Por: Dr. Miguel Antonio Bernal
La impunidad de la corrupción, ha conquistado el tejido social
panameño, hasta dominar mentalmente a la gran mayoría de las autoridades, así
como a centenares de miles de ciudadanos.
En medio de ello, la descomposición socio-económica va de la mano
de la putrefacción de la denominada clase política. El orden mediocre (que raya
en lo bajocre), que buscan establecer, ha logrado ganar terreno e imponernos su
ausencia de valores, ética, moral y de principios humanistas.
Los últimos diez meses de gobierno han permitido la toma del poder
por quienes han distorsionado y envenenado aun más, las relaciones
socioeconómicas de nuestra formación social. La falsedad, las trampas, el
oportunismo puede que sean necesidades sociales ajenas a la pesrona, pero que
son requeridas por los factores reales de poder que dominan nuestro Panamá.
La llegada del Coronavirus y la pandemia que ha generado, ha
servido de excusa, pretexto, leitmotiv,
para deformar y distorsionar también, las normas jurídicas, su procedimiento y
demás, con el ánimo de sentar las bases para un sistema más autoritario del ya
existente, dónde los derechos sociales, políticos, económicos, fundamentales y
sus garantías, puedan ser pisoteados al gusto de los que abusan y manipulan
irracionalmente el poder político que detentan sin control.
El constitucionalista y catedrático español, Pablo Lucas Verdú,
nos enseña en su obra “El
Sentimiento Constitucional” ,
que: “ El resentimiento
constitucional se caracteriza por el desencanto, el derrotismo, el pesimismo
que es propio de pueblos en los cuales su insatisfacción agota su
insensibilidad”.
Nuestra realidad social y el pulso de la nación, hoy por hoy,
arrojan un diágnostico inquietante del resentimiento reinante. Negarlo o
desconocerlo no lo hará desaparecer.
Los abusos de poder y la extralimitación de funciones, están a la
orden del día.
La cadena de decretos y resoluciones impuestas por el Ejecutivo,
con la activa complicidad -por acción u omisión- del Legislativo y de los
jueces y magistrados del país, sirven de alimento para que los resentimientos
hayan entrado en un proceso de acumulación que, en cualquier momento,
producirán una erupción social imparable.
Cabe recordarles, nuevamente, a los opresores y herederos de Alí
Babá que gobiernan, que “podrán engañar a muchos durante algún tiempo, pero
no podrán angañar a todos, todo el tiempo”.