José María Castillo
www.religiondigital.com / 291118
El conocido historiador francés, Fréderic
Lenoir, ha sabido formular una realidad que da motivos para pensar a fondo.
¿Qué futuro le espera a la iglesia católica? Es un hecho que la religión está
en crisis. ¿Significa eso que la iglesia también lo está? ¡Mucho cuidado al
responder a esta cuestión! Que la cosa no está tan clara, si se piensa en serio
y sin miedos.
Y aquí viene lo de Lenoir. Dice este
historiador: "Los hombres de iglesia, deslumbrados por el éxito de su
religión, se aficionaron al poder" ("El Cristo filósofo", 2009,
pg. 20). Pero esto llevó a los hombres de iglesia a ver la realidad como
realmente no ha sido, ni es.
Me explico, citando de nuevo a Lenoir.
"La Inquisición se abolió en el siglo
XVIII, pero ¿por qué? ¿Acaso porque la Institución tomó conciencia de su
abominable comportamiento y decidió enmendarse? No. Simplemente porque ya no
tenía los medios que requería la voluntad de dominación (en España tuvimos
Inquisición hasta el s. XIX, con Fernando VII). Porque la separación de la iglesia
y el Estado... privó (a la iglesia) del "brazo secular" en el que se
apoyaba para quitar la vida los herejes. Porque los humanistas del Renacimiento
y los filósofos ilustrados habían logrado instaurar la libertad de conciencia
como un derecho fundamental de todo ser humano.
Hoy estas ideas se imponen a todos (o a la
inmensa mayoría) en occidente, creyentes y no creyentes. No se han implantado a
través de la iglesia, sino (en muchos casos) en contra de la iglesia... La gran
paradoja, la ironía suprema de la historia es que el surgimiento moderno de la laicidad,
los derechos humanos, la libertad de conciencia, todo lo que surgió en los
siglos XVI, XVII y XVIII contra la voluntad de los clérigos, se produjo a
través del recurso implícito y explícito al mensaje original del Evangelio...
que no llegó a los hombres por la puerta de la iglesia, sino por la ventana del
humanismo del Renacimiento y la Ilustración" (o. c., pg. 21).
Yo sé que a todo esto se le podrán (y
deberán) hacer las matizaciones que sean necesarias. Pero, en todo caso,
andemos con cuidado. Que podemos encontrarnos con sorpresas que no imaginamos.
En pleno s. XX, el papa Pío X dijo, en la encíclica "Vehementer Nos"
(ASS, nº 19, pgs. 8-9):
"En la sola Jerarquía residen el
derecho y la autoridad necesaria para promover y dirigir a todos los miembros
hacia el fin de la sociedad. En cuanto a la multitud, no tiene otro derecho que
el de dejarse conducir y, dócilmente, el de seguir a sus pastores".
¿Que se está hundiendo la religión
sustentadora y promotora de estos disparates? Por lo que respecta a los
disparates, cuanto antes se hunda, tanto mejor. Pero entonces, ¿qué quedará en
pie? O, mejor dicho, ¿qué futuro nos espera a quienes seguimos pensando que, en
la iglesia, nos queda una luz de esperanza?
Mi respuesta, de momento, es ésta: si los
evangelios no mienten, es un hecho que Jesús, el Señor, se enfrentó al Templo,
a los sacerdotes, a los maestros de la Ley, a las observancias religiosas que
se anteponían a la curación de los enfermos o que despreciaban a los
extranjeros y a los pecadores... Jesús se enfrentó, además, a los observantes
(fariseos) que se veían superiores a la gente vulgar. ¿Qué todo esto supone que
la religión se hunde? Si es por eso, yo no me siento pesimista.
¿Que necesitamos el Evangelio? Mi
convicción es que ahora es cuando más lo necesitamos. Por eso, yo veo ahora el
futuro de la iglesia más esperanzador que nunca. Porque se está hundiendo lo
que Jesús dijo que se tenía que acabar: "Se acerca la hora, ya está aquí,
en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad"
(Jn 4:23). ¿Qué nos queda entonces? Exactamente lo mismo que dijo Jesús en su
mandato final: "Que os queráis unos otros como yo os he querido. En esto
se conocerá que sois discípulos míos" (Jn 13:14-15).
Seguiremos profundizando. Lo que acabo de
decir no es nada más que el punto de partida. Continuará.