Por Olmedo
Beluche
El promedio
diario de casos detectados por día ha escalado a más de 600, con un porcentaje
de positividad del 30% y más de 400 fallecidos. Cuando se pensaba que la
pandemia de la COVID-19 había llegado a su pico más alto, desde que se inició
junio se ha dado una nueva escalada mayor que la anterior, coincidiendo con la
reapertura del bloque 1 de la economía, sin que se avizore el final de esta
fase.
Con justo
derecho la gente se pregunta y especula qué está pasando. ¿Por qué otros países
de la región están mucho mejor que nosotros?
¿De qué ha valido ser la “Dubái de Centroamérica”, si países como Costa
Rica nos están dando cátedra?
La razón de
que la COVID-19 no cede en Panamá es estructural, tiene que ver con el tipo de
país que se ha construido, con lo que se ha hecho y dejado de hacer en las
últimas décadas y los responsables son los gobiernos de todos los partidos que
han compartido el poder. Las razones son:
- El debilitamiento sistemático que data de hace 40 años
del sistema de salud público con criterios neoliberales de
privatizaciones, externalizaciones, recortes presupuestarios, liquidación
de lo que fue la consigna en los años 70: “salud igual para todos”.
- La desviación de recursos hacia megaproyectos
cuestionables e ineficientes pero aptos para la corrupción, como la
“Ciudad Hospitalaria” (que se va a comer B/.9 mil millones), mientras se
descuidaba lo existente.
- Más recientemente el recorte de 2019 hecho por
Laurentino Cortizo y su ministro estrella, Héctor Alexander, de B/ 300
millones a la Caja de Seguro Social y más de B/. 100 millones al MINSA.
- El crecimiento económico, pero con una de las peores
desigualdades sociales del mundo, donde el 10% de las familias con más
ingresos ganan 40 veces lo que gana el 10% de familias más pobres.
- Donde la pobreza afecta a 1 de cada 4 familias,
mientras el 10% de los habitantes pasa hambre literalmente.
- Familias con ingresos promedio que no cubren la Canasta
Básica General y apenas aruñan una magra Canasta Básica de Alimentos.
- Porque los servicios públicos han sido deteriorados por
falta de inversión, como el agua potable que está faltando cuando más se
necesita en los barrios donde la COVID- se está expandiendo.
- El sistema ineficiente de transporte público manejado
por mafias que operan al margen de la legalidad, pero en completa
impunidad.
- También existen patrones culturales negativos, como la
famosa filosofía del “juega vivo” y el “qué hay pa mí” instigadas por la
política clientelista de los partidos políticos corruptos para manipular a
los sectores populares.
- Todo lo cual ha sido empeorado por unos decretos que
permitieron suspender más de 270 mil contratos de trabajo; por un Plan Panamá “Solidario” tacaño con el
pueblo y dadivoso con los banqueros, con un bono que equivale a menos de
un tercio de la canasta alimenticia (uno de los más bajos de la región);
por la negación de una ley de moratoria de deudas e hipotecas; donde
continúan los lanzamientos de sus
casas a gente que no puede pagar por quedar desempleada, pese a la palabra
hueca del presidente de la república.
Como dijo recientemente el Dr.
Jorge Luis Prosperi (La Prensa, 30/5/20): ‘Este virus habita donde hay carencias’.