www.publico.es / 201118
El 11 de noviembre, mientras el primer
ministro israelí, Benjamín Netanyahu se encontraba en Paris en la ceremonia por
el centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial, su ministro de
defensa, Avigdor Liberman lanzaba una operación para infiltrar una unidad
especial en Gaza, camuflada con un vehículo civil, con el finde secuestrar a
algún comandante de Hamas. El objetivo esta vez no era canjearlo con los
prisioneros israelíes o los cadáveres de sus soldados en manos de la
organización palestina, ni contar con una carta para las futuras negociaciones,
sino sabotear el pacto de seguridad firmado entre el líder de Hamas Yahya
Sinwar (que ha estado 22 años en las cárceles israelíes) y Netanyahu.
Dicho acuerdo, realizado con la mediación
de Egipto, Qatar, la ONU y la aprobación de EEUU, consistía en que Tel Aviv
paliara el bloqueo a Gaza a cambio de que Sinwar contuviera la Gran Marcha del
Retorno de los Viernes que empezó en mes de marzo en la frontera con Israel,
desde donde los manifestantes tiraban petardos
de destrucción masiva que mataron a 2 militares israelíes e hirieron a 3
heridos, y recogían los cuerpos sin vida de 227 palestinos y a cerca de 20.000
heridos y mutilados por la lluvia de disparos israelíes: ¡ y a eso la
prensa llama “enfrentamiento”!
El resultado de este acuerdo ha sido que
Gaza (que vive
una situación de genocidio a toda regla), puede contar con más horas
de luz y agua y ha recibido los 15 millones de dólares donado por Qatar a Hamas
destinados al pago del salario de los funcionarios de la Franja, a la vez que
se negocia un alto el fuego permanente en fases. Liberman considera el pacto
una “capitulación ante el terror”. Está por ver si el motín de los gazatíes
hambrientos y con un 70% de los jóvenes desempleados puede ser contenido por un
Hamas, patrocinado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Qatar, Irán y Turquía,
con intereses contrapuestos en la cuestión palestina.
La operación terminó en un fiasco: aunque
mataron al comandante Nur Baraka y seis milicianos más, la unidad israelí fue
descubierta y un teniente coronel fue asesinado. Con el fin de proteger a sus
agentes y destruir los equipamientos abandonados durante su fuga, la aviación
israelí bombardeó Gaza, lanzando150 ataques a los que los palestinos responden
con unos 400 proyectiles de mortero, alcanzando un autobús militar israelí, y
obligando a los vecinos de Ashdod y Beersheba a permanecer en refugios
antiaéreos.
Netanyahu regresa inmediatamente y declara
el alto el fuego. Liberman presenta su dimisión, y en vez de asumir la
responsabilidad de la operativa chapuza, culpa al primer ministro por oponerse
al desalojo de los palestinos de Khan Al-Ahmar y entregar la donación de Qatar
a Hamas, aunque en realidad pretendía presentarse en la víspera de las
elecciones parlamentarias del 2019 como “la mano de hierro” contra Palestina.
El líder de la extrema derecha israelí pide un “golpe severo” en Gaza: no se conforma
con menos que el exterminio de los dos millones de prisioneros palestinos
encerrados en la Franja.
El régimen israelí se divide ante el
dilema de: ¿Es Gaza una amenaza “estratégica” o “existencial? Y ¿cuál es
la “amenaza iraní”?
Netanyahu
se centra en Irán
El primer ministro declaró un alto el
fuego sin pedir la aprobación de su gobierno de coalición. Para él es Irán el
principal desafío, y no sólo Israel sino del planeta entero e incluso el
cosmos. Descarta una “solución” militar contra Gaza por su inutilidad, probada
en tres guerras. Prefiere una atrocidad controlada contra la Franja, mientras
sigue con su estrategia de aislar a Teherán, presionando a Europa y los países
árabes.
Tras lograr que EEUU de Trump (que tiene
sus razones para apoyar a Israel) traslade su embajada a Jerusalén, recorte la
ayuda a los refugiados palestinos, rompa el acuerdo nuclear con Teherán y
reimponga las sanciones
mortales contra la nación iraní, Netanyahu intenta normalizar las
relaciones de Israel con los países árabes. Visitaba Omán la semana pasada,
cuando en Qatar se exhibía la bandera israelí en el 48º Campeonato Mundial de
Gimnasia Artística y su ministra de cultura y deportes asistía en Abu Dabi a un
torneo de judo. Aunque, el
asesinato de Khashoggi por Arabia Saudí dificulta el “Acuerdo del siglo”
que iba a zanjar la “cuestión Palestina.
Las concesiones unilaterales de los países
árabes (ahora, en jaque por el asunto del periodista asesinado) radicalizarán
aún más a la extrema derecha israelí, y eso cuando el movimiento Boicot,
Desinversión, Sanciones (BDS) va ganando en la opinión pública europea.
Es difícil que las calles árabes apoyen
esta “normalización”. Los regímenes árabes conocieron durante las “primaveras
árabes” el poderío de sus gentes. Eran otros tiempos cuando en 2002, la Liga
Árabe condicionó el reconocimiento de Israel a cambio de una retirada completa
de las tierras ocupadas.
Liberman es la primera víctima de este
pulso y el propio Netanyahu el segundo: su gobierno de coalición se desmorona y
no se descarta un adelanto de las elecciones.
Las
lecciones de un golpe fallido
+ Israel ha menospreciado la capacidad
defensiva de los palestinos, y sus consecuencias políticas en Tel Aviv.
+ Los palestinos tienen una oportunidad
para aprovechar esta brecha en el seno del poder israelí.
+ Israel no pretende derrotar a Hamás y
asumir el control sobre 2 millones de palestinos que odian a la República
Judía de Israel, por condenarles a una muerte lenta. Hay una facción
que pretende salvar a esta organización ante la profunda decepción de los
gazatíes de su gestión y el empeoramiento de la situación de la franja.
+ Netanyahu ha negociado el acuerdo no con
la Autoridad Palestina (AP), sino con Hamas, para dividir aún más a los
palestinos. Puede incluso otorgar un estatus especial a Gaza. Pretende levantar
de forma gradual el bloqueo, ampliar su zona de pesca de seis millas náuticas a
catorce, dar permiso de trabajo a miles de gazatíes, etc.
+ La AP ha rechazado estas negociaciones:
la crisis humanitaria se empeorará en el enclave y hará estallar la “bomba
Gaza” en la cara de sus creadores sin que sus armas nucleares ilegales pudiesen
evitarlo.
+ De momento, gana la línea de “política
dura” de Netanyahu sobre la “brutalidad al desnudo” de Liberman: una
“victoria” para los palestinos.