Nazanin Armanian
www.publico.es
/ 090819
El presidente de la República Democrática
de Afganistán, doctor Mohammad Nayibulá siguió en el poder siete años después
de la retirada del ejército soviético en 1989 gracias al apoyo popular del que
gozaba. ¿Cuántos días aguantará Ashraf Ghani, encerrado en la “Zona Verde” de
Kabul cuando EEUU cumpla el acuerdo con los Talibán y retire parte de sus
tropas?
Por la brillante mente de Trump han pasado
dos soluciones para sacar a las tropas de Afganistán: ganar la guerra matando a “10
millones de afganos en 10 día”, y de paso, dando un uso a tantas
bombas atómicas almacenadas, o salir pitando. La primera es imposible, y no me
refiero su incapacidad o falta de ganas de exterminar aquel pueblo, sino a
“ganar” el Gran Juego en Asia Central por esta vía (¡y por cualquiera otra!),
por lo que ha optado por la segunda, aunque con matices, pidiendo auxilio a
Pakistán. Se trata del mismo país al que el presidente menos docto de la
reciente historia de EEUU acusó de «mentiras y engaños» y le cortó la ayuda
militar «tonta» de 300 millones dólares en 2018 por el doble juego de Islam
Abad, el principal patrocinador de los Talibán. Mientras el inquilino de la
Casa Blanca necesita, de cara a las elecciones presidenciales del 2020, mostrar
algún logro en la política exterior, los generales intentan decirle que EEUU, a
pesar de la imagen de “empantanado”, está cumpliendo exitosamente su plan en
Asia Central desde que ocupó Afganistán: o ¿no es un éxito haber podido
instalar numerosas bases militares en el país más estratégico del mundo, bajo el pretexto
del 11S., desde donde se pueda controlar a
China, Rusia, India e Irán y eso a pesar de que 1) entre los
supuestos terroristas de aquellos atentados no había ningún afgano, y 2) antes
del ataque de la OTAN, los Talibán ofrecieron a Bush la entrega de Bin Laden,
pero él lo rechazó porque detener al
saudí no estaba dentro de los 9 objetivos de la ocupación?
El encuentro entre Trump y el primer
ministro de Pakistán Omran Khan en la Casa Blanca, celebrado el 22 de julio,
sella el acuerdo entre EEUU y talibanes tras meses de negociaciones en Qatar,
en las que Washington se ha comprometido:
Retirar parte de sus tropas, aunque serán
sustituidas por 1) los mercenarios de los ejércitos privados de empresas como
Academi, antes “Blackwater USA”, implicada en torturas y asesinatos en Irak; 2)
por armas avanzadas y 3) por soldados paquistaníes y árabes que harán de carne
de cañón de sus intereses
Devolviéndole al Pakistán el papel que
ostentaba antes del 2001 como el matón del barrio, para el disgusto de la India
e Irán. Las relaciones entre EEUU y su principal aliado en Asia Central se
estropearon durante el mandato de Obama por dos principales motivos: 1) los
continuos bombardeos de las regiones fronterizas del Pakistán con Afganistán,
para “destruir las bases de al Qaeda”, que causaron la matanza de miles de
personas y forzaron la huida de varios millones de sus hogares, y 2) la
violación del espacio aéreo de Pakistán el 2 de mayo del 2011, para matar el
espíritu del fallecido Bin Laden, sin siquiera avisar al gobierno
“soberano” de Islam Abad, provocando graves protestas en el país. Un error que
convirtió a EEUU en un rehén de
los generales-talibanes de Pakistán, que controlaban la Ruta Sur por
la que los camiones de la OTAN transportaban artículos de primera necesidad para
sus 300.000 soldados en Afganistán.
Entregar el poder en Afganistán a los
talibanes paquistaníes, quienes al principio actuarán como un gobierno
interino, para que después de celebrar unas “elecciones “democráticas”
restauren su Emirato Islámico, con la legitimidad internacional.
Descongelar la ayuda de 30 millones de
dólares destinada a los generales corruptos, fanáticos y patrocinadores del
terrorismo paquistaníes, que gobiernan sobre casi 200 millones de personas.
Ampliar las relaciones comerciales con
Islam Abad, y echarle un cable para que El Grupo de Acción Financiera
Internacional (GAFI) que controla el tema del lavado de dinero, expida un
informe favorable para que pueda solicitar préstamos al Fondo Monetario
Internacional.
Mediar en la disputa de Cachemira con la
India.
Por su parte, Pakistán y Talibán aceptan
una única condición: Impedir la actividad de los grupos terroristas del Estado
Islámico y Al Qaeda contra los intereses de EEUU.
