Por: Miguel Antonio Bernal
Los que luchamos por el futuro
somos siempre estorbados
por los que nada intentan
Panamá está
cada vez más fragmentado socialmente y con una agravada incompetencia política,
de parte de los gobernantes politiqueros. Las limitaciones de las acciones
ciudadanas a las crecientes inequidades y el oportunismo político, seguirán imperando bajo la normativa constitucional
existente y, reforzadas con la regresiva legislación electoral, destinada a
favorecer a la partidocracia y una oligarquización de la competencia electoral
No es nada
fácil lo cotidiano para quien quiere ser ciudadano. La ausencia de objetivos
comunes dónde, los que más poder tienen, más pueden, les permite –vía la
manipulación- arrebatarnos el ayer, no dejarnos que tengamos el hoy y tampoco
quieren que alcancemos un mañana.
Es por ello
que, hartos como estamos de la política tradicional, en la que la corrupción y
la impunidad, le permiten a los corruptos querer negarnos el futuro posible al
que tenemos derecho, debemos actuar decididamente para producir los cambios
necesarios fuera de un ambiente de emergencia y de crisis. No podemos seguir de espaldas al mundo
globalizado y menos aún apadrinar la violencia que, los mediocres que
gobiernan, buscan imponer.
La
democracia en Panamá no ha alcanzado el rendimiento institucional necesario a
una sociedad moderna. Ello se debe al querer hundirnos en los más deleznables
criterios electoreros que impiden la elevación de la calidad de nuestra vida
pública. Esto acarrea que las estructuras clientelistas de poder continuen sin
rendir cuentas, sin ser transparentes y huerfanos de sentido democrático.
El futuro es
posible si nos despojamos, de una vez por todas, del querer continuar con la
idea de introducir correcciones, reformas, enmiendas, remiendos y/o parches a
una Constitución fallida.
Enero 1 del 2018
Tal
vez podemos empezar el 2016 aprendiendo a ser mejores ciudadanos.