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Grecia no es Argentina
Raúl Zibechi
www.alainet.org/030715
Dos destacados economistas y premios Nobel, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, coinciden en que los griegos deben decir No a la propuesta de la troika de continuar con la política de austeridad. El ejemplo del default argentino en 2001 es una de las razones esgrimidas.
Dos destacados economistas y premios Nobel, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, coinciden en que los griegos deben decir No a la propuesta de la troika de continuar con la política de austeridad. El ejemplo del default argentino en 2001 es una de las razones esgrimidas.
Krugman sostiene que “Grecia debe votar "no", y su gobierno debe estar listo para, si es necesario, abandonar el euro”, entre otras razones porque todo el caos imaginable con una salida del euro ya está hecho y la desvalorización de la moneda puede ser el primer paso comenzar la recuperación de una economía que se achicó un 27 por ciento desde que comenzó la austeridad, cinco años atrás. Además, es la única forma de que Grecia recupere su independencia como nación (El País, 29 de junio de 2015).
Stiglitz se enfoca en la experiencia argentina, que conoce de cerca. “Después del default, Argentina empezó a crecer a una tasa del 8 por ciento anual, la segunda más alta en el mundo después de China. La experiencia argentina prueba que hay vida después de una restructuración de deuda, y después de dejar un sistema cambiario”. Por el contrario, considera que el euro fue exitoso sólo ocho años y ha fracasado (BBC Mundo, 30 de junio de 2015).
Aunque el análisis de fondo es plenamente compartible, ya que urge salir de la austeridad impuesta por el FMI y el Banco Mundial, lo sucedido en Argentina no admite comparaciones con el caso griego, por lo que convendría separar el default (ya sucedido) de la salida del euro (harto improbable).
Tres son las diferencias que separan Grecia de Argentina.
La primera es la calidad de los gobiernos. El default argentino se produjo bajo el gobierno neoliberal de Fernando de la Rúa, luego de una década de neoliberalismo salvaje, bajo los dos gobiernos de Carlos Menem (1989-1999), que llevaron a la privatización de las empresas estatales, la destrucción de la industria y altos niveles de pobreza y desocupación. El default fue un doble y simultáneo quiebre: de las políticas económicas privatizadoras y de los gobiernos que las sustentaron. En Grecia no existe la descomposición política que se produjo a fines de 2001 en Argentina.
La segunda es el fuerte protagonismo popular. Aunque el default fue declarado formalmente por el presidente interino Adolfo Rodríguez Saa, que estuvo apenas siete días en el cargo, en realidad fue la calle la que impuso la suspensión de pagos. En medio de una amplia insurrección nacional, en la que confluyeron los sectores populares y las clases medias (piquete y cacerola), y una dura represión que se cobró la vida de 39 personas en dos días, el presidente debió abandonar precipitadamente la Casa Rosada en helicóptero.
En los días de las insurrecciones se produjeron miles de cortes de rutas y calles, cientos de manifestaciones espontáneas, cientos de escraches y cacerolazos, se crearon infinidad de asambleas barriales (unas 300 sólo en Capital Federal) y las calles y plazas fueron ocupadas por la población. El Estado y las fuerzas policiales fueron completamente desbordadas y neutralizadas por la masividad de las protestas.
En este punto, debe recordarse que los trabajadores argentinos tienen una larga experiencia de desborde de los cuerpos represivos. Sin remontarse a las memorables jornadas de principios del siglo XX, y circunscribiéndose sólo a las cinco décadas anteriores, encontramos: la insurrección del 17 de octubre de 1945, los dos Cordobazos (1969 y 1971), el Rosariazo (1969), una decena de puebladas en Mendoza, Cipolletti, Corrientes, Tucumán y Casilda, entre las más conocidas. A esa tradición deben sumarse los levantamientos de la década de 1990: las 76 acciones de protesta con ataques a edificios públicos o viviendas de dirigentes políticos, registradas desde el motín popular de Santiago del Estero en diciembre de 1993 hasta el fin del gobierno de Menem. (1)
En tercer lugar, la realidad geopolítica global es bien diferente de la que se vivía en 2001. Eran los años finales del mundo unipolar centrado en los Estados Unidos, cuyo declive se aceleró en los años posteriores con las fracasadas invasiones a Irak y Afganistán; declive precipitado con la crisis de 2008 cuyo epicentro estuvo en Wall Street. En 2001 aún no se había formado la alianza BRICS que reúne a los principales países emergentes; Rusia y China no significaban un desafío para la hegemonía de Washington y el dólar no contaba con la competencia que hoy le oponen divisas como el yuan. Argentina no tenía alternativas a la financiación del FMI y del Banco Mundial.
La situación de Grecia es completamente diferente. El primer ministro Alexis Tsipras ha viajado en varias ocasiones a Rusia donde ha estrechado lazos diplomáticos y económicos. En el reciente Foro Económico de San Petersburgo, fue firmado un memorándum para la construcción del gasoducto Turkish Stream que unirá Rusia y Grecia a través de Turquía. China, por su parte, tiene grandes inversiones en Grecia, en particular en el puerto de El Pireo y en metales raros.
Grecia es una pieza geopolítica clave para la OTAN. Una eventual alianza entre Atenas y Moscú sería un dolor de cabeza para el Pentágono y una grieta en bloqueo occidental a Rusia. En síntesis, Grecia tiene a la mano opciones con las que Argentina no podía soñar en 2001. Eso mismo hace que una salida de Grecia del euro sea muchísimo más grave para Occidente que el default argentino, en un escenario global cargado de tensiones y de amenazas para la paz.
Nota:
(1) María Celia Cotarelo, “La protesta en la Argentina de los '90”, revista Herramienta N° 12, marzo de 2000.
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.
Irán y el reordenamiento global
El acuerdo sobre el
programa nuclear iraní fue recibido como una bomba en varias capitales del
Próximo y Medio Oriente, particularmente en Tel Aviv y Riad, los dos mayores
enemigos de Irán. Tanto Israel como Arabia Saudita consideran el acuerdo como
una catástrofe para sus intereses y razones no les faltan. Con el acuerdo, la República Islámica sale del ‘club de los malditos’,
legitimada políticamente, fuerte militarmente y con un abanico extenso de
posibilidades económicas, comerciales y científico-técnicas, fundamentadas en
los enormes recursos energéticos del país.
Apenas terminadas
las reuniones, los gobiernos de Rusia e Irán anunciaban la puesta en marcha de
decenas de proyectos conjuntos, desde la construcción de centrales nucleares al
desarrollo de yacimientos de hidrocarburos, pasando por construcciones
ferroviarias y un incremento exponencial del comercio. Producción de maquinaria
pesada, aviación, generación eléctrica, astilleros, productos agrícolas y
alimenticios, etc.
A todo ello habría
que agregar el sustancioso mercado militar, que empezaría con la entrega –al
fin-, por Rusia de los sistemas de defensa antiaérea S-300, congelada por el
embargo. Los intereses mutuos de Moscú y Teherán son tan grandes que Vladimir
Putin había declarado, semanas atrás, que alcanzar el acuerdo nuclear era
“importante para grandes proyectos de cooperación entre Rusia e Irán”.
Rusia no es el único
país que se volcaría en Irán. China está también interesada en realizar grandes
inversiones en un país que es imprescindible para su megaproyecto de comunicar
China con el golfo Pérsico y el mar Mediterráneo, en lo que ha llamado “las
nuevas rutas de la seda”.
Se trata de un
proyecto estratégico donde los haya, a través del cual China se garantizaría
rutas y recursos en caso de conflicto con EEUU y, en cualquier caso, abriría
una colosal ruta comercial transcontinental. Una ruta con la que espera
completar su plan, ya en marcha, de construir una inmensa red de autovías y
ferrocarriles que comuniquen China con casi toda Asia, Europa y África,
acortando distancias y sustituyendo vías marítimas históricas como rutas
comerciales. La posición geoestratégica de Irán hace de este país una pieza
esencial del proyecto chino.
Para Irán, el tema
nuclear había dejado de ser tabla de salvación ante un posible ataque de Israel
y EEUU para convertirse en el mayor obstáculo para su desarrollo económico y
científico-técnico. El cambio drástico de circunstancias en Oriente Medio -tras
los fracasos estrepitosos de la OTAN y EEUU en Afganistán e Iraq, la extensión
del terrorismo de raíz suní y el surgimiento del Estado Islámico-, había
situado a Irán en una posición de fuerza.
Su alianza con Iraq
y Siria y el resurgir del chiísmo en Bahrein, Yemen y la misma Arabia Saudita,
ampliaban su margen de maniobra y, mejor aún, de seguridad. Era, pues, posible
transigir en el tema nuclear –ya secundario- para dar paso a un acuerdo
estratégico y de mayor alcance sobre la cuestión nuclear, sobre un trueque:
Irán garantizaba a Occidente la no construcción del arma atómica, a cambio del
fin de las sanciones y del reconocimiento del derecho iraní al desarrollo
pacífico de la energía nuclear. Un
acuerdo que abre a Irán una autopista a un portentoso desarrollo económico.
Pese al feroz
bloqueo económico Irán se había convertido en la decimoctava economía mundial,
según datos proporcionados por el FMI, superando a Australia y Taiwán. A pesar
de las sanciones, el bloqueo científico y técnico había obligado a Irán a
desarrollar su propio potencial científico y centros de investigación. Este
esfuerzo le llevó a convertirse en la mayor potencia científica y técnica del
mundo islámico, lo que sacó a relucir la Royal Society británica en
2011, publicitando el dato del número de publicaciones científicas iraníes, que
había pasado de 736 en 1996, a 13.238 en 2008. Tal dato ilustraba el
sorprendente desarrollo científico alcanzado por Irán, superior al de cualquier
otro país musulmán.
Con el acuerdo
nuclear, Irán, de entrada, recuperará 100.000 millones de dólares que tiene
congelados en el extranjero, a causa de las sanciones. Una cifra respetable que
le permitiría inyectar dinero fresco a su economía y empezar su reactivación,
sin tener que esperar a inversores extranjeros o a fondos provenientes del
exterior.
Lo económico, con
todo y tener una importancia mayúscula, no es la única cuestión que el acuerdo
nuclear ha puesto en solfa. Israel ha
recibido ese acuerdo como una derrota estratégica, pues considera a Irán el
único adversario de envergadura que le queda en Oriente Medio y Próximo. Si,
aún bajo el duro sistema de sanciones, el poderío militar de Irán era una
obsesión, un Irán reconstruido económicamente y fortalecido militarmente es
percibido como una amenaza más que formidable.
