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Para
muchos franceses el penal de Cayena y la lanzadera Ariane son las únicas
imágenes de Guayana. A veces se añade la de un pueblo que siempre está haciendo
huelgas incomprensibles cuando no es la de un pueblo de parásitos. Detrás de
estas imágenes mediáticas se oculta una realidad colonial que llena la vida
cotidiana de los guayaneses.
La
llamada Guayana “francesa”, que forma parte de las “viejas colonias” (1), está
ocupada por Francia desde hace más de tres siglos. Los colonizadores españoles
le dieron el nombre de Eldorado debido a la leyenda del “rey dorado” (2) que
hablaba de un rey que rendía homenaje a los dioses recubierto de oro de los
pies a la cabeza. El resultado de ello será el casi genocidio de las seis naciones
autóctonas del territorio. Fueron sustituidas por esclavos como demuestra el
calificativo de “colonia de esclavos” que figura en los diferentes proyectos de
colonización que se suceden a partir de 1626, año en el que el cardenal
Richelieu instala los primeros establecimientos franceses en este país (3).
Aunque las razones de la presencia francesa han cambiado en el curso de los
tres siglos de ocupación francesa, el sistema colonial se sigue caracterizado
hasta hoy en día por una relación colonial. La instalación de un Centro
Espacial Guayanés en 1964 refuerza aún más esta estructura colonial.
Del
genocidio de las personas autóctonas al “engagisme”*
La llegada de los primeros franceses se tradujo rápidamente en un intento
de someter a las personas autóctonas y en la masacre de éstas ante su
resistencia. “Desde que llegaron los franceses masacraron a todos los indios e
intentaron reducirlos a la esclavitud” (4), resume el filósofo Neuville Doriac.
Testimonio de ello es la masacre que se produce en 1857 durante la conquista de
Cayena. No obstante, esta violencia de la conquista no tuvo parangón con la que
se produjo en el resto de América Latina por unas razones que los etnólogos
Pierre Grenand, Françoise Grenand y Patrick Menget resumen de la siguiente
manera deconstruyendo los mitos coloniales elaborados para justificar la
presencia francesa:
“En
primer lugar, el mito: “los contactos entre blancos e indios siempre fueron
pacíficos”. No hay nada menos cierto. […] Los amerindios (por ejemplo, los
galibi) lucharon ferozmente ya que habían comprendido rápidamente que las
verdaderas intenciones de los recién llegados diferían de las suyas. Solo su
brutal descenso demográfico debido a epidemias, a menudo importadas, les obligó
a cambiar de estrategia. El repliegue, la dispersión por la selva y la
resistencia pasiva se convirtieron en sus principales armas. […] A continuación,
la amnesia histórica: “no se masacró a los indios para quitarles sus tierras”.
Es cierto que el único intento de masacre organizada de los galibi se remonta a
1657. […] En efecto, no hay que perder de vista que si bien no se organizaron
cacerías sistemáticas de personas ni destrucciones metódicas de pueblos como en
otros lugares de América Latina fue menos por bondad que porque Guayana nunca
llegó al estadio de verdadera colonia de poblamiento y porque la extracción de
los productos de la selva nunca se pudo llevar a cabo de forma satisfactoria.
[…] Ahí donde las cosas ocurrieron de otra manera, como en las Antillas con los
caribes o en Louisiana con los natchez, callaron los escrúpulos y se produjeron
masacres” (5).
Así pues, la
llegada de los colonizadores desencadena una verdadera hecatombe demográfica
debido a las epidemias que provoca. El descenso de la cantidad de personas
autóctonas es tan importante que suscita teorizaciones culturalistas y
racistas. Se habla entonces de “guerras intestinas”, de “raza estropeada”, de
abuso del “cachiri” (una cerveza autóctona), de abuso de los “baños fríos”, de
la “desnutrición” fruto de la “pereza”. El geógrafo Jean Hurault lo resume de
la siguiente manera desmontando estos tópicos explicativos:
“La mayoría de los autores estaban demasiado
imbuidos de la ideología civilizadora, cristiana o laica, para admitir que el
contacto con los europeos pudo haber sido la causa de la extinción de los
indios” (6). Se calcula que cuando llegaron los europeos había entre 20.000
y 30.000 indios, y en 1960 solo quedaban 1.200. “Estas 1.200 personas son los únicos representantes de las
aproximadamente cincuenta naciones que poblaban Guayana en el momento del
primer establecimiento de europeos” (7), comenta Jean Hurault. No
desaparecieron totalmente debido a que las naciones autóctonas se replegaron en
la selva. De hecho, este repliegue es una estrategia de supervivencia y una
forma de resistencia que retomarán posteriormente los esclavos huidos.
Las condiciones
climáticas de Guayana, la hecatombe y el repliegue en la selva de los pueblos
autóctonos llevan rápidamente a estrechar la relación entre esclavitud y
colonización. De hecho, la primera se convierte en una de las condiciones de la
segunda. Desde 1652 se menciona en diversos documentos a los primeros esclavos
y el primer barco negrero hace escala en Cayena en 1680. La demanda de los
colonos es considerable. Un tal Périer des Varennes la evalúa de la siguiente
manera en 1702 para Cayena: “Cayena posee muchas tierras cultivables que
permanecen sin cultivar por falta de negros. Estas tierras pertenecen a ochenta
o cien habitantes, la mayoría de los demás está en la indigencia… Convendría
llevar allí a 400 negros al año” (8). Diez años después el gobernador de la
colonia trasmite de la siguiente manera esta demanda: “La colonia cayó por
falta de negros” (9).
Las
dificultades para atracar en Guayana y los precios más elevados que ofrecen los
colonos de Santo Domingo y de las Antillas francesas impedirán satisfacer esta
demanda y limitarán mucho la cantidad de esclavos.
En 1820 el
secretario del gobernador de Guyana establece la siguiente repartición de la
población: “1.004 blancos, 1.733 personas de color libres, 13.153 esclavos,
1.100 indios” (10). La cantidad de esclavos disminuye aún más por la
importancia del “marronage”** contra el que se organizan operaciones punitivas.
