Por: Roberto Bellato
www.cpalsocial.org/220115
El primero tiene que ver con una disputa entre la OPEP y Estados Unidos. El costo de producción del shale es mucho más caro que la producción convencional y un petróleo barato perjudicaría al país del norte sin verse afectada la OPEP, ya que extrae los hidrocarburos principalmente de manera convencional. Además, con un petróleo en caída, la OPEP de todas maneras mantendría su cuota en el mercado.
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El precio del petróleo de referencia mundial está en caída hace seis
meses. Esta situación de desplome, que acumula un 57%, genera movimientos en todo
el mundo ya que afecta no solo a los países productores, sino que arrastra
economías locales, disputas comerciales y acentúa enfrentamientos históricos.
En el cierre del día jueves, el crudo tipo West Texas Intermediate (WTI)
en Nueva York cerró a 46,25 dólares el barril y en Londres el Brent (de
referencia para Europa y gran parte del mundo) cerró en 47,67. Ambos están por
debajo de los 50 dólares y eso no sucedía desde 2009. Las alarmas que todavía
no se habían encendido, lo están haciendo.
Hay una gran coincidencia entre analistas, organismos internacionales,
economistas, gobiernos y hasta empresarios petroleros respecto de que la baja del petróleo es consecuencia de una
sobreoferta a nivel mundial y una desaceleración de las economías de Europa y
China.
La sobreoferta se debe a
dos factores: por un lado, el “boom del
shale” (yacimientos no convencionales) en Estados Unidos produjo un aumento
exponencial de su producción, que hizo que la principal potencia mundial (y
el mayor consumidor de hidrocarburos del mundo junto con China) redujera las
importaciones de gas y petróleo.
En 2005 el país del norte importaba 12,5 millones de barriles, mientras
que en 2013 sólo seis millones. Hoy, el shale representa el 49% de la
producción total de hidrocarburos de EEUU (según
la Administración de Información de Energía de ese país). Un verdadero
fenómeno de la principal potencia hegemónica del mundo.
Por otro lado, la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), en su reunión semestral de noviembre del año
pasado, definió mantener los niveles de producción para 2015. El efecto
inmediato fue favorecer la sobreoferta y, así, ayudar a la caída del precio del
crudo.
Donde no hay coincidencia es en los por
qué a algunos le conviene el desplome del “oro negro” y a otros no.
El sube y baja del petróleo genera fuertes movimientos (basta recordar “La
crisis del petróleo” de 1973 o la histórica caída del 67% del crudo en
1985). Pero estos corrimientos parecieran tener una explicación geopolítica más
que comercial.
Según lo que dejan ver las declaraciones de los protagonistas, se
plantean tres escenarios posibles.
Estos son totalmente distintos, aunque puede que ocurran al mismo tiempo.
Frenar al gringo
El primero tiene que ver con una disputa entre la OPEP y Estados Unidos. El costo de producción del shale es mucho más caro que la producción convencional y un petróleo barato perjudicaría al país del norte sin verse afectada la OPEP, ya que extrae los hidrocarburos principalmente de manera convencional. Además, con un petróleo en caída, la OPEP de todas maneras mantendría su cuota en el mercado.
La voz determinante en materia petrolera es la de Arabia Saudita. Su
ministro de Petróleo, Ali al-Naimi, dijo: “No está en el interés de los
productores de la OPEP el recorte de producción, sea cual sea el precio, ya sea
de 20 dólares, 40 dólares…”. Y agregó que “ellos serán heridos mucho
antes que nosotros sintamos algún dolor”, refiriéndose a la producción no
convencional.
Arabia Saudita tiene un costo de 4/5 dólares por barril, por eso puede
sostenerse inclusive con el barril a 20 dólares. En cambio, el costo de
producción no convencional en Estados Unidos es enormemente superior, por eso el
desplome petrolero perjudicaría al “boom del shale” norteamericano.
Halcones, palomas y Estados Unidos
El segundo escenario tiene que ver con una disputa interna dentro
de la OPEP, con la mano de EEUU en las sombras. Los 12 miembros de la
organización no tienen los mismos intereses. Venezuela necesita un barril caro
ya que el petróleo representa el 95% de sus exportaciones. Como afirmó Rafael
Ramírez, ministro de Relaciones Exteriores: “El precio deseable serían los
100 dólares por barril”.
Casi en respuesta al canciller venezolano, el príncipe y empresario
petrolero de Arabia Saudita, Alwaleed bin Talal, dijo a la prensa: “No tengo
dudas de que el petróleo nunca volverá a costar 100 dólares”. Arabia
Saudita junto con Emiratos Árabes Unidos y Kuwait integran un sector en la OPEP
que es histórico aliado de Estados Unidos.
Por su parte, el presidente iraní, Hasan Rohani, en coincidencia con
Venezuela afirmó sin muchas vueltas que “quienes han planificado la baja de
los precios del petróleo contra ciertos países lo lamentarán”.
Este escenario tiene a los países históricamente aliados de EEUU, en
detrimento de otros de la OPEP, como Venezuela, Ecuador, Irán y Nigeria, que
promueven un petróleo elevado. Pero también en este escenario de petróleo
barato se ve afectado Rusia, históricamente enfrentado a EEUU.
Quizá por ese motivo es que Nicolás Maduro, presidente venezolano, está
de gira mundial con un sólo tema en su agenda: buscar apoyos y acuerdos para
elevar el precio del petróleo. Arrancó 2015 reuniéndose con Xi Jinping,
presidente de China, estuvo por varios países de Asia y África. Ayer estuvo en
Moscú con el presidente Putin y en breve se reunirá con Peña Nieto, de México.
El grande se come al chico
El tercer escenario es el de menor peso según analistas y la
prensa especializada, ya que no tiene que ver con una cuestión geopolítica,
sino con una disputa interna dentro las petroleras de los EEUU: las grandes
se quieren comer a las chicas borrándolas del mapa del shale con un precio bajo
del petróleo para provocar su quiebra.
El ”boom del shale” comenzó en 2008 (justo al mismo tiempo que se
declaraba en quiebra Lehman Brothers y daba inicio a la crisis económica de
2008/2009) y tuvo como protagonistas a las grandes petroleras Chevron y Exxon
Mobile, entre otras. Por el otro, los empresarios medianos y chicos que,
tentados por la nueva fiebre del oro, llegaron con capitales desde otros
sectores económicos ajenos a los hidrocarburos.
Pero estas empresas se endeudaron para acceder a las inversiones no
convencionales. Se calcula que el total de la deuda de las petroleras medianas
y pequeñas de shale en EEUU es de 200 mil millones de dólares.
En 2015 podrían correr el riesgo de no poder afrontar sus deudas con un
precio bajo del petróleo, como ya le sucedió a la empresa WBH Energy, una de las
primeras estadounidenses exitosas del “boom del shale”, que el 4 de
enero de este año se declaró en quiebra.
Es probable que no estemos en presencia de un solo escenario y haya
múltiples factores superpuestos bajo la lógica de que el grande se come al
chico. También se espera que a mitad de 2015 el precio suba. Pero el petróleo
mueve montañas y todo puede pasar.
El 13 de enero, la agencia Reuters informó de una reunión que
mantuvieron la subsecretaria de Energía de Estados Unidos, Elizabeth
Sherwood-Randall, y el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Naimi. No
se conocen los detalles de lo conversado, pero se sabe que amigos son los
amigos.
Fuente: ALAI, América Latina en Movimiento