Por: Rev. Pbro. Manning
Maxie Suárez +
Docente Universitario
Email: manningsuarez@gmail.com
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-2740-5748
Google Académico:
https://scholar.google.es/citations?hl=es&pli=1&user=uDe1ZEsAAAAJ
Resumen
Este
ensayo presenta un análisis integral de Immanuel Kant, filósofo alemán cuya
obra ha marcado un parteaguas en la ética y la filosofía política. Se revisa su
biografía intelectual, su contexto histórico y académico, y las bases de su
pensamiento crítico, que buscó superar las tensiones entre racionalismo y
empirismo. Posteriormente, se estudian sus aportes a la filosofía moral, en
particular su defensa de una ética deontológica, fundada en la autonomía de la
razón práctica y en el imperativo categórico como principio regulador.
Asimismo, se examina cómo sus postulados no solo impactaron en la ciencia y la
política moderna, sino que también ofrecen claves vigentes para la praxis ética
contemporánea, incluidas las reflexiones dentro de la Iglesia en el siglo XXI,
en torno a la dignidad, la libertad y la universalidad de los principios
morales.
Palabras
claves: Immanuel Kant;
ética deontológica; filosofía moral; política; motivación ética; imperativo
categórico; dignidad humana.
Abstract
This essay
provides a comprehensive analysis of Immanuel Kant, a German philosopher whose
work profoundly influenced ethics and political philosophy. It explores his
intellectual biography, historical and academic background, and critical
philosophy, designed to overcome the tension between rationalism and
empiricism. The analysis focuses on his contributions to moral philosophy,
particularly his defense of deontological ethics, grounded in the autonomy of
practical reason and the categorical imperative as a universal principle.
Finally, it reflects on the impact of Kant’s thought on modern science,
politics, and contemporary moral philosophy, as well as its relevance for the
Christian Church in the 21st century, especially concerning human dignity,
freedom, and the universality of moral principles.
Keywords
Immanuel Kant; deontological ethics; moral philosophy; political philosophy; categorical imperative; human dignity.
Metodología
Se
empleó una metodología hermenéutico-crítica, con tres niveles de análisis:
1.
Descriptivo: reconstrucción de la vida, formación y contexto de Kant a partir
de fuentes historiográficas y filosóficas.
2.
Analítico: estudio de sus categorías éticas fundamentales, con énfasis en la
motivación moral, el deber y el imperativo categórico.
3.
Reflexivo-aplicativo: diálogo entre la ética kantiana y los desafíos
contemporáneos en el siglo XXI.
4.
Las fuentes utilizadas provienen de bases académicas reconocidas (Scopus,
Latindex, Google Scholar, Dialnet y textos del Vaticano), priorizando artículos
indexados y ediciones críticas de Kant.
Objetivo
general
Analizar
de manera profunda el pensamiento ético-político de Immanuel Kant y su impacto
en la filosofía contemporánea, estableciendo aplicaciones concretas para el
siglo XXI.
Objetivos
específicos
1.
Reconstruir
la trayectoria vital y formativa de Kant en su contexto histórico y cultural.
2.
Examinar
su contribución a la ética deontológica, diferenciándola de las éticas
consecuencialistas.
3.
Analizar
las formulaciones del imperativo categórico y su dimensión universal.
4.
Reflexionar
sobre la vigencia de estos principios para el debate ético-político actual.
5.
Aplicar
los hallazgos kantianos a la praxis de la filosofía moral del siglo XXI.
Contenido
1.
¿Quién fue Immanuel Kant?
Immanuel
Kant nació en 1724 en Königsberg, entonces perteneciente a Prusia Oriental, en
el seno de una familia modesta influenciada por el pietismo protestante. El
pietismo enfatizaba la vida devota y la práctica de la moralidad cristiana en
la cotidianeidad, lo cual marcó en Kant una sensibilidad hacia la interioridad
ética más allá de las apariencias externas.
Su
vida estuvo marcada por un equilibrio entre rigor académico y una sorprendente
constancia personal: Kant rara vez salió de su ciudad natal, pero sus ideas
trascendieron fronteras y épocas (Cassirer, 1981, p. 21).1
Este
contexto moldeó en Kant una visión donde la fe y la razón no necesariamente se
excluían, aunque él buscó fundamentar lo moral en principios puramente
racionales. Su figura ilustra cómo la cultura ilustrada del siglo XVIII buscaba
emancipar la razón de tutelas externas, sin por ello dejar de dialogar con la
tradición religiosa.
2.
Su formación académica y filosófica
Kant
estudió en la Universidad Albertina de Königsberg. Inicialmente, fue influido
por el racionalismo de Christian Wolff, heredero de Leibniz, pero pronto se
encontró con los desafíos del empirismo inglés, especialmente a partir de las
obras de David Hume.