La resistencia a la esclavitud en forma de “marronage” estuvo presente en todas
las colonias, pero la topografía de Guayana le da una importancia particular:
“Bajo el Antiguo Régimen la deserción de los
esclavos era una verdadera plaga en las colonias en las que la mano de obra
negra era la única que se empleaba para desarrollar y cultivar la tierra. Sin
embargo, el problema era aún más grave en Guayana que en las Antillas puesto
que al estar formadas por islas, la zona de vagabundeo de los negros estaba
restringida, mientras que, en Guayana, un país continental, les resultaba fácil
llegar a los territorios fronterizos de la colonia francesa: Brasil, entonces
posesión portuguesa, y la Guayana holandesa” (11).
Muchos
cimarrones se contentaban con llegar a la densa selva donde fundaban pequeñas
comunidades autosuficientes. A estas comunidades de cimarrones se añaden grupos
sociales más importantes constituidos por cimarrones provenientes de Surinam.
Estos grupos constituyen comunidades de esclavos en la selva y atacan las
plantaciones para conseguir armas y liberar a otros esclavos. Se calcula que a
principios del siglo XVIII los esclavos de Surinam ascienden a más de 5.000
personas. Tras una larga guerra contra el ejército holandés se ven obligados a
refugiarse en la Guayana francesa. Así, los djuka, los boni y los paramaka se
instalan en la llamada Guayana “francesa” entre 1750 y 1840. La llegada de
varios miles de negros libres inquieta mucho a la colonia francesa. Tras la
abolición de la esclavitud el tratado firmado entre franceses, holandeses y
jefes cimarrones reconocía las comunidades cimarronas y su territorio de
implantación. En 1962 se calcula que los descendientes de estos cimarrones son
1.000 en el caso de los bonni, entre 7.000 y 8.000 en el de los djuka y 1.000
en el de los paramaka (12).
El rostro de la
sociedad guayanesa en los años posteriores a la abolición está marcado por esta
herencia: escasez numérica de descendientes de los pueblos autóctonos y de
blancos, mayor cantidad de descendientes de esclavos (aunque mínima en
comparación con las Antillas o Haití), presencia de comunidades de negros
cimarrones y subdesarrollo crónico del territorio. En este contexto, se produce
el descubrimiento de minas de oro al este de Cayena.
La falta de
mano de obra se traducirá en el desarrollo del “engagisme”, un régimen jurídico
monárquico de casi servidumbre que toma el relevo de la trata. Con la
indemnización de los propietarios de esclavos, el “engagisme” permite a la vez
acabar formalmente con la esclavitud mientras se mantiene un sistema de explotación
que afecta a los antiguos esclavos y a los inmigrados que están sometidos a un
“contrato” [“contrat d’engagement”].
Al antiguo esclavo convertido en “contratado” se le unen nuevos emigrantes con
el mismo estatus para garantizar la supervivencia de las fortunas de los
antiguos propietarios de esclavos en todas las colonias.
El historiador
Sudel Fuma propone el término de “servilismo” en vez del término “engagisme”
para destacar mejor la naturaleza de la relación entre los “contratantes”. El
autor destaca el carácter discriminatorio de los “contratos” respecto al
derecho laboral existente, la violencia ejercida para obligar a aceptar el
contrato y las falsas promesas que se hacen para lograr que se acepte, y
concluye:
“¿Por
qué “servilismo”? Porque los trabajadores concernidos no son libres y están
sometidos a un sistema, pero no son esclavos en el sentido jurídico del
término. Este concepto se aplica también a la situación del “contratado” indio,
africano y liberto de 1848 de las colonias francesas o de las colonias inglesas
y permite clarificar la historia colonial dando un verdadero sentido a la
situación real de los trabajadores sometidos al trabajo forzado de esta época”
(13).
Dos decretos
(del 13 de febrero y del 27 de marzo de 1852) regularán el “engagisme” para las
colonias francesas. En el caso de Guayana este nuevo servilismo se desarrolla
rápidamente. Este es el balance cuantitativo que hace en 1864 el director del
Banco de Guayana:
“En el lapso de doce meses el Departamento de
la Marina ha hecho llegar sucesivamente a Guayana siete convoyes de africanos,
cuatro de ellos reclutados en el Estado libre y tres de cautivos comprados y
liberados, uno de chinos y cinco de culis” (14). Aparte de los antiguos
esclavos, los principales orígenes de estos “contratados” son India con 8.472
personas entre 1855 y 1877 (15) y África con 1.826 personas (16). Por medio de
esta nueva “esclavitud de duración
indeterminada” (de 3 a 19 años) los dueños de las plantaciones y de las
minas de oro encontraron la mano de obra necesaria, y las personas recién
liberadas están obligadas a moderar sus pretensiones concernientes al salario y
a las condiciones laborales debido a la competencia de esta mano de obra
servil.
El oro
amarillo, el oro azul, el oro verde y el oro negro
Es frecuente
oír hablar de que Francia carece de retos económicos en Guayana para negar el
carácter colonial de la Guayana contemporánea. Una simple mirada a la historia
económica y a los recursos guayaneses desmiente esta afirmación.
Actualmente el
oro es el segundo recurso de exportación de Guayana tras la actividad espacial
(que en 2014 supuso un 83 % del total de las exportaciones) con 50 millones de
euros exportados en 2006. La cuestión aurífera acompaña toda la historia
colonial de Guayana. El conservador de la biblioteca de Cayena destaca en un
folleto con un título significativo (“La Guayana aurífera o la «gallina de los
huevos de oro»”) fechado en 1936 que “la
historia del oro en Guayana se confunde casi con la historia de la colonización
francesa en esta parte del continente sudamericano a partir del siglo XVI de la
era cristiana” (17).
En este folleto
el autor recuerda que los primeros exploradores buscaban en Guayana la ciudad
de Menoa, capital del antiguo Imperio inca. Destaca que, desde 1676, los padres
jesuitas pusieron en marcha las primeras explotaciones con mano de obra india.