Similares razones
han sacudido a Arabia Saudita, con el agregado de la rivalidad religiosa y la
pugna por la hegemonía política en la región. Irán está lejos, relativamente,
de Israel, pero Arabia Saudita lo tiene enfrente. Y dentro, pues en el país de
la familia Saud hay una relevante minoría chiíta (14% de su población), que se
ha convertido en blanco del terrorismo del Estado Islámico –fanáticos sunitas-,
que es apoyado por los Saud.
Un Irán fortalecido dispondría de más recursos para apoyar a los
gobiernos de Iraq y Siria en lucha contra los radicales suníes y el Estado
Islámico. De hecho, el gobierno sirio ha celebrado el acuerdo nuclear,
manifestando que dicho acuerdo “repercutirá de manera positiva sobre Siria, ya
que le permitirá prestar una gran ayuda al pueblo hermano” de Siria. La
consolidación del eje Irán-Iraq-Siria, con sus aliados en Líbano (Hezbolá y la
mayoría chiíta), Palestina (Hamás) y Yemen (los hutíes, atacados por Riad),
quita el sueño a Israel y Arabia Saudita, además de hacer poco feliz a Turquía,
un tercer damnificado del acuerdo nuclear, aunque no haga protestas al
respecto.
Hasta ahora, Turquía
se ha presentado como el modelo musulmán a seguir y como la única potencia
regional capaz de contener a los enemigos de Occidente. No obstante, la
implicación descarada de Ankara en el atroz conflicto sirio y su apoyo solapado
al Estado Islámico –unido a su temor a un fortalecimiento del movimiento kurdo-
ha mermado considerablemente su papel en la región.
El sueño turco de
convertirse en el líder del ‘pan-turkismo’ y de los árabes suníes ha naufragado
en el torbellino de guerras religiosas y sectarias, que, sin el apoyo turco y
saudita, no habrían alcanzado la magnitud que tienen en el presente. En la
realidad de las cosas, los tres grandes aliados de EEUU y la OTAN en la región
–Israel, Arabia Saudita y Turquía- se han convertido en los grandes
desestabilizadores de la misma y, por lo mismo, en una amenaza real a la paz.
En medio de ese caos, la República Islámica ha emergido como el Estado
fundamental, el más estable y prudente y, en resumen, el aliado inevitable si
se quiere cortar de raíz el extremismo islamista apoyado por israelíes, saudíes
y turcos.
EEUU, por su parte,
expresa con el acuerdo nuclear el descenso relativo de su interés por Oriente
Medio. Si antes su dependencia del crudo de la “zona del petróleo” justificaba
su despliegue militar y político, en el presente la técnica del fracking
le ha convertido en el primer productor mundial de petróleo y, por tanto,
independiente de las vicisitudes de esa región. Esto no significa que la
‘abandone’; simplemente la sitúa en un nuevo marco, donde la zona prioritaria
para Washington es China y el Pacífico.
Una muestra de realpolitik,
en un mundo donde EEUU pierde peso aceleradamente, en tanto lo ganan China y
Rusia. El acuerdo es otra muestra del inexorable reordenamiento de poder en la
sociedad internacional. Los fracasos en Afganistán e Iraq hicieron ver que EEUU
no puede mantener dos conflictos al mismo tiempo. También, que necesitaba de
Irán, Rusia y China para sostenerlos. Un mundo complejo donde los futuros
rivales no serán Estados pobres y mal armados, sino potencias de la magnitud de
Rusia y China.
La historia suele
dar infinitas vueltas. La que ahora estamos presenciando es una de las más
sorprendentes, pero no inesperadas. Irán renuncia al uso militar de la energía
atómica a cambio de ser reconocida y admitida como la potencia hegemónica en
Oriente Medio y Próximo.
Podrá Israel y
Arabia Saudita maniobrar en el Congreso de EEUU para que se rechace el acuerdo
pero, en tal caso, quien quedaría en evidencia serían Obama y EEUU. Un posible
–pero no probable- rechazo del acuerdo nuclear en el Congreso estadounidense
liberaría al resto de potencias de cualquier compromiso con EEUU, que sería
responsable del fracaso del acuerdo.
El Consejo de
Seguridad validará el histórico convenio en pocos días, dándole legitimidad
internacional. Frustrar el acuerdo sería
un desastre político para Obama y para la OTAN. Irán, pase lo que pase, ha
ganado ya. Lo habíamos afirmado hace varias semanas. La afirmación sigue
siendo válida. Deberían tomar nota en Europa, que será la zona siguiente en ser
abandonada por EEUU, cuya única preocupación real es su propia supervivencia.
Lo dijo el presidente Ronald Reagan en noviembre de 1983: “Nosotros no estamos
en el mundo para defender los intereses de los demás. Estamos para defender
nuestros intereses”. Que tome nota quien desee.
Augusto
Zamora R. es Profesor de Relaciones Internacionales.
Bolivia y Chile: la historia, la caja de Pandora y el mar
Santiago Villar/Cidob
www.cpalsocial.com/090715
Durante la primera semana
de junio tuvieron lugar los alegatos de la causa que enfrenta a Chile y Bolivia
frente a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Esto no ha hecho más
que devolver el tema de la mediterraneidad, o falta de acceso al mar, de
Bolivia a las primeras planas de los periódicos de ambos países y también de la
región. Si bien la Corte aún no se ha pronunciado acerca de su competencia para
entender en la cuestión, es interesante realizar un comentario acerca de la
causa en sí y sobre los escenarios que se podrían plantear en un futuro.
En abril de 1884 se firmaba
el Pacto de Tregua entre ambos países como acuerdo provisorio “mientras
llega la oportunidad de celebrar un tratado definitivo de paz”, el cual
(tras una serie de acuerdos de mediados de la década del 1890 que no entraron
en vigor) llegaría recién en 1904. En esa oportunidad se delimitó de manera
precisa la nueva frontera entre Chile y Bolivia quedando reconocido de manera
absoluta y perpetua el dominio chileno sobre los territorios ocupados.
Por otro lado se
establecieron una serie de contraprestaciones para Bolivia, tales como la
construcción de un ferrocarril que uniese La Paz con Arica, el reconocimiento
por parte de Chile de derechos de libre tránsito comercial por territorio y
puertos chilenos, así como también el establecimiento de agencias aduaneras
bolivianas en los puertos designados al efecto y un pago monetario en efectivo.
Años más tarde Bolivia
comenzó a expresar la necesidad de recuperar una salida libre y soberana al
Pacífico. En 1910 el canciller boliviano propuso -sin éxito- a sus pares de
Perú y Chile la cesión de las provincias de Tacna y Arica, ocupadas en ese
momento por Chile.
Diez años más tarde, en
enero de 1920, los cancilleres de Chile y Bolivia suscribieron en La Paz el Acta
Protocolizada, en donde, reconociendo la validez del Tratado de 1904, se
establecía que “Chile está dispuesto a procurar que Bolivia adquiera una
salida propia al mar, cediéndole una parte importante de esa zona al norte de
Arica y de la línea del ferrocarril que se halla dentro de los territorios
sometidos al plebiscito estipulado en el Tratado de Ancón” (art. IV).
Sin perjuicio de ello, a
finales de ese año, Bolivia decidió plantear la revisión del Tratado de 1904
ante la Sociedad de Naciones, que al año siguiente rechazaría la demanda
argumentando que la modificación de los tratados es competencia exclusiva de
los Estados contratantes.
En junio de 1950 mediante
un intercambio de notas, Bolivia reiteró la necesidad de establecer
negociaciones directas con Chile para “obtener una salida propia y soberana
al océano Pacifico”. En la respuesta chilena se aceptó entrar en negociaciones
directas destinadas a buscar “la fórmula que pueda hacer posible dar a
Bolivia una salida propia y soberana al Océano Pacifico, y a Chile obtener las
compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente
sus intereses”.
Hacia febrero de 1975 los
presidentes de facto, Augusto Pinochet y Hugo Banzer, firmaron un acta en el
cual se expuso la necesidad de solucionar la situación de mediterraneidad que
afecta a Bolivia. A finales de ese mismo año Chile expresó formalmente que estaría
dispuesto a negociar con Bolivia la cesión de una franja de territorial
norte de Arica hasta la línea de la Concordia, sujeta a una serie de
delimitaciones precisas. A cambio de tal cesión, Chile recibiría una superficie
compensatoria equivalente al área de tierra y mar cedida a Bolivia.
A su vez, a partir de la
década del 70, Bolivia decidió también plantear el tema ante organismos
multilaterales como la OEA o la Asamblea General de las Naciones Unidas,
obteniendo resultados positivos que recomendaban a Chile a negociar de manera
directa una solución con su país vecino. A partir de los años 2000 y hasta
nuestros días, la cuestión se mantuvo abierta, realizándose una serie de
reuniones y agendas de trabajo entre las máximas autoridades de cada país, aunque
sin obtener resultados concretos. Tal es así que en abril de 2013, Bolivia
presentó su demanda ante la CIJ.
En lo que se refiere a la
petición en sí, Bolivia no ha dirigido directamente su reclamo a pedir la
nulidad del Tratado de 1904 sino que optó por solicitar a la Corte que declare
que “Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia un acceso plenamente
soberano al Pacífico”. Para establecer la existencia de esa obligación
Bolivia se basa fundamentalmente en uno de los tres Tratados firmados con Chile
en 1895 y en los instrumentos suscritos en 1920, 1950 y 1975 anteriormente
referidos, así como también en las resoluciones obtenidas ante organismos
multilaterales.
Chile ha argumentado en su
objeción de competencia ante la CIJ que la petición de Bolivia implicaría una
revisión implícita del Tratado de 1904, posibilidad excluida de competencia de
la Corte según el artículo VI del Tratado de Bogotá y que de ser
aceptada se convertiría en un precedente para la revisión de tratados
limítrofes en todo el mundo. Suponiendo que la Corte se considere competente
(en base al artículo XXXI de ese Tratado) para entender en el fondo del asunto,
debería aceptar la existencia de la obligación de negociar de Chile y su falta
de cumplimiento.
En caso que ello quede
probado en virtud de las alegaciones bolivianas, tendría que declarar que Chile
tiene esa obligación y conminarlo a retomar las negociaciones. Jurisprudencia
anterior de la Corte ha reconocido el valor jurídico de los actos unilaterales
(y hasta de promesas) con lo cual los instrumentos mencionados por Bolivia
podrían dar lugar al reconocimiento de tal obligación.
