Guillermo S. Edelberg DBA
Según su tercera acepción en el Diccionario
Merriam-Webster online, el vocablo en
inglés drone se refiere a “un avión o
barco no tripulado guiado por control remoto”. Otra publicación dice que los “drones ─aviones no tripulados,
piloteados a control remoto o autónomos─ pueden ser grandes como un avión
comercial o pequeños como un pájaro. Su mayor ventaja consiste en hacer
trabajos que son muy aburridos, sucios o peligrosos para los pilotos”.
La expresión no ha sido registrada hasta ahora en
el Diccionario de la Real Academia
Española ; pero no es nueva para la mayoría de los lectores. Los
diarios han informado acerca de la utilización de tales aparatos
en operaciones militares llevadas a cabo en los últimos años. Lo más común ha
sido referirse a vehículos aéreos no tripulados, de tamaño relativamente
pequeño y de
características distintas según las necesidades.
La discusión acerca de drones comerciales, tampoco nueva, tomó fuerza luego del anuncio
hecho por Jeff Bezos, el CEO de Amazon.com, en la televisión de los
Estados Unidos a principios de diciembre de 2013. Su empresa estaba estudiando
la forma de utilizarlos, bajo la forma de pequeños helicópteros manejados a
control remoto, para entregar productos en el domicilio de los clientes dentro
de los 30 minutos posteriores a la compra y anticipó que el servicio podría
estar listo dentro de cuatro o cinco años.
The Wall
Street Journal Americas, en su
edición del 11/12/13, señaló lo siguiente: “Aunque Bezos no tiene idea de
cuándo podrán realizarse las entregas por medio de drones ─el proyecto, que es tecnológica y
económicamente dudoso, esta prohibido por regulaciones estadounidenses─ su
reciente presentación pública en el programa 60 Minutes ofreció valiosos elementos de relaciones públicas para
la empresa”.
La prohibición se relaciona con el conflicto
planteado entre la conveniencia de la utilización de drones en la vida
comercial y la seguridad y privacidad del público en general[1]. Una
publicación señaló lo siguiente:
Los drones podrían analizar
las condiciones de cosechas
y ganado, ubicar incendios en los bosques, entregar pizzas,
inspeccionar cañerías y diques, entregar medicamentos en lugares remotos,
predecir tormentas, proveer informes acerca del tráfico, ubicar delincuentes,
espiar la vida de las celebridades y vender propiedades inmuebles, por ejemplo.
También podrían contrabandear drogas, chocar con edificios, espiar a
determinadas personas, arrojar bombas, disparar armas de fuego y juntar
información sobre cualquier persona en la que se interesen el gobierno, una
empresa o una agencia de investigaciones privada. Los hackers podrían redireccionar
drones y provocar desastres,
desde robar mercadería hasta chocar con aviones de pasajeros. (Editorial. Balancing Safety, Privacy in Use of Drones. Mc.Clatchy
– Tribune Business News. Washington ,
7 de enero de 2014 )
La publicación anterior señaló que “el mercado parece ser una
fuerza irresistible. En los primeros nueve meses de 2013 se invirtieron en los
Estados Unidos más de 40 millones de dólares en tecnología de drones. En la industria se predice que
alrededor de 2030 unos 30.000 drones
comerciales estarán volando (hoy día más de 50.000 aviones y sus respectivos
pilotos sobrevuelan los Estados Unidos). Los drones podrían contribuir unos 82.000 millones de dólares y unos 100.000
puestos de trabajo a la economía hacia 2025” . La Federal Aviation Administration
anunció, en diciembre de 2013, que había seleccionado seis estados en los
cuales se habrían de autorizar sitios para desarrollar tests relacionados con drones.
La selección había sido hecha en base a distintos climas, geografía,
infraestructura en el terreno, necesidades de investigación, utilización del
espacio aéreo, experiencia con el tráfico aéreo y riesgos.
Si bien los los drones,
tales como el “octocoper” utilizado por Amazon, son capaces de transportar una
caja de unos 2,5 kg
de un punto a otro, existen desafíos técnicos que deben solucionarse antes de
que sea posible su amplia utilización, a saber: a) confiabilidad: los drones chocan con más frecuencia que los
aviones tripulados; b) seguridad: son más vulnerables al “hackeo”; c) sensibilidad
a obstáculos y capacidad para evitarlos: por ejemplo: edificios, postes y
cableados y otros vehículos aéreos. The New York Times, en su edición del 7 de septiembre de 2013
advirtió que “en el pasado, el elevado costo de un avión piloteado tradicional
impuso un límite natural a la vigilancia aérea; pero los drones, que son más pequeños, podrían cambiar profundamente las
características de la vida pública. […]
Los interesados pueden comprar un sistema completo, esto es, un vehículo
aéreo, software y estación de control
por menos de 100.000 dólares. El costo de sistemas más pequeños oscilan entre
15.000 y 50.000 dólares. (A. Eisenberg, ‘Preflight
Turbulence for Commercial Drones’)”
En resumen: el debate, que en algún momento llegará
a nuestro medio, quizá no sea “sí drones
comerciales” o “no drones
comerciales,” sino “cuándo drones comerciales”.
Tal vez algún nostálgico encuentre entonces aplicables
los primeros versos de una milonga[2] escrita
por Ángel Villoldo (el autor de El Choclo):
Es el siglo
en que vivimos / de lo más original / el progreso nos ha dado / una vida
artificial. / Muchos caminan a máquina / porque es viejo andar a pie, / hay
extractos de alimentos / y hay quien pasa sin comer. / Siempre hablamos de
progreso / buscando la perfección / y reina el arte moderno / en todita su
extensión. / La chanchulla[3]
y la matufia[4] /
hoy forman la sociedad / y nuestra vida moderna / es una calamidad.
Usted, lector, ¿qué opina al respecto?
Profesor
Emérito, INCAE Business School
www.guillermoedelberg.com.ar