Pakistán, país con la bomba atómica ilegal
(al igual que Israel y la India) es una pieza fundamental en el juego del
“bombero pirómano” de EEUU en Afganistán, aun así, no hay ninguna garantía de
que el Sr. Khan pueda cumplir su parte del trato. Pues, los Talibán son un
frente de varios grupos formados por decenas de miles de individuos de origen
lumpen proletariado, que viven de su sueldo de mercenario que reciben de los
señores de guerra, quienes por su parte están contratados por diferentes países
de la región, y además cambian de lealtad vendiéndose al mejor postor. Algunos,
incluso, son independientes y viven del tráfico de droga y de piedras preciosas
del dorado de
Asia Central. Por lo que, Khan solo podrá dar garantías a EEUU sobre
los talibanes paquistaníes, ni siquiera sobre los talibanes afganos.
La Operación de Apoyo Resuelto de la OTAN
en formar a las fuerzas afganas ha sido un total fracaso: cerca de la mitad del
país sigue bajo el control de los talibanes ¡que no tienen ni un helicóptero! Y
el fenómeno de miles de “soldados fantasma” quienes existen solo sobre el papel
mientras sus superiores cobran sus salarios, impide conocer el número real de
las fuerzas armadas y de seguridad del país.
“Talibanes” de otros países
Salvo la India, todos los piases afectados
de la zona han negociado con el poderoso grupo terrorista: Rusia lo hizo por
16 objetivos; China les paga como vigilantes de seguridad allá donde
ha invertido parte de sus 5.950 millones de euros, como en el sector minero, a
la vez que negocia con Kabul para instalar una base militar en Badakhxan,
provincia que comparte frontera con la localidad china de Xinjiang, donde los
grupos terroristas islamistas cometen atentados. Pero, es Irán quizás el país
con una política más sofisticada y multifacética respecto a los “seminaristas”,
que es lo que significa Talibán: en 2001cooperó con EEUU para derrocarles del
poder proporcionándole al gobierno de Bush asistencia militar e inteligencia, y
una vez que conoció los planes de la OTAN en permanecer en el país con el que
comparte 936 kilómetros de fronteras y lo considera su patio trasero, cambió de
política: creó causa común con un sector de Talibán contra las tropas de EEUU
(y cuando el Pentágono trasladó su
“Arco de crisis a esta región, también contra Daesh) manteniendo a
la vez buenas relaciones con los gobiernos instalados por Washington en Kabul.
Teherán ejerce un poder blando en Afganistán a través de: inversiones
económicas, no sólo en negocios sino también en los políticos; lazos
lingüísticos (dari, un dialecto de persa es la lengua cooficial del país junto
con el pastún), que le facilitan tener canales de televisión y radio, mientras
regala millones de libros cuidadosamente seleccionados; y mediante la religión,
siendo el 20% de los 35 millones de afganos chiitas. Incluso ha formado la
Brigada Fatemiyun con miles de afganos chiitas pobres, y los refugiados e
inmigrantes indocumentados que viven en Irán desde hace décadas, enviándoles a
Siria en apoyo al presidente Bashar al Asad. En el propio Pakistán («La tierra
de los inmaculados» en hindi y persa), la República
chiita de Irán cuenta con la Brigada Zeinabiyun, reclutada de entre
el 5% de la población que practica la segunda corriente del islam. Los fuertes
lazos de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos,(los dos únicos estados que
junto con Pakistán reconocieron al régimen de Talibán en 1996), con Islam Abad ya
preocupaban a Teherán, y que ahora además recuperen su poder en Kabul, le
inquieta.
La fuerte oposición de los poderosos
militares de EEUU al plan de Trump de retirar las tropas de las guerras
“inútiles”, harán que el actual proceso sea más táctico que estratégico: Trump
tiene el reloj, pero quien tiene
el tiempo es el Complejo Industrial-militar, el mismo que le obligó
a tragar sus propias palabras sobre la retirada de Siria.
El principal ganador de esta situación ha
sido Omran Khan, el ex jugador de Criquet: «Vino, vio, venció» tituló
Dawn, el diario Paquistán de lengua inglesa, que así celebraba el regreso del
régimen fascista de los Talibán a Kabul. El principal
perdedor es el invisible pueblo afgano, y sobre todo sus mujeres,
muy cansado de bombas, violencia y una pobreza extrema: sólo en los primeros
días de agosto, cerca de 200 civiles, muchos de ellos niñas y niños, han sido
víctimas de la barbarie de la guerra. ¿Saben por qué ha
desaparecido el movimiento antimilitarista del escenario?