Thierry Meyssan
www.voltairenet.org / 130220
Red Voltaire reanuda la publicación del libro de Thierry
Meyssan Sous nos yeux, titulado en español De la impostura del 11
de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las
primaveras árabes. En esta parte veremos que todo parece marchar bien para
el bando francés de la colonización y las tropas francesas. Los principales
jefes militares sirios son asesinados, el primer ministro sirio deserta y, en Mali,
Francia pone en el poder un presidente más sumiso a los intereses de los nuevos
colonialistas. Pero todo eso trae una serie de contradicciones. Este artículo
es parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante
nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.
26- La segunda guerra contra Siria
El 18 de julio, una explosión destruye la sede del
Consejo de Seguridad Nacional en Damasco. El general Daud Rajha, ministro de Defensa;
el general Assef Chawkat, jefe de la inteligencia militar y cuñado del
presidente Assad; y el general Hassan Turkmani, presidente del Consejo de Seguridad
sirio mueren en ese atentado. El general Hicham Ikhtiar, jefe del
contraespionaje, fallece poco después debido a la gravedad de sus heridas. Al parecer,
un traidor había instalado una bomba en una lámpara cenital, pero no es imposible
que se tratara en realidad de un misil disparado desde un drone. Ese atentado
decapita las fuerzas armadas y los servicios de seguridad sirios. Los combates
se extienden por toda la ciudad y citadinos mueren en las calles. La mayoría
de los habitantes huyen de la capital siria.
Al referirse al atentado que ha costado la vida a
los miembros del Consejo de Seguridad Nacional sirio, los dirigentes
occidentales se niegan a condenar el terrorismo. Estiman que las víctimas de este
atentado, sólo tuvieron lo que merecían.
Los mercenarios que atacan la capital siria traen
planes y blancos bien definidos. Una unidad ataca mi domicilio, en el barrio
de Mezzeh, al extremo de la ciudad, frente a un extenso campo de nopales. El ejército
instala un mortero en la azotea de mi edificio, para mantenerlos a raya. Tres días
después, al terminar la batalla, los cuerpos hallados en el campo de nopales
son identificados como pakistaníes y somalíes. En otros lugares de la capital,
los mercenarios muertos son tunecinos y afganos, entre otras nacionalidades.
Son hombres que sólo habían pasado un breve periodo de adiestramiento en el
manejo de armas, en Jordania, a veces no más de una semana. Las unidades
estaban organizadas por nacionalidades, pero no constituían un ejército en el
verdadero sentido de esa palabra, ya que carecen de estructura jerárquica.
Muchos de sus miembros no saben absolutamente nada de Siria, algunos incluso
creen que están salvando a los palestinos de Israel.
Se instala un estudio de televisión en los sótanos
del hotel Dama Rose, el mismo hotel donde el general noruego Robert Mood y los
observadores de la ONU esperan cómodamente a que todo termine. Su presencia
allí, garantiza la seguridad del inmueble. El gobernador del Banco Central
sirio, Adib Mayaleh, comparece ante las cámaras para desmentir las
informaciones de las televisiones Al-Jazeera, de Qatar, y Al-Arabiya, de
Arabia Saudita, que anuncian un derrumbe de la libra siria. ArabSat y NileSat
cierran las transmisiones de las televisiones sirias que aún salían al aire a través
de esos dos satélites. Mientras tanto, la CIA piratea la cuenta de Twitter del
canal sirio Ad-Dounia para anunciar la retirada del Ejército Árabe Sirio y la
caída del régimen. Cuando las televisiones sirias “reaparecen” en ArabSat y NileSat,
las señales ya no vienen de Siria sino de Australia y se transmiten desde una
base de la National Security Agency (la hoy célebre NSA estadounidense). En Qatar,
France24 participa en las reuniones del pool de medios de difusión convocados
para transmitir la propaganda de la OTAN. El plan prevé la difusión coordinada
de un conjunto de reportajes, filmados en estudios o al aire libre, o
fabricados con imágenes computarizadas, que “muestran” la huida del presidente
Assad y la caída de la «dictadura alauita» [1]. A pesar de todo, el Estado sirio resiste y
los mercenarios se repliegan de Damasco.
En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia y China
oponen su tercer veto a un proyecto de resolución que pretendía autorizar una
intervención militar occidental. Estados Unidos retrocede. Los reportajes de
las falsas televisiones sirias que supuestamente muestran la fuga del
presidente Assad nunca llegarán a transmitirse.
