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“Esta es una llamada de auxilio”,
comienza. “Los gobiernos de Finlandia y Noruega están tratando de ilegalizar la
pesca del salmón practicada por el pueblo sami y otorgar nuevos derechos de
pesca a los ricos que han construido cabañas en nuestras tierras. Es un robo a
plena luz del día. Se nos niega el derecho a nuestra cultura y el acceso a una
de las fuentes de alimentos fundamentales en el Ártico”.
Quien habla es Aslak Holmberg,
vicepresidente del Consejo Sami, el cual representa los intereses del pueblo
indígena sami en Finlandia, Noruega, Suecia y Rusia. También es pescador en
Nuorgam, localidad del municipio más septentrional de Finlandia, Ohcejohka
(Utsjoki en finés).
“He pescado el salmón con mi padre desde
que tengo memoria y he aprendido más de lo que sería capaz de explicar sobre la
subsistencia, la naturaleza, el idioma y la cultura”.
El vídeo fue publicado en marzo, días
antes de que el Gobierno finlandés firmara con Noruega un acuerdo que modifica
drásticamente los derechos de pesca en el río fronterizo, el Deatnu (Teno en
finés, Tana en noruego).
Los permisos tienen que comprarse en línea
y por número de horas y días específicos; cada pescador debe comprar su propio
permiso; y los afluentes, que antes eran exclusivos para la población local,
ahora son accesibles a cualquier persona que compre los derechos de pesca.
El acuerdo es un intento de Noruega y
Finlandia de proteger el salmón ya que el río Deatnu alberga una de las
poblaciones de salmón más diversas del mundo. Sin embargo, los lugareños
destacan que los derechos de pesca para las técnicas tradicionales utilizadas
por el pueblo sami se han reducido de manera desproporcionada, es decir, en un
80%, mientras que la pesca recreativa ha experimentado una disminución del
30-40%.
“Dicen que están protegiendo el salmón de
nosotros. ¿De nosotros? ¿Quién depende más del salmón que nosotros? Esta
actitud despectiva y paternalista hacia los pueblos indígenas es común en todo
el mundo y todavía parece que es completamente aceptable en Noruega y
Finlandia”, asegura Holmberg.
“Están dispuestos a sacrificar toda la
cultura sami de la pesca del salmón. Este acuerdo es la más clara violación del
derecho de los pueblos indígenas a la autodeterminación e incluso a la
consulta”.
Los
únicos pueblos indígenas de Europa
Entre 75.000 y 100.000 miembros del pueblo
sami viven en la región ártica de Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia. La
mayoría vive en Noruega y Suecia, aproximadamente un 10% en Finlandia y
alrededor de 2.000 en la Federación de Rusia. Son una comunidad indígena cuya
vida está estrechamente vinculada a su patria, Sápmi (conocida en español como
Laponia).
La cría de renos es probablemente el más
reconocido de los medios de vida tradicionales del Ártico, pero la pesca es
otra parte esencial de la vida del pueblo sami.
Al igual que los pueblos indígenas de todo
el mundo, los sami o lapones han tenido que hacer frente a la incursión, a la
colonización y a las industrias extractivas, ya que se les grava en cueros y
pieles de caza desde el siglo XV.
En Noruega, se prohibió la escolarización
en lengua sami desde finales del siglo XIX hasta después de la Segunda Guerra
Mundial. Muchos sami también se vieron obligados a adoptar un nombre noruego
como requisito previo para poseer tierras.
En Suecia y Finlandia, estas políticas no
eran oficiales, pero muchos sami de mayor edad todavía hablan de la vergüenza
que comportaba su idioma y cultura.
También en ambos países, muchos niños
indígenas fueron enviados a internados donde no se les permitía hablar su
propio idioma.
Los derechos a la cultura y al idioma
ahora están garantizados en todos los Estados donde viven poblaciones sami,
excepto en Rusia, pero los conflictos en torno a la pesca y los derechos
territoriales subrayan las diferentes interpretaciones que los Estados
occidentales y los pueblos indígenas atribuyen a la “cultura”.
“Los medios de vida tradicionales y la
utilización de nuestras tierras, aguas, incluidas las del mar, y los recursos
naturales constituyen el fundamento de la cultura y la identidad del pueblo
sami”, afirma una declaración de la Conferencia Sami, el máximo órgano rector
del Consejo Sami.
Los intereses del pueblo sami están
representados por los Parlamentos sami en Finlandia, Suecia y Noruega, así como
por el Consejo que se extiende a todos los Estados. Sin embargo, su poder es
solo consultivo.
