La
anexión de Palestina empezó en la Conferencia de San Remo
www.voltairenet.org | 23/05/2020|
Foto: Los participantes en la Conferencia de
San Remo decidieron la suerte de los vastos territorios confiscados al Impero
otomano tras su derrota en la Primera Guerra Mundial (Foto: archivos)
Hace cien años los representantes de unos pocos
países poderosos se reunieron en San Remo, una aletargada ciudad de la Riviera
italiana y juntos decidieron la suerte de los vastos territorios confiscados al
Impero otomano tras su derrota en la Primera Guerra Mundial.
Fue el 25 de abril de 1920 cuando el Consejo
Supremo de los Aliados creado tras la Primera Guerra Mundial aprobó
la Resolución de la Conferencia de San Remo por la que se establecían Mandatos
occidentales en Palestina, Siria y “Mesopotamia” (Irak). En teoría los dos
últimos estaban destinados a tener una independencia provisional, mientras que
se concedió Palestina al movimiento sionista para que estableciera ahí una
nación judía. “El Mandatario será responsable de poner en práctica la
declaración [Balfour] hecha originalmente por el gobierno británico y adoptada
por las demás potencias aliadas el 8 de noviembre de 1917 a favor del
establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”,
afirmaba la Resolución.
La Resolución otorgaba un mayor reconocimiento
internacional a la decisión unilateral británica, adoptada tres años antes, de
conceder Palestina a la Federación Sionista con el fin de establecer una patria
judía a cambio del apoyo sionista a Gran Bretaña durante la Gran Guerra.
Y al igual que en la Declaración Balfour, [en
la Resolución] se hacía una rápida mención a los desventurados habitantes de
Palestina, cuya patria histórica se estaba confiscando y entregando
injustamente a los colonos judíos.
Según la Conferencia de San Remo, el
establecimiento de ese Estado judío dependía de un vago “acuerdo”
de que “no se hará nada que pueda perjudicar a los derechos civiles y
religiosos de las comunidades no judías que existen en Palestina”.
Esta mención solo sirvió como un pobre intento
de parecer equilibrado políticamente, mientras que en realidad nunca se estableció ningún mecanismo para
llevarlo a la práctica y garantizar que se respetaba y aplicaba ese “acuerdo”.
De hecho, se podría argumentar que la larga
implicación de Occidente en la cuestión de Israel y Palestina ha seguido el
mismo prototipo de San Remo, es decir, que se concede al movimiento sionista (y
después a Israel) sus objetivos políticos en base a unas condiciones que no se
pueden cumplir y que nunca se respetan ni se aplican.
Hay que señalar que la inmensa mayoría de las
Resoluciones de Naciones Unidas referentes a los derechos palestinos siempre
han sido aprobadas por la Asamblea General y no por el Consejo de Seguridad en
el que Estados Unidos es una de las cinco potencias con derecho a veto y
siempre está dispuesta a echar abajo cualquier intento de hacer cumplir el
derecho internacional.
Esta dicotomía histórica es lo que ha llevado a
actual punto muerto político.
Uno tras otro, los dirigentes palestinos han
fracasado en cambiar este esquema opresivo. Décadas antes del establecimiento
de la Autoridad Palestina, innumerables delegaciones, incluidas aquellas que
afirmaban representar al pueblo palestino, viajaron a Europa para apelar a uno
u otro gobierno, defender el caso palestino y exigir justicia.
¿Qué ha
cambiado desde entonces?
El 20 de febrero de 2020 el gobierno de Donald
Trump publicó su propia versión de la Declaración Balfour bajo el
nombre de “Acuerdo del Siglo”.
La decisión estadounidense que, una vez más, desprecia abiertamente el derecho internacional, prepara el
camino para futuras anexiones coloniales por parte de Israel de la Palestina
ocupada (paves the way for further
Israeli colonial annexations of occupied Palestine). Amenaza abiertamente a
los palestinos que si no cooperan serán castigados severamente. De hecho, ya
han sido castigados ya que Washington cortó la financiación de la Autoridad Palestina y de todas las
instituciones internacionales que proporcionan una ayuda fundamental al pueblo
palestino.
Lo mismo que en la Conferencia de San Remo, en
la Declaración de Balfour y en muchos otros documentos, se pedía a Israel, de una forma muy educada pero sin ningún
plan para hacer cumplir esas demandas, que concediera a los palestinos algunos
gestos simbólicos de libertad e independencia.
Se puede argumentar, y con razón, que el
“Acuerdo del Siglo” y la Resolución de la Conferencia de San Remo no son
idénticos en el sentido de que la decisión de Trump fue unilateral mientras la
que Resolución de San Remo fue el resultado de un consenso político entre
varios países: Gran Bretaña, Francia, Italia y otros.
Es cierto, pero hay que tener en cuenta dos
puntos importantes: en primer lugar, la Declaración Balfour también fue una
decisión unilateral. A los aliados de Gran Bretaña les costó tres años aceptar
y dar validez a la decisión ilegal de Londres de conceder Palestina a los
sionistas. La pregunta ahora es cuánto tiempo le costará a Europa hacer suyo el
“Acuerdo del Siglo”.
El segundo lugar, el espíritu de todas estas
declaraciones, promesas, resoluciones y “acuerdos” es el mismo, esto es, las
superpotencias deciden en virtud de su propia fuerte influencia reorganizar los
derechos históricos de las naciones. En cierto modo, nunca murió verdaderamente
el colonialismo de antaño.
Se obsequia a la Autoridad Palestina, lo mismo
a que los anteriores dirigentes palestinos, con la consabida política del palo
y la zanahoria. El pasado mes de marzo el yerno del presidente Donald Trump,
Jared Kushner, dijo a los palestinos que si no volvían a las (inexistentes)
negociaciones con Israel, Estados Unidos apoyaría la anexión por parte de Israel
de Cisjordania.
Desde hace casi tres décadas y, desde luego,
desde la firma de los Acuerdos de Oslo en septiembre de 1993, la Autoridad
Palestina ha elegido la zanahoria. Ahora que Estados Unidos ha decidido cambiar
totalmente las reglas del juego, la Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas se
enfrenta a su más grave amenaza existencial hasta ahora: ceder ante Kushner o
insistir en volver a un modelo político muerto que Washington construyó y luego
abandonó.
Israel aborda con una total claridad la crisis
dentro del liderazgo palestino. El nuevo gobierno de coalición israelí, formado
por quienes antes eran rivales, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu,
y Benny Gantz, ha acordado provisionalmente que la anexión de grandes partes de
Cisjordania y el Valle del Jordán es solo cuestión de tiempo. Solo esperan la
aprobación de Estados Unidos. No es probable que esperen mucho tiempo ya que el
Secretario de Estado Mike Pompeo afirmó el 22 de abril que la anexión de territorios palestinos es
“una decisión israelí”.
Francamente, poco importa. Ya se ha hecho la
Declaración Balfour del siglo XXI y solo es cuestión de convertirla en la nueva
realidad incontestable.
Quizá es el momento de que los dirigentes
palestinos comprendan que la respuesta nunca es y nunca ha sido prosternarse a
los pies de los herederos de la Resolución de San Remo, que crearon y mantienen
el Israel colonial.
Quizá sea el momento de reflexionar seriamente
al respecto.
Ramzy Baroud es periodista y director de The
Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de los cuales es These Chains
Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in
Israeli Prisons” (Clarity Press, Atlanta). El dr. Baroud es investigador no
residente del Center for Islam and Global Affairs (CIGA), Istanbul Zaim
University (IZU). Su página web eswww.ramzybaroud.net