El 24 de julio, el rey Abdallah de Arabia Saudita
recompensa al príncipe Bandar ben Sultán por el ataque contra Damasco y lo nombra
jefe de los servicios secretos del reino. Sólo 4 días después, una explosión
destruye la oficina del príncipe Bandar, que resulta gravemente herido, y yo
anuncio prematuramente su muerte. En realidad, quien muere en la explosión es
Mishaal al-Qani, el segundo del príncipe Bandar. El príncipe tendrá que pasar
todo un año hospitalizado y nunca logrará recuperar todas sus facultades [2].
La prensa revela que el presidente Barack Obama ha firmado
una directiva que autoriza una intervención militar secreta bajo la coordinación
de la OTAN. Consciente de que todos sus esfuerzos serán aprobados públicamente
y saboteados en secreto, Kofi Annan renuncia, el 2 de agosto, a sus funciones
como mediador.
El 5 de agosto, el «Primer Ministro» sirio,
Riad Hijab, huye del país, con ayuda de la DGSE francesa [3]. La nueva deserción tiene más valor simbólico
que la del general Manaf Tlass, pero carece de importancia a nivel ejecutivo.
Hay que recordar que Siria es el Estado más antiguo del mundo. Constituida
hace 6,000 años en una tierra de tránsito donde confluyen múltiples culturas,
Siria aprendió a perdurar organizándose de manera secreta. Hoy, el presidente
Bachar al-Assad es el único jefe visible del Ejecutivo. Assad responde ante el
pueblo y preside 3 círculos concéntricos.
En primer lugar, el Gobierno, que dirige la administración.
Sus ministros son, de hecho, equivalentes a los directores de la administración
central en un país como Francia. Más arriba están los consejeros del Palacio,
con autoridad sobre los ministros. Y luego, los consejeros privados del
Presidente, con quienes este último, toma sus decisiones. Es un régimen
republicano, ya que el Ejecutivo actúa en función del interés general y el Pueblo
puede sancionarlo, pero no es democrático en la medida en que las decisiones más
importantes no se discuten en público. Riad Hijab nunca fue un verdadero
“Primer Ministro” –función que no existe en la Constitución siria– sino secretario
del Consejo de Ministros, lo cual es muy diferente en ese sistema. Su función
consistía en recibir el orden del día y las directivas ya trazadas por el
Palacio para transmitirlas a los ministros y recibir de estos la información
sobre las actividades de sus ministerios. Contrariamente a la muerte de los
miembros del Consejo de Seguridad Nacional, la deserción de este personaje
carece de importancia.
Aún recuerdo incluso mi asombro cuando, en una
reunión a la que asistí meses antes, el general Hassan Turkmani me preguntó qué
aconsejaba yo sobre un asunto de gran importancia. Al responder sugerí, entre
otras cosas, que habría que poner al tanto al “Primer Ministro” Hijab. El general
me respondió, con una sonrisa: «Es una decisión demasiado grave para que lo
molestemos a él.»
Para París todo es válido, hasta los golpes más bajos.
La DGSE logra reclutar a un consejero del presidente Assad, pero esa fuente no
tiene acceso a los secretos de Estado. Más tarde, el 17 de agosto de 2012, el ministro
francés de Exteriores, Laurent Fabius, declara públicamente: «Estoy consciente
de la fuerza de lo que estoy diciendo: el señor Bachar al-Assad no merecería
estar sobre la tierra.» Se trata de una posición que resulta como mínimo sorprendente
de parte de un ministro a cargo de la diplomacia de un Estado contrario a la pena
de muerte.
En septiembre, el presidente Hollande y el propio
Fabius se reúnen en Nueva York con el entonces primer ministro turco Recep
Tayyip Erdogan para organizar los homicidios de sus homólogos sirios: el presidente
Bachar al-Assad y el ministro de Exteriores Walid Moallem [4].
No es la primera vez que la Francia de la V República
trata de asesinar a un presidente extranjero. En 2008, el entonces presidente
Nicolas Sarkozy envió a Caracas un equipo de asesinos encabezado por «Frederic
Laurent Bouquet», encargado de matar al presidente venezolano Hugo Chávez [5]. Aquella misión no tuvo éxito, como tampoco
lo tendrá la ordenada contra el presidente de Siria. La DGSE trata de utilizar
el personal de limpieza del Palacio, varios kurdos a los que cree poder
manipular. Pero el complot es descubierto.
