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El jueves 30 de marzo, a dos meses de las
elecciones del Estado de México, Enrique Peña Nieto invitó a comer, en Los
Pinos, a los obispos de esa entidad para pedirles apoyar a su primo Alfredo del
Mazo. A todos les besó el anillo episcopal, pero sólo a uno se le arrodilló: A Carlos
Aguiar Retes, el arzobispo de Tlalnepantla que sustituirá a Norberto Rivera
Carrera como primado de México.
Es un mal mensaje del papa Francisco a
México: A la capital del país, de sello claramente progresista, envía a un
personaje tanto o más conservador que Rivera Carrera, un clérigo de la élite y
no un pastor como se asume el jefe del Vaticano, pero además político y
claramente identificado con el grupo en el poder que Peña quiere que siga
hegemonizando el país.
Ante las elecciones, en particular las del
Estado de México en que Peña impuso a su primo Del Mazo, entre Norberto y
Aguiar sí hubo posiciones contrastantes: Mientras que éste asumió
posicionamientos desabridos, “Desde la fe”, el órgano de la Arquidiócesis de
México, hizo una durísima crítica a las prácticas de defraudación electoral de
las “camarillas y dinastías asidas a un poder que se niegan a dejar”.
En “Elecciones de escándalo”, como tituló
el semanario “Desde la fe” en su editorial del domingo 2 de abril, la
Arquidiócesis Primada de México censuró el despilfarro electoral y, en
referencia al gobierno de Peña y específicamente al secretario de Hacienda,
José Antonio Meade, ahora candidato presidencial priista, preguntó: “¿Para esto
se usa el dinero del gasolinazo?”
Pese a que no mencionó al PRI ni a Peña,
el semanario de la iglesia censuró que “la manipulación, clientelismo y compra
cínica y desvergonzada de votos; entrega de despensas y teléfonos celulares,
así como la distribución de tarjetas y monederos electrónicos, se unen al uso electorero
de programas de desarrollo social, condicionando los beneficios a cambio de
copias de credenciales de elector, lo que, por cierto, es un delito”.
Y en uno de los párrafos más críticos,
afirma: “Los mexicanos volvemos a ser testigos de elecciones caras que nos
cuestionan si de verdad valió la pena una reforma estructural
político-electoral, cuando los hilos de este proceso se mueven por quienes
controlan millonarios recursos que avientan como migajas. Usar electoralmente
el hambre, además de ser inmoral, es una de las peores faltas sociales que
implican la destrucción de la democracia, poniéndola en manos de camarillas y
dinastías asidas a un poder que se niegan a dejar”.
Aguiar, por su parte, guardó silencio
sobre las prácticas de defraudación electoral del gobierno estatal y federal
para imponer a Del Mazo. No sólo eso: Fue el que celebró el matrimonio del
gobernador Eruviel Avila, presidente del PRI de la entidad donde será el máximo
jerarca de la Iglesia católica.
El sustituto de Norberto, quien hoy entra
en funciones pero su toma de posesión oficial es hasta el 5 de febrero
–aniversario de la Constitución–, fue también arzobispo de Texcoco y
allegadísimo no sólo del Grupo Atlacomulco, sino amigo del propio Peña.
El sociólogo Bernardo Barranco, experto en
religiones y consejero electoral en el Estado de México, lo descibe así:
“Aguiar, siendo arzobispo de Tlalnepantla,
mantuvo, desde el inicio, una estrecha colaboración con el entonces gobernador
Peña Nieto, al grado de que lo apoyó en su primer gran acto de destape como
precandidato a la Presidencia de la República. Lo llevó a Roma junto con su
novia Angélica Rivera para presentarle al papa Benedicto XVI bajo los intensos
reflectores de Televisa.
“Como presidente de la Conferencia del
Episcopado Mexicano (2006-2012) Carlos Aguiar fraguó la reforma al artículo 24
constitucional sobre la libertad religiosa introducida en la Cámara de
Diputados en diciembre de 2011. Contó con el apoyo decidido del candidato del
PRI a la Presidencia, Enrique Peña. En la versión original de la iniciativa
constitucional presentada por el diputado priista López Pescador venía la
intervención plena de la Iglesia católica en las escuelas públicas para otorgar
catecismo, así como poseer medios de comunicación y reconocía una amplia
participación política de los actores religiosos, aun en tiempos electorales.
La iniciativa fue matizada y reformulada hasta la versión constitucional
actual, vigente desde 2013”.
La llegada de Aguiar, entonces, sólo
augura la consolidación en la iglesia católica mexicana de la opción
preferencial por los ricos, el fortalecimiento de la relación de ésta con el
grupo priista que tiene como candidato a Meade –un devoto católico–, el avance
de la agenda ultraconservadora y la impostura de Francisco, jefe político de El
Vaticano.