No obstante, el punto de partida oficial de la industria aurífera sigue siendo
el descubrimiento de yacimientos en el río Arataye en 1855, que el conservador
comenta de la siguiente manera: “Una
nueva era parece así alzarse ante nuestro país y Cayena pronto será una rival
de California […] Así, hoy es un hecho: existe oro en el interior de Guayana”.
La explotación empieza en seguida, pero sin una inversión real de capitales, lo
que provoca una baja producción, aunque unos beneficios importantes. “Todo el oro recogido hasta hoy (más de
trescientas toneladas, es decir, cinco toneladas al año de media) proviene de
los aluviones de la superficie, no de las minas propiamente dichas y, en definitiva, nuestros mineros solo son
excavadores y buscadores de pepitas”, resume el autor (18).
El estado de
las técnicas, lo escaso de las inversiones (los compradores se contentaban con
acudir a una multitud de pequeños buscadores que se hacían cargo de todos los
gastos) y las variaciones de precios en el mercado mundial explican una
producción fluctuante y modesta hasta la década de los 70. La mejora de las
técnicas de extracción y la fuerte progresión del precio del oro en el mercado
mundial (debido al abandono de la paridad oro/dólar) llevará a renovar la
producción y a que entren en escena grandes sociedades industriales
internacionales (Grupo México con capital mexicano y estadounidense, Cambior
con capital canadiense, WMC con capital australiano, La Source con capital
francés y australiano, etc.). Los resultados de las nuevas prospecciones
industriales no tardarán en llegar. En su informe al primer ministro fechado en
2000 [la diputada francesa por Guayana] Christiane Taubira menciona el
descubrimiento por parte de la sociedad ASARCO de 35 toneladas en reservas y 60
toneladas en recursos en Camp Caïman, otro descubrimiento por parte de la
sociedad Guyanor-Cambior de 45 toneladas en reservas y 60 toneladas de recursos
en Yaou y Dorlin, y otros descubrimientos prometedores, aunque todavía no
explotables (19).
Ulteriores
descubrimientos confirmarán las enormes posibilidades auríferas de Guayana.
Así, el primer productor de oro en Guayana, la sociedad Auplata (que explota
las minas de Dieu Merci y Yaou), declara en 2014 por medio del presidente de su
consejo de administración que Guayana es “la mayor reserva de oro del mundo”
(20). En ese mismo periodo la compañía minera “Montagne d’or” [Montaña de Oro]
hace público su proyecto de mina industrial para 2022 con una producción que se
calcula en 6.7 toneladas al año.
Sin embargo, este
proyecto de minas a cielo abierto tiene graves consecuencias: deforestación
(1.513 hectáreas de selva amazónica) y vertido masivo de cianuro (46.500
toneladas para la duración de la explotación evaluada en 12 años). Si el
presidente Macron ha anunciado su apoyo al proyecto, está creciendo un
movimiento de protesta, en particular en el seno de los pueblos autóctonos. El
colectivo “Or de question”***, que multiplica las manifestaciones públicas,
también ha emprendido acciones legales para solicitar la anulación del permiso
de explotación. Recordemos que las opciones industriales basadas en necesidades
ajenas a las de la población y que se preocupan por la rentabilidad inmediata
sin tener en cuenta los efectos a largo plazo, son una de las primeras
características de la lógica colonial.
Además del oro,
Guyana posee una Zona Económica Exclusiva de 130.000 kilómetros cuadrados rica
en recursos “halieúticos” (¿??) y en particular en recursos camaroneros. No
obstante, el sector sigue estando muy infraexplotado con una producción que
fluctuó entre 3.000 y 4,000 toneladas al año en la década de 2000 y cayó a
entre 700 y 800 toneladas en 2017 (21). El destino de esta producción pone de
relieve la dependencia colonial: un 85 % se exporta al Hexágono (Francia) y un
10 % a las Antillas Francesas.
Guyana también
posee unos considerables recursos madereros. La selva amazónica cubre ocho
millones de hectáreas, de las cuales 7.5 millones pertenecen al Estado. Sin
embargo, este recurso está muy infraexplotado con una producción que apenas
llega a 72.000 metros cúbicos de troncos. Resulta paradójico, aunque típico de
una situación colonial (en la que la prioridad de las inversiones depende
únicamente de la rentabilidad y no de las necesidades locales), que Guayana
importara productos de madera por valor de 17,6 millones de euros y exportara
3,1 millones en 2014 (22).
Por último, el
descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos en alta mar en 2011 por parte de
Total, que posee un permiso exclusivo de explotación, despierta enormes
ambiciones. Aunque todavía no se puede cuantificar el tamaño del yacimiento ni
de sus reservas, se confirma la existencia de grandes posibilidades en
hidrocarburos en la cuenca surinamo-guayanesa. La USGS (United States
Geological Survey), una agencia científica del gobierno estadounidense, calcula
que esta cuenca es la segunda en la clasificación de cuencas petroleras (de
ultramar) no explotadas más prometedoras del mundo (23).
Guyana mantiene
una estructura económica de factoría dependiente de las necesidades de la
metrópoli en lo referente a sus elecciones y en sus prioridades. Tanto las importaciones
como las exportaciones se hacen exclusivamente con la metrópoli primero y con
las otras colonias de las Antillas y Europa después. Las grandes familias beké
[criollas] de Martinica (el grupo Bernard Hayot, el grupo Fabre-Domergue, la
familia Dormoy, etc.) poseen el tejido comercial. Las industrias de materias
primas y de la construcción están dominadas por multinacionales francesas
(Bouygues, Eiffage, Vinci, Bolloré, Auplata, etc.).
Las dos
características de una economía colonial están muy presentes: la explotación de
los recursos a beneficio de la metrópoli y el monopolio por parte de grandes
sociedades metropolitanas de la comercialización. La única especificidad aquí
es la utilización de la burguesía antillana como intermediaria en la
explotación de la colonia. Por no poner sino un ejemplo que ilustre lo absurda
que es la lógica colonial para el pueblo guayanés citemos un informe senatorial
fechado en octubre de 2017: “El hecho de que las materias primas importadas de
Brasil por Guayana tengan que transitar por [el puerto francés de] Le Havre
deja estupefacto” (24).
