Por: Rev. Pbro. Manning
Maxie Suárez +
Aunque
no lo queramos, la conversación del momento es la Pandemia del Covid-19. Recientemente compartía con un amigo mío, la
última estadística de los casos del Covid-19 en el mundo y más puntualmente
Panamá, su reacción fue casi inmediata al mismo y me posteó, “por favor, no me
envíes más nada sobre el tema de la Pandemia, no quiero saber nada sobre eso
que estoy saturado de malas noticias” … Yo, inmediatamente dejé de enviarle ese
tipo de información cuando de pronto cuál fue mi sorpresa, mi amigo comenzó a
enviarme noticias sobre el tema, olvidándose de la petición hecha. Lo cierto es que, tenemos hoy día, un Panamá
más enfermo y con más muertes a causa de la misma.
Debido
a ello y otras causas, existe en nuestro país muchas personas en estos momentos
sufriendo a causa de la pandemia, pero también sufriendo de muchas otras
enfermedades que nos traen dolor y muerte a nuestros hogares. Los infartos del corazón, las
cerebrovasculares y los tumores malignos representan más del 40% del total de
los decesos del conjunto de los panameños y estas asociadas a personas de
edades avanzadas. Ahora con la nueva realidad estas enfermedades encuentran en
el Covid-19 un aliado fuerte que permite que las cifras se disparen y se
compliquen las cosas para las personas que sufren alguna de estas u otras enfermedades.
La
ciencia y sus hombres y mujeres al servicio de la misma, están haciendo lo
mejor de sus capacidades, con una actitud sobrehumana a veces, con mucho o poco
éxito. Es aquí, cuando la fatiga del esfuerzo humano decae es cuando abrimos la
puerta de la fe y miramos al cielo suplicando la intercepción divina para que
aquellos que sufren por estas causas sean levantados de sus camas en un acto de
fe. Y la duda nos asalta y exclamamos: ¿Sana Dios Hoy”, ¿Dios podrá Sanarnos?, ¿Cura
hoy Dios?
Jesús
de Nazareth, que era un hombre lleno de misericordia y de compasión, enseñó a
sus seguidores a ser instrumento del amor de Dios, “aquí en la tierra como es
en el cielo”, para que fluya el poder del amor de Dios a través de sus acciones
para con aquellos que así lo necesitan.
En varias ocasiones, durante los tres años de su ministerio en toda la
región de Israel, su testimonio de amor marcó la vida de aquellos que se
beneficiaron de sus milagros como de aquellos que fueron testigos. “24
Se hablaba de Jesús en toda la región de Siria, y le traían a cuantos
sufrían de diferentes males, enfermedades y dolores, y a los endemoniados, a
los epilépticos y a los paralíticos. Y Jesús los sanaba” (Mateo 4,24).
Incomparables
milagros se realizaron y se realizan hoy día en la vida de millones de personas
en todas partes del mundo donde haya una plegaria que salga de lo más profundo
del corazón del ser humano, Dios escucha la súplica de sus hijos. Así lo experimentó aquel hombre que fue
atormentado por un espíritu maligno según el evangelista Marcos (1,21-23), La misma
suegra del apóstol Pedro (Mt. 8,14), la sanación de un paralítico por el mismo apóstol
Pedro (Hechos 3:1-10). Por otro lado, se dieron muchos milagros y señales como
señala el mismo libro en su capítulo cinco versos 12 al 16: “12
Por medio de los apóstoles se hacían muchas señales y milagros entre la gente;
y todos se reunían en el Pórtico de Salomón. 13 ninguno de los otros
se atrevía a juntarse con ellos, pero la gente los tenía en alta estima. 14
Y aumentó el número de personas, tanto hombres como mujeres, que creyeron en el
Señor. 15 Y sacaban los enfermos a las calles, poniéndolos en camas
y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno
de ellos. 16 también de los pueblos vecinos a Jerusalén acudía mucha
gente trayendo enfermos y personas atormentadas por espíritus impuros; y todos
eran sanados”. Con esa fe en el
Resucitado de la muerte pidamos, en este momento en que usted me lee, al Señor
por la salud de todos nuestros enfermos en Panamá y en el Mundo entero,
Oremos:
Padre Celestial, te pedimos que intervengas hoy para detener la propagación de
la Pandemia del coronavirus. Rezamos en el nombre de Jesús para que este virus
se reduzca y disminuya de hoy en adelante, y que el número de infectados disminuya
rápidamente. Nosotros confiamos en ti, Señor, para que intervengas hoy con tu
amoroso cuidado. Señor, en tu misericordia. Escucha nuestra oración. Amén.
Sacerdote.