Por otro lado es importante
destacar que la Corte no podría obligar a Chile a ofrecer un resultado concreto
en las negociaciones en tanto que la demanda solo indica la obligación de
negociar y además en tal caso estaría implícitamente obligando a la
modificación del Tratado de 1904.
Por ello, aun aceptando los
argumentos bolivianos, la Corte debería emitir una sentencia que tendría un
carácter meramente declarativo, pero no resolvería el fondo de la cuestión. Al
respecto, la Corte se ha abstenido de resolver cuestiones que carezcan de
efecto práctico, como en el Asunto relativo al Camerún Septentrional en
donde estableció que si bien su función era declarar el derecho, sus fallos
debían tener consecuencias prácticas.
No obstante, la Corte
podría en última instancia decidir en base al principio de equidad y apartarse
del Tratado de 1904. Esta interpretación podría fundamentarse en la doctrina
que sugiere que el juez no debería aplicar una convención que considera nula.
Así lo expresó el juez Schücking en su voto en disidencia en el Asunto Oscar
Chinn (CPJI – 1937) mencionando que jamás “la Corte aplicaría una
convención cuyo contenido fuera contrario a las buenas costumbres (…) el juez
se encuentra en la misma situación si, a consecuencia de un vicio de origen,
una convención invocada por las partes es en realidad nula y sin efecto. Es la
idea de orden público la que debe determinar la actitud del juez en un caso
así, a pesar de que la competencia de la Corte esté fundada en un compromiso.”
Sin embargo podría ser una apuesta demasiado arriesgada para la Corte.
La cuestión debatida genera
un sinnúmero de dudas ya que si se acepta el reclamo boliviano debería verse en
qué ámbito podrían desarrollarse esas negociaciones, sobre qué parámetros de
base, qué papel podría jugar Perú si se acordase un corredor al Pacífico para
Bolivia, cómo afectaría a la estabilidad regional, entre otras consecuencias.
Por lo pronto habrá que esperar que la Corte declare si es competente o no, y
en base a ello plantearse éstos y otros interrogantes. Lo que sin duda sabemos
es que, sea cual sea el resultado del litigio, sentará un precedente para el
futuro de las relaciones políticas en el Cono Sur.
El contrasentido común
Boaventura
de Sousa Santos
www.publico.es/040715
En 1926, el poeta
irlandés W. B. Yeats lamentaba: “A los mejores les falta convicción, mientras
que los peores están llenos de intensidad apasionada”. Esta afirmación resulta
más verdadera hoy que entonces.
Supongamos,
hipotéticamente, que los mejores en el plano personal, moral, social y político
son la mayoría de la población y que los peores son una minoría. Como vivimos
en democracia, no debería preocuparnos el hecho de que los peores estén llenos
de convicciones que, precisamente por ser adoptadas por los peores, tenderán a
ser peligrosas o perjudiciales para el bienestar de la sociedad. Al fin y al
cabo, en democracia son las mayorías las que gobiernan.
La verdad es que hoy se
viene generalizando la idea de que las convicciones que dominan en la sociedad
son las suscritas apasionadamente por los peores, y que esto es la causa o
consecuencia de estar gobernados por los peores. La conclusión de que la
democracia está secuestrada por minorías poderosas parece ineludible. Pero si a
los mejores les falta convicción, probablemente también no están convencidos de
que esta conclusión sea verdadera, por lo que les será difícil movilizarse
contra el secuestro de la democracia. Es, por tanto, urgente averiguar de dónde
viene en nuestro tiempo la falta de convicción de los mejores.
La falta de convicción
es la manifestación superficial de un malestar difuso y profundo. Surge de la
sospecha de que lo que se difunde como verdadero, evidente y sin alternativa,
de hecho, no lo es. Dada la intensidad de la difusión, se vuelve casi imposible
para el ciudadano común confirmar la sospecha y, a falta de confirmación, los
mejores acaban paralizados en la duda honesta.
La fuerza de esta duda
se expresa como aparente falta de convicción. Para confirmar la sospecha, el
ciudadano común tendría que recorrer a conocimientos a los que no tiene
acceso y no ve divulgados en la opinión publicada, porque también está al
servicio de los peores.
Veamos
algunas de las convicciones que se están convirtiendo en sentido común y que, por ilusorias y absurdas,
constituyen el nuevo contrasentido común:
La
desigualdad social es la otra cara de la autonomía individual.
Por el contrario, más
allá de ciertos límites la desigualdad social permite a quienes están en los
niveles más altos cambiar las reglas del juego con el fin de controlar las
opciones de vida de quienes están en los más bajos. Sólo es autónomo quien
tiene condiciones para serlo. Para el desempleado sin prestación de desempleo,
el jubilado empobrecido, el trabajador precario, el joven obligado a emigrar,
la autonomía es un insulto cruel.
El
Estado es por naturaleza mal administrador.
Muchos Estados
(europeos, por ejemplo) de los últimos cincuenta años demuestran lo contrario.
Si el Estado fuera por naturaleza mal administrador, no sería invocado tan a
menudo para resolver las crisis económicas y financieras provocadas por la mala
gestión privada de la economía y la sociedad. El Estado es considerado mal
administrador siempre que pretende administrar sectores de la vida social donde
el capital ve oportunidades de beneficio. El Estado sólo es verdaderamente mal
administrador cuando quienes lo controlan consiguen ponerlo impunemente al
servicio de sus intereses privados por medio del fanatismo ideológico, la
corrupción y el abuso de poder.
Las
privatizaciones permiten eficiencia que se traduce en ventajas para los consumidores.
Las privatizaciones
pueden o no generar eficiencia, siendo siempre cuestionable lo que se entiende
por eficiencia, qué relación debe tener con otros valores y a quién sirve. Las
privatizaciones de los servicios públicos casi siempre se traducen en aumentos
de las tarifas, sea en el transporte, el agua o la electricidad. Las
privatizaciones de los servicios esenciales (salud, educación, seguridad
social) se traducen en la exclusión social de los ciudadanos que no pueden
pagarlos. Si lo privado fuese más
eficiente, las sociedades público-privadas deberían haberse traducido en
beneficios para el interés público, al contrario de lo que ha sucedido.
El engaño de la
proclamada excelencia del sector privado en comparación con el público alcanza
el paroxismo cuando una empresa del sector público de un Estado es vendida a
una entidad pública de otro Estado, como ocurrió recientemente en Portugal en
el sector eléctrico, vendido a una empresa pública china; o cuando la
adquisición de un bien público estratégico por parte de un inversor extranjero
puede ser financiada por un banco estatal de ese país, como ocurre en el caso
de la venta en curso de la compañía aérea TAP (Transportes Aéreos Portugueses),
con la posible financiación de la compra del inversor brasileño por parte del
banco estatal brasileño BNDES (Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e
Social).
La
liberalización del comercio permite crear riqueza, aumentar el empleo y
beneficiar a los consumidores.
Tal como se ha venido
negociando, la liberalización del comercio concentra la riqueza que crea
(cuando la crea) en una pequeñísima minoría, mientras que los trabajadores
pierden empleo, sobre todo el empleo decentemente remunerado y con derechos
sociales. En las grandes empresas norteamericanas que promueven la
liberalización, los directores ejecutivos ganan 300 veces el salario medio de
los trabajadores de la empresa.
Por otro lado, las
leyes nacionales que protegen a los consumidores, la salud pública y el medio
ambiente serán consideradas obstáculos para el comercio y, sobre esa base,
cuestionadas y probablemente eliminadas. Hay en marcha tres importantes
tratados de libre comercio: el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de
Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el Acuerdo sobre Comercio
de Servicios (TiSA) y el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión
(conocido como TTIP). Por las razones expuestas crece en Estados Unidos (y en
Europa, en el caso del TTIP) la oposición a estos tratados.
La distinción entre izquierda y derecha ya no tiene
sentido porque los imperativos
globales de gobernanza son inevitables y porque su alternativa es el caos
social.
Mientras haya
desigualdad injusta y discriminación social (y ambas han aumentado en las
últimas décadas), la distinción tiene pleno sentido. Cuando se dice que la
distinción no tiene sentido, sólo es puesta en cuestión la existencia de la
izquierda, nunca la de la derecha. Sectores importantes de la izquierda
(partidos socialistas) cayeron en la trampa de este contrasentido común, y es
urgente que se liberen de ella. Los “imperativos globales” no permiten
alternativas hasta verse obligados a ello por la resistencia organizada de los
ciudadanos.
La
política de austeridad busca sanear la economía, disminuir la deuda y llevar el
país al crecimiento.
En los últimos treinta
años, ningún país sujeto al ajuste estructural consiguió tales objetivos. Los
rescates se han hecho en interés exclusivo de los acreedores, muchos de ellos
especuladores sin escrúpulos. Por eso los ministros que aplican “con éxito” las
políticas de austeridad son frecuentemente contratados por los grandes agentes
financieros y las instituciones a su servicio (FMI y Banco Mundial) cuando
abandonan las funciones de gobierno.
Portugal
es un caso de éxito; no es Grecia.
Este es el mayor
insulto a los mejores (la gran mayoría de los portugueses). Basta leer los
informes del FMI para saber lo que le está reservado a Portugal después del
saqueo de Grecia. Más recortes en las pensiones, más reducción de salarios y mayor
precarización del empleo serán exigidos y nunca serán suficientes. Las “arcas
llenas”[1]
pregonadas por el actual gobierno conservador portugués son para vaciarse ante
el primer estornudo especulativo.
Portugal
es un país desarrollado.
No es verdad. Portugal
es un país de desarrollo intermedio en el sistema mundial, condición que tiene
hace siglos. Esa condición hizo que Portugal fuese simultáneamente el centro de
un vasto imperio y una colonia informal de Inglaterra. Debido a esa misma
condición, las colonias y excolonias tuvieron a veces un papel decisivo en el
rescate de la metrópoli. Así como Brasil rescató la independencia portuguesa
durante las invasiones napoleónicas, la inversión de una excolonia (Angola)
viene hoy tomando a su cargo los sectores estratégicos de la economía de la
exmetrópoli. En los últimos treinta años, la integración en la Unión Europea
creó la ilusión de que Portugal (también España y Grecia) podía superar esa
condición semiperiférica.
