Ivone Gebara
Sept2014
IHU On-Line – ¿Cómo Ud.
inició su trayectoria en la Iglesia y en qué momento comenzó a tener interés
por las ideas feministas y a defender una postura feminista en la Iglesia?
Ivone Gebara - No es la primera vez que me hacen
esta pregunta. Probablemente, en parte me voy a repetir en la respuesta, pero
por otra parte, cada respuesta es dada en un tiempo diferente.
Me gusta decir que varios acontecimientos han
contribuido para que yo abrace el feminismo. Al final de los años setenta, por
el trabajo de formación alternativa que realiza en conjunto con otros
profesores del Instituto de Teología de Recife, fui llevada a comprender, cómo
mi forma de hacer teología no incluía los sufrimientos y los sueños de las
mujeres.
Dolorosamente, una mujer me despertó al hecho de
que mis ejemplos siempre se referían a la vida de los hombres y que aun siendo
mujer, desconocía la vida real de las de las mujeres, especialmente de las
pobres. Dije dolorosamente porque yo estaba acostumbrada a hacer análisis de
coyuntura y tuve dificultad para aceptar el hecho de que no incluía de forma
especial la vida de las mujeres obreras, campesinas, trabajadoras domésticas en
mi abordaje.
Entonces fui capaz de entrar en un proceso de
conversión y abrirme a un mundo que era mío, pero que yo no miraba o no
priorizaba. Empecé por rescatar mi historia personal, la de las mujeres de mi
familia, de mis compañeras de trabajo y a darme cuenta de que mis instrumentos
de análisis se fundaban en llaves masculinas, ya que retrataban especialmente
situaciones de protagonismo masculino. Muchas veces también eran análisis
abstractos y teóricos.
Otro camino fue la lectura de textos de teólogas de
Europa Occidental y de Estados Unidos. Quedé impresionada por la denuncia que
hacían del mundo patriarcal y de sus violentas consecuencias en las vidas de
las mujeres. Yo no usaba la expresión “mundo patriarcal”, ni otras comunes al
feminismo de esa época. Poco a poco fui aprendiendo un nuevo lenguaje que en
realidad era más un nuevo instrumental de análisis para la comprensión de la
violencia física y simbólica hacia las mujeres.
Empecé a sentir y a reflexionar sobre las
diferencias, entre lo público y lo privado, sobre el uso de las
representaciones de Dios, sobre el simbolismo en la religión. Un mundo nuevo se
abría ante mis ojos.
Interacción Latinoamericana
Mientras tanto otras mujeres de América Latina
también despertaron ante el complejo problema de la opresión de las mujeres en
las iglesias, y pudimos organizar y participar en encuentros internacionales en
los que compartíamos percepciones e ideas. Esto amplió mucho mis horizontes
feministas.
Creo que un hecho decisivo en mi vida fue encontrar
a las Católicas por el Derecho a Decidir del Uruguay. Esto sucedió a principios
de 1980. El planteamiento que hacían de la opresión sexual de las mujeres y su
lucha por la despenalización y legalización del aborto, abrieron una nueva
ventana en mi reflexión.
Recuerdo una feminista laica que una vez me
preguntó: usted como teóloga ¿qué tiene que decir sobre violencia sexual que
sufren las mujeres? ¿Qué tiene que decir acerca de la violación y el aborto?
¿De qué forma su teología modifica el pensamiento misógino y sexista de la
Iglesia Católica?
Confieso que en ese momento me sentí confundida y
no sabía qué responder. Me di cuenta inmediatamente que una vez más la teología
que aprendí y enseñé adolecía de una transformación radical, de una revolución
antropológica, de otras referencias. La teología de la liberación me había
enseñado mucho, pero un nuevo paso era necesario.
