEUU, y a su hermano menor Khalid ministro de defensa. En 1995, el príncipe
Hamad bin Khalifa al Thani de Qatar depuso a su padre cuando el emir se
encontraba en Suiza. Al regresar a Riad, el heredero no apareció en el
aeropuerto para recibir al rey, que no aprueba la gestión del heredero en la
guerra contra Yemen, ni su acercamiento a Israel y aceptar el acuerdo
del siglo.
Las
amenazas a Arabia no vienen de Irán
EEUU no puede permitir que la primera
reserva del petróleo del mundo, y uno de sus bastiones
estratégicos Golfo Pérsico esté bajo el control de unos señores que
a veces actúan conforme a los intereses propios, ignorando los del imperio. “No
duraría ni dos semanas en el poder”, amenazó Trump a un rey Salman que se negaba
inundar el mercado de petróleo para bajar los precios y así
perdiendo dinero favoreciendo al presidente en la víspera de las elecciones de
noviembre en EEUU.
Los
que amenazan la estabilidad del régimen de Saud son:
1) EEUU, que al responsabilizar a Arabia Saudí
del 11S. en 2016, mostraba que Washington podrá cambiar su política
de apuntalar el destartalado totalitarismo político-religioso de Arabia, y
señalarle como
responsable de los actos terroristas en el mundo, lanzar una campaña
de denuncia contra el terror que sufren las personas acusadas del feminismo,
brujería, apostasía y homosexualidad, mostrando al planeta cómo antes de matar
a los condenados les destrozan el cuerpo con cientos de latigazos.
2) La oposición interna compuesta por:
a)
Los
Hermanos Musulmanes, grupo “moderado” (modelo Turquía y Qatar) que se presenta
como alternativa al wahabismo en los países sunnitas.
b)
Un
sector pro Al Qaeda-Daesh que se opone a la presencia de los “impuros”
estadounidenses en esta tierra sagrada. En enero del 2016, Riad ejecutó a
decenas de opositores sunnitas de esta tendencia. Algunos príncipes alqaedistas
(como Bin Laden) se mudaron a Yemen, desde donde organizan ataques terroristas
en Arabia. La banda ha podido robar bancos, adquirir sofisticados equipos
militares, y campar a sus anchas en Yemen. Un sector de la juventud saudí
siente simpatía hacia dichos grupos recibe a miles de terroristas enviados a
Siria para la “guerra santa” que ahora regresan a casas.
c)
Una
ascendente clase media y una juventud preparada que exigen algo de modernidad.
d)
Una
pobreza que azota al 20% de la población.
e)
La
minoría chiita, discriminada, que habita en la región más petrolífera del país.
f)
La
oposición democrática: los intelectuales y las feministas, abogados, etc. que
desde la “Primavera saudí” no paran de agitar su bandera.
g)
Decenas
de príncipes descontentos, víctimas de las purgas de MBS, quien ha formado una especie
de escuadrón de la muerte, para atemorizar a sus oponentes: ha
muerto Mansour Bin Muqrin, hijo del verdadero heredero el destituido Muqrin
al-Saud, en un accidente de helicóptero, y han sido apartados los gobernadores
de Riad y La Meca, los príncipes Turki y Mishal bin Abdullah. El sistema
sucesorio saudí es horizontal: Han sido los “Siete Magníficos”, hijos del
fundador del reino, Abdelaziz bin Saud, quienes han heredado el trono de mayor
a menor. Salman es el quinto. Al morir sus dos hermanos menores en 2015, el rey
provocó una lucha sucesoria entre los hijos de los “Siete”, destituyendo
primero al heredero legítimo Muqrin, y después a Mohammad bin Nayef (que además
fue detenido) para colocar a su propio hijo en 2017, el Trump
saudí.
Samuel
Huntington pronostica
Nadie, desde EEUU, puede salvar a la Casa
Saud de lo que Huntington denomina “El dilema
del rey” que, al realizar reforma sociales para fortalecer su
posición, es debilitado por la furia de las fuerzas reaccionarias: en 1964, el
Sha de Irán, bajo la presión de J.F. Kennedy y con el fin de evitar una
Revolución Roja lanzó su Revolución Blanca (Enghelab-e sefid) de 12 puntos
provocando una revuelta encabezada por los islamistas dirigidos por Jomeini por
dos de las reformas: la desamortización de las tierras “religiosas”, y el
derecho de la mujer al voto. El ayatolá fue desterrado, enviado a Irak, aunque luego
apareció en Francia.
Las reformas económicas en RAS harán
necesario convocar elecciones, donde al contrario de otras dictaduras de la
región, no existe ningún cauce (ni “amarillo” ni “vertical”) para la
participación de los ciudadanos. La ausencia de partidos que hacen de
amortiguador entre el poder y el pueblo hará que el choque sea frontal.
EEUU ha conseguido entrenar a las fuerzas
armadas de RAS y EAU en el campo real de la batalla, preparándolas para la
creación de la OTAN árabe, instalar una base naval en la isla de Samhah-,
mientras EAU se ha apoderado de la isla Socotra, y RAS sigue con el plan
deconstruir un gasoducto transyemení hacia el Golfo de Adén que le permitirá
eludir el tenso
Estrecho de Ormuz.
Washington avanza en su proyecto del Nuevo
Oriente Próximo, del que RAS tampoco se libra: pretende romper países grandes
para convertirlos en mini estados controlables: la Provincia Oriental chiita y
empapada del petróleo de Arabia puede unirse a Bahréin, sede
de la V flota de EEUU, un país de mayoría chiita, gobernado por un
régimen sunnita.
EEUU aun no quiere ni una “solución”
militar ni política. Le va bien la actual situación, que derivará a un reparto
del país entre los invasores, mientras los fabricantes de armas, Raytheon,
General Dynamics, Boeing y BAE Systems, hacen su agosto desvalijando a RAS y
EAU fabricando “bombas tontas con títulos de posgrado”.