El modo en el que está
siendo “resuelta” la actual crisis económica y financiera muestra que la
ilusión se deshizo. Portugal está siendo tratado como un país que se debe
resignar a su condición subalterna. Los portugueses deben contribuir al
bienestar de los turistas del Norte, pero deben contentarse con el malestar del
trabajo sin derechos, de la creciente desigualdad social, de las pensiones
públicas desvalorizadas y sujetas a constante incertidumbre, y de la educación
y la salud públicas reducidas a la condición de programas pobres para pobres.
El objetivo principal de la intervención de la troika fue bajar el nivel de
protección social a fin de crear las condiciones para un nuevo ciclo de acumulación
de capital más rentable, o sea, un ciclo en el que los trabajadores ganen menos
que antes y los grandes empresarios (no los pequeños) ganen más que antes.
La
democracia es el gobierno de las mayorías.
Ese es el ideal, pero
en la práctica nunca fue así. Primero, se impidió que la mayoría tuviese
derecho al voto (restricciones al sufragio). Después, se intentó con varios
mecanismos que la mayoría no votase (restricciones fácticas al ejercicio del
voto: voto en día laborable, intimidación para no votar, costos de transporte
para ejercer el derecho al voto, etcétera) o lo haga en contra de sus intereses
(propaganda engañosa, manipulación mediática, inducción al miedo por las
consecuencias del voto, encuestas sesgadas, compra de votos, interferencia
externa).
En los últimos treinta
años, el poder del dinero pasó a condicionar decisivamente el proceso
democrático, especialmente a través del financiamiento de los partidos y de la
corrupción endémica. En algunos países la democracia ha sido secuestrada por
plutócratas y cleptómanos. El caso paradigmático es Estados Unidos. ¿Y alguien
puede afirmar de buena fe que el actual Congreso brasileño representa los
intereses de la mayoría de los brasileños?
Europa
es el continente de la paz, la democracia y la solidaridad.
En los últimos ciento
cincuenta años, Europa fue el continente más violento y aquel en el que los
conflictos causaron más muertes: dos guerras mundiales, ambas provocadas por la
prepotencia alemana, el holocausto, y los genocidios y masacres cometidos en
las colonias de África y de Asia. El prejuicio colonial con el que Europa
continúa mirando al mundo no europeo (incluyendo las otras Europas dentro de
Europa) vuelve imposibles los diálogos verdaderamente interculturales,
generadores de paz, democracia y solidaridad. Los valores europeos del
cristianismo, de la democracia y de la solidaridad son en teoría generosos
(pese a ser etnocéntricos), pero han sido frecuentemente usados para justificar
agresiones imperiales, xenofobia, racismo e islamofobia.
El modo en el que la
crisis financiera del sur de Europa ha sido “resuelta”, el vasto cementerio
líquido en el que se transformó el Mediterráneo, el crecimiento de la extrema
derecha en varios países de Europa, son el desmentido de los valores europeos.
En Europa, como en todo el mundo, la paz, la democracia y la solidaridad,
cuando son apenas un discurso de valores, buscan ocultar las realidades que los
contradicen. Para ser vivencias y formas de sociabilidad y de política
concretas, tienen que ser conquistadas por la vía de las luchas sociales contra
los enemigos de la paz, la democracia y la solidaridad.
[1]
Se refiere a la expresión de la ministra de Estado y de Finanzas de Portugal,
Maria Luís Albuquerque, quien recientemente afirmó que su país tiene las “arcas
llenas” para honrar compromisos en la eventualidad de que surjan perturbaciones
en el funcionamiento del mercado (nota de los traductores).
Golpe de Estado en Grecia
En Grecia ganó las
últimas elecciones Syriza con un programa que pretendía sacar a la economía
griega de la crisis en la que estaba sumida con una receta distinta a la de la
austeridad, que es la que se ha venido aplicando en todos los países de la UE.
La austeridad -en forma de privatizaciones, recortes salariales,
y desregularización del mercado de trabajo- se ha mostrado como una vía completamente ineficaz para resolver los
problemas que amenazan a la población europea (el creciente paro, la
desigualdad social, la deuda), problemas que están teniendo consecuencias
catastróficas inmediatas sobre la vida de las personas.
Los gobiernos
anteriores al de Syriza aplicaron disciplinadamente las recetas dictadas por la
Troika, (BCE, FMI y CE), una alianza de organismos que se encuentra fuera del
control democrático, y que vela por los intereses de los llamados mercados
-los poderes económicos y financieros. La Troika pone una serie de condiciones
a los gobiernos a cambio de recibir los rescates financieros que impiden que la
banca pierda liquidez y evitando que la economía del país llegue a una
situación de bancarrota.
Así ha sucedido en
Grecia durante los últimos años. Pero, hay que tener muy en cuenta que no se
trata de rescates que favorezcan a la población, por mucho que nuestros
dirigentes políticos estén intentando vender la idea de que los países de la UE
hemos sido muy solidarios con Grecia, un país, al parecer, lleno de vagos y de
funcionarios multimillonarios, que han estado viviendo a costa de los
trabajadores europeos.
Lo que se ha rescatado en Grecia ha sido a las entidades financieras, y en realidad, a los bancos alemanes y
franceses, principales tenedores de deuda pública griega. Así lo ha
reconocido en una carta Olivier Blanchard, principal economista del FMI, quien
dice expresamente que la mayor parte de los rescates ha ido a parar a bancos
con sede en Francia y Alemania. La increíblemente grande deuda griega tiene su
origen no en el gasto público, sino en la transformación en deuda pública de la
deuda privada generada por la banca.
El problema de la
deuda es una especie de espiral infinita, pues para impedir la quiebra de la
economía se acude a nuevos rescates financieros, cuyos intereses se suman a la
deuda ya existente, deuda que tiene que pagar el Estado, es decir, la gente.
Sin duda, la deuda funciona como un eficaz instrumento de chantaje político: tu
economía se está hundiendo y estás en peligro de dejar de ser solvente. Te
puedo prestar dinero para salvar tu sistema financiero, pero a cambio tienes
que hacer lo que yo te ordene, con independencia de lo que quieran tus
electores. Así funciona en este momento la UE.
¿Cómo salir de la
espiral? Syriza ganó las elecciones con un programa en el que se comprometía a
emprender un camino distinto. Para solucionar los problemas de la economía
griega Syriza planteaba la necesidad de llevar a cabo una serie de reformas en
la economía que favorecieran los intereses del pueblo griego, obedeciendo así
el mandato principal de todo gobierno democrático.
Para ello es
imprescindible buscar una solución al problema de la deuda pública, que
actualmente representa el 180 % del PIB. La solución pasa por una
reestructuración de la deuda, que puede llevarse a cabo de distintas maneras:
en forma de quita, a través de moratorias o a través de una rebaja de los tipos
de interés. Que la solución pasa por la reestructuración lo han dicho muchos
economistas, e incluso el FMI ha hablado de la necesidad de una quita.
Lo que el gobierno
de Syriza ha planteado desde el principio es, pues, algo de sentido común, como
han declarado muchos economistas, algunos de ellos premios nobel en economía, y
no la ocurrencia de unos fanáticos, como quieren hacer pensar a la opinión
pública las elites europeas, empresa a la que están contribuyendo eficazmente
los medios de comunicación, y algunos intelectuales, como por ejemplo en
nuestro país Fernando Savater que ha escrito hace unos días un repugnante
artículo en El País en el que acusa a Syriza de haber apelado a la “bestia
sarnosa del nacionalismo” por haber convocado un referendum democrático. La
única salida posible pasa por una reestructuración de la deuda griega, porque
el pago de la deuda y de los intereses mantiene a la economía griega
completamente ahogada.
Para poder llevar a
cabo reformas en la economía e incentivar el crecimiento económico, el Estado
tiene que poder invertir en gasto público, pero si todos sus ingresos se
dedican al pago de los intereses de la deuda difícilmente va a poder hacerlo.
La solución económica existe. Porque ante lo que estamos no es ante un problema
técnico o económico, sino ante un problema de orden político, en el que se está
jugando, nada menos que la posibilidad de la democracia. Y es un problema que
no sólo afecta a Grecia, sino que afecta a toda la UE.
El Eurogrupo, que en
un momento de las negociaciones llegó a expulsar al anterior ministro de
finanzas griego Yannis Varoufakis de una reunión, comportándose como un
verdadero cártel mafioso, ha estado jugando con la amenaza de la expulsión de
la zona euro a Grecia si su gobierno no capitulaba y cumplía obediente las
condiciones impuestas por Alemania, condiciones que de ser aceptadas suponen
renunciar a las medidas con las que ganó las elecciones.
Ante el chantaje el
gobierno griego convocó un referendum -algo insólito en la UE, donde los
gobiernos nos tienen acostumbrados a una disciplina militar frente a los
mandatos de la Troika- para preguntar a su pueblo sobre el acuerdo que en aquel
momento estaba sobre la mesa. El No ganó de manera rotunda, a pesar de que
desde el anuncio del referendum se emprendió la guerra mediática más salvaje
que se pueda imaginar a favor del Sí.
De nuevo hemos visto
a los medios de comunicación, a los políticos y a los intelectuales
menospreciar, insultar y acusar de falta de responsabilidad al primer ministro
griego Alexis Tsipras. Por poner tan sólo un ejemplo, la que fuera ministra de
sanidad del último gobierno del PSOE, Trinidad Jiménez, en el programa de Ana
Pastor en el que se analizaban los resultados del referendum griego, se permitió
decir públicamente, en la televisión, que lo que había que exigir a Tsipras
para que se llegara a un acuerdo era sentido de la responsabilidad, y enterarse
de cómo funciona la maquinaria europea.
¿Y cómo funciona la
maquinaria europea? ¿A base de golpes de estado encubiertos, como lo fue la
reforma del artículo 135 de la Constitución española que acordaron el PP y el
PSOE, y que obliga al Estado a priorizar el pago de los intereses de la deuda
frente al gasto social? Trinidad Jiménez insinuaba que la celebración del
referendum no iba a resolver el problema de Grecia, y que más bien iba a servir
para tensar aun más la situación. Desde luego ella sí sabe cómo funciona la
maquinaria europea: como una mafia.
Pero entonces en
lugar de exigir responsabilidad a Tsipras lo que debería hacer es denunciar con
todas sus fuerzas que en la UE nos gobierna una banda de mafiosos, y que no es
posible, por mucho que se ganen unas elecciones o un referendum, desobedecer a
los mercados. Hace poco en una entrevista, Varoufakis contaba que cuando se le
ocurrió preguntar por el funcionamiento del Eurogrupo, por la vigencia de la
norma de la unanimidad en la toma de decisiones, la respuesta que recibió fue
que el Eurogrupo no existe. Aunque es el organismo que toma las más importantes
decisiones dentro de la UE que afectan a la vida de todas personas que viven
dentro de la UE, el Eurogrupo no existe. Y como no existe no tiene reglamentos
de funcionamiento interno, no tiene normas, ni mucho menos actas. Pues bien, un
organismo inexistente es la institución con mayor poder de toda la UE.