Desafíos como estos han venido creciendo a lo largo
de mi vida, enseñándome a aproximarme a los dolores y las preguntas de las
personas sin tener una respuesta ordenada y doctrinal. Este es un método
teológico que yo llamo feminista, aunque no exclusivo, pues parte de las
situaciones reales donde las personas se encuentran, y ahí la persona es
considerada más importante que la ley, la norma o doctrina. Somos invitadas a
sentir la vida antes de pensarla. Somos invitadas a escuchar, sin dar
respuestas inmediatas. Somos invitadas a buscar juntas salidas para las muchas
situaciones difíciles y complejas de la vida.
Esta metodología basada en nuestras vidas, ayuda a
desarrollar una actitud crítica de las posturas jerárquicas pre-establecidas y
por lo tanto difícilmente es aceptada por la cúpula de las iglesias. El hecho
de afirmar la necesidad de que las mujeres elijan y decidan sobre su vida a
pesar de las limitaciones que nos constituyen, genera conflictos inevitables y
esto continúa hasta en los días actuales.
IHU On-Line – ¿Ud. acompaña
la situación de las hermanas norte-americanas de la LCWR, que están siendo
evaluadas por el Vaticano, en relación a su seguimiento de la doctrina de la
Iglesia? Si esto es así, ¿Cómo ve la actuación de la hermanas en los EUA?
Ivone Gebara - La situación de las religiosas
estadunidenses es un ejemplo del actual conflicto entre una parte de la
jerarquía católica y mujeres inteligentes, con excelente formación y actuación
en diferentes medios sociales. Son estas mujeres, quienes constituyen la LCWR.
La dificultad de la jerarquía católica es aceptar la autodeterminación de estas
mujeres religiosas, de hecho, ellas son conscientes de que no requieren la
aprobación de un sacerdote o un obispo para vivir el amor y la justicia a los
que se sienten llamadas. No necesitan pedir permiso para leer, estudiar, ayudar
a los grupos e invitar personas a sus reuniones, conforme la voluntad de un
obispo. Ellas se atrevieron a asumir su derecho a ser ciudadanas y son
castigadas por ello.
En la iglesia Católica Romana las mujeres y
especialmente las religiosas no tienen plena ciudadanía. He acompañado, en la
medida de lo posible, el complejo proceso que están viviendo estas religiosas y
tienen todo mi apoyo.
Me impresiona el hecho de que el Papa Francisco no
haya tomado una posición más abierta en relación a ellas. Hace dos años, el
Cardenal Müller las criticó y acusó de promover temas radicales del feminismo.
Esta acusación continúa hasta hoy en día, incluso si son utilizadas otras
palabras. La cúpula eclesiástica teme ser acusada de misoginia y se defiende,
pero su comportamiento es más que misógino.
Lamentablemente se aferran a un increíble biologismo
o la consideración de la anatomía como destino. Deducen del hecho de que Jesús
de Nazaret haber sido de sexo masculino, argumentos a favor de la exclusión de
las mujeres. Y en esta línea dan más importancia a la función sacerdotal, que
no fue vivida por Jesús, en detrimento de una comprensión más ética del
cristianismo donde dimensiones inclusivas y múltiples podrían ser acentuadas.
Jesús no perteneció a la élite sacerdotal de
Israel. Por el contrario, la criticó claramente y guardó distancia respecto a
ella. Jesús llevó una vida de cercanía con los hombres, mujeres, niños, judíos
y extranjeros. Con ellos y ellas vivió predicando por medio de su vida, el
Reinado de Dios a través de acciones concretas capaces de cambiar la vida de
personas. Esto le valió incomprensiones, injurias y la crucifixión.
IHU On-Line - ¿Que
distingue la teología feminista, de la teología, o que aspectos agrega la
teología feminista, a la teología, considerando que Dios es Dios y que no se
trata de una discusión de género, a pesar de referimos a Dios Padre?
