Nazanin Armanian
www.publico.es /
101117
Arabia Saudí y
Kuwait han pedido a sus ciudadanos abandonar el Líbano inmediatamente. ¿Se está
preparando otra gran guerra? Los últimos acontecimientos en Oriente Próximo son
sólo una señal:
*1 de noviembre:
Vladimir Putin visitó Irán para insistir que Rusia no va a ceder ante las
presiones de EEUU, Arabia Saudí e Israel de abandonar a Irán, y también para
firmar varios acuerdos estratégicos
con los persas, provocando un fuerte malestar entre los saudíes. Fue en 2014
cuando el Príncipe Bandar, jefe de la inteligencia saudí, fue a visitar a Putin
para amenazarle de que dejara de apoyar a Bashar al Asad, el aliado de Irán, si
no enviaría a los terroristas chechenos para destruir los Juegos Olímpicos de
Sochi. Putin se negó y una
bomba mató a 15 personas en la estación de trenes de Volgogrado. Y ahora, el Estado Islámico, ejército copatrocinado por los
saudíes, anuncia que va a aguarle la fiesta a Kremlin durante el
Mundial de Fútbol del 2018.
*3 de noviembre:
El Ejército sirio, con el apoyo de Rusia e Irán, recupera casi la totalidad de
la ciudad de Deir Ezzor. La guerra y el Estado Islámico terminan su misión en Siria, destruida, y
se trasladan al Líbano.
*4 de noviembre:
El primer ministro libanés, Saad Hariri, que había sido invitado a Arabia
Saudí, anuncia su repentina dimisión en Riad, que no en Beirut. Luego ataca a
Irán por su injerencia en los asuntos libaneses, al Partido de Dios (Hizbolá)
de ser un estado dentro del estado, e insinúa que puede ser asesinado por
ellos. ¡Hariri parecía abducido! Días antes, “libre” y en su país, había
elogiado a Irán por su papel “estabilizador” en el Líbano, y había mandado
reabrir la embajada en Damasco después de
siete años. Las redes sociales libanesas se mofaban de la trampa
tendida por Riad: le invitaron para “secuestrarle” y forzarle a leer una
declaración anti-iraní y luego dimitir. “Parpadee dos veces si quiere que
vayamos a salvarle“, le decía uno de los tweets.Así, Arabia provocaba una
crisis institucional en el frágil estado libanés (que estuvo dos años sin presidente), de
consecuencias imprevisibles, justo cuando Israel ha amenazado con atacar el
país. Esta renuncia también puede ser una táctica dirigida a mejorar la
posición de Hariri dentro de un nacionalismo libanés que cuestiona la lealtad
de Hizbolá a la “patria” por exhibir en sus actos las imágenes de los
dirigentes de Irán. Es cierto que Hizbolá nació en Teherán, pero también lo es
que Saad Hariri recibe órdenes y dinero de Riad. El estratégico país es otro de
los terrenos donde las potencias internacionales y regionales libran su pulso
por la hegemonía regional, comprando voluntades de los políticos. Israel, con
el respaldo de EEUU y Arabia Saudí, se prepara para lanzar un mortal ataque
contra Hizbolá en Siria y en el Líbano, e Irán afirma estar listo para
responderle. En esta región, donde sobran belicismo y fanatismo judío, sunnita
y chiita, ha desaparecido la cultura de diálogo, negociación y la de “reparto
del pastel” sin dejar a miles de muertos ajenos en el camino.
*5 de noviembre:
Un misil lanzado por los hutíes yemeníes a Arabia es derribado cerca del
aeropuerto de Riad, y los Saud –padrinos del
“terrorismo yihadista”– acusan a Irán de estar detrás de éste “acto
de guerra” cuando el misil era de fabricación rusa y propiedad del ejército
yemení. Es más, a Irán le es imposible acceder a un Yemen rodeado de bases
militares de EEUU, Reino Unido y Arabia. Donald Trump, que tras recibir un cheque de 110.000 millones de dólares
de los jeques ha dejado de señalarles por los atentados del 11S, afirma estar
con los aliados árabes, estrechando el cerco alrededor de Irán. Ambos países
que cooperan en el genocidio del pueblo yemení, ocultan sus objetivos así como la mayor crisis
humanitaria del mundo que han provocado en esta tierra azotada por
el hambre y el cólera. La agresión militar, lanzada en 2015 por el “Trump Saudí” el príncipe Mohammed Bin
Salman (apodado “MBS”), y que iba a restaurar el control de Arabia sobre Yemen
en seis meses, ha costado decenas de miles de vidas yemeníes y ha arruinado
(junto con el pago del sueldo y armas del Estado Islámico en Siria e Irak, la
corrupción y despilfarro en la compra de armas) las arcas públicas del reino. Y
justo es este factor uno de los motivos del siguiente
acontecimiento: “Suelten la pasta o les enviaré al talego”
*5 de noviembre:
El rey Salman cita a 11 príncipes y 38 ex ministros en el Hotel Ritz-Carlton de
Riad para una “importante consulta” y una vez allí los encierra en el hotel sin
ninguna orden judicial. Les acusa, en una declaración propagandística, de
corrupción y congela el movimiento de sus fortunas. Durante esta redada, que
puede continuar con más arrestos, muere en circunstancias extrañas el príncipe
Abdul Aziz bin Fahad, de 44 años, y uno de los críticos de MBS. Entre los
“huéspedes” de la lujosa prisión se encuentra Alwaleed bin Talal, dueño de una
fortuna de 18.000 millones de dólares, y del rascacielos de 99 plantas en Riad,
quien al parecer se había negado a apuntalar la economía de Arabia. Talal,
apodado El Príncipe Rojo, por pertenecer al Movimiento de Príncipes Libres,
también tuvo su encontronazo con Trump candidato, al decir que sería una
desgracia para EEUU que él se convirtiese en presidente. Entre los propósitos
reales del golpista MBS están hacerse personalmente con el control de las
propiedades de los millonarios detenidos, dentro y fuera del país, y así
financiar el ambicioso Plan de reformas del
2030 ( la privatización del 5% de la Petrolera estatal Aramco también se
debe a este objetivo), y convertirse él mismo en uno de los hombres más ricos
del mundo. Cierto que hasta ahora no ha habido ningún motín o protesta social o
militar por dichas medidas, pero está por ver si MBS logra consolidar el poder
que ha arrebatado al verdadero príncipe heredero Mohamed ben Nayef, bajo
arresto domiciliario.**
Las próximas
guerras de Oriente Próximo además de la
bandera kurda, llevarán también el sello “chiita-sunnita” marcado
por el conflicto entre las dos teocracias iraní- saudí. En una exhibición de
poderío “religioso”, la República Islámica ha organizado la marcha de cerca de
3 millones de personas hacia la ciudad iraquí de Karbala, para conmemorar
Arbain, el día 40 después del aniversario del martirio del Imam Husein, nieto
de Mahoma. Mientras los sufridos habitantes del Libano (incluidos los
refugiados palestinos y sirios) con el corazón en un puño, vigilan con un ojo
las fronteras porosas del país, y con el otro miran al cielo, y no precisamente
para pedir un milagro. Y la ONU y el movimiento por la paz, muertos.