Tenía razón Trinidad
Jiménez al augurar que el resultado del referéndum no iba a ayudar a Grecia.
Eso sólo podría pasar en una UE en la que se respetara la soberanía de los
Estados y la democracia. El “acuerdo” al que se ha llegado entre Grecia y
Alemania, o más bien el resultado de un chantaje despiadado tras 17 horas de
negociación supone asumir unas condiciones absolutamente inaceptables, mucho
peores que las que se planteaban en un principio.
Es indudable que lo que se está buscando es humillar al pueblo griego, y
hundir al gobierno de Syriza, el primer gobierno de toda la UE que se ha
atrevido a enfrentarse a la Troika y decir No. Entre las durísimas condiciones
imprescindibles para que se recupere la “confianza” perdida por la
irresponsabilidad del gobierno griego se incluye entre otras la financiación de
la deuda a través de la privatización masiva, y recortes en las pensiones.
Pero además se
obliga a dar marcha atrás en las reformas emprendidas en estos meses de
gobierno, y la imposibilidad de emprender reformas sin el visto bueno de las
instituciones europeas: “Para normalizar completamente los métodos de trabajo
con las instituciones, el Gobierno deberá consultar y acordar con las instituciones
–la Troika- cualquier iniciativa legislativa en áreas relevantes y con la
debida antelación en consultas públicas o parlamentarias”.
Lo que tenemos delante por tanto es, como correctamente
se ha nombrado desde las redes sociales, un
golpe de estado, porque se está
quitando a Grecia -y a todos los países de la UE la capacidad de legislar.
Cuando se le arrebata a una nación el poder de legislarse a sí misma, se le ha
arrebatado la soberanía. A Grecia se le están imponiendo unas condiciones para
el rescate que suponen no sólo incumplir su programa electoral, sino anular la
capacidad legislativa del Parlamento.
Se trata de un golpe
de estado en toda regla, y no sólo en Grecia, sino a toda la UE. El mensaje que
están enviando los poderes financieros a la población europea es que aquí no
hay alternativa, que las decisiones no se toman en los Parlamentos, que no hay
democracia que valga. Lo que se puede o no se puede hacer no lo decide el poder
político. Lo que nos están diciendo es que no seamos ingenuas, que los
mecanismos democráticos europeos, en realidad, son una farsa, porque las
decisiones importantes no se toman ahí.
Y es que si
realmente se tomaran en los parlamentos sería un desastre, porque al pueblo,
ignorante y pobre, a veces le da por votar a opciones políticas como Syriza, un
partido de ignorantes y de pobres, que no saben nada de economía y que
pretenden poner por encima de los intereses de los ricos y de los poderosos los
intereses de los pobres e ignorantes. A Syriza se le ha olvidado que cada uno
ocupa el lugar que le corresponde, y que los pobres e ignorantes -y aquí pueden
entrar países enteros como Grecia, como España o como Portugal- lo vienen
siendo históricamente.
El único gesto
político que los mercados están dispuestos a aceptar es de ponerse de rodillas
frente a Alemania, y si pretendes no arrodillarte y mantenerte en pie,
reclamando tu soberanía, entonces te vas a enterar de lo que vale un peine: no
sabes con quien estás hablando. Te van a retorcer el brazo hasta que grites de
dolor y hasta que te arrepientas de haber pronunciado en algún momento que no
eras una colonia de Alemania. Y van a seguir retorciéndole el brazo a Grecia
mientras el resto de países miran cómo se lo retuercen, para que olviden
definitivamente, si es que alguna vez se les pasó por la cabeza, votar de
manera equivocada, es decir, votar a una opción que no esté dispuesta a aceptar
los chantajes de una banda de gangsters.
Lo que se está
jugando en este momento es nada menos que la soberanía de los pueblos europeos,
y no es la primera vez que sucede en Europa. Lo que se está disputando es que
la democracia y el Estado de Derecho tengan alguna posibilidad, o que por el
contrario sean los intereses de los poderes económicos, por encima de los
intereses de las personas, los que dictaminen el funcionamiento de las
instituciones.
Como lleva diciendo
desde hace muchos años el filósofo Carlos Fernández Liria, cuando las reglas del juego las ponen los mercados, los Parlamentos
sólo tienen una posibilidad de existir: siempre y cuando no sirvan para nada.
En cuanto un Parlamento pretende cambiar mínimamente las reglas del juego,
entonces se da un golpe de estado, más o menos encubierto, para poner los
puntos sobre las íes, y así se le enseña al electorado lo que tiene que votar.
Capitulación
www.rebelion.org/150715
Al amanecer del
lunes 13 de julio, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, capituló. Se
rindió bajo las increíbles presiones de Alemania, pero también de Francia, de
la Comisión Europea y del Eurogrupo. El hecho es que ha capitulado. Porque no
hay otra palabra para designar el acuerdo que el Eurogrupo y los diversos
dirigentes europeos le han impuesto a punta de pistola o, para ser más
precisos, con la amenaza de la expulsión de Grecia de la Eurozona.
Esta capitulación
tendrá consecuencias dramáticas en primer lugar en Grecia, donde seguirá
imponiéndose la austeridad, pero también en toda la Unión Europea. Las condiciones
en las que esta capitulación se ha arrancado hacen añicos el mito de una Europa
unida y pacífica, una Europa de la solidaridad y del compromiso.
Hemos sido testigos
de cómo consiguió Alemania de Grecia lo que los antiguos llamaban paz
cartaginesa. Se sabía que esa era la posición desde el principio de
Dijsselbloem, el presidente del eurogrupo [1]. Hemos visto con tristeza, pero
también con cólera, que Francia ha acabado por plegarse a la mayor parte de las
exigencias alemanas, a pesar de lo que diga nuestro presidente.
Este 13 de julio
quedará señalado en la historia como un día de luto, tanto para la democracia
como para Europa.
Un acuerdo
detestable
Este acuerdo es un acuerdo detestable, por varias
razones. En el ámbito económico, sangra de nuevo la economía griega sin
proporcionarle la necesaria y verdadera bocanada de oxígeno que necesitaba. El
crecimiento de la presión fiscal sin contrapartidas tendrá consecuencias
desastrosas para la economía griega. Se trata de imponer la austeridad en la
más pura lógica de un Pierre Laval en Francia, pero sobre todo de un Brüning en
Alemania o de un McDonald en Gran Bretaña, esos personajes trágicos de los años
treinta que agravaron con sus políticas las consecuencias de la crisis de 1929.
El incremento
exigido de la presión fiscal, los nuevos recortes en el gasto, no van
acompañados de un plan de inversión masiva que hubiera podido compensar sus
efectos, al menos en parte. Nótese asimismo que el Gobierno griego está
obligado a emprender: “ambiciosas reformas en el ámbito de las pensiones y a
definir políticas que compensen plenamente la incidencia presupuestaria del
fallo del Tribunal Constitucional relativo a la reforma de las pensiones de
2012 y a aplicar la cláusula del déficit cero o medidas alternativas mutuamente
aceptables de aquí a octubre de 2015”. En resumen, se proclama que la lógica de la austeridad es más importante que la
Constitución de un Estado soberano [2].
Este acuerdo es
también detestable en el ámbito financiero. Asume el Mecanismo Europeo de
Estabilidad, o MES. Pero ese compromiso tendrá que ir creciendo de forma
regular. En efecto, la economía griega va a continuar hundiéndose en la
depresión. El monto de los recursos fiscales va a estancarse o a disminuir y
eso va a ser así aunque se aumente la presión fiscal que el acuerdo prevé.
Por tanto la deuda, en
proporción a la riqueza producida, será cada vez más pesada. Acerca de esta
deuda, la "reperfiladura" –palabra bárbara que designa la
prolongación de los retrasos en el pago del principal y el aplazamiento de los
intereses- no resuelve nada. Se sabe que el Fondo Monetario Internacional ha
dicho que es preciso reestructurar, es decir, anular, una parte de la deuda
griega. Pero Alemania se niega siempre obstinadamente. Dentro de poco será
necesario encontrar más dinero para Grecia. Una de las razones por las que este plan es detestable es porque no
resuelve nada, ni a nivel económico ni a nivel financiero.
Un acuerdo de tipo
neocolonial
Por último, este
plan es detestable por una tercera razón. Porque políticamente acaba poniendo a Grecia bajo tutela, asimilándola en la práctica a una colonia
privada de todo poder real. No sólo se convoca al Parlamento griego a votar
con máxima celeridad determinadas reformas con dos fechas topes, el 15 y el 22
de julio [3], sino que primero deberá someter las diferentes medidas a adoptar
al control y arbitrariedad de las instituciones europeas. Hay un párrafo del
acuerdo especialmente significativo. Dice lo siguiente: “El Gobierno debe
consultar con las instituciones y acordar con ellas cualquier proyecto
legislativo en los ámbitos afectados en un plazo adecuado antes de someterlo a
consulta pública o al Parlamento”. [4]
Se trata del
restablecimiento de lo que los griegos llaman el “régimen de la troika”, el
régimen que habían rechazado desde las elecciones del 25 de enero último. Y ahí está sin duda el resultado más inaudito
de este acuerdo. Equivale a anular unas elecciones libres y democráticas, a
afirmar que las normas que Bruselas establezca tienen más peso que el sistema
democrático.
Es necesario
recordar que desde este punto de vista este acuerdo no afecta sólo a los
griegos, sino que también amenaza a todos los pueblos de la zona euro. Así
pues, nos amenaza también a nosotros, los franceses. Y el hecho de que nuestro
presidente, François Hollande, se haya prestado también al crimen, porque no
hay otra palabra en el ámbito político para calificar este acuerdo, debería
llenarnos de pavor. Al poner su firma al final de este acuerdo, al aceptar
que de aquí al fin de semana tiene que votarse en el Parlamento francés,
François Hollande no sólo es culpable de connivencia en el estrangulamiento de
la democracia en Grecia, sino también en el conjunto de la zona euro.
Yendo aún más lejos,
este acuerdo prepara el expolio
de la población griega en el leonino párrafo que concierne a las
privatizaciones y que proviene directamente de lo que en el siglo XIX se
denominaba “políticas de cañonera”.
