Yemen:
el asesinato de Alí Saleh es un duro golpe a Arabia Saudí
Nazanin Armanian
www.publico.es / 051217
Yemen está en
estado de shock. El 4 de diciembre Ali Abdulah Saleh, el expresidente del país
de 75 años, la figura fija del tablero político del país desde medio siglo, fue
asesinado añadiendo más incertidumbre al futuro inmediato de la región.
Dos días antes, Saleh había hecho una
sorprendente declaración televisiva en la que 1) responsabilizaba a los
rebeldes hutíes y a la milicia de derecha fundamentalista chiita-sunnita
Ansarollah de la guerra y hambruna en el país, y 2) proponía negociar la paz
con la coalición liderada por EEUU-Arabia Saudi que bombardea el país desde el
marzo del 2015 para “liberarlo de los hutíes”. Arabia lo celebró como el
“regreso de Yemen a la Familia árabe” y pasó de llamarle el “dictador depuesto”
a el “ex presidente” de Yemen.
Llevaban meses negociando y Riad por fin
lograba romper la alianza entre las militares comandado por Saleh y los hutíes
(un grupo tribal que toma su nombre de su líder Abdul Malik al-Houti) que
pretende instalar una teocracia en el norte del país. Juntos habían conseguido
aterrorizar a los jeques lanzando misiles al propio territorio saudí.
Esta era la segunda jugada de Arabia de
este tipo en las últimas semanas. La primera fue secuestrar al primer ministro
libanés y forzarle a leer su carta de dimisión ante las cámaras y acusar entre
líneas a su socio de gobierno el partido chiita de Hizbolá de planear su
asesinato.
Después de la declaración televisiva,
Saleh ordenó a los militares bajo el mando de su sobrino el coronel Tariq
Mohammed Abdullah asaltar los cuarteles houti en Sanaa, el feudo de Saleh.
Sorprende que un político tan veterano haya podido cometer un error de aficionado
y traicionar tan alegremente a un grupo armado, sin antes haberse puesto a
salvo. El 4 de diciembre el apodado “Saddam junior” es asesinado en el sur de
Sanaa, zona bajo el control aéreo de Los Emiratos Árabes Unidos (EAU), lo cual
confunde sobre la identidad de los autores intelectuales del magnicidio.
El
hombre que amaba el poder
Saleh irrumpió en la escena político de
Yemen cuando siendo oficial del ejército participó en el derrocamiento de la
monarquía en 1962, con el respaldo de cincuenta mil soldados egipcios enviados
por el presidente Jamal Abdel Nasser. Entonces el Sha de Irán, Arabia Saudí,
Jordania, Israel, Francia y el Reino Unido apoyaban a la monarquía contra las
repúblicas nacionalistas árabes que se expandían por Irak, Siria, Libia y Egipto.
Mientras, en el sur, la guerrilla marxista respaldada por la Unión Soviética
ganaba el pulso al colonialismo británico, declarando en 1967 el nacimiento del
primer estado árabe socialista
de la historia: la República Democrática Popular del Yemen. En el norte, Yemen
seguirá el camino opuesto: un capitalismo dependiente de EE.UU., Gran Bretaña y
Arabia Saudí.
Saleh se convierte en el presidente del
Yemen del Norte 1978, y con la desintegración de la URSS en 1991 y las
concesiones unilaterales del gobierno socialista del Sur, será el caudillo de
todo Yemen: desmanteló la educación universal y gratuita en el Sur, la pensión
para ancianos y discapacitados, empujándoles a cientos a la mendicidad, y
restauró el Código de Familia religiosa, atentando contra los derechos
conquistados de las mujeres. Luego cooperó con EEUU y Arabia a entrenar a los
yihadistas anticomunistas afganos; islamizó el país, sembrándolo de decenas de
escuelas teológicas wahabitas financiadas por Riad, provocando la ira de otras
comunidades religiosas como la Zaidi (una rama del islam entre sunismo y
chiismo) la fe que profesan los Houties y también el propio Saleh, mandó a
matar en 2004 al líder de ésta tribu, Badr al-Din y desmanteló su autonomía
teocrática instalado en la provincia norteña de Saada.
Tendrá que ser la gran “Primavera Yemení”
en 2011 que ponga fin a 34 años de aquella dictadura férrea.
