“Dichosos
los que sufren, porque serán consolados”, “Dichosos los
compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos”, “Dichosos los
que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos”.
En la Jerusalén del tiempo de
Jesús, ciudad esta tomada por el imperio romano y gobernada con mano fuerte por
el gobernador Poncio Pilato, donde sus autoridades exigían con mano fuerte,
tributos personales y territoriales para el Emperador, y muchos otros aportes
en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación. Los judíos eran una nación sometida, oprimida
y dividida por muchos grupos internos adversos entre sí, y que vivían en constante
situaciones de injusticia social. Solo
un grupo pequeño y socialmente exclusivo, constituidos en la casta sacerdotal,
los fariseos y los súbditos de Herodes Antipas, y que solo se preocupaban por
ellos, vivían una vida de reyes, onerosa y de privilegios dentro de esta
situación paupérrima y de opresión de la nación judía. El resto del pueblo padecía y vivían día a
día su lamentación.
En un contexto como este, es
que Jesús de Nazareth, viendo a su pueblo como “ovejas sin pastor”, se sienta en
la cima de una loma y declara sus “bienaventuranzas de esperanza” para todo
hombre y mujer que sufre, llora y no encuentra consuelo a sus pesares en este
valle de lágrimas y muerte, por el pecado social de la humanidad apartada del
Dios de la Vida. Las bienaventuranzas
son, de parte de Jesús, una exhortación hacía la esperanza que produce
permanentemente un estado de alegría y felicidad, y son para todos los
cristianos, una regla a seguir en los caminos que conducen a ella. Ante la adversidad que vive su pueblo él,
proclama “Esperanza” en medio de tantas situaciones de pecado y de muerte.
Mi querida Panamá, es una
nación desigual, pero una nación con muchos recursos económicos pero muy, muy
desigual. La Pandemia ahora ha acelerado
más estás desigualdades a todos los niveles.
El desempleo en el país es escandaloso y es obvio, por la situación que
vivimos… Tenemos más de cinco mil panameños contagiados en toda la nación y más
de 150 muertos producto de la misma, sin contar con las otras muertes que no
dejan de ser importantes como por otros casos de otras naturalezas. Es un país que se debate en medio de la
enfermedad y de la muerte de sus conciudadanos.
Pienso hoy en aquellos familiares que han tenido que pasar su dolor en
el anonimato a causa del Covid-19.
Sumemos a esto, el stress causado a todos, por el desempleo y las
cuentas por pagar… ¿de dónde? Si no hay ingresos, es una situación muy
deplorable.
Sin embargo y a pesar de estas
“situaciones dantescas”, hay un grupo de personas, ciudadanos y residentes
extranjeros en Panamá, que día a día luchan constantemente para ayudar a
aquellos que sufren, a aquellos que sufren angustias y desesperanzas y que sus
mentes están angustiadas y al límite, a aquellos que sufren por la muerte de
familiares, amigos y vecinos. Ellos son
nuestros “Héroes Anónimos”: las enfermeras, los médicos, los técnicos de la salud,
todo el personal de apoyo de los hospitales, los paramédicos, los estamentos de
seguridad del estado, los bomberos, las administraciones generales del MINSA,
la CSS, el MIDES, los que recogen la basura diaria, miles y miles de personas
que exponen sus vidas a diarios y se hacen solidarios con las necesidades de
todos los que residimos en esta nación.
A ellos, solo estas palabras
caben en el corazón de todos y se la transmitimos desde este artículo:
“Bienaventurados”, “Dichosos”… A ustedes van dirigidas estas palabras del Señor
Jesús, que hace más de dos mil años dijo, por esa atención a nuestros
compatriotas que tanto sufren y lloran en estos momentos de aflicción. A ustedes que han mostrado “Compasión” por
todos, ofreciendo sus vidas a cambio de las nuestras. A ustedes que por sus sacrificios diarios se
sacrifican trayendo paz a las almas y corazones de todos, convirtiéndose en
trabajadores de paz. Es por ello, que “Dios
los llamará hijos suyos”.
Nos queda un largo camino por
recorrer, ojalá que este testimonio de estos miles de panameños y residentes
extranjeros “Bienaventurados”, que día a día dan sus vidas, para que todos
tengamos salud y vida, sean imitado por todos los que residimos en esta hermosa
nación.
Ofrezco esta oración por todos
los que sufren a causa del Covid-19 y otras enfermedades:
Oremos: Oh Dios de poder
celestial, que por la fuerza de tu mandato ahuyentas de nuestro cuerpo toda
dolencia y enfermedad: Hazte presente, por tu bondad, con tus siervos, para que
sus debilidades sean desvanecidas y su vigor restaurado; y que, recuperada su
salud, puedan bendecir tu Santo Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, Amén.
Sacerdote