“Pueden
oírnos, pero no nos escuchan”
El cambio climático también plantea nuevos
desafíos para el pueblo sami. Los veranos más cálidos permiten a las especies
del sur migrar más al norte, y los inviernos imprevisibles afectan a los medios
de vida tradicionales que dependen de patrones estacionales, tales como el
pastoreo de renos. Asimismo, hace que la región ártica sea más accesible para
la industria.
En los últimos años ha habido un auge
minero en la región del Ártico. Un conflicto aún en curso sobre tierras de
pastoreo de renos en relación con una mina de mineral de hierro en Kallok,
Suecia, ocupó los titulares internacionales en 2013. La región del
Ártico también posee importantes reservas de uranio, oro, diamantes, zinc,
platino y níquel, así como gas y petróleo.
La respuesta del Parlamento sami sueco al
interés mostrado en la extracción ha sido muy clara: “Mientras espera la
ratificación y aplicación en la legislación sueca del [Convenio sobre pueblos
indígenas y tribales, 1989] 169 de la OIT y el Pacto nórdico sami, el
Parlamento sami sueco quisiera una moratoria sobre toda explotación en Sápmi
[Laponia]. Todos los recursos naturales, tanto en la superficie como bajo
tierra que se encuentran en el territorio tradicional sami pertenecen al pueblo
sami. Esta cuestión se especifica claramente, entre otros, en el artículo 26 de
la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas”.
Por otra parte, Finlandia está planeando
una línea de ferrocarril hacia el Mar Ártico. Heikki Paltto, pastor de renos y
vicepresidente del Parlamento sami finlandés, comenta a Equal Times su
preocupación por iniciativas tales como este ferrocarril:
“Los pueblos indígenas y la cría de renos
deberían tenerse en cuenta a la hora de planificar grandes proyectos. Por lo
menos, deberían evaluar sus diversos impactos. Por lo general, en los asuntos y
la legislación que atañe al pueblo sami nuestros puntos de vista apenas se
toman en cuenta”.
“Pueden oírnos, pero no necesariamente nos
escuchan. Siempre dicen que tienen las mejores intenciones, pero en realidad
Finlandia no respeta nuestros derechos humanos”, denuncia Paltto.
Si lo hicieran, afirma el pastor y
político, el acuerdo de pesca del río Deatnu no se habría “hecho como se hizo”.
Finlandia también actualizó su legislación sobre administración forestal el año
pasado, y una cláusula que impedía el debilitamiento de la cultura sami quedó
excluida de la versión final del texto legislativo.
Finlandia y Suecia, al igual que Rusia, no
han ratificado el Convenio número 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).
Derechos
y Moratoria
Anni Ahlakorpi, concejal local de
Ohcejohka, describe el vídeo de Holmberg sobre el acuerdo de pesca como una
“señal de alerta”. Se niega incluso a denominar “acuerdo” a estos nuevos
arreglos: “No estuvimos de acuerdo. Todos aquí estaban en contra, el municipio
de Utsjoki estaba en contra, los negocios locales estaban en contra, el
Parlamento sami, los distritos pesqueros también estaban en contra, por lo que
es engañoso llamarlo ‘acuerdo’”.
Se ha unido al movimiento que ahora se
conoce como Ellos Deatnu! (¡Larga vida al
río Deatnu!). Se ha declarado una moratoria sobre la isla de Čearretsuolu
formada por el río, donde la población local desobedece activamente la nueva
legislación.
El movimiento ha galvanizado a la
comunidad local. A fines de julio, más de 700 personas asistieron a un
concierto benéfico en Ohcejohka, una ciudad que cuenta solamente con una
población de 400 y un centro con un supermercado, un bar y una gasolinera. Pero
Ahlakorpi considera a Ellos Deatnu! como
una continuidad de movimientos anteriores en Sápmi, tales como la resistencia a
la mina Kallok.
Ellos
Deatnu!
también ha escrito a los gobiernos de Finlandia y Noruega, pidiéndoles que
proporcionen la prueba de que tienen derecho sobre el río.
“Si pudieran mostrar una carta, una
declaración o un acuerdo donde la población local haya otorgado los derechos al
Estado, le rogamos que nos la muestren. Hasta donde sabemos, nadie a nivel
local ha firmado un documento para otorgar la propiedad del río a los Estados
nacionales”, explica Ahlakorpi.
Como señala Paltto desde su casa rodeada
de una espesa naturaleza agreste convertida en parque nacional, pero que a su
vez es la zona de pastoreo de sus renos: “Nuestros padres han vivido aquí
durante mucho tiempo y siempre nos han dicho que estas tierras son nuestras.
“Hemos crecido con esta idea y es algo
natural para nosotros. Y, desde luego, queremos protegerlas. Ahí está el origen
del conflicto”.