Jorge Sarsaneda del Cid
chigontodobu@gmail.com
En las últimas dos semanas he
escuchado y leído comentarios como los siguientes: “desde que permitieron que
las adolescentes embarazadas siguieran yendo a las escuelas, han aumentado los
embarazos” (sic!); “el proyecto de ley (61) quita la patria potestad”; “no se
menciona a los padres en el proyecto”; “quieren enseñar a los niños de primaria
a usar el condón”; “después de eso van a aprobar el aborto”; etc.
Son frases que, por absurdas o
estúpidas o ignorantes, no necesitan respuesta. Pero lo peor es que han sido
dichas por ¡¡¡supuestos conocedores de la “materia” o por sacerdotes o por
abogados!!! Uno no sabe si reir por lo ridículo o llorar por lo mal que
estamos.
He leído el proyecto de ley
varias veces. Espero que todo el que lo critica lo haya leído también. Igualmente
he visto que el 73% de los jóvenes están de acuerdo con el proyecto mencionado.
No encuentro mayores problemas en el mismo, sobre todo si somos una sociedad laica, plural, que busca basarse
en afirmaciones científicas y valores. Por supuesto que hay que aclarar y
explicar más algunas cosas, hay que acotar otras, pero en general, es una ley necesaria, actual, y hasta
respetuosa.
Entonces, ¿de dónde vienen las
objeciones? Hay toda una gama de ‘objeciones’ que vienen de un sector religioso
(católicos y otros cristianos) y de un sector bastante mal formado y poco
informado de la sociedad. Sería muy largo ir desglosando las llamadas
objeciones o exponer la doctrina católica al respecto. Además, no es el lugar
de hacerlo. Sin embargo, hay cuestiones fundamentales en juego.
1ª Tiene que haber educación en la sexualidad. Sólo los más ignorantes
se oponen a esto. La objeción más expresada aquí es que la educación en la
sexualidad tiene que empezar en la familia. ¡Por supuesto que sí! Y el proyecto
de ley lo acepta expresamente. Pero ¿y qué hacemos con las personas que nacen
en hogares inestables (un 75% del total)? ¿Quién imparte esa formación tan
imperiosamente importante? ¿Cómo la van a iniciar quienes la tienen
precariamente o no la tienen? ¿Quiénes, de los que ahora objetan, han recibido
esa formación en el hogar? Yo la recibí en el colegio y de los amigos, pero ¿y
el que no tiene esa posibilidad?
2ª Tenemos que formar en valores, en una sexualidad integral que va más
allá de la genitalidad. ¡Por supuesto que sí! Y el proyecto de ley lo
contempla. Pero, ¿cómo va a formar en valores una sociedad que es testigo de
asesinatos (Bocas, San Félix, Colón, cárcel de menores) y no reclama ni castiga
a los responsables? ¿Cómo va a formar en valores una sociedad que es testigo
del uso ilegal de bienes del Estado y luego vota por los mismos que hicieron
ese uso ilegal? ¿Cómo va a formar en valores una sociedad con tan alto grado de
infidelidad en el matrimonio? Una cosa es la teoría y otra la práctica. No nos
llenemos la boca con teorías.
3ª Planificación familiar, decisiones al respecto, métodos: son temas
que provocan escozor en algunos e incluso verdaderos insultos de parte de
otros. Pero son temas que hay que
tratar, dialogar, hablar, ESCUCHAR. Una cosa es reconocer que los católicos
son mayoría en el país y otra imponer modos y normas de pensar surgidos de la
autoridad eclesiástica católica. Las iglesias pueden proponer y la ley
propone también, a cada quien le tocará decidir en conciencia. Lo que no se
puede hacer es concluir de la propuesta de ley que de ahí van a surgir los
abortos y el desenfreno sexual. ¿Por qué no atacan con el mismo empeño la
propaganda de drogas legales como el
ron, la cerveza, el seco, si de su consumo está claro y confirmado que surgen
muchísimos más problemas sociales?
Y ya que estamos preguntando,
se me ocurren algunas de sentido común: ¿Con qué autoridad moral la iglesia
católica quiere imponer unas normas –bajo pecado- cuando el Estado Vaticano no
ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos? ¿Por qué los
religiosos no casados tienen que opinar sobre lo que hacen o dejan de hacer -en
sus dormitorios- los laicos casados? ¿Quién mata más: los anticonceptivos o las
guerras y matanzas que EEUU promueve (Iraq, Afganistán, Siria…) o apoya (Gaza)?
¿Qué mata más: el miserable tráfico de armas que promueve el “cristiano”
Occidente o la planificación familiar? Hay que pensar…