Por lo que se
refiere a la suerte del pueblo guayanés basta con recordar algunas cifras para
comprender que no le están destinados ni las riquezas ni los recursos locales: un
40% de las personas con edades comprendidas entre los 15 y 24 años está en paro,
solo un 12% ha aprobado el bachillerato, los ingresos anuales medios son un 44%
inferiores a los de la metrópoli, la cantidad de personas beneficiarias de la
Renta de Solidaridad Activa**** es cuatro veces mayor que en el Hexágono, los
precios al consumo son un 12% más altos que en la metrópoli, los de los
productos alimenticios son un 45% más caros y los de la vivienda un 20%, etc
(25).
Geoestrategia,
centro espacial y “síndrome holandés”
Hemos dejado de
lado deliberadamente por el momento la principal actividad económica de
Guayana, el Centro Espacial Guayanés (CSG, por sus siglas en francés) de Kourou
y Sinnamary. El CSG, una base de lanzamiento francesa y europea inaugurada en
1968, es a la vez la primera actividad económica de Guayana y una apuesta
estratégica esencial para la Unión Europea. La decisión de instalar el centro
espacial en Guayana en 1964 se hace en el mismo momento y por las mismas
razones que la de efectuar pruebas nucleares en Polinesia. La independencia de
Argelia hace perder simultáneamente al colonialismo francés su terreno de
pruebas nucleares del Sáhara y la base de Hammaguir cerca de Bechar, en la que
se efectuaban las pruebas de lanzamiento de misiles y cohetes.
Dos tipos de
factores concurrieron en la elección de Guayana. El primero concierne a factores
geográficos y climáticos: Guayana está cerca del Ecuador y se caracteriza por
la ausencia de riesgos sísmicos y ciclónicos. El segundo es político: en aquel
momento Guayana se caracteriza por una población escasa y un también escaso
desarrollo económico, lo que limitaba a la vez los riesgos de catástrofes
humanitarias en caso de accidente y (según se creía) los de una reivindicación
independentista sólida a medio plazo.
Estos factores
confieren rápidamente a Guayana un lugar particular en la competencia mundial
por las actividades espaciales. La revista Défense del Institut des
Hautes Etudes de Défense Nationale (IHEDN, Instituto de Altos Estudios de
Defensa Nacional) resume así en 1991 el reto geoestratégico del “Ultramar
francés” y el lugar específico de Guayana dentro de él:
“Gracias
a la baja latitud de Guayana, Francia ha podido desarrollar ahí, primero para
sus propias necesidades y después en cooperación con sus socios europeos en el
marco de la «Agencia Espacial Europea», el «Centro Espacial Guayanés». De todos
los centros de lanzamiento de cohetes espaciales del mundo es el mejor situado
actualmente, en particular para el lanzamiento de satélites geoestratégicos en
dirección al este. Sin Kourou no habría políticas espaciales francesas y
oeste-europeas independientes posibles. […] Es sabido que el dominio de la
energía nuclear con fines civiles y militares, la utilización del espacio y la
explotación de los océanos serán las tres fuentes esenciales de poder para el
siglo XXI. […] [Ultramar] aporta a Francia una triple oportunidad de seguir
siendo una gran potencia. La primera es albergar, gracias a la Polinesia
francesa, el centro de pruebas de armas nucleares más alejado de las zonas
pobladas que existe en el mundo. La segunda es poseer el campo de lanzamientos
espaciales mejor situado del mundo con Kourou en Guayana […]. La tercera es
disponer del tercer dominio marítimo mundial que ofrece riquezas marinas y
submarinas, pero también puntos de apoyo y dimensión únicos. La conjugación de
estas tres bazas constituye un interés político y estratégico fundamental que
no poseen ni Estados Unidos ni la URSS ni ninguna potencia ascendente”
(26).
Estas palabras
siguen siendo actuales a pesar de la desaparición de la URSS y el cese de las
pruebas nucleares (que siempre pueden recomenzar rápidamente en cualquier momento
en caso de necesidad). Bastan para poner de relieve las dificultades a las que
se enfrentan y se enfrentarán los movimientos de liberación nacional de las
últimas colonias francesas. Francia utiliza la baza de Guayana en la relación
de fuerzas interna de la Unión Europea por la dirección de esta, lo que tiene
como consecuencia que el combate no se libra ya entre París y una colonia, sino
entre esta y la Unión Europea.
Desde la
creación en 1975 de la Agencia Espacial (European Space Agency – ESA) se efectúa
el cambio del Hexágono a Europa. La ESA se encarga de los lanzamientos en el
seno del CSG con el lanzamiento de Ariane, el primer lanzador específicamente
europeo y líder mundial del mercado de satélites comerciales. “Con el CSG Guayana se ha convertido, para
Francia y Europa, en un escaparate tecnológico. […] Estos equipamientos son esenciales para la defensa, la meteorología, la
transmisión de datos, el sistema audiovisual, etc. El CSG […] integra a Guayana en el medio
técnico-tecnológico con una posición estratégica de nivel mundial, tanto más
cuanto que en el mundo solo hay una treintena de bases de lanzamiento de
satélites” (27), resume un grupo de geógrafos franco-brasileños.
Para los
guayaneses la apertura de un centro espacial se traduce en un desequilibrio
económico conocido con el nombre de “síndrome holandés”, una de cuyas
consecuencias es que se refuerza la dependencia colonial. La expresión designa
los efectos desequilibrantes de un nuevo maná financiero (explotación de una
nueva fuente de materia prima o en Guayana las enormes inversiones vinculadas
al centro espacial). Esta expresión se utilizó inicialmente para describir las
consecuencias del descubrimiento en los Países Bajos de un gran yacimiento de
gas natural y después se extendió al conjunto de situaciones caracterizadas por
una afluencia brusca de nuevos medios financieros.
Estos efectos
se pueden resumir de la siguiente manera: concentración en el nuevo sector en
detrimento de los demás, inflación vinculada al aumento de la renta nacional y
de la demanda, dualidad económica entre un sector hipermoderno y sectores
atrofiados, yuxtaposición de riqueza y pobreza. Como vemos, el síndrome
holandés refuerza todas las características de la dependencia colonial. El
centro espacial no está articulado al conjunto de la economía local, sino que
es un apéndice de una economía exterior.