Ivone Gebara - Hay es una gran diferencia entre
hacer teología feminista y el que-hacer teológico tradicional afirmado como
actual teología oficial de la iglesia. Lo primero que quiero comentar es la
declaración común “Dios es Dios” presente en la pregunta y que refleja el
pensamiento de mucha gente.
Llamo la atención sobre el hecho de los múltiples
significados de la palabra de Dios. Incluso cuando decimos que hay sólo un
Dios, esa declaración es vivida de diferentes maneras. En las diferentes
tradiciones cristianas y en la vida de la gente común, la palabra de Dios,
aunque todos la utilizan, no significa lo mismo para todo el mundo porque cada
persona experimenta, vivencia el Misterio Mayor a su manera.
En este sentido se puede decir que cada uno hace su
teología, aunque pertenezcamos a la misma iglesia. Todos nosotros queremos
experimentar el amor, pero cada uno lo vive a su manera o según su historia y
su interpretación. Para tomar ejemplos de los Evangelios, la teología de la
mujer que sufre de flujo sanguíneo no es igual a la del fariseo que entra en el
templo y se afirma como justo. La teología de la Inquisición no es la misma que
la teología de los Derechos Humanos, defendida hoy por tantas personas.
Teología tradicional vs teología feminista
En esta línea quiero distinguir la teología
feminista de la teología oficial de la Iglesia. La teología feminista surgió de
la constatación de la complicidad de cierto cristianismo con la opresión y la
dominación de las mujeres incluso en el interior de la iglesia. Nace de la
conciencia que las mujeres sólo son formalmente “sujetas de derechos”. Nace de
la constatación de que la opresión significa considerar a la mujer como
habiendo sido creada subordinada al hombre y aun cuando se habla de ser
complementaria, se entiende muchas veces como subalterna. No podemos olvidar
que en el mito de Adán y Eva, ella es creada de una de sus costillas. Todo esto
conduce a la formulación de interpretaciones y doctrinas que refuerzan ciertos estereotipos
que entregan al masculino, el poder de decisión, inclusive sobre nuestras
vidas.
Las teologías feministas, todas nacidas de las
estructuras patriarcales que todavía están muy presentes en nosotros, tratan de
proponer cambios personales y colectivos que puedan de hecho incidir sobre el
colectivo o sobre la vida colectiva o social. Los cambios son lentos, pero en
cada situación debemos revisar lo que estamos queriendo.
Por ello, el Dios de las mujeres feministas que
buscan liberarse de muchas formas de opresión histórica, no tienen la misma
imagen legalista y controladora de otras teologías. La misma lucha de muchos
grupos de mujeres justifica la existencia de las teologías feministas y su
pertinencia, aun siendo minoritaria en los días de hoy.
IHU On-Line - ¿Cómo evalúa
los avances en las discusiones de género, mientras que los debates iniciales
trataron especialmente de las mujeres, posteriormente se avanzó en la defensa
de los derechos LGBT, también se habla de trans-género e, inclusive más recientemente,
de tercer género? Por otra parte, Alemania ha creado una categoría denominada
tercer género para que los padres puedan inscribir a sus hijos como
“masculino”, “femenino” o “indefinido”. ¿Adónde nos lleva esta discusión?
Ivone Gebara - Este no es el espacio para explicar
cómo el concepto de género se convirtió en un instrumento de análisis del
feminismo. Hay una larga historia. En términos generales, cuando se hablaba de
género se pensaba en la existencia de sólo dos géneros: masculino y femenino.
Las otras experiencias humanas como la de los bisexuales, trans-géneros e
indefinidos, no aparecían.
Algunos médicos europeos y norteamericanos se ‘depararon’
con la realidad de niños que nacían con el sexo biológico indefinido. Se
necesitó esperar un buen tiempo hasta que los padres decidiesen sobre su género
por medio de cirugías y otros tratamientos. Las familias y también los
registros de nacimiento eran afectados por esa realidad inesperada. Por eso,
países como Alemania introdujeron la opción de sexo “indefinido”, para dar el
tiempo necesario para una probable decisión.
