Por: Licda. Indira Medina
“El entorno familiar es un pequeño mundo donde se desenvuelven sus integrantes y donde tienen cabida en mayor medida, los sentimientos más básicos de las personas”.
A lo largo de su vida, las familias deben hacer frente a diversas situaciones de dificultad, que si no se resuelven adecuadamente producen mucho malestar entre sus integrantes.
El conflicto forma parte inevitable de la convivencia, e imaginar una familia en la que no existan conflictos no es posible ni deseable, puesto que bien gestionado, el conflicto nos permite crecer y desarrollar nuevas y mejores maneras de accionarnos.
De todos los conflictos sociales, los conflictos familiares son los más habituales y los que suelen provocar mayor dolor ya que sus integrantes sufren no sólo por ellos mismos, sino por las personas a las que quieren.
Muchas veces, las familias no saben cómo resolver esos conflictos porque no cuentan con las habilidades para buscar y encontrar soluciones.
Seguramente, nos llamaría la atención descubrir que los mismos elementos que componen la estructura de un conflicto internacional, forman parte de un conflicto familiar, y es que el conflicto adquiere un valor universal ya que puede reconocerse en todas las actividades humanas y en todo tipo de sociedades y épocas. Entonces, si el conflicto forma parte de nuestra vida, ¿por qué nos sentimos tan mal cuando estamos inmersos en él?.
En efecto, cuando surge un conflicto con nuestra pareja, nuestros padres o nuestros hijos, no nos apetece hablar con ellos, por lo que la comunicación se interrumpe, nuestras actitudes tienden a polarizarse y nos sentimos heridos. Por ello, no es de extrañar que temamos a las expresiones del conflicto, y que esto suponga rechazar el conflicto mismo. Sin embargo, si recordamos algún conflicto del pasado, quizás descubramos que fuimos capaces de gestionarlo de manera adecuada y que ello nos permitió conocernos mejor a nosotros mismos y establecer relaciones más positivas con las demás personas.
En efecto el conflicto no es ni bueno ni malo en sí, y el hecho de que intentemos evitarlo se debe a que el modo en que habitualmente lo gestionamos no nos satisface y esto ocurre en todo tipo de conflictos. ¡Sí, también en los familiares!, pero con una diferencia, los conflictos familiares son los más personales de todos los conflictos.
El vínculo que se crea entre los miembros de la familia permite tener herramientas suficientes para establecer relaciones positivas o destructivas, es decir, para generar espacios donde las personas nos sintamos queridas y valoradas o, por el contrario, nos sintamos incomprendidas o no reconocidas.
Nadie como las personas más próximas a nosotros son capaces de hacernos sentir bien o hacernos sentir mal… La cercanía y la continuidad de las relaciones familiares hacen más intensos los conflictos que se generan en la familia. En el seno familiar, por lo general sentimos seguridad, protección, arropamiento. Es nuestro pequeño refugio.
Las relaciones familiares con todo hay que cuidarlas, alimentarlas de los buenos sentimientos y afanarse por la armonía y la paz en los hogares. La convivencia es complicada y difícil, cada persona tiene su forma de ser, de comportarse, de manifestarse y de pensar.
La libertad de cada uno termina donde comienza la del otro. Es normal que haya desavenencias y diferencias, sobre todo cuando las familias pasan por momentos de crisis, en el sentido de que se produzcan cambios que requieran la adaptación a nuevas realidades.
Discutir no es malo; por el contrario es sano que se hable y se dialogue, que cada uno se manifieste conforme a su personalidad. Cuando una pareja o familia discute es posible que se deba más a la indiferencia o a la mala comunicación que a una óptima relación, casi imposible. La cuestión es la medida de las discusiones, que no se pierden el respeto al otro o a los otros. Si se pierde la relación se vuelve difícil, nuestro hogar puede ser un nido de complicidad o un lugar incómodo y desapacible.
El conflicto es natural en cualquier relación humana y puede ser un elemento que nos ayude a reforzarnos y a fortalecer las relaciones familiares. Solo debemos a prender a gestionarlo, a saber que de él también se derivan aprendizaje y experiencia.
El conflicto es compartido: cuando tenemos un conflicto sea familiar o de otro tipo tendemos a sentirnos víctimas, creemos que nos están atacando, fastidiando o haciendo daño. No nos damos cuenta de que tenemos parte de responsabilidad y que en algún momento algo ha encendido la mecha del conflicto.
A continuación se ofrecen no las soluciones, sino algunas maneras de encontrarlas. Porque no se trata de saber el remedio, sino de cómo buscarlo y, en este caso, las salidas son las que descubrirán juntos, no las que nadie les diga, o recomiende o imponga; es más fácil de lo que se cree; solo hay que querer: escuchar, hablar, participar, mostrar afecto, colaborar, cambiar el escenario.
Es intentar buscar otras maneras de ver las cosas; buscar alternativas. Todo lo negativo puede tener algo de positivo. El conflicto es una oportunidad para hablar, para crecer. No se trata de justificar lo que el otro hace, ni de negar el efecto que nos produce. Se trata de no añadir malestar con nuestro pensamiento y, si es posible, de ver las cosas un poco mejor.
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Acerca de la Licenciada Indira Medina, Nació el 28 de noviembre de 1974 en la ciudad de Panamá, criada en el Distrito de La Chorrera.
Madre, profesional, docente y emprendedora.
Estudios Universitarios realizados en la Universidad de Panamá, obteniendo la licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas en el año 2000; se especializó en Docencia Superior.
Como Abogada se ha desempeñado en diferentes Instituciones del Estado de Panamá; en el Ministerio Público, Órgano Judicial, el ámbito del Derecho Aduanero y como Juez de Paz dentro del Sistema de Justicia de Paz Comunitaria aplicando los Métodos Alternos de Resolución de Conflictos, como la Conciliación en temas Familiares, y comunitarios.
Docente por diez años a nivel Universitario, dictando las cátedras de Derecho Tributario, Derecho Administrativo, Derecho Civil.
Emprendedora en el ámbito Artesanal e impulsadora en el desarrollo de las habilidades y destrezas de los talentos de las personas.