En efecto, este
párrafo estipula que el Gobierno griego debe: “elaborar un programa de
privatización mucho más sustancial con una mejor gobernanza; los activos
griegos más valiosos se transferirán a un fondo independiente que los
monetizará a través de privatizaciones y otros medios. La monetización de los
activos constituirá una fuente que permitirá el reembolso programado del nuevo
préstamo del MES y generará durante la duración de ese nuevo préstamo un
montante total fijado en 50.000 millones de euros, de los cuales, 25.000
millones se utilizarán para reembolsar la recapitalización de los bancos y
otros activos y el 50% de cada euro restante (es decir, el 50% de 25.000
millones de euros) se utilizará para que disminuya la ratio de la deuda,
mientras el otro 50% se utilizará para inversiones” [5].
Eso quiere decir que
Grecia no podrá utilizar más que el 50% de 25.000 millones, es decir, 12.500
millones procedentes de las privatizaciones para inversiones. Ahora bien, estas
sumas no estarán disponibles –suponiendo que lleguen a estarlo algún día- antes
de dos o tres años.
Cuando en la mañana
de este 13 de julio escuchamos a François Hollande afirmar que se había
preservado la soberanía de Grecia, habría podido decirse que nuestro presidente
tiene un gusto más que dudoso para las bromas. Es añadir el insulto a la herida.
Porque la soberanía de Grecia ha sido de hecho bien pisoteada por el Eurogrupo
y Alemania, con la ayuda y el consentimiento de Francia. Por esta razón, este
13 de julio será en adelante un día de duelo para todos los que defienden la
democracia, la soberanía y la libertad de los pueblos.
La cuestión del euro
François Hollande
afirma que su acción ha salvado al euro. Está claro que si Alemania hubiera
impuesto la expulsión de Grecia fuera de la zona euro, habría desencadenado el
proceso de disolución de dicha zona en un plazo relativamente corto. Sin
embargo, mantener a Grecia en la zona
euro no salva en absoluto al euro. Por una parte, porque los problemas
económicos y financieros de Grecia no se han resuelto. Por otra, porque hay
otros países que en estos momentos pasan por grandes dificultades,
especialmente uno de nuestros vecinos, Italia.
El euro está
indisolublemente ligado a la política de austeridad, y de eso hoy mismo hemos
tenido la prueba. La política económica emprendida en la zona euro, fortalecida
por el papel desempeñado por los diversos tratados, y en particular por el
último Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza ratificado en
septiembre de 2012, no puede conducir más que a la austeridad.
Si todavía no se
había comprendido así, hoy ha quedado ya perfectamente claro: el euro es
austeridad. Por supuesto que puede haber políticas de austeridad sin el euro.
Pero el euro implica realmente políticas de austeridad, y cualquier política
que se desarrolle en el marco del euro conduce a la austeridad. Es necesario
comprender el sentido profundo de esta afirmación. Hoy en día, mientras sigamos
en la zona euro, será imposible poner en marcha otra política económica que no
sea la austeridad. Al no haberlo comprendido así, Alexis Tsipras se ha puesto él mismo la soga al cuello.
Esta constatación
está llamada a convertirse en el verdadero punto de fractura de la política
francesa en los meses y años venideros. Así pues, lo que realmente ha salvado
François Hollande ha sido la austeridad. Sabemos que esa elección la hizo ya en
2012. Y que no ha cambiado. Por ello deberá ser juzgado en las próximas
elecciones.
Notas:
[1]
Varoufakis: Pourquoi l’Allemagne refuse d’alléger la dette de la Grèce: http://blogs.mediapart.fr/blog/monica-m/120715/varoufakis-pourquoi-lallemagne-refuse-dalleger-la-dette-de-la-grece
[2]
Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2014, pág. 3.
[3]
El texto del acuerdo precisa que esto último no será válido más que en las
condiciones siguientes: “No será sino después –e inmediatamente después- de
que las cuatro medidas antes mencionadas se hayan puesto en práctica en el plan
jurídico, y de que el parlamento griego haya aprobado todos los compromisos
contenidos en este documento, con la verificación de las instituciones y del
Eurogrupo, cuando se pueda adoptar una decisión que dé un mandato a las
instituciones para negociar un protocolo de acuerdo”. Declaración de la
cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 2.
[4]
Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 5.
[5]
Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 4.
Jacques Sapir dirige el grupo de investigación Irses en la FMSH y coorganiza con el Instituto de Previsión de la Economía Nacional (IPEN-ASR) el seminario franco-ruso que estudia los problemas financieros y monetarios del desarrollo de Rusia. Sus artículos pueden leerse en el blog RussEurope.
Democracia es: quien gana más, paga más
Emir
Sader
www.jornada.unam.mx/090715
En la era
neoliberal, como parte de los intentos de descalificación del Estado, se ha
desatado una campaña sistemática en contra de pagar impuestos. Total, el Estado
despilfarra, alimenta a burócratas inútiles para la sociedad, es fuente de
corrupción, no devuelve a la gente lo que recauda. Pagar impuestos, desde ese
punto de vista, es ser extorsionado por el Estado, es entregarle una parte de
lo que uno conquista con su propio trabajo.
Además de que el
Estado haría mal uso de los recursos que extraiga de las personas, incentivando
el que la gente no trabaje y viva de los beneficios de las políticas públicas,
subsidiando el consumo de las personas en lugar de impulsarlas a ganar su vida
con el sudor de su propia frente.
Generado y
fortalecido ese razonamiento, la gente reacciona mecánicamente frente a
cualquier impuesto: rechazarlo, con agresividad, con odio, reforzando los
mecanismos de defensa frente a una nueva ofensiva del monstruo Leviatán.
Sin embargo, la
forma del Estado de obtener recursos para sus políticas es mediante la
recaudación, un mecanismo que en lugar de desconcentrar la renta, contribuye
para concentrarla más. Porque las
estructuras tributarias son socialmente injustas: el que gana más, paga menos;
el que gana menos, paga más.
Gran parte de los impuestos son indirectos, es decir, el pobre y el rico
pagan lo mismo. Pero las grandes empresas gozan de subsidios y
exenciones tributarias de parte del Estado, se valen de la abogacía tributaria
para burlar los impuestos, engañan, envían plata a paraísos fiscales (de los
que el HSBC de Suiza es sólo un ejemplo). Como resultado, en lugar de
redistribuir la renta, la estructura tributaria concentra todavía más la renta en
nuestros países.
Pero cada vez que un
gobierno –a escala nacional, provincial o de las ciudades– intenta corregir
esas deformaciones, se enfrenta a una brutal campaña mediática y política,
llevada a cabo por el gran empresariado –el más grande beneficiario de la
estructura tributaria actual–, el monopolio de los medios de comunicación, los
partidos de derecha y fuerzas que, aun bajo el manto de intereses populares
–ONG y otras–, se oponen al Estado y a la búsqueda de recursos de los sectores
más pudientes para sus políticas.
La experiencia sobre
intentos de hacer aprobar reformas tributarias socialmente justas, donde la
gran mayoría de la población sea beneficiaria –sea porque deja de pagar, sea
porque pasa a pagar menos–, suelen frustrarse. Ello se da no sólo porque los
congresos suelen estar dominados por distintos lobbies vinculados a
empresas, a las que no les gusta nunca una justicia tributaria, sino también
porque el gran empresariado –al cual le tocaría ser el único sector que pagaría
más– aliado a los medios monopolistas, logran movilizar a sectores de clase
media, así como incluso de sectores populares, en contra de esas iniciativas.
Es decir, sectores
que serían beneficiados directamente por una reforma tributaria socialmente
justa terminan siendo dirigidos por los grupos que tendrían que pagar más
impuestos, para oponerse a una iniciativa que va en la dirección de sus
intereses.
Ello ha pasado en
varios gobiernos, en distintos niveles y circunstancias, en muchos países, en
que los medios de comunicación lideran campañas para defender a los más ricos.
El caso de Ecuador es solamente el más
reciente. Dos proyectos de ley del gobierno, uno de elevación de los impuestos
a las herencias, otro a la plusvalía, que afectarán a apenas 2 por ciento de la
población –los más ricos–, encuentra resistencia en sectores medios y hasta
populares, llevados por el engaño y la mentira. Increíble el milagro –o, mejor,
la alienación– de sectores medios que van a pagar menos con la nueva estructura
tributaria, que va a recaer sobre los más ricos, de salir a defenderlos.
Es un mecanismo
alienado que reposa en el prejuicio general de que el Estado actúa contra la
gente, contra las personas, contra los individuos. Como si el Estado no fuera
responsable por toda la estructura pública de educación y de salud, de que
puede disfrutar toda la población. Como si el Estado no fuera encargado de
atender a los sectores perjudicados por los mecanismos de concentración de la
renta, con políticas sociales que benefician a los sectores más marginalizados
y fragilizados.
Pero la ideología
individualista y egoísta, que se pregunta siempre: ¿cuánto gano yo?, ¿cuánto
voy a perder?, impide a esos sectores hasta darse cuenta de que van a ser
beneficiarios de una estructura tributaria más justa.
Se alían entonces
sectores del gran empresariado –donde el financiero tiene un papel importante–,
de partidos de derecha, de los monopolios privados de los medios de
comunicación, que arrastran a sectores de clase media y de algunos sectores
populares, así como a grupos de ultraizquierda, para oponerse a reformas
tributarias socialmente justas.
Se trata de un
frente político que, por distintos intereses, se enfrenta a gobiernos
populares. Se valen del sentimiento contra los impuestos, forjado cotidianamente
por los monopolios privados de los medios, en su campaña de criminalización del
Estado, para movilizar a sectores diferenciados en una pelea en que buscan
inviabilizar las políticas gubernamentales.
En democracia, el que gana más, debe pagar más. El
que gana menos, debe pagar menos, o nada.
Grecia-Unión Europea: de derrotas humillantes y victorias pírricas
www.rebelion.org/170715
Muy curioso que las
cúpulas políticas de la Unión Europea (UE) y sus tradicionales voceros, los
políticos, economistas y la gran prensa que durante décadas han sostenido y
defendido ese proyecto, no hayan saludado con muestras de alegría y de
confianza que el orden irreversible ha sido mantenido con la derrota humillante
infligida al gobierno y el pueblo de Grecia.
El primer ministro Alexis Tsipras fue derrotado y sometido a un “sacrificio ritual” por el ministro alemán de Finanzas Wolfgang Schauble, quien actúa como el “guardián del templo” de un fundamentalismo de mercado que es la verdadera naturaleza de la UE, que no tolera la más mínima desviación o interpretación del dogma.
