Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
El próximo 4 de octubre, el mundo cristiano celebra con gratitud los 795 años de la vida y obra de un gran hombre, “Giovanni Francesco Bernardone”, oriundo de Asís y quien vivió entre los años 1182 al 1226 d.C., fue un gran santo, mejor conocido como hoy como San Francisco de Asís. Muchos estudiosos de su vida, hablan de él como un gran místico y un gran predicador. No era conocido como un hombre intelectual a pesar de que venía de una familia rica de esa localidad, al contrario de ello fue mundano en su juventud y despreocupado de las cosas importante de la sociedad de su tiempo. Pero en la guerra de Asís, su pueblo natal contra Perugia, ciudad de Italia central, capital de la provincia de Perugia y de la región de Umbría, Italia donde estuvo encarcelado por más de un año y enfermando de gravedad su situación le permitió reflexionar sobre su vida dando un cambio radical a la misma.
De esta oración sale el clamor de un hombre santo pidiéndole a Dios que nos dé el don de ser “Instrumento de su paz”. Esa misma paz, que Jesús prometió a sus apóstoles y discípulos a través de estos dos últimos siglos. La palabra paz, tan antigua como el mundo, en el idioma original de la biblia antigua (Shalom) significa lo opuesto de la turbación, la cesación de la guerra, pero puede referirse también a esas relaciones profundas entre Dios y el hombre como señala san Pablo en su carta a los romanos “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,”[5,1].
Hoy más que nunca necesitamos escuchar la súplica de san Francisco en nuestra tierra bendita, vivimos hoy día en un mundo inseguro y nuestro pueblo en las calles de nuestro país se sienten sin paz. Pero la Paz no vendrá a nuestras vidas a través de la aplicación de una política pública o a través de un decreto ejecutivo o de una orden directa del ministerio de Seguridad Pública de nuestra nación. La verdadera paz solo viene de Dios, es una dádiva, un carisma, un don y se da al hombre cuando este reconoce su necesidad de la presencia de Dios en su vida. Solo cuando el Espíritu de Dios nos inunde podremos ver en nuestras vidas y en las vidas de los que tocamos con nuestras acciones el fruto de esa paz, sembrando en los mismos amor; perdón; unión; fe; esperanza; luz; y gozo. Podremos entonces consolar; comprender a los demás y amar a todos.
Cuando el Espíritu de Dios nos inunde con su presencia, por medio de su gracia Dios perdona nuestros pecados, ilumina nuestras mentes, aviva nuestros corazones y fortalece nuestras voluntades, convirtiéndonos en signos externos y visibles de una gracia interna y espiritual, dados por Cristo mismo como medios seguros y eficaces por medio de los cuales recibimos esa gracia día tras día, como nos enseña el catecismo convirtiéndonos en verdaderos “Instrumentos de su Paz”.
El Papa Francisco y líderes cristianos de nueve Iglesias de otras denominaciones recientemente en el vaticano, se reunieron para orar juntos y se comprometieron a colaborar para llevar el mensaje de paz al mundo y en especial al Líbano. También en otras ocasiones ha citado a los mismos el día en que se celebra la festividad de San Francisco de Asís para orar por la paz del mundo, Ojalá que este año sus plegarias sean escuchadas y el mundo logré vivir en la paz de Dios. Envíanos Señor al mundo como “Instrumentos de tu paz”.
Sacerdote