Margot Bremer rscj
www.amerindiaenlared.org / 011119
Estamos en pleno cambio de época lo que nos desafía buscar alternativas para
nuestros tiempos de pleno pluralismo e interculturalidad y para eso primero hay
que descolonizarse del modelo “standard” impuesto por otros. Queremos ser
nosotros mismos y para eso falta volver a las propias raíces y rescatar lo que
se había pensado, reflexionado y vivido por generaciones en esos lugares que
habitamos hoy.
Son aquellos modelos de los pueblos originarios que nos pueden ayudar a
reconstruir una identidad latinoamericana desde la cosmovisión que han adquirido
a partir de la convivencia en un territorio concreto con su particularidad de clima,
vegetación, topografía, fauna y flora, ríos y mares, bosques y sabanas que les
rodeaban y con los querían entrar en sintonía y pertenecer a ellos. Por tanto, la utopía del Buen Vivir no es
homogénea, sino sumamente plural. Xavier Albó propone hablar de “buenos
víveres” o “buenos convívires”.
El Buen Vivir surge de otra Cosmovisión
¿Conocemos las utopías antiguas que ya fueron iniciadas y puestas en
práctica en estos territorios que habitamos? Ellas, aunque nunca acabadas,
siempre están disponibles a ser retomadas y caminar con ellas.1
Se trata de las milenarias utopías del “Buen Vivir”, testimonio de la Teología
India en la vida cotidiana en las comunidades autóctonas. Tendrá
características y nombres diferentes, pero todas tienen en común ser
incluyentes, armónicas y equitativas, soberanas y sobrias, dialogantes y
dinámicas. Es el camino de un futuro propio, no copiado ni impuesto, que da
vida e identidad a cada cultura, interrelacionado en redes con los sueños y
diseños de de otros.
El nombre “Buen Vivir”, Sumak Kawsay, proviene de los pueblos andinos,
pero en realidad es un sueño que todos los humanos llevamos dentro. El
ecuatoriano Alberto Acosta2 lo describe el Buen Vivir como:
“una cosmovisión que emerge con fuerza desde los
pueblos del sur, los mismos que han sido marginados de la historia. No implica
una propuesta académica-política, sino la posibilidad de aprender de
realidades, experiencias, prácticas y valores presentes en muchas partes, aun
ahora en medio de la civilización capitalista. Propone la búsqueda de la vida
en armonía del ser humano consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza,
entendiendo que todos somos naturaleza y que somos interdependientes unos con
otros, que existimos a partir del otro. Buscar esas armonías no implica
desconocer los conflictos sociales y las diferencias sociales y económicas, ni
tampoco negar que estamos en un orden, el capitalista, que es ante todo
depredador3.
Podemos decir que el Buen Vivir
tiene una raigambre espiritual y mística; además de hacer una historia de
constantes discernimientos de los signos de los tiempos (en asambleas), abierta
a todo lo nuevo que refuerza su utopía, en permanente diálogo con otras
culturas, religiones, cosmovisiones que le mantiene en un proceso dinámico de permanente
profundización y renovación. Con gran sabiduría estos pueblos originarios cultivan
su “capacidad de pensar, sentir y saber
de todo lo que existe: cosmo-sentir, cosmo-saber, cosmo-vivir” como
cosmo-cimiento integral” (Juan José
Tamayo) lo que
la colonización quiso sustituir por un conocimiento de poder como dominio sobre
la naturaleza.
Para entender el Buen Vivir, necesitamos adentrarnos en otra
cosmovisión. Entre los pueblos originarios, el ser humano es considerado como
una parte del cosmos junto con muchas otras especies existentes, pero con el
distintivo de tener consciencia sin ser por eso el centro ni el dueño de todo.
En esa cosmovisión, la tierra es un ser vivo al que hay que respetar y cuidar
como a la Madre, (Pacha Mama), ya que ella alimenta, cobija, protege y hace
crecer a toda la diversidad de vida; de ella los pueblos indígenas aprendieron
a vivir con sabiduría, investigando sus principios de vida que adaptaron como
ejes a su convivencia humana.
De los pueblos andinos quechua se origina el nombre sumak kawsay que hoy se utiliza para
hablar de las utopías de convivencia de los pueblos originarios en Abya Yala8
No se trata de un vivir mejor económicamente aclara Evo Morales, cuando
dice: “decimos Vivir Bien, porque no
aspiramos vivir mejor que otros. Tenemos que complementarnos y no competir”.
El Buen Vivir, desde su cosmovisión diferente, ofrece también una
convivencia diferente. Dentro de la gran diversidad de vivir el Sumak Kawsay, existen algunas
características comunes: se trata siempre de un proyecto que posibilita una
convivencia que asume la diversidad como algo constitutivo de la Madre Tierra
la que ella presenta en una inmensa biodiversidad, así como en la existencia de
una inmensa pluralidad de culturas.