El 12 de diciembre, mientras participa en la 4ª conferencia
de los «Amigos de Siria», en Marrakech, el ministro francés de Exteriores,
Laurent Fabius, muestra su descontento ante la decisión de la Casa Blanca de
incluir el Frente al-Nusra (vinculado a al-Qaeda) en la lista de organizaciones
terroristas. En la conferencia de prensa final de la reunión, Fabius afirma que
«todos los árabes están resueltamente en contra» de la posición
estadounidense «porque, en el terreno, ellos [al-Qaeda] están
haciendo un buen trabajo». «Eso es muy claro, y esa es también la línea
del presidente de la Coalición», agrega Fabius, refiriéndose al presidente
de la Coalición Nacional Siria, que reúne a la oposición externa [6].
En menos de 10 años, Francia –el país que había
sido aclamado en el Consejo de Seguridad de la ONU cuando Dominique de Villepin
pronunció su discurso contra la invasión de Irak– se ha rebajado a la categoría
de «Estado renegado» o «Estado canalla», recurriendo al asesinato
político –o al menos, en lo que me concierne, a los intentos de asesinato– y
apoyando terroristas islamistas contra un Estado laico. Peor aún, Francia ya ni
siquiera disimula su regreso a inconfesables ambiciones: el 25 de septiembre,
el presidente Hollande solicita en la ONU autorización para «proteger las
zonas liberadas», o sea el restablecimiento paulatino del mandato colonial
que la Sociedad de las Naciones había concedido a Francia de 1923 a 1944.
Durante el siguiente año, Francia mantiene la ficción
de que los elementos que luchan contra el gobierno sirio son militares sirios
desertores. Ese es el mito del llamado «Ejército Sirio Libre» (ESL),
cuyos miembros supuestamente luchan por la democracia. Sin embargo, en 5 años
de conflicto nunca se ha presentado absolutamente ninguna imagen de alguna
manifestación donde se reclame democracia. Lo máximo que podría encontrarse es
algún que otro eslogan a favor de la «libertad». Pero no se trata de la
Libertad que reclamaban los revolucionarios franceses –cuyo ejemplo inspira al
Baas sirio– sino de todo lo contrario ya que esos manifestantes lo que reclaman
es el derecho de aplicar «libremente» su propia interpretación de la sharia,
o sea de la ley islámica.
Varios escándalos incluso contradicen la narrativa
occidental sobre lo que sucede en Siria. El 13 de mayo de 2013, uno de los
cabecillas de la Brigada al-Faruk (del «Ejército Sirio Libre») divulga un
video donde se le ve comer las entrañas de un soldado del Ejército Árabe Sirio
mientras declara: «Juramos ante Dios que devoraremos los corazones e
hígados de ustedes, soldados de Bachar. ¡Oh, héroes de Baba Amro, masacrad a
los alauitas y sacadles el corazón para comerlo!». La imagen del «Ejército
Sirio Libre» queda también muy malparada cuando sus miembros perpetran la
matanza de cristianos de al-Duvair.
El 11 de enero de 2013 surge una nueva
contradicción en la política exterior francesa, ya no entre la retórica y la
práctica sino en el seno mismo de sus alianzas. Según dice el proverbio, «el
apetito viene cuando empezamos a comer» y Francois Hollande decide iniciar
una intervención militar en Mali. No es este otro episodio de la primavera árabe
sino de una consecuencia directa de la destrucción de la Yamahiriya Árabe
Libia, consecuencia que Mohamed Siala, ministro de la Cooperación de Muammar
el-Kadhafi y administrador del fondo soberano libio, había anunciado con gran
antelación [7].
Los tuaregs son un pueblo nómada que vive en el Sahara
Central y en los bordes del Sahel, enorme territorio que comparten Libia y Argelia,
así como Mali y Níger. El pueblo tuareg obtuvo la protección de Libia y de Argelia,
mientras que Mali y Níger lo abandonaban a su suerte. Por eso, desde los años 1960,
los tuaregs han venido impugnando la soberanía de Mali y Níger sobre el
territorio que ellos habitan. Muy lógicamente, los grupos armados por Francia finalmente
decidieron hacer valer sus reclamos en Mali. El Movimiento Nacional para la Liberación
de Azawad (MNLA) toma entonces el poder en casi todo el norte de Mali, donde
viven los tuaregs. Pero Ansar Dine, un grupúsculo de tuaregs islamistas
entrenado por Arabia Saudita y vinculado al AQMI (al-Qaeda en el Magreb
Islámico) aprovecha la situación para imponer la sharia en varias localidades.
El 21 de marzo, se produce en Mali un extraño golpe
de Estado [8]. Un misterioso «Comité Nacional para la
Rectificación de la Democracia y la Restauración del Estado» (CNRDRE)
derroca al presidente Amadou Toumani Touré y declara querer restaurar la autoridad
maliense en el norte del país. La asonada en realidad crea la mayor confusión
ya que los golpistas son incapaces de explicar de qué manera su golpe de Estado
puede mejorar la situación.