Salvo esos guardianes del templo, nadie en la UE parece realmente feliz o satisfecho con esta victoria aplastante. Basta echar un vistazo a lo que muchos euro-creyentes han escrito en la “gran prensa” –lo que haremos más adelante- para comprender que ésta ha sido una victoria pírrica, y que si Syriza y el pueblo griego han sido derrotados y humillados, eso ha sido al elevadísimo precio de exponer a la luz del día el antidemocrático sistema de la UE, su rigidez institucional y el insensato dogmatismo que ha llevado incluso a crear un mecanismo de negociación sin existencia legal -el Eurogrupo-, para “asfixiar mentalmente” (mental waterboarding) a los representantes gubernamentales disidentes, en este caso de un gobierno que únicamente buscaba proteger a su pueblo de las brutales políticas de austeridad que viene sufriendo día tras día, año tras año, y de renegociar una deuda pública ilegal e impagable.
No menos curioso es que en estos momentos la derrota humillante de Syriza no sea vista por muchas fuerzas de izquierda como lo que en realidad es: una compleja y difícil experiencia que más allá de sus consecuencias negativas está cargada de enseñanzas positivas y de objetivos políticos a corto y largo plazo tanto para las dirigencias políticas del campo popular como para los pueblos.
La trágica
experiencia vivida por Syriza confirma que el sistema del fundamentalismo de
mercado de la UE no puede ser cambiado jugando sus reglas del juego, y en ese
sentido esa experiencia política debería ser vista como el parteaguas político
e ideológico de las luchas populares por recuperar la soberanía nacional y
popular, para luchar contra el sistema neoliberal totalitario de la UE y del
imperialismo en general, un sistema que ya muestra los primeros signos de que
va hacia el colapso.
En este momento tan difícil, quizás porque en el caso griego hay una insoportable humillación frente a la “mafia” de la UE, es que personalmente no puedo sacar de mi mente que después de la terrible derrota en el asalto al Cuartel Moncada, que muchos interpretaron como el fin de la experiencia “aventurera” para derrocar a la dictadura mafiosa y proimperialista de Fulgencio Batista en Cuba, Fidel Castro no solamente se defendió con su alegato La historia me absolverá, sino que con él proporcionó las armas políticas e ideológicas para proseguir y ampliar la lucha para recuperar la soberanía y dignidad del pueblo, hasta alcanzar la victoria final pocos años más tarde.
No se trata de seguir el ejemplo de Cuba, sino de saber que hay derrotas que bien asimiladas conducen a victorias reales de los pueblos.
¿Cómo se ve la “victoria” de la UE en los grandes medios de prensa?
La capitulación del primer ministro griego Alexis Tsipras ante la Unión Europea fue inevitable desde el momento en que el Eurogrupo, bajo la batuta de Schauble, puso sobre la mesa que si no había rendición total e incondicional Grecia sería expulsada de la zona euro. Fue a partir de ese momento, y en condiciones de dudosa legalidad como veremos más adelante, que el dictado de condiciones sustituyó a la negociación y que se selló tanto el destino inmediato del gobierno y el pueblo de Grecia, pero también el de la UE.
Prueba de que el “catalizador” griego funcionó, acelerando el proceso de poner a la luz del día la verdadera naturaleza de la UE, son las nunca antes vistas reacciones en los medios de prensa, agencias y diarios de gran tiraje.
En el Irish Times, por ejemplo, un artículo expresa que atormentar a Grecia es como enviar un mensaje de que ahora estamos viviendo en una nueva UE. La UE como la conocimos se acabó durante el fin de semana. El proyecto de la UE era sobre todo una gradual convergencia de naciones iguales hacia una ‘más cercana unión’. Eso ha terminado () Y en tanto que institución coercitiva ha llegado a un estado de divisiones profundas. No hay mayor división que (la existente) entre quienes con castigados y los castigadores (1).
Sobre la amenaza de una expulsión de Grecia de la zona euro el diario irlandés señala que “a largo plazo importa menos que esta amenaza no haya sido llevada a cabo que el hecho de que haya sido hecha y considerada como aceptable. Una vez sucedido esto, todos los proyectos europeos irreversibles devienen reversibles, y lo irrevocable deviene revocable”, y sobre la “disciplina financiera” basada internacionalmente en que todas las deudas deben ser pagadas, el diario apunta que eso es dudoso, “considerando que en marzo el FMI, casi sin alboroto, anunció un paquete financiero para un país europeo (Ucrania) que es de lejos más corrupto, inestable y oligárquico que Grecia”.
En “Puntos de vista”, de la agencia Bloomberg, Clive Crook escribe que “este desastre le pertenece a Europa”, que el “acuerdo” al cual tuvo que someterse Grecia, y la manera como fue obtenido, pone en tela de juicio la totalidad del proyecto europeo: “la salida del sistema euro ha sido ahora contemplada por Alemania y otros países, y no como una horrible posibilidad, sino como un remedio para ser aplicado deliberadamente. Esto no puede ser desaprendido. Seguirá como una amenaza tácita para mantener a Grecia en la línea. Por un tiempo, seguramente, puede funcionar. Y no solo con Grecia: también pour encourager les autres”, como se dice.
Y Crook añade que “esta crisis ha demostrado la impresionante incapacidad de la UE para gobernar. El disfuncionamiento de los últimos meses ha sido una educación, al menos para mí. La indecisión patológica ha sido institucionalizada () La UE está atascada en un insostenible terreno medio. La moneda común hace necesaria una más estrecha unión política; la manera como el sistema funciona hace imposible una más cercana unión política. No hemos escuchado el último de los ‘exit’ (2)
“Ya es suficiente: Grecia debe dejar el sistema del euro”, expresa una nota de los editores de la agencia Bloomberg, en la que señalan que “los términos impuestos al primer ministro Alexis Tsipras el pasado fin de semana tienen pocas posibilidades de ser aceptados, aplicados y sostenidos por este gobierno griego o el de sus sucesores. El Parlamento griego quizás los acepte porque piensa que la alternativa es peor –y a corto plazo eso es quizás verdad. A largo plazo, un acuerdo impuesto bajo una dureza extrema, y amargamente resentido por los griegos, no será un éxito.
La confianza ha
colapsado al punto que se le dijo a Grecia que debe convertirse en una colonia
de la UE, que no es un Estado soberano () No importa lo que suceda en las
próximas semanas, Grecia puede terminar saliendo del sistema del euro. Una
salida ahora será dolorosa, seguramente. Los riesgos para el resto de Europa no
son pequeños. Pero Grecia estará al menos comandando su propio futuro, sin
tener que culpar a alguien por sus problemas. Mientras más rápido suceda esto,
mejor será” (3).
Un editorial del diario canadiense Globe and Mail titulado “Culpen a Berlín: ¿Por qué el acuerdo con Grecia está condenado al fracaso?”, señala que una de las más preocupantes enseñanzas de lo sucedido en las negociaciones es que “la zona euro, ahora lo vemos, no es realmente una unión monetaria. Su miembro más fuerte, Alemania, puede amenazar a los miembros más débiles con impedirles el uso (del euro) y quitarles la protección. Si sus políticas fiscales no le gustan a Berlín, puede empujar a esas economías al caos.
La pérdida de
miembros de la zona euro era hasta hace poco un peligro que los políticos
europeos querían evitar a toda costa; ahora se ha convertido en una oportunidad
que no se puede dejar pasar para chantajear. Esto parece una victoria completa
para Alemania, para la canciller Ángela Merkel y el ministro de finanzas
Wolfgang Schäuble. A largo plazo la destrucción económica de Grecia quizás
sirva de basamento a una más unificada Europa, dirigida por Alemania. O quizás
marque el momento cuando empieza a deshacerse el largo movimiento hacia una
integración de Europa. Alemania tuvo su gran victoria sobre Grecia; es muy
probable que tarde o temprano se probará que fue pírrica” (4).
Por su parte, nada menos
que el FMI, uno de los miembros de la Troika (Comisión Europea, Banco Central
Europeo y el FMI), reconfirma que la receta aplicada a Grecia es insustentable.
En su resumen “Análisis preliminar sobre la sostenibilidad de la deuda” del 14
de julio 2015 (informe 15/186), que sigue al documento similar del FMI de junio
pasado, se dice lo siguiente: La deuda
pública de Grecia se ha convertido en insostenible. Esto se debe a las
políticas de alivio del último año, a lo que contribuyó la reciente deterioración
macroeconómica en el plano domestico y en el ámbito financiero por el cierre
del sistema bancario (corralito), lo que contribuyó significativamente a una
dinámica adversa. El financiamiento necesario hasta finales del 2018 es ahora
de 85 mil millones de euros y la deuda llegará al 200 por ciento del PIB en los
próximos dos años, siempre que haya un temprano acuerdo en un programa. La
deuda de Grecia solo puede ahora ser sostenible a través de medidas de alivio
de la deuda que van mucho más allá de lo que (la UE) está dispuesta a aceptar
hasta el momento”.
Guardián del templo y director de orquesta
La capitulación era previsible, así como la humillación y presiones a las que Tsipras fue sometido en las reuniones después que el “director de orquesta” del Eurogrupo, el ministro alemán Schäuble, exigiera para continuar las “negociaciones” que el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, fuese sustituido (5).
Uno a uno los velos que protegían de los ojos europeos la fea desnudez de la UE fueron cayendo en esa “negociación” en la que Grecia fue obligada a capitular bajo la amenaza de ser expulsada de la zona euro, y el primer velo en caer fue el de que todos los países son iguales y se negocia en respeto: “nos pusieron un cuchillo en la garganta”, dijo Alexis Tsipras, mientras que Varoufakis dijo que “negoció con una pistola” en la sien. Para que Tsipras aceptara “rendir la soberanía” de su país –dijeron “regocijadamente los funcionarios de la UE, fue sometido a un mental waterboarding” (una asfixia mental), reporta el diario Irish Time (nota 1).
Otro de los velos que cayó es la respuesta que Varoufakis recibió cuando pidió que el Eurogrupo le dijera cuál era la base legal de la amenaza de expulsión de Grecia de la UE, que había recibido un poco antes. Varoufakis, en entrevista con NewStatesman (ver nota 5) dijo que no tuvo una respuesta porque los expertos de la UE le dijeron que el Eurogrupo no tiene existencia legal, puede decir y hacer lo que se le dé la gana y no quedan rastros porque no conserva las minutas de las discusiones.