Por último, el
carácter estratégico del centro espacial implica una considerable presencia
militar. Oficialmente en Guayana (en Cayenna, Kourou y Saint-Jean-du-Maroni)
están estacionados de forma permanente 2.100 militares de los tres ejércitos
(28). A esta cifra hay que añadir los efectivos de la gendarmería que en 2017
eran 920 (29). Oficialmente sus objetivos son garantizar la seguridad del
centro espacial, vigilar las fronteras con Surinam y Brasil para luchar contra
la emigración “clandestina”, luchar contra los buscadores de oro ilegales y
contra la pesca ilícita. En la práctica esta presencia militar desempeña una
función disuasoria frente a un movimiento social y a un movimiento
independentista en progresión constante.
Contrarrestar
al movimiento independentista por todos los medios
Como en casi
todas las antiguas colonias la aspiración a la autonomía y después a la
independencia casi no existía en el momento en el que la colonia cambia de
estatus en 1946 para convertirse en departamento francés. Al igual que ocurrió
en otros lugares, las aspiraciones que los guyaneses invierten en la
departamentalización se verán frustradas rápidamente. Después de décadas de
esclavitud, de “engagisme” y de ciudadanía de segunda categoría (30), la
departamentalización parecía una promesa de igualdad y el final de la relación
colonial, y así era como se vendía. Rápidamente aparece la decepción al
constatar la persistencia de la dependencia colonial y la desigualdad económica
y social con la metrópoli. Llega la hora de hacer balance en un contexto de efervescencia
anticolonial mundial: victoria vietnamita de Dien Bien Phu en 1954, inicio de
la lucha armada en Argelia en 1954, Conferencia de Bandung en 1955, etc. Este
es el contexto en el que nace la primera organización nacional guayanesa:
“Ahí
donde [Aimé] Césaire emplea la palabra resurrección, sus lectores leerán las
palabras autonomía, independencia y revolución. Es el caso de los estudiantes
guayaneses que en 1955 crean en París el Comité Guayanés de Acción Social y
Política, que tomará el nombre de Unión del Pueblo Guayanés (UPG, 1955-1965),
primer partido nacionalista y autonomista guayanés. Durante diez años el UPG
rechaza la política de asimilación y difunde en Guayana las ideas
anticolonialistas” (31).
Como se
proclama anticolonialista la UPG no reivindica la independencia sino la
autonomía. La organización critica duramente la departamentalización y la
asimilación, y trabaja para reformar las relaciones con la metrópoli en un
sentido igualitario. Inmediatamente surge la oposición sistemática de los
gaullistas contra el nuevo movimiento. A pesar de sus profesiones de fe
autonomista la UPG es atacada por ser unos “«separatistas», «antifranceses» o
«antiblancos»” (32), recuerda el historiador Serge Mam Mam Fouck.
El joven
movimiento fue rápidamente objeto de la represión colonial en forma de la
expulsión fuera de Guayana de sus líderes. Incluso se aprueba una ordenanza
específica el 15 de octubre de 1960 que estipula que “los funcionarios del Estado y de los establecimientos públicos del
Estado en servicio en los Departamentos de Ultramar cuyo comportamiento altere
el orden público pueden ser, a propuesta del prefecto y son otras formalidades,
llamados de oficio en la metrópoli por el ministro del que dependen para
recibir un nuevo destino” (33).
Así, Serge
Patient, Bernard Linglin y Marius Milon fueron alejados de Guayana con esta
ordenanza. A estos alejamientos de los líderes se añaden la censura en el
diario nacionalista y el despido de militantes con el objetivo de
desestabilizarlos. Se crea un clima de presión sobre los militantes que suscita
miedo y desestabilización. “Por
consiguiente, la ordenanza del 15 de octubre de 1960 afectó directamente a una
cantidad muy limitada de militantes autonomistas […] [pero] enfrió muchos ardores, incluidos los de los
no funcionarios”, resume el historiador Mam Mam Fouck (34). La organización
no sobrevivirá a esta prueba, aunque sembró semillas de concienciación de las
que nacerán rápidamente nuevas estructuras más radicales.
El año en que
desaparece el UPG también es el de la implantación del Centro Espacial
Guayanés. Como describe el historiador David Redon, los efectos que tiene sobre
la conciencia nacional guayanesa son paradójicos:
“La
implantación del Centro Espacial Guayanés (CSG) en un terreno expropiado de
96.000 hectáreas va a funcionar a la vez como un acelerador y como un
aniquilador para el nacionalismo guayanés. Acelerador porque las expropiaciones
de las 641 familias de Kourou, Malmanoury y Sinnamary tuvieron unos efectos
traumatizantes inmediatos sobre las poblaciones que deben abandonar su modo de
vida. El discurso sobre la “guayanidad” se cristaliza en torno a estas
expropiaciones y la desaparición de Malmanoury, y da cuerpo a los discursos
nacionalistas, autonomistas e independentistas. Por otra parte, el Estado puede
ahora afirmar la eficacia de su política asimilacionista con el “progreso” que
aporta a las naciones guayanesas el CDG y sus repercusiones económicas” (35).
Como en
Guadalupe, muchos militantes nacionalistas se implican en la lucha sindical con
la creación en noviembre de 1967 de la Unión de Trabajadores Guayaneses (UTG)
que en su congreso fundacional adopta una bandera guayanesa y más tarde, en su
tercer congreso en 1973, una moción a favor de la independencia. El discurso ya
no es el de la autonomía sino explícitamente el de la independencia. La
consolidación de los independentistas en el ámbito sindical (y al mismo tiempo
entre la juventud) preocupa mucho al gobierno francés. Muestra de esta
inquietud es la decisión tomada en 1973 de instalar en Guayana al Tercer
Regimiento Extranjero de Infantería de la Legión Extranjera (3ème
REI, por sus siglas en francés).
