Nazanin Armanian
www.publico.es
/ 231217
Mientras EEUU desafía al mundo entero, entregando Jerusalén a Israel,
China y Rusia toman el protagonismo para resucitar el “proceso de paz” en apoyo
a una Palestina independiente sobre la base de las fronteras de 1967 con
Jerusalén Este como capital. Pero, ¿es viable la solución de 2 Estados (S2E), palestino e israelí?
De
un Estado a dos
Los puntos álgidos del conflicto
palestino-israelí muestran el tortuoso proceso de la resistencia de un pueblo
despojado de los más elementales derechos humanos:
• Entre 1919 y 1939, Palestina, de mayoría
árabe y con una minoría judía, lucha para liberarse del colonialismo británico,
que había dividido su tierra entre Transjordania (ahora el estado de Jordania)
y Palestina (hoy Israel y Cisjordania / Gaza).
• En 1947, la ONU plantea “El Plan de
Partición” de Palestina: nace la S2E, uno judío en el territorio al oeste del
río Jordán, y otro palestino. La Gran Bretaña llevaba años ejecutando el
proyecto de crear “un Ulster judío en el corazón de Oriente Próximo”. Los
árabes rechazan la propuesta, mientras un sector de la izquierda árabe y judío,
influido por la línea marcada por la Unión Soviética (que consideraba el
conflicto entre el colonialismo sionista europeo y los palestinos un conflicto étnico-religioso),
la respalda. El nuevo imperio, los EEUU, empieza a apostar por Israel
como su brazo ejecutor en la región, quien cooperará en aplastar los
movimientos progresistas y frenar la influencia de la URSS.
• En 1967, cuando el Estado de Israel ya está creado
pero el mundo se ha olvidado del Estado Palestino, el chovinismo israelí vence al
nacionalismo árabe durante la Guerra de los Seis Días y tanto la
Franja de Gaza y como Cisjordania son ocupadas por Israel; hecho que reafirma
la convicción de los derrotados en la necesidad de desmantelar el Estado
israelí e instalar en su lugar un Estado democrático y secular.
• Al principio de los ochenta, la masacre
de Sabra y Chatila,
como parte del plan israelí de hacerse con el control del
Líbano, golpea duramente a la OLP, que además es hostigada por Siria y la extrema derecha sunnita y
chiita libanesa. La posición de las fuerzas progresistas palestinas
se debilita de forma dramática. En 1985 la organización dirigida por Yaser
Arafat tendrá que abandonar el Líbano e instalarse en Túnez.
• 1987: el avance de los asentamientos
judíos provoca la primera Intifada. Un años después el Rey Hussein renuncia a
los derechos de Jordania sobre Cisjordania en favor de la OLP.
• 1991: la OLP tendrá que abandonar la
idea de recuperar Palestina y cederá ante Israel, por los siguientes motivos:
1. El colapso de la URSS, el principal
defensor de la causa palestina.
2. La retirada de la ayuda económica por
parte de Arabia Saudí y Kuwait por el apoyo de Arafat a Sadam Hussein en la
Guerra del Golfo Pérsico. Expulsión de decenas de miles de trabajadores
palestinos.
3. La pérdida del apoyo popular a la OLP
por la creciente corrupción en su aparato directivo.
4. La derechización de la sociedad israelí,
y su negativa a restablecer la legalidad exigida por la ONU.
• 1993: Una OLP acorralada por Israel y
EEUU firma los Acuerdos de Oslo que prevé un pseudoestado palestino (débil,
subdesarrollado y desarmado) en Gaza y Cisjordania, y el reconocimiento de la
soberanía de Israel sobre el resto de sus territorios históricos. Hamás, el
Yihad Islámico y el Frente Popular para la Liberación de Palestina se oponen a
la S2E ya que pondría fin al anhelo de los refugiados palestinos de regresar a
la patria.
Barreras
ante la fundación del Estado palestino
• Israel no tiene ninguna intención de
permitir un Estado palestino. ¡En las aguas de Gaza hay una enorme reserva de gas! Que
Netanyahu cada día hable de la “amenaza iraní” es para desviar la atención
pública de la progresión de sus fuerzas militares en las tierras palestinas y para seguir avanzando con sus
políticas de exterminio, sin llamar la atención.
• Los países árabes, que han conseguido
someter a la OLP a sus intereses a través de la ayuda humanitaria, temen el
impacto que pueda tener una lucha exitosa de palestinos en sus feudos.
• La construcción de un muro al oeste de
Cisjordania de 810 km de longitud por Israel en 2002, con el que se ha
apropiado de las tierras de cultivo palestinas y el mayor acuífero de
Cisjordania.