Tsipras, o sea el gobierno de Syriza amparado en un referendo bien rotundo, había osado pedir cambios sensatos a ese fundamentalismo neoliberal de la UE: reducir las políticas de austeridad y renegociar parte de la deuda externa que justifica tales políticas para aliviar el fardo de desempleo y pobreza aguda que está aplastando al pueblo griego, y poder tener desarrollo económico para pagar las deudas.
En artículos anteriores decíamos (6) que con ese pedido, Grecia sería el catalizador que aceleraría la toma de decisiones y profundizaría el sistema de “gobernanza” destinado a aplicar a rajatablas las políticas de la Troika y eliminar definitivamente cualquier vestigio de soberanía nacional y popular. Que Syriza y el referendo del 5 de julio pondrían al desnudo la verdadera y horrible naturaleza de la UE, y así sucedió.
Esto es ahora ampliamente reconocido y sujeto de análisis, comentarios y opiniones de los grandes diarios del mundo occidental, la imagen de la UE es ahora clara, precisa y aterrorizante, lo que de paso es bueno saber en nuestra América a la hora del persistente retorno de iniciativas de ciertos países para celebrar acuerdos de libre comercio con la UE.
¿Por qué era importante desnudar a la UE? Porque la victoria humillante y típicamente imperial de la UE contra Grecia, pequeño pueblo en una región de muchos pueblos también aplastados por la austeridad del dogma neoliberal y la utopía monetaria del euro (que tanto se parece al patrón oro de triste memoria) demuestra de manera clara y precisa lo que ya muchos alertaban, que no hay ni habrá alternativas económicas, sociales y políticas favorables a las mayorías populares dentro de la UE en su formato actual, que fue cuidadosamente creado para ser lo que es, y no otra cosa, y que “el sueño europeo” se ha transformado en “la pesadilla europea”.
Las posibles consecuencias de las derrotas humillantes
Frente a la capitulación de Tsipras, las primeras reacciones fueron bastante decepcionantes y no faltaron quienes lo calificaron de traidor, como si hubiese tenido otra alternativa que salir al ruedo y torear. Pero no tardaron en surgir en los movimientos populares, sindicales y partidos políticos de muchos países europeos un fuerte sentimiento de repudio generalizado a las políticas de la UE, un llamado a la solidaridad con Syriza y el pueblo griego, a la resistencia y al combate contra las políticas de la UE.
Sobre la visión que el pueblo griego tiene ahora de la UE, Stathis Kouvelakis, de la Plataforma de Izquierda –uno de los componentes de Syriza-, dijo a Jacobin (7) que había recibido un mensaje de un camarada, diciendo que “era verdad que el gobierno de Syriza había logrado en hacer que la UE sea mucho más odiada por el pueblo griego que todo lo que (otras formaciones de la izquierda) habían podido lograr en 20 años de retorica contra la UE”.
En realidad Syriza,
como la mayoría de las izquierdas en la UE que nacieron del “eurocomunismo” de
los años 80, jugaban (ahora creo que hay que escribir ese verbo en tiempo
pasado) a un “posible” cambio de la UE “realmente existente” por vía de
negociaciones, presiones políticas y elecciones nacionales, para convertirla en
una “Europa social” con economías capitalistas reguladas.
Por eso no figuraba, en el programa de Syriza, una salida del euro, y también porque el pueblo griego no favorecía esa opción ¿Han cambiado las opciones? Los próximos días y semanas nos lo dirán, aunque ese paso no es una simple declaración que pueda hacerse sin antes un largo, extenso y bien planificado preparativo.
¿Por qué? Por la simple razón de que la UE, vía los Tratados, la presión del Bundesbank y del BCE, de Alemania para decirlo más corto, y de las directivas de los burócratas para completar el control total, diseñó la creación del euro a partir de la monopolización de la emisión de moneda y de la política monetaria de los países miembros, o sea demoliendo todo lo que pudiera hacer posible un “retroceso” a las soberanías nacionales y populares. La imprenta que imprimía los dracmas no existe más, como dijo Varoufakis.
Dicho en términos más militares, la UE bajo la dirección de la Alemania de Ángela Merkel, al aplastar al pequeño e inofensivo pueblo griego ganó una batalla que sembró dudas sobre la dirección la “guerra” y los medios utilizados para aplastar a Grecia. Dos aliados importantes de Berlín, Paris y Roma, están endeudados y políticamente asfixiados por las políticas de austeridad, y pueden verse sometidos a la “asfixia mental” del Eurogrupo. Al mismo tiempo Alemania creó más enemigos potenciales en otros pueblos europeos que también se pueden ver dentro de poco tiempo en la situación actual de Grecia ¿Qué es esto sino una “victoria pírrica”?
Inversamente, la humillante derrota que en esta batalla sufrió Syriza por la ineludible tarea de buscar cómo aligerar el fardo de medidas de austeridad y comenzar a renegociar la impagable deuda, es quizás el catalizador del proceso de toma de consciencia popular y nacional que lleve a que el sufrido pueblo griego se decida a resistir mientras continúa luchando por un retorno a la verdadera soberanía nacional y popular.
Por último, quizás valga la pena reproducir aquí algunos párrafos de lo que dos canadienses de la izquierda radical, Leo Panich y Sam Gindin, escriben desde Grecia y para la izquierda internacional, con el título “Tratando a Syriza de manera responsable”:
“A pesar de las
caracterizaciones que en los últimos días algunos de la izquierda radical han
hecho de Syriza, “los disciplinarios del neoliberalismo han dejado en claro que
ellos creen que Syriza no era un típico partido socialdemócrata que pudiera
confiarse se acomodaría con el neoliberalismo. En realidad, ellos ven
claramente que Syriza es un partido de izquierda con el socialismo en sus
genes, y uno que a pesar de todas las limitaciones de seguir perteneciendo a la
UE, continuará desafiando el capitalismo europeo y global.
“El contenido exacto de lo acordado entre Syriza y la dirigencia de la UE será examinado en los próximos días, y la reacción del partido y de quienes lo apoyaron en el referendo será evaluada. Esperamos que Syriza pueda mantenerse unido en tanto que la más efectiva nueva formación política surgida en la izquierda europea en las décadas recientes.
El papel responsable
de la izquierda internacional es apoyar esto, mientras continúa señalando las
debilidades del partido en términos de capacidad para construir redes de
solidaridad de manera a crear planes económicos alternativos a nivel local y
regional, para que (los griegos) puedan trabajar en relaciones sociales transformadas.
Esto es lo que realmente importa, y que será no menos crucial incluso con una
salida del euro. El potencial de esto será abordado en el futuro. Dada nuestra
propia debilidad en este sentido y mientras presenciamos cómo todo este drama
se desenvuelve, llamamos a una considerable paciencia y modestia de parte de la
izquierda internacional. (8)
Notas:
1.- http://www.irishtimes.com/opinion/tormenting-greece-is-about-sending-a-message-that-we-are-now-in-a-new-eu-1.2283593
2.- http://www.bloombergview.com/articles/2015-07-13/europe-owns-this-disaster
3.- http://www.bloombergview.com/articles/2015-07-13/greece-should-just-quit
4.- http://www.theglobeandmail.com/globe-debate/editorials/blame-berlin-why-the-greek-debt-deal-is-doomed-to-fail/article25489080/
5.- Extractos de lo que Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas de Grecia obligado a renunciar por el pedido del Eurogrupo, dijo a NewStatesman (http://www.newstatesman.com/world-affairs/2015/07/yanis-varoufakis-full-transcript-our-battle-save-greece):
Pregunta: ¿Cuál es el mayor problema con la
manera general del funcionamiento del Eurogrupo?
Varoufakis: (como ejemplo) hubo un momento
cuando el Presidente del Eurogrupo decidió actuar contra nosotros y
efectivamente silenciarnos, e hizo conocer que Grecia estaba esencialmente en
la vía de salida de la eurozona… Hay una convención de que los comunicados
deben (obtener) la unanimidad, y que el Presidente no puede convocar una
reunión de la Zona Euro y excluir a un Estado miembro. Y él me dijo “Oh, no
estoy seguro de eso”. Entonces pedí una opinión legal. Eso creó un poco de
nerviosismo. Por unos 5 a 10 minutos la reunión se paró, con empleados y
funcionarios hablándose unos a otros, por teléfono, y eventualmente un
funcionario, algún experto legal, se dirigió a mí, y dijo las siguientes
palabras, que “bueno, el Eurogrupo no existe en la ley (de la UE), no hay
Tratado en el cual se haya convenido (la formación de) este grupo”. Entonces, lo que tenemos es un grupo no existente que
tiene los mayores poderes para determinar las vidas de los europeos. No
debe reportar a persona (u organismo alguno) porque legalmente no existe; no se
levantan minutas; y todo es confidencial. Entonces ningún ciudadano podrá jamás
saber lo que se dice en el interior (del Eurogrupo)… Esas son decisiones de
casi vida o muerte, y ningún miembro tiene que responder a alguien.
NewStatesman: ¿Y este grupo está bajo el
control de las actitudes de Alemania?
Varoufakis: Completa y absolutamente. No de
las actitudes (sino) por el ministro de Finanzas de Alemania. Es como una muy
bien acordada orquesta y él es el director. Todo sucede de manera acordada.
Habrá momentos en que la orquesta está desacordada, pero él la reúne y la pone
en acorde nuevamente.
NewStatesman: No hay un poder alternativo
dentro del grupo ¿puede el (ministro) francés oponerse a ese poder?
Varoufakis: Solo el ministro de Hacienda
(francés) hizo ruidos que fueron diferentes de la línea (bajada por) Alemania,
pero esos ruidos fueron muy sutiles. Uno podía sentir que él debía utilizar un
muy juicioso lenguaje, para no parecer que se oponía. Y en el análisis final,
cuando el Doc Schäuble respondía y efectivamente determinaba la línea oficial,
el ministro francés siempre se plegaba y aceptaba.
6.- El catalizador Griego http://www.alainet.org/es/active/80771 ; La lección de democracia del catalizador griego http://www.alainet.org/es/articulo/170722 ; El pueblo griego puso al desnudo la verdadera naturaleza de la UE http://www.alainet.org/es/articulo/170941
7.- https://www.jacobinmag.com/2015/07/tsipras-varoufakis-kouvelakis-syriza-euro-debt/
8. - Leo Panich y Sam Gindin: Treating SYRIZA Responsibly http://links.org.au/node/4507
Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
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