El Regimiento
cuenta con varios centenares de hombres (en 1995 llegará a los 1.000 soldados)
y su principal misión es proteger el centro espacial. Ya en 1962 la instalación
de un primer contingente de la Legión Extranjera había provocado una
manifestación el 14 de junio convocada por el Frente Democrático Guayanés (36)
y varias organizaciones sindicales. El prefecto Erignac reacciona por medio de
una violenta represión que provoca gran cantidad de personas heridas,
detenciones y comparecencias ante los tribunales. “Era la primera vez en la historia política de Guayana que las fuerzas
de la gendarmería y de la policía cargaban contra los manifestantes, así que
hubo un gran estupor” (37), comenta el historiador Mam Mam Fouck. La
instalación del 3ème REI despierta los recuerdos de esta represión
colonial que data de hace apenas una década.
La segunda
reacción del gobierno francés ante esta radicalización de la juventud y de los
sindicatos es un proyecto de cambiar la estructura social de Guayana por medio
de la importación masiva de emigrantes procedentes de la metrópoli. El objetivo
oficial del proyecto denominado “Plan Verde” y anunciado en 1975 es desarrollar
la agricultura guayanesa. Este proyecto, en preparación desde 1973 y dirigido
por el secretario de Estado en los Departamentos de Ultramar Olivier Stirn,
anuncia el objetivo de 30.000 colonos en cinco años para un departamento que en
aquel momento solo cuenta con 55.000 habitantes. Mientras que, en Guadalupe,
Martinica y La Reunión, el Estado francés organiza la exportación masiva de la
juventud por medio del BUMIDON (siglas en francés de Oficina para el Desarrollo
de las Migraciones en los Departamentos de Ultramar) (38), aquí trata de ahogar
al pueblo guayanés con unos colonos que dependen totalmente del Estado francés.
En efecto, se
promete a los candidatos concesiones y ayudas para instalarse. Si el éxito es
inmediato en Francia (cerca de 20.000 candidaturas), lógicamente suscita la
cólera de los guayaneses. Se reprimen las manifestaciones masivas pero el
proyecto se abandona oficialmente. En efecto, este plan de poblamiento
despierta viejos recuerdos de proyectos de poblamiento de la época esclavista y
en particular los vinculados al penal de Cayena. La socióloga y antropóloga
Marie-José Jolivet resume así las reacciones al plan Stirn:
“Designado
entonces por sus autores como «el plan global de valorización de Guayana», este
proyecto incluía un componente importante de «inmigración» que no podía dejar
de despertar inmediatamente viejas reminiscencias. Además, el hecho de retomar
la expresión «valorización» bastaba para evocar el periodo colonial. […]
Cualquier plan de inmigración masiva a Guayana evoca también, inevitablemente,
el penal. El caso es demasiado conocido como para que sea necesario exponerlo,
por lo que me contentaré con recordar sus principios y en primer lugar, el de
la colonización por medio del penal establecido en 1859 por Napoleón III” (39).
La oposición a
la Legión Extranjera y al proyecto Stirn cataliza las conciencias guayanesas,
lo que en octubre de 1974 se traduce en la creación del Movimiento Guayanés de
Descolonización (MOGUYDE, por sus siglas en francés) y el mismo año del Frente
Nacional de Liberación de Guayana (FNLG). Al poco tiempo de constituirse ambas
organizaciones independentistas son acusadas, en diciembre de 1974, del llamado
complot “Navidad” con la detención de 13 militantes nacionalistas del MOGUYDE,
de otras organizaciones independentistas (Joven Guardia, FLNG y Partido
Socialista Guayanés) y del sindicato UTG. Se les acusa de “atentar contra la
seguridad del Estado”, de preparar atentados y secuestros. Ocho de ellos son expatriados
al Hexágono y llevados ante el Tribunal de Seguridad del Estado. Con ello se
intenta decapitar una vez más al movimiento independentista.
Pero esta vez
la huelga general convocada por la UTG y la movilización de la diáspora
guayanesa imponen la vuelta al país de los presos políticos (40). Se retiran
los cargos contra ellos. Este escenario se reproduce en julio de 1980 con la
detención y expulsión de cuatro militantes del FLNG acusados de quemar un
depósito de carburante y de un intento de atentado contra la gendarmería del
centro de Cayena. Serán puestos en libertad un año después ya que una vez más
su expediente estaba vacío.
En este contexto
de represión y de detenciones abusivas empieza un intento de lucha armada por
parte de la Alianza Revolucionaria Caribe (ARC) de 1983 a 1988. Esta
organización que reivindica la independencia de Guadalupe, Martinica y Guayana
organiza muchos atentados en las tres colonias y en la metrópoli. Esta
secuencia armada acaba con la ley de amnistía del 10 de julio de 1989
concerniente a todos los atentados cometidos antes del 14 de julio de 1988 tras
la propuesta de la ARC de poner fin a la lucha armada a cambio de la amnistía
de sus militantes. El desequilibrio de fuerzas es simplemente demasiado grande
para que esta forma de lucha sea eficaz con el tiempo.
Dado que no
existe la relación de fuerzas necesaria para una independencia a corto plazo,
la idea nacional se reorienta hacia una lucha contra las consecuencias de la
colonización. Se inicia la época de los grandes movimientos de masas dirigidos
por la UTC y apoyados por las organizaciones políticas independentistas (41) y
no cesará hasta nuestros días: huelga general de seis días en 1992, disturbios
en Cayena en noviembre de 1996 para exigir la escolarización de todos los
niños; unos meses después, en abril de 1997, estallan nuevos disturbios tras la
detención de cuatro jóvenes acusados de haber tratado de quemar el domicilio
del Fiscal del Estado durante los disturbios de noviembre de 1996, parálisis
del país debido a un vasto movimiento social en noviembre y diciembre de 2008
(cortes de todas las carreteras principales, barricadas, huelga general) en
protesta por la subida del precio de los carburantes que se transforma en un
movimiento contra la carestía de la vida.
