Por: Miguel Antonio Bernal
“Los que aseguran que es imposible no deberían
estorbar
a los que estamos intentándolo”
La ausencia en la sociedad panameña, de un mínimo común denominador que
nos motive y anime, hace que para todos los que actuamos como ciudadanos
militantes, es decir, preocupados y motivados del diario acontecer, para que
las cosas vayan realmente (y no demagógicamente) mejor, no es para nada fácil
lo cotidiano.
Así las cosas, los factores reales de poder, que más poder tienen, más
pueden. Son los que se encargan de arrebatarnos el ayer, no quieren que
tengamos mañana y no nos dejan que tengamos el hoy. Mahatma Gandhi, nos
dejó un legado poco conocido en nuestro medio y muy repudiado por el ‘establishment’
local’ y quienes controlan los órganos del Estado.
Al ser preguntado Gandhi, ¿cuáles son los factores que destruyen al ser
humano?, no vaciló en responder: “La Política sin principios; el placer sin
compromiso; la Riqueza sin trabajo; la sabiduría sin carácter;los negocios sin
moral; la Ciencia sin humanidad y la oración sin caridad".
Acto seguido compartió: “La vida me ha enseñado que: la gente es
amable si yo soy amable; las personas están tristes si yo estoy triste; todos
me quieren si yo los quiero; todos son malos si yo los odio; hay caras
sonrientes si les sonrío; hay caras amargadas si estoy amargado; el mundo está
feliz si yo estoy feliz; la gente se enoja si yo estoy enojado; las personas
son agradecidas si yo soy agradecido. La vida es como un espejo. Si sonrío el
espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida es la misma
que la vida tomará ante mi”.
Gandhi nos dejó, además de sus principios, sus valores y sus
ejemplos, un verdadero tesoro: una actitud de vida. Tal vez podamos aprender,
ahora más que nunca, a ser mejores ciudadanos.
Una mirada, en su bicentenario, a Don Justo Arosemena y sus escritos,
resultaría altamente beneficiosa en estos tiempos…