Javier
Aranda Luna
www.jornada.unam.mx / 280618
Somos
un país multicultural con 69 lenguas y nos expresamos en una. ¿Tiene sentido
rescatar las otras 68?
Si
existen 7 millones de hablantes de lenguas indígenas que representan 6.5 por
ciento de la población, ¿conviene fomentar su uso? ¿La recuperación de las
lenguas indígenas no excluye a sus hablantes de un mundo global? ¿No los aísla,
no limita sus oportunidades?
He
sido jurado en varios premios literarios y sobre el trabajo editorial. En una
ocasión propuse premiar tres libros traducidos a lenguas indígenas que
contenían poemas y textos en prosa de Octavio Paz y un funcionario público
dedicado al idioma, una ex funcionaria que fue responsable del área de
literatura por varios años, un par de escritores y tres editores privados
dieron marcha atrás a mi propuesta con el argumento de que el idioma
mayoritario del país era el español.
Con
esa lógica ninguna minoría merecería ser tomada en cuenta, ni la de los
escritores, por ejemplo...
Las lenguas son
herramientas para comunicarnos, pero también son sistemas de conocimiento. Son una especie de disco duro que
actualiza cada hablante al usarlo. Si el bit coin es un software en constante
desarrollo que es también un soporte económico, las lenguas vivas también son
un soporte que fija conocimientos y su uso resulta indispensable para generar
riqueza.
No
me extraña que los mixtecos, que trabajan como campesinos en California, lleven
a los maestros de sus comunidades de origen para que les enseñen a sus hijos su
lengua: ella es la memoria viva de sus costumbres, de sus ritos funerarios, de
su cosmovisión, gastronomía, de sus formas de cortejo.
Pero,
¿no se fija mejor el conocimiento en la escritura que en el lenguaje oral? No
es garantía de que eso ocurra, me dice el lingüista Fernando Nava López: si un
pueblo ha respaldado en la escritura su lengua es el romano y, salvo
especialistas, nadie habla latín; sobreviven términos en la medicina y el
derecho, pero ni los curas lo hablan y quienes lo hacen, no lo hacen bien.
‘‘El
fomento a la lectura en lenguas indígenas sólo puede tener resultados siempre y
cuando se fomente también la tradición oral en las comunidades nativas. Este
balance resulta indispensable para hacer que estos dialectos o lenguas pervivan
a sistemas y formas monolingües hacia donde nos ha orillado la cultura global.”
Para
él la cultura escrita y la oral deben mantenerse en un balance porque no
hacerlo puede atentar de manera dramática a las comunidades.
‘‘Debemos
ver a las lenguas indígenas como un derecho vital de las comunidades, que
pueden representar vida o muerte en casos de salud; justicia a culpables o
injusticia a inocentes en faltas mayores.’’
El
primer congreso internacional para fomentar la lectura en lenguas indígenas
llevado a cabo hace unos días en Oaxaca nos hizo comprender que sólo fortaleciendo lo propio podremos
aprovechar mejor los beneficios de la aldea global y sortear sus inevitables
miserias.