Por: Arysteides Turpana
Hace 525 llegó a Abya Yala, nuestro continente, una banda de maleantes
españoles bajo el mando de un gamberro llamado Cristóbal Colón, cuya nombre
afea y denigra el Himno Nacional de Panamá. ¡Da asco! ¡Repugna! Venían estos
forajidos hispanos con el fin de saquear nuestras riquezas, de apoderarse de nuestras
tierras y de esclavizar a nuestros ancestros, y para lograrlo recurrieron a
argucias delictivas e inmorales, amparadas bajo los nombres de la Guerra Justa y de Requerimiento. A esta invasión armada y a su subsecuente ocupación Descubrimiento de América las llaman los
hispanólatras. En 300 años de pillaje,
los gamberros diezmaron a 100 millones de abyayalenses, según las cifras
ofrecidas por Fidel Castro y Noam Chomsky.
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron una religión.
Lo que no dicen es que es esa religión fue manipulada por la hipocresía de esos
mismos delincuentes españoles. ¿Y es que no había religión aquí, que justamente
tuvieron que ser los criminales españoles que la tuvieron que traer?
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron el alfabeto. Exceptuando
a los religiosos, el único gamberro español que pasó por aquí y por una
academia fue Hernán Cortés. Los demás eran unos brutos que no sabían ni leer ni
escribir, como Francisco Pizarro, que fue amamantado, como Asco Núñez de Balboa,
por cerdos. Los hispanólatras no saben en su ignorancia que aquí en Abya Yala siempre
hubo una escritura de tipo jeroglífica y silábica. En su tozudez un día nos
dirán que lo de Braille y el lenguaje de
señas no son nada. Nemo
dat quod non habet.
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron un idioma, como si aquí no hubiese
habido miles y miles de idiomas. El 10 de mayo de 1770, Carlos III emitió una Real
Cédula mediante la cual prohibió el uso de las lenguas americanas para que se hablase
solo el castellano en este continente que es un río multicolor de idiomas. Solo en Panamá
tenemos siete lenguas nativas y una europea, que es el castellano, un dialecto del latín
vulgar, la jeringonza que hablaba la chusma de Roma, ciudad donde la población estaba
dividida en dos capas sociales: los patricios y la plebe. En nuestro continente Abya
Yala, el dominio del idioma se tomaba muy en cuenta y con tal consideración para aspirar a algún
cargo dentro de la organización del Estado. A muchos locutores, ministros y otros jerarcas
de la etnia ladina panameña les he escuchado decir: “habemos”, “haiga”, “hubieron”. El preso
de Miami, el etnoitaliano Ricardo Martinelli dijo: “I haven’t stolen a fucking penny”
(“no me he robado ni un fucking real).
Llegó a ser presidente de Panamá con esta formar de hablar. Tal vez lo veamos algún día como
miembro de la Academia Panameña de la Lengua.
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron las leyes. ¿Y
es que aquí no las había? Las leyes de los gamberros españoles se llamaban Guerra Justa y Requerimiento, que eran leyes para justificar el genocidio, la
esclavitud y el saqueo de nuestro continente Abya Yala. Las llamadas Leyes de Indias fueron promulgadas mediante Real Cédula el 18 de
mayo de 1680, o sea, a casi 200 años del pillaje español y cuando la población
nativa ya había sido diezmada bajo las manos de los criminales gamberros de
España; en otras palabras, las Leyes de
Indias solo favorecían a los “indios” ya asesinados. ¡Cuánta hipocresía!
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron animales domésticos ¿se referían a
ellos mismos? El abyayalense (y no el indio, que es un ciudadano de la
república de la India, un país asiático) había domesticado llamas, alpacas, el
pato mudo, el pavo, el xoloitzcuintle o el perro pelón…
Según los hispanólatras, los gamberros españoles trajeron universidades, como si aquí no las
hubiera habido: ¿de dónde salió el sabio que inventó el calendario azteca?, ¿de
dónde salieron los astrónomos, los matemáticos con su concepto de cero (0) y
los administradores de los Estados? A estas universidades en algunas partes se
las conocían con el nombre de Calmécac, donde se impartían conocimientos de retórica, arte dramático, música, canto, danza, escritura, astronomía,
historia, administración de justicia; en otras partes se las llamaban Cuicacalli,
que eran centros de enseñanza especializada en todo lo referente a la cultura
musical y los cantos sagrados, algo así como Berklee College of Music, de la
ciudad de Boston; había otras llamadas Telpochcalli, donde se ponía
énfasis en la educación militar: algo parecido a West Point. En esos centros de
educación superior, se adquirían y se transmitían las convicciones
religiosas, los valores morales y culturales, en otras palabras, eran centros
de educación permanente y continúa.
¿De dónde salió
el astrónomo maya que planteó que el año solar duraba 365,2420 días, cuando
para la astronomía contemporáneo es de 365,2422 días, y en lo que a la
revolución sinódica de Venus se refiere calculó que era de 584 días, cuando el
cálculo moderno es de 583,92 días?
En la ciudad de
Qosqo -Cuzco- había un
sitio poblado de escuelas y de centros de altos estudios, los denominados "Yachay Huasi". Cuando los gamberros españoles lo descubrieron
lo llamaron “barrio de escuela”, que es el equivalente a lo que hoy denominamos
“ciudad universitaria”, en cuyas moradas vivían los harauec -los poetas- y los
sabios llamados “amauta”-nombre tan querido por el no menos querido y siempre
lúcido José Carlos Mariátegui.
En 1438, el noveno Inca, Yupanqui,
conocido también con el nombre de Pachacútec, reforzó su política educativa al incrementar
la cantidad de escuelas, que en principio habían sido fundadas por Inca Roca.
Hubo escuelas a todo lo largo y ancho del Imperio y se agigantó el número de
enseñantes.
Los incas dominaban la geometría. Con ella
medían los campos, trazaban caminos, levantaban sus edificios, median el tiempo
para fijar los tiempos de la siembra y la cosecha. Tenían cocimientos sobre la
cirugía, sobre todo, sobre la trepanación de los cráneos e igualmente el uso
medicinal de la plantas era objeto de estudio. La educación que los niños
recibían en el hogar se reforzaba en las instituciones del sistema de la
educación formal; era como si ya desde la casa estuviese manejando el Manual
de urbanidad y buenas maneras o el Manual
de Carreño.
En Los comentarios reales de los incas, su autor, el Inca Garcilaso de
la Vega escribe que en el tiempo precolonial el mismo estado incaico daba de
vestir a los vasallos y en dicho imperio no había pobres ni mendigantes y nadie
moría de hambre porque el gobierno tenía depósitos de comida ya que siempre estuvo
preparado para los tiempos de las vacas flacas. ¿Es así hoy por hoy el Perú
contemporáneo?
¿Qué no tenía Abya Yala antes de la invasión de los
gamberros españoles? Antes de la invasión de los gamberros españoles, Abya Yala
no tenía gamberros españoles, y sus gobernantes no conocían la corrupción porque
la corrupción –este nuevo tipo de saqueo-la practican los gobernantes de hoy,
que son los nietos de los gamberros españoles -de tal palo, tal astilla- y Abya
Yala tampoco conocía el Tercer Mundo, que es una herencia de los gamberros
españoles.
“La historia de América, de los incas a acá, ha de
enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia.
Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”. José Martí
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