Este último
movimiento esta tan masivo y radical que el Estado francés se ve obligado a
hacer concesiones importantes. El presidente Sarkozy anuncia 137 medidas cuyo
objetivo es volver a dinamizar el desarrollo económico y ayudas financieras a
las familias modestas para tener en cuenta la inflación. Sobre todo, el Estado
francés no se deja engañar por el progreso real de la idea de independencia
nacional que no hace más que aumentar en el curso de todos estos conflictos.
Propone un referéndum sobre el estatuto de Guadalupe, pero se guarda bien de
formular la pregunta en términos de independencia. Finalmente, la pregunta del
referéndum de enero de 2010 será una falsa alternativa: “¿Aprueba usted la
transformación de Guayana en una colectividad de ultramar regida por el
Artículo 74 de la Constitución, dotada de una organización particular que tenga
en cuenta sus intereses propios en el seno de la República?”. Gana el “No”
masivamente, pero sobre la base de una abstención mayoritaria (51,84 % de los
votos y 2,33 % de votos en blanco y nulos).
Dado que las
mismas causas provocan los mismos efectos, en marzo de 2017 estalla un nuevo
movimiento social y bloquea el conjunto del territorio durante un mes. Se
bloquea el centro espacial lo que provoca un retraso de un lanzador Ariane. El
acuerdo para salir del conflicto del 21 de abril de 2017 prevé el desbloqueo de
mil millones de euros destinados a mejorar el acceso a la asistencia sanitaria,
la seguridad, la situación de empleo y la justicia.
Si bien la relación de fuerzas actual hace improbable una independencia a
corto plazo, la idea independentista se ha implantado ampliamente entre la
población y particularmente entre la juventud. Aunque actualmente las
reivindicaciones se refieren a la inseguridad galopante y a las
reivindicaciones económicas, de forma implícita contienen la condena del modelo
colonial. La lucha contra las consecuencias lleva inevitablemente a más o menos
largo plazo a actuar contra las causas: la colonización. En cuanto cambie la
relación de fuerzas (bajo el impacto de acontecimientos internacionales, de la
lucha del pueblo guayanés y de las movilizaciones anticoloniales en el
Hexágono) la independencia volverá a ser una utopía concreta a corto plazo.
Notas:
* “Engagisme”
es un concepto jurídico que se remota el Antiguo Régimen y que tras ser abolido
por la Revolución francesa se convirtió, como explica el autor más adelante, en
una forma de trabajo asalariado de los trabajadores nativos de las colonias
(antiguos esclavos) o inmigrantes provenientes sobre todo de África y Asia y
destinados a las grandes plantaciones de las colonias escasas de mano de obra
tras la abolición de la esclavitud en Francia en 1848. Por medio del sistema
del “engagisme” varios millones trabajadores emigran a las colonias europeas de
América, el Pacífico y el Índico. A cambio de la promesa de una vida mejor
firmaban un contrato [contrat
d’engagement] cuya duración variaba según el origen y la colonia a la que
está destinado. La palabra está formada sobre el verbo “engager”, que significa “contratar” (N. de la t.).
** “Marronage” era el nombre con el que se
designaba en las Antillas el hecho de que una persona esclava huyera de la
propiedad de su amo. A esta persona se le denominaba en francés “nègre marron”,
“negmarron” o incluso “cimarron”, por el término original en castellano,
cimarrón. (N. de la t.)
*** El nombre del colectivo, “Or de question”,
contiene un juego de palabras entre su significado literal, algo así como “oro
dudoso” y la expresión fonéticamente similar “hors de question”, que significa
“ni hablar”. (N. de la t.).
**** Según informa el gobierno francés en su página
web, “La Renta de Solidaridad Activa es una prestación que sustituye
tanto a los mínimos sociales existentes (Renta Mínima de Inserción y Subsidio
de familia monoparental) como a los dispositivos de ayuda para el retorno al
empleo (Prima de Retorno al Empleo)”. (N. de la t.).
(1) “Vieilles colonies” (“viejas colonias”)
es una expresión que designa las colonias del primer espacio colonial francés
(1534-1815) antes de la nueva oleada de colonización de la Tercera República
[1870-1940].
(2) Philippe Conrad, L’or
dans la jungle, Philippe Lebaud, París, 1991.
(3) Jules Caillet, De
l’administration en France sous le ministère du cardinal de Richelieu, Firmin
Didot Frères et Fils, París, 1857, p. 352.
(4) Neuville Doriac, Esclavage,
assimilation et guyanité, Anthropos, París, 1985, p. 16.
(5) Pierre y Françoise
Grenand, y Patrick Menget, La question Amérindienne en Guyane française.
Elément de synthèse, Ethnie, Volumen 1, n° 1-2, junio-septiembre de 2005,
p. 56.
(6) Jean Hurault, La
population des Indiens de Guyane française, Population, Año 1965, n° 5, p.
820.
(7) Jean Hrault, Les
Indiens Oayana de la Guyane française, Journal de la société des
Américanistes, Año 1961, tomo 50, p. 141.
(8) “Mémoire du Sieur Perier
des Varennes à Pontchartrain”, citado en Marchand-Thébault, L’esclavage en
Guyane sous l’ancien régime, Revue française d’histoire Outre-mer, Año
1960, tome 47, n° 166, primer trimestre 1960, p. 12.
(9) Ibid, p. 13.
(10) P. Ch. De St-Amant,
secretario particular del Barón de Laussat, Gobernador de Guyana, Des
colonies ; particulièrement de la Guyane française en 1821, Barrois, París,
1822, p. 80.
(11) Sylvie Mirot, Un
document inédit sur le marronnage à la Guyane française au XVIIIème siècle, Revue
d’histoire des colonies, tomo 41, n° 143, segundo trimestre 1954, p. 245.
(12) Jean Hurault, La vie
matérielle des noirs réfugiés Boni et des indiens Wayana du Haut-Maroni, ORSTOM,
París, 1965, p. 11.
(13) Sudel Fuma, Le
servilisme à la place du concept d’engagisme pour définir le statut des
travailleurs immigrés ou affranchis après l’abolition de l’esclavage en 1848, https://histoire974.wordpress.com/2016/01/19/le-servilisme-a-la-place-du-concept-dengagisme-pour-definir-le-statut-des-travailleurs-immigres-ou-affranchis-apres-labolition-de-lesclavage-en-1848-sudel-fuma/, consultado el 29 de junio de 2018 a las 10 h 00.