Lugar teológico del Buen Vivir: la periferia
El Buen Vivir surge hoy desde la periferia. Se trata de una historia de
construcción, deconstrucción y reconstrucción de los pueblos indígenas, marginados
a lo largo de los gobiernos colonizadores. Muchos de sus valores que se habían
forjado y purificado en la larga resistencia contra cualquier imposición
colonizadora, aún son vividos hoy en las comunidades indígenas. Siguen siendo
cultivados por los aprendizajes de los ancianos, de sus experiencias,
conocimientos y formas de producir nuevos conocimientos. Es evidente que el
Buen Vivir surge desde la resistencia en lugares periféricos, nunca desde el
centro.
Alberto Acosta describe esta propuesta de la siguiente manera: “La idea del Sumak Kawsay o Suma Qamaña (en
aymara) nace en la periferia social de la periferia mundial y no contiene los
elementos engañosos del desarrollo convencional. La idea viene del vocabulario de pueblos
otrora totalmente marginados, excluidos de la respetabilidad cuya lengua era
considerada inferior, inculta, incapaz de pensamiento abstracto, primitiva”.
El Buen Vivir es convivir en diversidad
Como ya dijimos, en la cosmovisión indígena la diversidad es un valor
teológico porque refleja el diseño auténtico de la creación.
Teniendo el Buen Vivir como alternativa, se nos abre un horizonte y nos
invita a salir de los sistemas alienantes y reconstruir nuestra identidad. Es imposible vivir y convivir la diversidad de
modo centralizado. La centralización del poder lleva automáticamente a una
mono-cultura. La diversidad no separa ni corta el sentido
comunitario sino busca el equilibrio entre convergencia y diversidad.
Para los pueblos originarios la vida en toda su diversidad, solamente
existe porque todo está interrelacionado, aunque con una realidad de sorpresas,
conflictos, encuentros y desencuentros. Se puede realizar solamente en pequeños
grupos y comunidades viviendo en interdependencia. Y a nivel político como
naciones pluriculturales. Pluriculturalidad y biodiversidad forman la realidad
de nuestro planeta. Nuestra tarea humana es, transformar la coexistencia de las
diferentes culturas dentro de una misma nación en una convivencia de
interculturalidad, que incluye siempre al ecosistema.
Con el Buen Vivir se vive una “feliz
austeridad”
El Buen Vivir se fundamenta en la ética de
lo suficiente, tanto para el individuo como para toda la comunidad. Es un
proyecto económico alternativo no-consumista, no-desarrollista, no acumulativo.
Es simplemente holístico. El Buen
Vivir tiene otro sistema económico que se basa principalmente en una red de
redes, activada permanentemente por la reciprocidad (jopoi). En su vida cotidiana, los pueblos originarios procuran practicar
un estilo de vida en sobriedad. La generosidad y solidaridad entre ellos consolida
día tras día más su sentido comunitario y su pertenencia. El intercambio y la
reciprocidad entre diferentes regiones es posible gracias a la diversidad de bio-sistemas
y de talentos humanos.
La inequidad social, inherente al capitalismo, en cuanto a una
convivencia socio-ecológica en armonía, manifiesta cada día más grietas y
rupturas, que provocan procesos dolorosos como las migraciones, entre otras. El Buen Vivir siempre quiere evitar la desintegración
comunitaria. Por tanto, la creación y el restablecimiento del equilibrio es una
tarea sumamente dinámica, en permanente movimiento, con despliegues y pliegues.
El Buen Vivir comienza desde lo local
La puesta en práctica del Buen Vivir comenzar en espacios locales y
ayudar a que los grupos de allí que han tenido una relación más comunitaria con
su entorno, puedan hacerse cada vez más fuertes. Pero paralelamente hay que
construir respuestas globales, pues solamente de una visión global, surge una
acción local estable y eficaz. Hay que activar una organización plural, es
decir entrar en la diversidad e interdisciplinariedad, tanto a nivel local como
regional, nacional e internacional. Desde allí sería más fácil plantear con
mayor claridad y profundidad soluciones locales y globales.
¿Qué tipo de sociedad pretende construir el
Buen Vivir?
El Buen Vivir propone sociedades sustentadas en una vida armónica del
ser humano consigo mismo, con Dios, con sus congéneres y con la naturaleza.
A diferencia del mundo del consumismo y de la competencia extrema, la
utopía del Buen Vivir pretende construir sociedades en las que lo individual y
lo colectivo estén interrelacionadas en equilibrio, en complementariedad y en
armonía con la naturaleza. En este relacionamiento, la racionalidad económica
debe armonizar con la ética y con sentido de pertenencia a un grupo en igualdad
de condiciones.
Hace falta que la economía se reencuentre de nuevo con la naturaleza.
Uno de los principios básicos de la sociedad del Buen Vivir es el planteamiento
de un nuevo relacionamiento entre la humanidad y la naturaleza. La construcción
de una sociedad del Buen Vivir implica cambios mentales y civilizatorios.
El Buen Vivir, una utopía retrospectiva
Josef Estermann utiliza el término “utopía retrospectiva”
para explicar el Buen Vivir como un “ideal
que hay que recuperar de un pasado inconcluso, pero con aspiración de ofrecer
alternativas realmente sostenibles y sustentables” 16.