El
escepticismo de Hume respecto a las nociones de causalidad despertó en Kant la
necesidad de elaborar su filosofía crítica, en un intento por responder a la
pregunta: ¿qué puede conocer la razón humana?
El
resultado fue la publicación de sus tres grandes Críticas:
1.
Crítica de la razón pura (1781), sobre los límites del conocimiento.
Es
una obra fundamental que busca determinar los límites y las posibilidades del
conocimiento humano, planteando que la razón no puede conocer las cosas en sí
mismas (noumena), sino únicamente los fenómenos, es decir, aquello que se nos
manifiesta a través de la experiencia sensible estructurada por las formas a
priori del entendimiento y de la intuición (espacio y tiempo); con ello, Kant
desarrolla lo que denomina “idealismo trascendental”, una síntesis innovadora
entre el empirismo y el racionalismo, destinada a responder cómo son posibles
los juicios sintéticos a priori y a delimitar el ámbito legítimo del uso de la
razón, evitando así las pretensiones metafísicas que carecen de fundamento en
la experiencia.
2.
Crítica de la razón práctica (1788), sobre los fundamentos de la moral.
Constituye
la segunda gran obra de su proyecto crítico y tiene como propósito fundamentar
la moral desde la autonomía de la razón, sosteniendo que la verdadera ley moral
no depende de inclinaciones, intereses ni resultados empíricos, sino de la
capacidad de la voluntad racional para darse a sí misma un mandato universal
expresado en el imperativo categórico; de este modo, Kant muestra que la
libertad es la condición de posibilidad de la moralidad, y que la vida ética
implica obrar por deber y no por conveniencia, estableciendo así un marco
normativo universal que resalta la dignidad del ser humano y ofrece un
fundamento sólido frente al relativismo y a las éticas consecuencialistas.
3.
Crítica del juicio (1790), sobre estética y teleología.
Esta
obra, cierra el sistema filosófico crítico de Immanuel Kant al explorar la
relación entre naturaleza y libertad mediante dos ejes centrales: la estética y
la teleología; en la primera parte, Kant analiza el juicio estético y sostiene
que lo bello y lo sublime no son propiedades objetivas de las cosas, sino
experiencias universales de placer desinteresado que revelan la facultad del
juicio como mediadora entre entendimiento y razón; en la segunda, desarrolla la
teleología, entendiendo a los organismos vivos como sistemas finalísticos en
los que cada parte existe para y por el todo, lo que permite pensar la
naturaleza como si estuviera orientada hacia fines, sin convertir esa idea en
conocimiento metafísico, sino en un principio regulativo indispensable para la
ciencia, la moral y la reflexión sobre la finalidad última de la creación.
Así,
Kant edificó un sistema filosófico en el que la autonomía de la razón práctica
se establecía como fuente de la moralidad, marcando una ruptura decisiva con la
heteronomía que caracterizaba a gran parte de las éticas anteriores (Guyer,
2006, p. 57).2
3.
Sobre su concepción sobre la moralidad.
En
oposición a las corrientes consecuencialistas, Kant sostuvo que el valor moral
de una acción reside en su motivación, es decir, en el hecho de obrar por deber
y en conformidad con la ley moral.
No
es suficiente que un acto obtenga un buen resultado: debe estar guiado por la
voluntad de cumplir el deber, independientemente de las consecuencias
previsibles.
Por
ejemplo, decir la verdad tiene valor moral no porque generalmente produzca
buenos efectos sociales, sino porque cumple con el deber racional de respetar
la dignidad y la autonomía del otro. Este énfasis en la buena voluntad como el
único bien incondicionado convierte a Kant en el fundador de la ética
deontológica moderna (Wood, 2008, p. 92).3
Kant
entiende que, a diferencia de los bienes externos (riqueza, poder, salud,
felicidad), la “buena voluntad” es el único bien incondicionado, es decir, que
posee valor en sí mismo, sin necesidad de recurrir a condiciones externas o a
los efectos que pueda producir (Kant, 1785/1996, p. 12).1
Para
Kant, lo que confiere moralidad a una acción no es el cumplimiento formal de
una norma ni la obtención de resultados positivos, sino la intención de la
voluntad de obrar por respeto a la ley moral.
Aquí
se manifiesta una ruptura radical frente a las éticas teleológicas o
consecuencialistas —como el utilitarismo de Bentham y Mill—, que juzgan las
acciones por su utilidad o por la suma de placer que producen.
Esto
significa que la moralidad en Kant es estrictamente autónoma: no depende de un
cálculo de consecuencias, ni de mandatos externos (heteronomía), ni de
recompensas divinas o sanciones sociales, sino del reconocimiento interior de
la obligación racional.
Desde
esta perspectiva, el deber se convierte en la categoría fundamental que mide la
validez moral de la acción. Una acción puede coincidir con el deber, pero
carecer de valor moral si no es efectuada por respeto al principio ético.