El derrocamiento del presidente resulta tanto más extraño
cuanto que faltaban sólo 5 semanas para la elección presidencial y que el presidente
depuesto ni siquiera aspiraba a la reelección. El CNRDRE, que se compone de oficiales
formados en Estados Unidos, impide la elección presidencial y pone en el poder
a uno de los candidatos, el francófilo Dioncounda Traoré. Esta pirueta recibe
el aval de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental
(CEDEAO), cuyo presidente de turno no es otro que Alassane Ouattara, a quien
las tropas francesas habían puesto en el poder el año anterior en Costa de Marfil.
El golpe de Estado acentúa la división étnica en Mali.
Las unidades de élite del ejército –entrenadas en Estado Unidos– cuyos comandantes
son tuaregs se unen a la rebelión con todo su armamento y medios de combate.
Con el apoyo de otros grupos islamistas, Ansar Dine
ataca la ciudad de Konna, saliendo así del territorio tuareg para extender la ley
islámica en el sur de Mali. El presidente impuesto por los golpistas de marzo,
D. Traoré, proclama el estado de emergencia y pide ayuda a Francia. En cuestión
de horas, París interviene militarmente en Mali para impedir la caída de Bamako,
la capital del país. El presidente Hollande ya había preposicionado en Mali elementos
del 1er Regimiento Paracaidista de Infantería de Marina (conocida en Francia
como «La Colonial») y del 13er Regimiento de Dragones Paracaidistas,
varios helicópteros del Mando de Operaciones Especiales (COS, siglas en francés),
3 aviones de guerra Mirage 2000D, 2 Mirage F-1, 3 aviones de
transporte C135 y 2 aviones más de transporte militar –un C130 Hercule
y un C160 Transall.
Es una operación militar bien ejecutada, pero que
designa como enemigo a al-Qaeda, cuando en realidad apunta contra los
independentistas tuaregs. Pero se trata del mismo al-Qaeda que, según Fabius, «está
haciendo un buen trabajo» en Siria y que constituye el «Ejército Libre Sirio»…
respaldado por Francia. Presa del pánico, la presidencia de Francia ordena al ejército
francés que interrumpa su avance en Mali para que los consejeros militares
qataríes de los yihadistas puedan replegarse. Qatar rompe sus relaciones
privilegiadas con Francia mientras que, en el escenario sirio, el «Ejército
Libre Sirio» organiza manifestaciones donde se corea: «Los franceses
son cochinos. Nuestra nación [islámica] saldrá victoriosa».
Francois Hollande trata de reparar su estúpido
error reconciliándose con su benefactor, el emir qatarí al-Thani. Viaja apresuradamente
a Doha, donde la acogida es glacial. Sin embargo, como la naturaleza no aprecia
el vacío, Arabia Saudita y Turquía se apresuran a tomar el lugar de Qatar.
(Continuará)
[1] «La
OTAN prepara la mayor operación de intoxicación de la Historia», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda
(Rusia), Red Voltaire, 12 de junio de 2012, artículo reproducido
en diarios de 45 países. Ver también, «De
faux reportages sur la Syrie sont filmés au Qatar», Sputnik, 19 de julio de 2012; «Inminente
operación de guerra sicológica de la OTAN contra Siria», Red Voltaire, 21 de julio de 2012.
[2] «Siria
parece haber eliminado a Bandar ben Sultan en represalia por el atentado de
Damasco»; «Riad
no confirma, ni tampoco desmiente, la muerte del príncipe Bandar», Red Voltaire, 29 y 31 de julio
de 2012, «Thierry
Meyssan and Prince Bandar bin Sultan», Ali Bluwi, Arab News, 4 de agosto
de 2012.
[3] «Siria:
Desenmascarado, el presidente del Consejo de ministros huye al extranjero», Red Voltaire, 6 de agosto
de 2012.
[4] «Presidente
de Francia y primer ministro de Turquía ordenaron asesinar al presidente Assad
y a su ministro de Exteriores», Red Voltaire, 3 de marzo de 2013.
[5] «Nicolas
Sarkozy ordenó asesinar al presidente de Venezuela Hugo Chávez», Red Voltaire,
1º de enero de 2013.
[6] «Pression militaire et succès diplomatique
pour les rebelles syriens», por Isabelle Maudraud, Le Monde, 13 de
diciembre de 2012.
[7] «La
guerra contra Libia es una catástrofe económica para África y
para Europa»,
por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de julio de 2011.
[8] «Mali:
Detrás de una guerra puede esconderse otra», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire,
21 de enero de 2013.