Sin duda, estamos avanzando en la cuestión a medida
que descubrimos nuevos aspectos de la compleja sexualidad humana que no puede
más ser reducida a un esquema binario: o esto o aquello. Pero junto con los
avances surgen nuevos problemas de identidad, nuevas situaciones, nuevos
desafíos. Todo esto es parte de la condición humana y de la vida en sociedad
que nos invita cada día a tratar de comprendernos nuevamente. Y en esta compresión,
ajustar nuestro lenguaje, nuestros sentimientos, nuestras posturas políticas y
sociales
IHU On-Line - ¿Tiene el
feminismo todavía algo que decir actualmente?
Ivone Gebara- Por lo que he expuesto anteriormente,
mi respuesta es afirmativa, aunque tenga que admitir que la forma y los
desafíos del feminismo son diferentes en la actualidad. Muchas veces las luchas
feministas no aparecen vinculadas a la primera tradición del feminismo.
Me refiero, en particular, a las nuevas
generaciones de mujeres que luchan por sus derechos. Vemos, por ejemplo, la
reacción de mujeres a la violación en serie efectuada por un famoso médico de
Sao Paulo, ahora arrestado. Quienes lo denunciaron, en realidad, no se decían
feministas, pero tenían consciencia de la dignidad de sus vidas como mujeres.
En muchas universidades, hay grupos denunciando la violación, antes considerada
como algo común y que siempre quedaba en la impunidad. Hoy, en diferentes
universidades, las mujeres se manifiestan más lúcidas y muestran el rostro al
denunciar a los agresores.
También hoy, la trata de mujeres y la explotación
de las niñas por los grupos nacionales e internacionales han sido respondidas,
con una gran alerta de organizaciones no gubernamentales, universidades,
gobiernos e iglesias. Esto no es denominado feminismo, pero en realidad tiene
que ver con las luchas feministas del pasado y del presente que han ayudado en
la concientización en varios problemas y afirman la dignidad de las mujeres.
Las conquistas del feminismo son cotidianas y se manifiestan en las políticas
públicas a favor de las mujeres, políticas que son fruto de sus propias luchas
en mil y una actividades en las que el respeto a las mujeres es garantizado.
IHU On-Line –En líneas
generales, ¿Cómo evalúa el pontificado de Francisco? ¿Hay espacio para la
teología feminista en este pontificado?
Ivone Gebara - De una manera general y bastante
rápida, puede decirse que los feminismos y las teologías feministas existentes
nunca han estado en el foco de interés del Papa Francisco, ni de los otros
papas. Es claro que mi juicio descansa en sus posturas públicas. Es extraño que
nunca aludiese al movimiento feminista que en Argentina tuvo y tiene una de las
expresiones más importantes de América Latina. Del mismo modo no menciona la existencia
de teólogas feministas en América Latina y otros continentes, cuando sabemos
cuánto han escrito, enseñado y que hasta fueron perseguidas por la Iglesia
Católica en los siglos XX y XXI.
No creo que este silencio sea desconocimiento real
de los hechos, sino más bien una postura político-eclesiástica. No hablar de
alguien o de un movimiento mundial, tratando de ignorarlo es no permitir que
aparezca en su fuerza histórica. Es no darle importancia y no considerarlo como
algo que podría traer una contribución a la iglesia.
Con esta postura, el papa ha creado cierta
confusión en las informaciones, especialmente cuando expresa la necesidad de
repensar la presencia de la mujer en la iglesia, su vocación y las cosas por el
estilo, que es más retórica que posturas que revelen cambios significativos.
Por supuesto, la tradición patriarcal omnipresente y la máquina burocrática del
Vaticano, así como la de las iglesias locales, no facilitan los cambios
institucionales a las mujeres. Pero ellas caminan a pesar de los pesares,
afirmando su libertad para existir y para expresar sus necesidades y sus
sueños.