Por
ejemplo: alguien puede devolver un dinero prestado por temor a sanciones
legales o sociales; sin embargo, esta acción no sería moral en sentido
estricto, pues está motivada por intereses externos. Solo tiene valor moral si
se devuelve el dinero por el deber de cumplir con la promesa y por respeto a la
persona que confió en nosotros.
La
concepción de Kant alcanza una dimensión universal a través del imperativo
categórico, cuyo carácter absoluto y no condicional garantiza que las máximas
de conducta puedan ser aplicadas a todo ser racional.
De
ahí que la moralidad se vincule a la libertad: un ser humano es verdaderamente
libre cuando actúa conforme a principios universales dictados por su propia
razón práctica, y no sometido a inclinaciones, pasiones o meros intereses.
Este
enfoque tiene profundas implicaciones:
1.
En la ética personal,
promueve una vida guiada por la coherencia y la autenticidad moral.
2.
En la política y el derecho,
legitima el respeto a la dignidad humana como límite infranqueable, lo que ha
influido en la formulación de los derechos humanos modernos.
3.
En el ámbito religioso,
conecta con la enseñanza cristiana de la pureza de intención, donde lo central
no es el beneficio obtenido, sino la fidelidad al bien en sí mismo.
Por
ello, Kant puede considerarse el fundador de la ética deontológica moderna, en
la que la universalidad del deber constituye el criterio supremo de moralidad y
en la que la persona humana es siempre fin en sí mismo, nunca mero medio.
Esta
noción conserva vigencia en debates contemporáneos sobre bioética, justicia
social y ética de las profesiones, iluminando problemas donde el criterio de
las consecuencias suele ser insuficiente.
4.
Sobre el imperativo categórico
La
ley moral en Kant se expresa a través del imperativo categórico, que es
universal e incondicionado. A diferencia de los imperativos hipotéticos, que
dependen de metas particulares (“si quieres ser aceptado, debes comportarte
bien”), el imperativo categórico ordena independientemente de los fines
subjetivos.
Kant
presenta varias formulaciones, siendo las más relevantes:
La
Universalidad: “Obra
solo según la máxima que al mismo tiempo puedas querer que se convierta en ley
universal”.
La
Humanidad: “Obra de tal
modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de otro, siempre
como un fin y nunca solamente como un medio”.
La
Autonomía: “La voluntad
es en todos los seres racionales una legislación universalmente válida”.
Estas
formulaciones revelan tres dimensiones fundamentales: validez universal,
dignidad intrínseca de la persona y autonomía de la razón práctica (Kant,
1785/1996, p. 45).4
5.
Su Impacto en la ética y filosofía moral contemporánea
El
pensamiento kantiano ha dejado una huella duradera en varios campos:
En
la ética contemporánea,
la tradición deontológica ha sido retomada por filósofos como John Rawls y
Christine Korsgaard, quienes han desarrollado teorías de justicia y autonomía
basadas en principios kantianos.
En
la filosofía política,
su idea de una paz perpetua y de una federación de Estados libres influyó en la
creación del derecho internacional moderno y en instituciones como la Sociedad
de Naciones y la ONU (Habermas, 2003, p. 59).5
En
la teología cristiana, la ética kantiana aporta un marco racional para la
discusión moral, permitiendo un diálogo interdisciplinario entre fe y razón. La
dignidad humana, tan resaltada por Kant, converge con el magisterio social de
la Iglesia, especialmente en documentos como la Gaudium et Spes y la Caritas in
Veritate.
Conclusiones
La
ética de Kant, al situar la motivación ética por encima de las consecuencias,
ofrece un criterio de discernimiento moral aplicable en contextos pastorales y
sociales de la Iglesia.
Su
formulación del imperativo categórico resuena con el principio cristiano de
amar al prójimo como a uno mismo, trasladándolo a un plano racional universal y
no meramente confesional.
En
un siglo XXI marcado por el relativismo moral y el pragmatismo político, la
ética kantiana desafía a replantear la noción de deber, dignidad y respeto
incondicional por la persona humana.
La
Iglesia puede encontrar en Kant un aliado filosófico para defender la
centralidad de la persona y la justicia, ambos fundamentos del mensaje
evangélico en clave ética universal.
Referencias
bibliográficas
1. Cassirer, E.
(1981). Kant’s Life and Thought. Yale University Press. p. 21.
2. Guyer, P.
(2006). Kant. Routledge. p. 57.
3. Wood, A.
(2008). Kantian Ethics. Cambridge University Press. p. 92.
4. Kant, I.
(1996). Groundwork of the Metaphysics of Morals (M. Gregor, Trans.). Cambridge University Press. (Original
work published 1785). p. 45.
5. Habermas, J.
(2003). The Future of Human Nature. Polity
Press. p. 59.