(14) Pierre Rivière, La
Guyane française en 1865. Aperçu géographique, historique, législatif,
agricole, industriel et commercial, Imprimerie du gouvernement, Cayenna,
1866, p. 171.
(15)
Doudou Diène, From Chains to Bonds: The Slave Trade Revisited, UNESCO,
París, 2001, p. 435
(16) Céline Flory, “Les
migrations de travail à destination de la Guyane et des Antilles françaises”,
en Myriam Cottias y Hebe Mattos (coord.), Esclavage et subjectivités dans
l’Atlantique luso-brésilien et français (XVIIe – XXe siècle), Open Edition
Press, Marsella, 2016, p. 204.
(17) L. Bassières, La
Guyane Aurifère ou la « Poule aux œufs d’or », La typo-Litho, Argel, 1936,
p. 5.
(18) Ibid, p. 16 y p. 30.
(19) Christiane
Taubira-Delannon, L’or en Guyane, Eclats et artifices, Rapport remis au
premier ministre, La documentation Française, París, 2000, p. 33.
(20) Entrevista a Jean François Fourt en BFM
Business, 7 de marzo de 2014, https://la1ere.francetvinfo.fr/2014/03/07/la-guyane-la-plus-grande-reserve-d-or-du-monde-129861.html,
consultado el 29 de junio de 2018 a las 17 h 00.
(21) France AgriMer, Le
marché de la crevette en France, Rapport final, septiembre de 2017, p. 17.
(22)
Le bois, un secteur qui a de l’avenir en Guyane, http://lekotidien.fr/2016/11/29/le-bois-un-secteur-qui-a-de-lavenir-en-guyane/, consult ado el 29 de junio de 2018 a las 19 h 00.
(23)
USGS, Assessment of Undiscovered Conventional Oil and Gas Resources of South
America and the Caribbean, 2012, http://www.jhiassociates.com/guyana-suriname-basin.html, consultado el 29 de junio
de 2018 a las 21 h 15.
(24) Olivier Cadic, sénateur
représentant les français établis hors de France, cité in Elisabeth Lamure et
Antoine Karame, Rapport d’information au sénat, n° 56, 26 de octubre de
2017, p. 16.
(25) Eléa Pommiers, Les
chiffres clés pour comprendre la situation en Guyane, Le Monde, 27 de marzo
de 2017.
(26) Alain Auger, Place et
rôle géopolitique de l’Outre-mer français, Défense, n° 56, marzo de 1991,
p. 26.
(27) Gutemberg de Vilhena Silva, Jadson Luis Rebelo Porto, Paula
Gabriele Sena dos Santos y Miguel Dhenin, La géopolitique de l’Union
Européenne pour les régions ultrapériphériques: Assimilation, fragmentation et
rôle de la Guyane française dans son contexte régional, Revue
Franco-Brésilienne de Géographie Confins, n° 26, 2016.
(28)
Les forces armées en Guyane, Etat-major des armées, https://www.defense.gouv.fr/ema/forces-prepositionnees/guyane/dossier/les-forces-armees-en-guyane, consultado el 30 de junio de 2018 a las 11 h
30.
(29)
Le commandement de la gendarmerie de Guyane, http://www.guyane.gouv.fr/Services-de-l-Etat/Les-services-de-l-Etat-en-Guyane/Les-services-de-securite/La-gendarmerie, consult ado el 30 de junio de 2018 a las 11 h
40.
(30) Aunque no estaban sometidas al “Código del
Indígena”, las cuatro viejas colonias (Martinica, Guadalupe, La Reunión y
Guayana) no disponían de los mismos derechos sociales que en el Hexágono. [El
Código del Indígena, de 1881, distinguía a los “ciudadanos” franceses (con
orígenes europeos) de los “sujetos” franceses (los indígenas), a los que se
privaba de la mayoría de sus derechos políticos. (N. de la t.].
(31) Redon, Les mouvements
indépendantistes guyanais, revista Une saison en Guyane, n° 17, agosto de
2016, p. 12.
(32) Serge Mam Mam Fouck, L’Union
du Peuple Guyanais et l’invention du nationalisme en Guyane française
(1955-1965), Outre-Mers, Año 2006, n° 352-353, p. 282.
(33) Journal Officiel de la
République Française, 18 de octubre de 1960, p. 9483.
(34) Op. cit., p. 285.
(35) David Redon, Les
mouvements indépendantistes guyanais, op. cit., p. 13.
(36) El Frente Democrático Guayanés (FDG) nace el 7
de junio de 1962. Reúne al PSG (Partido Socialista Guayanés), a la UPG (Unión
del Pueblo Guayanés) y a sindicatos, sobre todo, la Unión Departamental de la
CGT. Defiende el objetivo de la
autonomía.
(37) Serge Mam Mam Fouck, Histoire
de la Guyane contemporaine 1940-1982, Editions Caribéennes, París, 2000,
p.208.
(38) Véase nuestro artículo
anterior, L’œuvre négative du colonialisme français aux Antilles La
production et la reproduction d’une pigmentocratie, https://bouamamas.wordpress.com/2018/06/15/loeuvre-negative-du-colonialisme-francais-aux-antilles-la-production-et-la-reproduction-dune-pigmentocratie/. [En castellano
“La obra negativa del colonialismo francés en las Antillas: la producción y
reproducción de una pigmentocracia”, http://rebelion.org/noticia.php?id=243678]
(39) Marie-José Jolivet, La
politique de développement de la Guyane. Récurrence et point de rupture, ORSTOM,
París, p. 221 et 223.
(40) Connaissez-vous le
complot de la Noel, Fier d’être guyanais, http://www.fierdetreguyanais.com/autre/le-complot-de-noel/, consultado el 29 de junio de 2018 a las 20 h
45.
(41) Aunque unas organizaciones desaparecen, otras
nacen, como el Movimiento por la Descolonización y la Emancipación Social
(MDES) en 1991, que rápidamente se convierte en un polo independentista
unificador.