Desde Nicaragua / diciembre 2018
El jueves a las 5:30 pm fui detenida en
una calle de Managua junto con el muchacho que conduce mi camioneta.
Nos bajaron. Revisaron detalladamente cada
rincón de la camioneta. También por debajo y el motor. Tomaron foto de él y de
mi. Fotos de cada uno de los cheques y de cada factura que andaba en un folder.
Todo de la pastelería para mis proveedores. Pidieron los celulares. Yo dije que
yo no tenía. Pero como en el del conductor salía mi número, ordenaron a una
mujer Policía palpara mi cuerpo. Copiaron todos los números y contenidos de
Jairo, el muchacho que me conduce.
Nos detuvieron porque seguro mi placa está
circulada. Había 4 policías, entre ellos 1 mujer. A los tres minutos llegaron 3
hombres de la Seguridad del Estado. Uno muy prepotente. Me amenazó de llamar a
la patrulla para llevarme a El Chipote si yo le hablaba en el tono de reclamo
que yo le hacía. Yo le respondí que no tenía ningún derecho de amenazarme y de
faltarme al respeto.
Nos detuvieron por 1 y 1/2 hora, siempre
fuera de la camioneta. Creo desconcertados porque no encontraban nada.
A Jairo se lo llevaron aparte para
interrogarlo y le hicieron marcar números de teléfono de mi hija y nietas, que,
al escuchar la voz conocida, podían descubrir el lugar donde se encuentran.
Ellos al lado escuchando.
Ese es el tipo de represión que estamos
viviendo todos los días. Amenazados cada minuto. Delante de la casa de mi hija
y de la Pastelería tienen dos motos con dos personas vigilando todos los
movimientos. Lo que les mandé en el mensaje anterior, es lo normal de cada día.
Sin embargo, ellos, los gobernantes, son
los prisioneros. Tienen su propia cárcel. No pudieron ir a México. El Carmen
está rodeado de un inmenso retén de piedras cantera, hierro, policías y terror.
Los prisioneros en las cárceles muriendo
poco a poco. Uno por vender banderas. Otro porque corre x Nicaragua, que se ha
hecho famoso, Dn. Alex, el maratonista.
Otro, el más joven de todos los presos,
Nairobi. Detenido por haber participado en las protestas en León, cumplió los
18 años en la cárcel, compañero de ballet de mi nieta. El que la sostenía
bailando. Durante su juicio tuvo la valentía de levantar el puño y decir tres
veces: "arriba Nicaragua "
Edwin Carcache, el del sombrerito que
durante su juicio junto a otros muchachos comenzó a rezar en alto el Padre
Nuestro. Y los campesinos en situaciones de terror.
Qué triste que todavía haya personas
buenas que sigan sosteniendo que este gobierno es de izquierda y que todo es
culpa de un golpe. Que sean incapaces de reconocer la verdad, el crimen, la
avaricia, la mentira y de sentir el dolor de los que sufren.
Comprendo que para muchos ha sido difícil
después de tantas esperanzas que la Revolución despertó. Pero así es la
condición humana. Se corrompe fácilmente cuando está viva y definitivamente
cuando muere.
Pero igual que Diez Alegría, yo sigo
creyendo en la justicia y en la esperanza.
Habrá un día en que todos, al levantar la
vista, veremos una tierra que cante libertad.