Sin embargo, en un contexto dominado por
los grupos reaccionarios, EEUU y Arabia lograron agostar esta “primavera”,
reemplazando a Saleh por el vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, y con ello
imposibilitar cualquier reforma económica, política y social. Hicieron lo mismo
en Egipto y Túnez, y destruyeron el estado libio y también el sirio: Empezaban así nuevos conflictos en Yemen,
en parte porque Hadi fue incapaz de liderar una transición, y porque Saleh se
quedó en el país tramando el plan del regreso al poder formando una alianza con
sus viejos enemigos y víctimas, los guerreros Houties para derrocar a Hadi.
Otra
masacre autorizada por el Consejo de Seguridad
La agresión militar de la coalición
árabe-occidental en el marzo del 2015 fue aprobada por una resolución del
Consejo de Seguridad (o sea, que no fue vetada ni por China ni por Rusia), bajo
el pretexto de “proteger a Yemen y a su pueblo de la continua agresión de los
houties” chiitas. El silogismo de que, si los houtis son chiítas, todos los
chiítas son houtis, y además unos y otros son la quinta columna de Irán se
sostiene en una lógica interesada. Según WikiLeaks, en 2007 el gobierno de
Saleh utilizó los restos de un drone de EEUU caído en el sur de Yemen para
presentarlos como el avión iraní derribado por su ejército. Saleh recibía
millones de dólares de Washington para la supuesta lucha contra el terrorismo,
mientras mataba de hambre y pobreza a miles de los ciudadanos.
Desde el 2015, la coalición ha sido
acusada de cometer crímenes de guerra, por arrasar con toneladas de bombas
viviendas, hospitales, escuelas, depósitos de alimentos, instalaciones
eléctricas, impedir la ayuda humanitaria a millones de personas. Se trata de un
banquete de sangre y expolio de los
recursos naturales de Yemen y hacerse con el control de su posición
estratégica.
Arabia le urge salir del pantano yemení:
han gastado cientos millones de dólares al mes en la conquista de Yemen que
iban a hacerlo en seis meses, y no se le ve el final. Sólo han conseguido provocar la mayor crisis humanitaria del mundo.
El bloqueo por tierra, mar y aires impuesto por EEUU-Arabia a Yemen no sólo se
debe a que están utilizando la comida como arma de guerra, sino que también
pretende ocultar lo que sucede en el infierno yemení.
El régimen de Trump ha duplicado el número
de ataques aéreos sobre Yemen, llegando a 93 en comparación con un los 40 del
año anterior.
Por ello, Riad con la mediación de la
embajada rusa en Sanaa empezó unas negociaciones con Saleh el mes de agosto y
le impuso su condición para devolverle el poder: romper la alianza con los
Houties. Éstos que nunca se fiaron de Saleh, como represalia detuvieron a
ciento de seguidores de su aliado traidor y el 4 de noviembre lanzaron un misil
contra el aeropuerto de la capital saudita Riad, dañando seriamente la imagen
de seguridad que proyectan los jeques. Rusia que apoya al presidente Hadi
(quien había estudiado en una escuela militar en la URSS y ahora sirve a EEUU y
Arabia) se ha ofrecido para mediador en el conflicto; En abril de 2013, Hadi
visitó a Putin en Moscú, mientras Saleh intentaba ganar su simpatía con una suculenta
oferta en 2016: ¿Qué tal una base naval las estratégicas aguas de Yemen?
En Yemen «Puerta del paraíso» -así
significa su nombre-, lo que determina las fidelidades políticas no es la
afiliación religiosa sino los lazos tribales. El tinte sectario del actual
conflicto es el resultado del derrumbe de las ideologías y movimientos sociales
y políticos así como de la
geopolítica de las forzadas alianzas interislámicas.
Con el aumento de la tensión en Bahréin,
Yemen y Arabia Saudí (que mantiene secuestrados
a unos 200 millonarios en un hotel), el escenario político de la
Península Arábiga se complica aún más. A demás, el príncipe heredero de Arabia,
Mohammad Bin Salman y Ahmed Salah, hijo del expresidente asesinado, quien puede
ocupar el puesto de su padre, son enemigos. Ahmad fue embajador de Yemen en
EUA-otro país miembro de la coalición agresora-, detalle que no pasará
desapercibido en un ambiente empapado de desconfianza.
Ante los ojos del mundo 17 millones de
yemeníes van muriéndose lentamente por las bombas, el hambre, sed, cólera y
dolor, y los criminales responsables de ello andan sueltos, preparando más
masacres.