La propuesta del Buen Vivir de los pueblos originarios nos invita a
reconstruir una nueva identidad latinoamericana que brote de raíces propias de
estas tierras. La utopía retrospectiva del Buen Vivir nos da criterios para
cuestionar el “pensamiento único”, el “único modelo de democracia”, el “mercado
único”, el “sistema financiero único” que tiene las “únicas soluciones”. Frente
a la riqueza de la diversidad de culturas comenzamos a cuestionar el monopolio,
la supuesta universalidad y superioridad de la cultura occidental en nuestro
Continente. Hay que trabajar con la diversidad como un principio de la misma
creación y como valiosa fuente de vida y de complementación.
El Buen Vivir es una utopía retrospectiva, porque los pueblos indígenas
tienen el pasado por delante, y el futuro, desconocido, está por detrás.
El Buen Vivir y el Reino de Dios
Para los indígenas el Buen Vivir es el proyecto de Dios Creador. Lo
expresan en sus mitos de creación que suelen recitar siempre iniciando sus asambleas.
Es el eje retrospectivo desde donde quieren enfocar su encuentro. El mismo
Jesús proclama el reino de Dios que es para todos, pero comienza con los pobres
y aconseja con insistencia dar preferencia a “su justicia” ya que la verdadera
justicia del reino crea sentido comunitario, parentesco espiritual y
solidaridad. La Biblia no da recetas sino ejes y orientaciones para la constante
búsqueda y construcción del reino. Jesús, dijo que había venido para traer la “Vida
en abundancia” (Jn 10,10); refiriéndose en esa calidad de relaciones en justicia
y fraternidad.
¿Qué dice la Iglesia católica hoy del Buen
Vivir?
La Iglesia apoya plenamente el proyecto autóctono del Buen Vivir en Abya Yala, al afirmar en Instrumentum laboris que “la búsqueda de los pueblos indígenas amazónicos
de la vida en abundancia, se concreta en lo que ellos llaman el “buen vivir”… hay una inter-comunicación entre
todo el cosmos, en donde no hay excluyentes ni excluidos, y que entre todos
podamos forjar un proyecto de vida plena”(5). Tal comprensión de la vida se caracteriza por la
conectividad y armonía de relaciones entre el agua, el territorio y la
naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas
espirituales. Para ellos, “buen vivir” es comprender la centralidad del
carácter relacional-trascendente de los seres humanos y de la creación, y
supone un “buen hacer”. No se pueden desconectar las dimensiones materiales y
espirituales. Este modo integral se expresa en su propia manera de organizarse, que parte de la familia
y comunidad, y abraza un uso responsable de todos los bienes de
la creación. Algunos de ellos hablan del caminar hacia la “tierra sin males”,
imágenes que reflejan el movimiento y la noción comunitaria de la existencia”.
¿Quién no sueña con un Buen Vivir?
El primer paso en el camino hacia el Buen Vivir sería construir una
consciencia crítica para iniciar un proceso de descolonización a nivel
colectivo (des-aprender para re-aprender) y rescatar los valores de las propias
culturas.
En ellas no se da prioridad a la cantidad de tenencias de cosas, sino
a la calidad de relaciones que buscan permanentemente recuperar el equilibrio,
restableciendo y regenerando los desequilibrios que se dan constantemente. Se
trata de una propuesta sagrada, originada y vivida en nuestro Continente Abya Yala, que nació a partir de una
cosmovisión centrada en la vida como una red de relaciones en interdependencia,
entre todos los niveles: cósmico, telúrico, ecológico y humano religioso.
Esta convivencia entre humanos, tierra y cosmos con Dios es, para los
pueblos indígenas, teología de la “sagrada trama de la Vida”. Vemos que el Buen Vivir es eminentemente subversivo, es decir que surge de los
sueños periféricos que buscan alternativas desde su marginación las que podrían
peligrar al centro. El proyecto del Buen Vivir propone con valentía salidas
des- y de-colonizadoras. Ya Mario
Quintana dijo: “Soñar es despertarse
hacia adentro” (2005).
__________________________________
1 LINARES, José Gregorio, Nuestra América: Pasado comunitario –
Porvenir Socialista, República
bolivariana de Venezuela, Caracas, 2012
2 ACOSTA, Alberto
es uno de los principales teóricos e impulsores del tema Buen Vivir,
ex-ministro de Energía y Minas de Ecuador, y además fue presidente de su
Asamblea Constituyente.
3 Alberto Acosta, en una entrevista entre amigos.
8 Abya Yala es el termino
kuna, que quiere decir “tierra fértil”,
utilizado como denominar para nuestro Continente latinoamericano al que los
conquistadores dieron el nombre de América Latina, haciendo alusión al navegante italiano Amérigo Vespucio, el que, según el geógrafo alemán Waldsemüller,
había previsto su descubrimiento. Los pueblos originarios no aceptan este
nombre porque parece que antes de 1492 este Continente no existía.
16 Josef Estermann, Caminar
al Futuro, mirando al Pasado, en la
revista CAMINAR, 2010, p.13