• Crecen los asentamientos israelíes en
Cisjordania (con unos 400,000 colonos judíos) y no hay ninguna posibilidad de
desmantelarlos. La anexión de facto de Cisjordania a Israel es un hecho, y no
hay territorio continuo para formar un país palestino. Israel ha creado en
Palestina algo parecido a las reservas de nativos americanos en EEUU:
¿Y
un Estado binacional?
Ante esta situación, los líderes
palestinos empiezan a barajar la posibilidad de la Solución de un Estado
Binacional (SEB) en el que el poder estaría compartido entre ambos pueblos y
los ciudadanos tendrían los mismos derechos. Edward Said incluso creía que era
la fórmula que posibilitaría la paz entre ambos pueblos. Pero esta opción
hoy es poco realista debido a que:
• La mayoría de los palestinos la rechazan.
Sería renunciar al sueño de un Estado-nación palestino en todo el territorio al
oeste del río Jordán. Otros creen que Israel es irreformable, ya que el sistema
del apartheid está en la naturaleza del Estado sionista. Decía Bob Avakian, el
comunista estadounidense, que “después del Holocausto, lo peor que le ha
sucedido al pueblo judío es el Estado de Israel”.
• Para los israelíes, como el político
Ehud Olmert, sería el fin del Estado de Israel si los palestinos abandonan la
demanda de su propio Estado en favor de “una persona, un voto” dentro de un
mismo Estado. Porque Israel tendría que otorgar los derechos de la ciudadanía a
los palestinos y dejar de ser un Estado judío.
• Para que sea viable, ambos pueblos
deberían tener el mismo poder económico y político para no avasallar al otro. Y
no es el caso. Los ciudadanos judíos de mayor poder adquisitivo podrían
instalarse en las tierras fértiles “palestinas” aumentando la brecha entre
ambos pueblos.
• Hoy, abogar por la SEB significa invitar
a Israel a anexionarse legalmente lo que queda de Palestina y despojar a sus
gentes de cualquier derecho. Quizás ésta solución sirva para cuando Israel se
haya liberado de la ideología sionista.
Hay
una tercera alternativa
El tiempo ha confirmado que es un error
subordinar la lucha de clases a la lógica de la liberación nacional, sobre todo
si esta lucha está dirigida por las fuerzas de derecha. Los comunistas
palestinos rechazan tanto la S2E como la SEB y proponen fundar un nuevo Estado
democrático que reemplace a “Israel” y a “Palestina, y esté libre de la
supremacía de una religión o una etnia sobre otras y de cualquier otra forma de
discriminación de los ciudadanos. Ya que el enfoque nacionalista simplista
oculta el hecho de que tanto Israel como Palestina son sociedades capitalistas
con numerosas contradicciones en sus senos.
La mayoría de los israelíes y palestinos,
aunque en diferentes niveles, comparten preocupaciones: trabajo, vivienda,
sueldo digno, corrupción, y ni la S2E ni la SEB podrían paliar los problemas
del desempleo, vivienda, sueldos bajos, y las discriminaciones étnicas, de
género, etc, que padecen.
Esas graves diferencias sociales existen
no sólo entre los israelíes y los palestinos sino también dentro de cada grupo.
Cerca de 1,8 millones de ciudadanos de Israel (de sus 8,5 millones), incluidos
840.000 niños, vivían en 2016 en la pobreza extrema. En Jerusalén, el 55% de
los niños viven por debajo del umbral de la pobreza. El 9 de diciembre, 10.000
israelíes protestaron en Tel Aviv contra la corrupción del gobierno de
Netanyahu, y una semana después los empleados de Teva, la mayor fabricante
mundial de medicamentos genéricos, ocuparon las calles de Tel Aviv denunciando
el plan de la compañía de despedir a cientos de trabajadores. Por su parte, en
la Cisjordania ocupada, durante marzo del 2016 miles de profesores de escuelas
públicas participaron en una huelga que duró varias semanas exigiendo una
subida salarial.
Sin embargo, hoy no existe una verdadera
alternativa de izquierda en los dominios de la Autoridad Palestina ni en los de
Israel. Además, el destino del pueblo palestino está enlazado con la situación
política de la región que está sumida en una profunda crisis, y azotada por
varias guerras imperialistas que amenazan con extenderse.
Las ideas en torno a la destrucción del
“otro” pueden complacer las emociones más primitivas, pero no representan
ninguna solución a este dramático conflicto. La lucha palestina requiere una
estrategia realista (con utopía incluida) basada en un movimiento amplio y fuerte,
capaz de atravesar las líneas sectarias. Si bien es cierto que cerca de la
mitad de los israelíes piden la expulsión de los árabes de las tierras
sagradas, la otra mitad se opone a este despropósito.
Son momentos muy complicados para los
líderes palestinos. Necesitan prometer una solución a su pueblo para mantener
la esperanza de que no sólo es su derecho, sino que también es posible.