Jorge Sarsaneda del Cid
Panamá, 161013
Querido Hermano Francisco:
Alguien dirá que ¡qué igualado ese tipo que le
llama “compañero” a Su Santidad! En realidad, usted es de la Compañía de Jesús
y yo también, de modo que –con todo respeto- somos compañeros. Dicho lo dicho,
paso a exponer algo de lo que probablemente usted ya ha sido informado, pero
pensé que mi deber era comunicarlo también.
Son ríos de tinta los que han corrido hablando
de usted. La mayoría de las cuestiones que he leído son positivas y sobre todo,
me dan esperanza. ¡Qué bueno que el Obispo de Roma nos dé esperanza! Es lo
mejor que he sentido con respecto a usted en estos seis meses. Gracias por
contagiar esa virtud, que bastante falta nos hace.
Acá dicen que usted va a recibir en audiencia
al presidente de Panamá. Aunque otros obispos de Roma han recibido a militares
asesinos como Pinochet, Videla y Ríos Montt, pienso que ahora podría ser
diferente. Hace un año, dos años, tres años, fueron asesinados unos indígenas y
gente de organizaciones populares, por la policía de Panamá, y el principal
jefe de ella es el presidente que usted va a recibir. ¡Ni siquiera se ha pedido
perdón por esos asesinatos! Por supuesto, han quedado impunes.
Pero ahí no queda todo: tengo 67 años y, desde
que tengo memoria, no había visto ni presenciado tanta corrupción como en el
gobierno actual. Su único afán es el dinero, la ganancia al precio que sea. Es
otra forma de matar: la impunidad, la corrupción, el engaño, el robo del dinero
público.
Es cierto, los datos de crecimiento económico
son fantásticos (¡casi 11% en 2012!), pero somos el segundo país de América en
inequidad. Hay mucho dinero, pero el 62% de los niños indígenas están
desnutridos y el 93% de la población indígena vive en pobreza. ¿Qué crecimiento
es ese? ¿Se está matando a la gente en nombre de la economía?
En ese afán desmedido –alocado- por ganar
dinero, se han construido hidroeléctricas de manera no planificada –causando el
consiguiente daño- y se están explotando minas que están dando al traste con el
equilibrio ecológico de un país tan pequeño como este. Es otra forma de matar.
La educación formal en este país va de mal en
peor. Las culturas, la historia, la educación sexual son temas apartados de la
enseñanza. Sin hablar del pésimo estado de las escuelas en las zonas más pobres
y del miserable pago que se da a los maestros. ¡Y eso que la ministra es
miembro del Opus Dei! ¿Se quiere matar la cultura?
La organización de la salud está enfocada al
negocio, no a la prevención ni a ayudar a los que más la necesitan. En los
hospitales nacionales ha habido envenenamientos y muertes múltiples por
descuido de las autoridades y todo ha quedado en nada.
Ese es gobierno que preside el señor
Martinelli, quien lo va a visitar. Ojalá le pueda decir que piense un poco más
en la gente pobre, en los que no son empresarios grandes, en los que no le
damos ganancias. Que reconozca de manera efectiva las muertes que se han
provocado y a ver cómo hay, por lo menos, una indemnización justa. Que se
organice la educación y la salud en función del pueblo y no del negocio. Que la
ecología se respete porque es el regalo de Dios para nosotros, que todos
tenemos derecho a vivir en plenitud.
En fin, hermano Francisco, ojalá que en esta
visita –gracias a sus palabras- el presidente de Panamá logre iniciar un camino
de conversión en beneficio del país. Gracias por escucharme. Su hermano,
pecador y sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús,
Jorge