Por: Miguel Antonio Bernal
“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”
Martin
Luther King
Para quienes
queremos a nuestro país, para quienes actuamos como ciudadanos preocupados y motivados del diario acontecer,
para que las cosas vayan realmente mejor, nuestra alegría y regocijo por el
pase del onceno panameño al mundial de futbol, no es menor que el de los
seguidores y fanáticos de dicho deporte.
Para quienes
se encargan de arrebatarnos el ayer, no quieren que tengamos mañana y no nos
dejan que tengamos el hoy, sabemos que sus expresiones y motivaciones por el
logro, son otras
Para quienes
tenemos principios y sabemos que Panamá es un país donde hay gente que no
quiere el país, pero sabemos también que quienes lo queremos, nos regocijamos
de sus alegrías, compartimos sus tristezas y sus derrotas, pero, también sus
triunfos.
Hoy, como
antes otros compatriotas en el campo de las artes, ciencias, letras o deportes,
dieron a nuestro país aliento moral y esperanza, el primer mundial nos brinda
la oportunidad de dejar atrás la mediocridad imperante entre quienes nos
gobiernan, de comprometernos a recuperar nuestra dignidad.
Que el mundo
sepa que Panamá no es solo un canal o un centro de lavado, que no somos Panama
Papers, ni tampoco Odebrecht, Que “somos ante todo, panameños”, que queremos
recuperar nuestro país, hoy secuestrado por los que vegetan moldeados por el
medio.
Que este
primer mundial sirva para que abramos las avenidas necesarias a vivir para
aprender, para salir de la ignorancia y la mediocridad, para vincularnos de
manera efectiva a la humanidad. Que aprendamos de la enseñanza de Octavio
Mendez Pereira:
“En las
naciones débiles y pequeñas como la nuestra, sobre las cuales se ciernen los
nubarrones del imperialismo, cultura general, ciencia e investigación
significan más que en ninguna otra, autonomía, personalidad y libertad efectivas…”